Vísperas - MARTES XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
2020
El siguiente es el formulario que corresponde a
vísperas de la liturgia de las horas para el martes, 7 de julio de 2020.
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
·
Himno 1
La noche no
interrumpe
tu historia con el hombre;
la noche es tiempo de salvación.
De noche descendía tu escala misteriosa
hasta la misma piedra donde Jacob dormía.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche celebrabas la Pascua con tu pueblo,
mientras en las tinieblas volaba el exterminio.
La noche es tiempo
de salvación.
Abrahán contaba tribus de estrellas cada noche;
de noche prolongabas la voz de la promesa.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche, por tres veces oyó Samuel su nombre;
de noche eran los sueños tu lengua más profunda
La noche es tiempo
de salvación.
De noche, en un pesebre, nacía tu Palabra;
de noche lo anunciaron el ángel y la estrella.
La noche es tiempo
de salvación.
La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro;
la noche vio la gloria de su resurrección.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche esperaremos tu vuelta repentina,
y encontrarás a punto la luz de nuestra lámpara.
La noche es tiempo
de salvación. Amén.
Salmodia
Antífona 1: No podéis servir a Dios y al dinero.
Salmo 48,2-13
Vanidad de las riquezas
Difícilmente entrará un rico en el reino de los
cielos. (Mt 19,23)
Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Antífona 2: «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
Salmo 48,14-21
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Antífona 3: Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la
gloria.
Ap 4,11;5,9.10.12
Himno de los redimidos
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.
Lectura Breve
Rm 3,23-25a
Todos pecaron y todos están privados de la gloria
de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención
de Cristo Jesús, a quien Dios constituyó sacrificio de propiciación mediante la
fe en su sangre. Así quería Dios demostrar que no fue injusto.
Responsorio Breve
R. Me
saciarás de gozo * En tu presencia, Señor. Me saciarás.
V. De alegría perpetua a tu derecha. * En tu
presencia, Señor. Gloria al Padre. Me saciarás.
Canto Evangélico
Antifona: Haz con nosotros, Señor, obras grandes, porque eres poderoso, y tu
nombre es santo.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Alabemos a Cristo, pastor y guardián de nuestras
vidas, que vela siempre con amor por su pueblo, y, poniendo en él nuestra
esperanza, digámosle suplicantes:
'Protege a tu pueblo, Señor'.
Pastor eterno, protege a nuestro obispo (…)
—y a todos los pastores de la Iglesia.
Mira con bondad a los que sufren persecución
—y líbralos de todas sus angustias.
Compadécete de los pobres y necesitados
—y da pan a los hambrientos.
Ilumina a los cuerpos legislativos de las naciones,
—para que en todo legislen con sabiduría y equidad.
No olvides, Señor, a los difuntos redimidos por tu sangre
—y admítelos en el banquete de las bodas eternas.
Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre
común de todos: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, Señor del día y de la
noche, humildemente te pedimos que la luz de Cristo, verdadero sol de justicia,
ilumine siempre nuestras vidas, para que así merezcamos gozar un día de aquella
luz en la que tú habitas eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.