Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA XXIX
De la Feria. Salterio I
20 de octubre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca
que nos salva. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ES VERDAD QUE LAS LUCES DEL ALBA
Es verdad que las luces del alba
del día de hoy
son más puras, radiantes y bellas,
por gracia de Dios.
Es verdad que yo siento en mi vida,
muy dentro de mí,
que la gracia de Dios es mi gracia,
que no merecí.
Es verdad que la gracia del Padre,
en Cristo Jesús,
es la gloria del hombre y del mundo
bañados en luz.
Es verdad que la Pascua de Cristo
es pascua por mí,
que su muerte y victoria me dieron
eterno vivir.
Viviré en alabanzas al Padre,
que al Hijo nos dio,
y que el santo Paráclito inflame
nuestra alma en amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza
y tu gloria. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por ti madrugo,
Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
Ant 2. En medio de las
llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,
57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. En medio de las
llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Ant 3. Que el pueblo de
Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que el pueblo de
Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Ap 7, 10. 12
¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!
La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor,
y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de
Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás
sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de
nosotros.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de
Dios vivo, ten piedad de nosotros.
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de los Reyes 22, 8. 10--23, 4. 21-23
EN TIEMPO DE JOSÍAS, ES ENCONTRADO EL LIBRO DE LA LEY. RENOVACIÓN DE
LA ALIANZA Y CELEBRACIÓN DE LA PASCUA
En aquellos días, el sumo sacerdote Helcías dijo al cronista Safán:
«He encontrado en el templo el libro de la ley.»
Entregó el libro a Safán, y éste lo leyó. Y le comunicó la noticia al rey:
«El sacerdote Helcías me ha dado un libro.»
Safán lo leyó ante el rey; y, cuando el rey oyó el contenido del libro de la
ley, se rasgó las vestiduras y ordenó al sacerdote Helcías, a Ajicán, hijo de
Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, al cronista Safán y a Asaías, funcionario
real:
«Id a consultar al Señor por mí y por el pueblo y todo Judá, a propósito de
este libro que han encontrado; porque el Señor estará enfurecido contra nosotros,
porque nuestros padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo
prescrito en él.»
Entonces, el sacerdote Helcías, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a ver a la
profetisa Julda, esposa de Salún, el guardarropa, hijo de Ticua de Jarjás.
Julda vivía en Jerusalén, en el Barrio Nuevo. Le expusieron el caso, y ella les
respondió:
«Así dice el Señor, Dios de Israel: Decidle al que os ha enviado: Así dice el
Señor: "Yo voy a traer la desgracia sobre este lugar y todos sus
habitantes: todas las maldiciones de este libro, que ha leído el rey de Judá;
por haberme abandonado y haber quemado incienso a otros dioses, irritándome con
sus ídolos, está ardiendo mi cólera contra este lugar, y no se apagará."
Y al rey de Judá, que os ha enviado a consultar al Señor, decidle: Así dice el
Señor, Dios de Israel: "Puesto que, al oír la lectura, lo has sentido de
corazón, y te has humillado ante el Señor, al oír mi amenaza contra este lugar
y sus habitantes, que serán objeto de espanto y de maldición; puesto que te has
rasgado las vestiduras y llorado en mi presencia, también yo te escucho
-oráculo del Señor-. Por eso, cuando yo te reúna con tus padres, te enterrarán
en paz, sin que llegues a ver con tus ojos la desgracia que voy a traer a este
lugar."»
Ellos llevaron la respuesta al rey. Y éste mandó al sumo sacerdote Helcías, al
vicario y a los porteros que sacaran del templo todos los utensilios fabricados
para Baal, Astarté y todo el ejército del cielo. Los quemó fuera de Jerusalén,
en los campos del Cedrón, y llevaron las cenizas a Betel. Luego, se volvió a
Jerusalén y ordenó al pueblo:
«Celebrad la Pascua en honor del Señor, vuestro Dios, como está prescrito en
este libro de la alianza.»
No se había celebrado una Pascua semejante desde el tiempo en que los jueces
gobernaban a Israel, ni durante todos los reyes de Israel y Judá. Fue el año
dieciocho del reinado de Josías cuándo se celebró aquella Pascua en Jerusalén,
en honor del Señor.
RESPONSORIO Jr 11, 4; Jn 15, 10
R. Obedecedme y haced lo que os mando; * así seréis mi pueblo y yo
seré vuestro Dios.
V. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor.
R. Así seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el
profeta Ageo
(Cap. 14: PG 71, 1047-1050)
ES GRANDE MI NOMBRE ENTRE LAS NACIONES
La venida de nuestro Salvador en el tiempo fue como la edificación de un templo
sobremanera glorioso; este templo, si se compara con el antiguo, es tanto más
excelente y preclaro cuanto el culto evangélico de Cristo aventaja al culto de
la ley o cuanto la realidad sobrepasa a sus figuras. Con referencia a ello,
creo que puede también afirmarse lo siguiente: El templo antiguo era uno solo,
estaba edificado en un solo lugar y sólo un pueblo podía ofrecer en él sus
sacrificios. En cambio, cuando el Unigénito se hizo semejante a nosotros, como
el Señor es Dios: él nos ilumina, según dice la Escritura, la tierra se llenó
de templos santos y de adoradores innumerables, que veneran sin cesar al Señor del
universo con sus sacrificios espirituales y sus oraciones. Esto es, según mi
opinión, lo que anunció Malaquías en nombre de Dios, cuando dijo: Desde el
oriente hasta el poniente es grande mi nombre entre las naciones, y en todo
lugar se ofrecerá incienso a mi nombre y una oblación pura.
En verdad, la gloria del nuevo templo, es decir, de la Iglesia, es mucho mayor
que la del antiguo. Quienes se desviven y trabajan solícitamente en su
edificación obtendrán, como premio del Salvador y don del cielo, al mismo
Cristo, que es la paz de todos, por medio de quien tenemos acceso al Padre en
un solo Espíritu; así lo declara el mismo Señor, cuando dice: En este sitio
daré la paz a cuantos trabajen en la edificación de mi templo.
De manera parecida, dice también Cristo en otro lugar: Mi paz os doy. Y Pablo,
por su parte, explica en qué consiste esta paz que se da a los que aman, cuando
dice: La paz de Dios, que está por encima de todo conocimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. También oraba en
este mismo sentido el sabio profeta Isaías, cuando decía: Señor, tú nos darás
la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú. Enriquecidos con la
paz de Cristo, fácilmente conservaremos la vida del alma y podremos encaminar nuestra
voluntad a la consecución de una vida virtuosa.
Por tanto, podemos decir que se promete la paz a todos los que se consagran a
la edificación de este templo, ya sea que su trabajo consista en edificar la
Iglesia en el oficio de catequistas de los sagrados misterios, es decir,
colocados al frente de la casa de Dios como mistagogos, ya sea que se entreguen
a la santificación de sus propias almas, para que resulten piedras vivas y
espirituales en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio
sagrado. Todos estos esfuerzos lograrán, sin duda, su finalidad y quienes
actúen de esta forma alcanzarán sin dificultad la salvación de su alma.
RESPONSORIO Sal 83, 5; Za 2, 11
R. Dichosos los que viven en tu casa, Señor, * ellos te alabarán
eternamente.
V. En aquel día se unirán al Señor muchos pueblos, y serán su pueblo.
R. Ellos te alabarán eternamente.
Domingo, 20
de octubre de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para
enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
“Hazme justicia frente a mi adversario”.
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está
molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a
importunarme”».
Y el Señor añadió:
«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus
elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les
hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará
esta fe en la tierra?».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dios hará justicia a sus elegidos que claman a él
día y noche.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1,
68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios hará justicia
a sus elegidos que claman a él día y noche.
PRECES
Glorifiquemos al Señor Jesús, luz que alumbra a
todo hombre y sol de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle:
Tú que eres nuestra vida y nuestra salvación,
Señor, ten piedad.
Creador de la luz, de cuya bondad recibimos, con acción de gracias, las
primicias de este día;
te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante
este domingo.
Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad,
y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones.
Que al celebrar la eucaristía de este domingo tu palabra nos llene de gozo,
y que la participación en el banquete de tu amor haga crecer nuestra esperanza.
Que sepamos contemplar las maravillas que tu generosidad nos concede,
y vivamos durante todo el día en acción de gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra
voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Famoso por sus terribles penitencias, nació en 1499
en la comunidad española de Alcántara. Su padre era gobernador de la región y
su madre era de muy buena familia. Ambos se distinguían por su gran piedad y su
excelente comportamiento. Estando estudiando en la universidad de Salamanca, el
santo se entusiasmó por la vida de los franciscanos debido a que los
consideraba personas muy desprendidas de lo material y muy dedicadas a la vida
espiritual. Pidió ser admitido como franciscano y eligió para irse a vivir al
convento donde estaban los religiosos más observantes y estrictos de esa
comunidad.
En el noviciado lo pusieron de portero, hortelano,
barrendero y cocinero. Pero en este último oficio sufría frecuentes regaños por
ser bastante distraído. Llegó a mortificarse tan ásperamente en el comer y el
beber que perdió el sentido del gusto y así todos los alimentos le sabían
igual. Dormía sobre un duro cuero en el puro suelo. Pasaba horas y horas de
rodillas, y si el cansancio le llegaba, apoyaba la cabeza sobre un clavo en la
pared y así dormía unos minutos, arrodillado. Pasaba noches enteras sin dormir
ni un minuto, rezando y meditando. Por eso ha sido elegido protector de los
celadores y guardias nocturnos. Con el tiempo fue disminuyendo estas terribles
mortificaciones porque vio que le arruinaban su salud. Fue nombrado superior de
varios conventos y siempre era un modelo para todos sus súbditos en cuanto al
cumplimiento exacto de los reglamentos de la comunidad.
Pero el trabajo en el cual más éxitos obtenía era
el de la predicación. Dios le había dado la gracia de conmover a los oyentes, y
muchas veces bastaba su sola presencia para que muchos empezaran a dejar su
vida llena de vicios y comenzaran una vida virtuosa. Prefería siempre los
auditorios de gente pobre, porque le parecía que eran los que más voluntad
tenían de convertirse. Pidió a sus superiores que lo enviaran al convento más
solitario que tuviera la comunidad. Lo mandaron al convento de Lapa, en
terrenos deshabitados, y allá compuso un hermoso libro acerca de la oración,
que fue sumamente estimado por Santa Teresa y San Francisco de Sales, y ha sido
traducido a muchos idiomas.
Deseando San Pedro de Alcántara que los religiosos
fueran más mortificados y se dedicaran por más tiempo a la oración y la
meditación, fundó una nueva rama de franciscanos, llamados de "estricta
observancia". El Sumo Pontífice aprobó dicha congregación y pronto hubo en
muchos sitios, conventos dedicados a llevar a la santidad a sus religiosos por
medio de una vida de gran penitencia.
Los últimos años de su vida los dedicó a ayudar a
Santa Teresa a la fundación de la comunidad de Hermanas Carmelitas que ella
había fundado, logrando muchos éxitos en la extensión de la comunidad
carmelita.
·
¡Oh Santísima anima, en cuyo tránsito feliz los ciudadanos del
cielo salen al encuentro! El coro de los ángeles se alegra y la Trinidad
Santísima te convida, diciendo con amorosas palabras: "Permanece, Pedro, y
está con nosotros para siempre"
·
V. Ruega por nosotros, Pedro dichoso.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
·
Oración. ¡Oh Dios y Señor mío! que te dignaste ilustrar al
bienaventurado San Pedro de Alcántara, tu confesor, con el don de una
penitencia admirable y de una contemplación altísima, concédenos piadosísimo
que ayudados de sus méritos, merezcamos, mortificados en la carne, ser
participantes de los dones celestiales. Por Nuestro Señor Jesucristo, Hijo
tuyo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los
siglos.
·
Amén.