Musica Para el Alma
lunes, 14 de septiembre de 2020
EVANGELIO DE LUCAS 7,11-17 CICLO A
Martes, 15 de septiembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (7,11-17):
11 Y sucedió que a continuación se fue
a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre.
12 Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad,
sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que
acompañaba mucha gente de la ciudad.
13 Al verla el Señor, tuvo compasión de
ella, y le dijo: «No llores.»
14 Y, acercándose, tocó el féretro. Los que
lo llevaban se pararon, y él dijo: «Joven, a ti te digo: Levántate.»
15 El muerto se incorporó y se puso a
hablar, y él = se lo dio a su madre. =
16 El temor se apoderó de todos, y
glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre
nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
17 Y lo que se decía de él, se propagó por
toda Judea y por toda la región circunvecina.
Palabra del Señor
(« ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!»).
*Esta
palabra es para mí, el Señor, siente lástima por mí y
me dice: «No llores». El Señor viene a consolarme porque es muy cierto que paso
el día caminado detrás de un ataúd, me paso más tiempo lamentándome y dando
grito que buscando la manera de sonreír, me preocupo más por estar triste, que
por estar alegre, y lo malo de todo esto es que le paso todas mis angustias a
otras personas, aunque no me conozcan o nunca me hayan visto, cuando yo digo: (Todo
está muy caro, y no es que todo está caro es que no tengo dinero suficiente
para lo que deseo, la vida si está difícil, hoy hace más calor que nunca, uno
ya no se puede enfermar). Hoy el Señor me dice «No llores» porque todos los día,
el me regala un día nuevo, lo que tengo es que aprender que: Si hoy escucháis
la voz del Señor que no endurecías mi corazón, que luche por lo que quiero y si
lo que yo quiero es ser un cristiano, entonces me toca mantener el testimonio
de Jesús*
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
ORACIÓN AL MEDIO DÍA EL ÁNGELUS
LAS LAUDES Y LAS VÍSPERAS DEL MARTES 15. NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES (MEMORIA)
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
MARTES DE LA SEMANA XXIV
Del Común de la Santísima Virgen María.
15 de septiembre
NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES (MEMORIA).
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Salvador del mundo, de cuya pasión María
participó.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Salvador del mundo, de cuya pasión María
participó.
Himno: ¿HABRÁ DOLOR MÁS INTENSO?
¿Habrá dolor más intenso
que tu dolor dolorido?
¿Habrá, Señora, un gemido
más soledoso y más denso
que el que te enluta, hondo y tenso,
de morada y negra toca?
¡Oh turba que pasáis loca,
hijas de Jerusalén,
mirad la bondad sin bien:
mojad con hiel vuestra boca!
¿No son más blandas las piedras
y más compasivo el cielo
que mi corazón sin duelo,
cuando tú, como las hiedras
junto a la cruz, no te arredras
de ahogarte en esos oleajes
de hiel? Obscuros celajes
envolvían el Calvario,
y tú eras, Madre, el sudario
de aquel diluvio de ultrajes.
Dame ese llanto bendito
para llorar mis pecados;
dame esos clavos clavados,
esa corona, ese grito,
ese puñal, ese escrito
y esa cruz para loarte,
para urgirte y consolarte,
Oh Virgen de los Dolores,
para ir sembrando de flores
tu viacrucis parte a parte. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi alma está unida a ti, Señor Jesús.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi alma está unida a ti, Señor Jesús.
Ant 2. Estemos alegres cuando compartimos los padecimientos de Cristo.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Estemos alegres cuando compartimos los padecimientos de Cristo.
Ant 3. Dios quiso reconciliar consigo todas las cosas por la sangre de
Cristo.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios quiso reconciliar consigo todas las cosas por la sangre de
Cristo.
LECTURA BREVE Col 1, 24-25
Ahora me alegro de los padecimientos que he sufrido por vosotros, y voy
completando en favor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, las tribulaciones
que aún me quedan por sufrir con Cristo en mi carne mortal. Pues he sido
constituido ministro de la Iglesia conforme a la misión que él me ha confiado
respecto de vosotros: dar cumplimiento a la palabra de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Que por tu intervención, Virgen Maria, obtengamos la salvación.
R. Que por tu intervención, Virgen Maria, obtengamos la salvación.
V. De las llagas de Jesucristo.
R. Obtengamos la salvación.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Que por tu intervención, Virgen Maria, obtengamos la salvación.
V. Escucha,
pueblo mío, mi enseñanza.
R. Inclina el oído a las palabras de mi boca.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Ester 4, 1-8; 15, 2-3; 4, 9-17
MARDOQUEO APREMIA A ESTER A ENTREVISTARSE CON EL REY
Cuando Mardoqueo supo lo que pasaba, rasgó sus vestidos, se vistió de saco y
ceniza, y salió por la ciudad lanzando grandes gemidos, hasta llegar ante la Puerta
Real, pues nadie podía pasar la puerta cubierto de saco. En todas la
provincias, dondequiera que se publicaban la orden y el edicto real, había
entre los judíos gran duelo, ayunos y lágrimas y lamentos, y a muchos el saco y
la ceniza les sirvió de lecho.
Las siervas y eunucos de Ester vinieron a comunicárselo. La reina se llenó de
angustia y mandó enviar a Mardoqueo vestidos para que se vistiese y se quitase
el saco, pero él no quiso.
Llamó Ester a Hatak, uno de los eunucos que el rey había puesto a su servicio,
y lo envió a Mardoqueo para enterarse de lo que pasaba y a qué obedecía todo
aquello. Salió Hatak y se dirigió hacia Mardoqueo, que estaba en la plaza de la
ciudad, frente a la Puerta Real. Mardoqueo le informó de todo cuanto había
pasado y de la suma de dinero que Amán había prometido entregar al tesoro real
por el exterminio de los judíos. Le dio también una copia del texto del edicto
de exterminio publicado en Susa, para que se lo enseñara a Ester y se
informara; y ordenó a la reina que se presentase ante el rey, ganase su favor y
abogase por su pueblo.
«Acuérdate -le mandó decir- de cuando eras pequeña y recibías el alimento de mi
mano. Porque Amán, el segundo después del rey, ha sentenciado nuestra muerte.
Ora al Señor, habla al rey en favor nuestro y líbranos de la muerte.»
Regresó Hatak e informó a Ester de las palabras de Mardoqueo. Ester mandó a
Hatak que dijera a Mardoqueo:
«Todos los servidores del rey y todos lo habitantes de las provincias del rey
saben que todo hombre o mujer que se presente al rey, en el patio interior, sin
haber sido llamado, es condenado a muerte por el edicto, salvo aquel sobre
quien el rey extienda su cetro de oro; y hace ya treinta días que yo no he sido
llamada a presencia del rey.»
Pusieron en conocimiento de Mardoqueo la respuesta de Ester, y éste ordenó que
le contestaran:
«No te imagines que por estar en la casa del rey te vas a librar tú sola entre
todos los judíos, porque, si te empeñas en callar en esta ocasión, por otra
parte vendrá el socorro y la liberación de los judíos, mientras que tú y la
casa de tu padre pereceréis. ¡Quién sabe si precisamente para una ocasión
semejante has llegado a ser reina!»
Ester mandó que respondieran a Mardoqueo:
«Vete a reunir a todos los judíos que hay en Susa y ayunad por mí. No comáis ni
bebáis durante tres días y tres noches. También yo y mis siervas ayunaremos. Y
así, a pesar de la ley, me presentaré ante el rey; y, si tengo que morir,
moriré.»
Se alejó Mardoqueo y ejecutó cuanto Ester le había mandado.
RESPONSORIO Cf. Est 14, 14; cf. Tb 3,13; cf. Jdt
6, 15
R. Nunca he puesto mi esperanza más que en ti, Señor, Dios de
Israel; * tú que, después de estar airado, te compadeces de los
hombres en la tribulación y perdonas todos sus pecados.
V. Señor Dios, creador del cielo y de la tierra, ten misericordia de
nuestra debilidad.
R. Tú que, después de estar airado, te compadeces de los hombres en
la tribulación y perdonas todos sus pecados.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón en el domingo infraoctava de la Asunción, 14-15: Opera omnia, edición
cisterciense, 5 [1968], 273-274)
LA MADRE ESTABA JUNTO A LA CRUZ
El martirio de la Virgen queda atestiguado por la profecía de Simeón y por la
misma historia de la pasión del Señor. Éste -dice el santo anciano,
refiriéndose al niño Jesús- está predestinado por Dios para ser signo de
contradicción; tu misma alma -añade, dirigiéndose a María- quedará atravesada
por una espada.
En verdad, Madre santa, atravesó tu alma una espada. Por lo demás, esta espada
no hubiera penetrado en la carne de tu Hijo sin atravesar tu alma. En efecto,
después que aquel Jesús -que es de todos, pero que es tuyo de un modo
especialísimo- hubo expirado, la cruel espada que abrió su costado, sin
perdonarlo aun después de muerto, cuando ya no podía hacerle mal alguno, no
llegó a tocar su alma, pero sí atravesó la tuya. Porque el alma de Jesús ya no
estaba allí, en cambio la tuya no podía ser arrancada de aquel lugar. Por
tanto, la punzada del dolor atravesó tu alma, y por esto, con toda razón, te
llamamos más que mártir, ya que tus sentimientos de compasión superaron las
sensaciones del dolor corporal.
¿Por ventura no fueron peores que una espada aquellas palabras que atravesaron
verdaderamente tu alma y penetraron hasta la separación del alma y del
espíritu: Mujer, ahí tienes a tu hijo? ¡Vaya cambio! Se te entrega a Juan en
sustitución de Jesús, al siervo en sustitución del Señor, al discípulo en lugar
del Maestro, al hijo de Zebedeo en lugar del Hijo de Dios, a un simple hombre
en sustitución del Dios verdadero. ¿Cómo no habían de atravesar tu alma, tan
sensible, estas palabras, cuando aun nuestro pecho, duro como la piedra o el
hierro, se parte con sólo recordarlas?
No os admiréis, hermanos, de que María sea llamada mártir en el alma. Que se
admire el que no recuerde haber oído cómo Pablo pone entre las peores culpas de
los gentiles el carecer de piedad. Nada más lejos de las entrañas de María, y
nada más lejos debe estar de sus humildes servidores.
Pero quizá alguien dirá: «¿Es que María no sabía que su Hijo había de morir?»
Sí, y con toda certeza. «¿Es que no sabía que había de resucitar al cabo de muy
poco tiempo?» Sí, y con toda seguridad. «¿Y, a pesar de ello, sufría por el
Crucificado?» Sí, y con toda vehemencia. Y si no, ¿qué clase de hombre eres tú,
hermano, o de dónde te viene esta sabiduría, que te extrañas más de la
compasión de María que de la pasión del Hijo de María? Éste murió en su cuerpo,
¿y ella no pudo morir en su corazón? Aquélla fue una muerte motivada por un
amor superior al que pueda tener cualquier otro hombre; esta otra tuvo por
motivo un amor que, después de aquél, no tiene semejante.
RESPONSORIO Lc 23, 33; Jn 19, 25; cf. Lc 2, 35
R. Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron ahí a
Jesús. * Estaba su madre junto a la cruz.
V. Entonces quedó su alma atravesada por una espada de dolor.
R. Estaba su madre junto a la cruz.
Martes, 15 de septiembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (7,11-17):
11 Y sucedió que a continuación se fue
a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre.
12 Cuando se acercaba a la puerta de la
ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda,
a la que acompañaba mucha gente de la ciudad.
13 Al verla el Señor, tuvo compasión de
ella, y le dijo: «No llores.»
14 Y, acercándose, tocó el féretro. Los que
lo llevaban se pararon, y él dijo: «Joven, a ti te digo: Levántate.»
15 El muerto se incorporó y se puso a hablar,
y él = se lo dio a su madre. =
16 El temor se apoderó de todos, y
glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre
nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
17 Y lo que se decía de él, se propagó por
toda Judea y por toda la región circunvecina.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Alégrate, Madre dolorosa, porque, después de tanto sufrir, te ves
ahora rodeada de gloria y colocada, como reina del universo, al lado de tu
Hijo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alégrate, Madre dolorosa, porque, después de tanto sufrir, te ves
ahora rodeada de gloria y colocada, como reina del universo, al lado de tu
Hijo.
PRECES
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María
Virgen, y digámosle:
Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.
Salvador del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu
Madre de toda mancha de pecado,
líbranos también a nosotros de toda culpa.
Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo
purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
haz también de nosotros templos de tu Espíritu.
Palabra eterna del Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor,
ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.
Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo,
haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales.
Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina,
danos el gozo de tener parte en su gloria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su
lado junto a la cruz, participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia
que, asociada con María a la pasión de Cristo, merezca también participar en su
gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ¡VIRGEN DE VÍRGENES SANTAS!
¡Virgen de vírgenes santas!,
llore yo con ansias tantas
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte
que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda
y contigo me defienda
en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cristo es nuestra paz, y por la sangre de su cruz nos reconcilió
con Dios.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo es nuestra paz, y por la sangre de su cruz nos reconcilió
con Dios.
Ant 2. Acerquémonos a la ciudad del Dios vivo y a Jesús, mediador de la
nueva alianza.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acerquémonos a la ciudad del Dios vivo y a Jesús, mediador de la
nueva alianza.
Ant 3. Por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención.
LECTURA BREVE 2Tm 2, 10-12a
Todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación
que está en la incorporación a Cristo Jesús y la gloria eterna. Verdadera es la
sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él. Si
tenemos constancia en el sufrir, reinaremos también con él.
RESPONSORIO BREVE
V. Junto a la cruz del Señor, estaba santa María, la reina del cielo
y señora del mundo.
R. Junto a la cruz del Señor, estaba santa María, la reina del cielo
y señora del mundo.
V. Feliz ella, que, sin morir, mereció la palma del martirio.
R. La reina del cielo y señora del mundo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Junto a la cruz del Señor, estaba santa María, la reina del cielo
y señora del mundo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Viendo a su madre y al discípulo predilecto junto a ella, dijo
Jesús a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Ahí
tienes a tu madre.»
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Viendo a su madre y al discípulo predilecto junto a ella, dijo
Jesús a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Ahí
tienes a tu madre.»
PRECES
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso
que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y
supliquémosle diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros.
Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la
inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de
Jesucristo,
haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los
enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores
y a todos abundancia de salud y de paz.
Tú que hiciste de María la llena de gracia,
concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.
Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de
Jesús.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que coronaste a María como reina del cielo,
haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu
reino.
Confiando en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que
colme también de bienes al mundo hambriento:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su
lado junto a la cruz, participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia
que, asociada con María a la pasión de Cristo, merezca también participar en su
gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
LAS LECTURAS DEL MARTES 15 DE SEPTIEMBRE 2020
Lecturas de la 24º Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Martes, 15 de septiembre de 2020
Primera lectura
Lectura de
la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios (12,12-14.27-31a):
Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del
cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos
nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un
mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo
Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo. Pues bien, vosotros
sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en
la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en
el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la
beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas, el don de interpretarlas.
¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen
todos milagros? ¿Tienen todos dones para curar? ¿Hablan todos en lenguas o
todos las interpretan? Ambicionad los carismas mejores.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 99
R/. Somos un pueblo y ovejas de su rebaño
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
R/. Somos un pueblo y ovejas de su rebaño
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
R/. Somos un pueblo y ovejas de su rebaño
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.
R/. Somos un pueblo y ovejas de su rebaño
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.
R/. Somos
un pueblo y ovejas de su rebaño
Martes, 15 de septiembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (7,11-17):
11 Y sucedió que a continuación se fue
a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre.
12 Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad,
sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que
acompañaba mucha gente de la ciudad.
13 Al verla el Señor, tuvo compasión de
ella, y le dijo: «No llores.»
14 Y, acercándose, tocó el féretro. Los que
lo llevaban se pararon, y él dijo: «Joven, a ti te digo: Levántate.»
15 El muerto se incorporó y se puso a
hablar, y él = se lo dio a su madre. =
16 El temor se apoderó de todos, y
glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre
nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
17 Y lo que se decía de él, se propagó por
toda Judea y por toda la región circunvecina.
Palabra del Señor
(« ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!»).
*Esta
palabra es para mí, el Señor, siente lástima por mí y
me dice: «No llores». El Señor viene a consolarme porque es muy cierto que paso
el día caminado detrás de un ataúd, me paso más tiempo lamentándome y dando
grito que buscando la manera de sonreír, me preocupo más por estar triste, que
por estar alegre, y lo malo de todo esto es que le paso todas mis angustias a
otras personas, aunque no me conozcan o nunca me hayan visto, cuando yo digo: (Todo
está muy caro, y no es que todo está caro es que no tengo dinero suficiente
para lo que deseo, la vida si está difícil, hoy hace más calor que nunca, uno
ya no se puede enfermar). Hoy el Señor me dice «No llores» porque todos los día,
el me regala un día nuevo, lo que tengo es que aprender que: Si hoy escucháis
la voz del Señor que no endurecías mi corazón, que luche por lo que quiero y si
lo que yo quiero es ser un cristiano, entonces me toca mantener el testimonio
de Jesús*
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.