Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XV
De la Feria. Salterio III
18 de julio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al
Señor, porque él es nuestro Dios.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al
Señor, porque él es nuestro Dios.
Himno: SEÑOR, CUANDO FLORECE UN NUEVO DÍA.
Señor, cuando florece un nuevo día
en el jardín del tiempo,
no dejes que la espina del pecado
vierta en él su veneno.
El trabajo del hombre rompe el surco
en el campo moreno;
en frutos de bondad y de justicia
convierte sus deseos.
Alivia sus dolores con la hartura
de tu propio alimento;
y que vuelvan al fuego de tu casa
cansados y contentos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de
Dios!
Salmo 86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS
PUEBLOS.
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué pregón tan
glorioso para ti, ciudad de Dios!
Ant 2. El Señor llega con
poder, y su recompensa lo precede.
Cántico: EL BUEN PASTOR ES EL DIOS ALTISIMO Y
SAPIENTÍSIMO - Is 40, 10-17
Mirad, el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.
¿Quién ha medido a puñados el mar
o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado en la balanza los montes
y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?
¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?
Mirad, las naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano,
el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.
En su presencia, las naciones todas,
como si no existieran,
son ante él como nada y vacío.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor llega con
poder, y su recompensa lo precede.
Ant 3. Ensalzad al Señor,
Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.
Salmo 98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.
El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.
El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.
Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.
Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón
y un Dios vengador de sus maldades.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ensalzad al Señor,
Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.
LECTURA BREVE 1Pe 4, 10-11
Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás,
como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que toma la
palabra que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio que lo haga en
virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por
medio de Jesucristo, Señor nuestro, cuya es la gloria y el imperio por los
siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R. Te invoco de todo
corazón, respóndeme, Señor.
V. Guardaré tus
leyes.
R. Respóndeme, Señor.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te invoco de todo
corazón, respóndeme, Señor.
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de Samuel 7, 1-25
VATICINIO MESIÁNICO DE NATÁN
En aquellos días, cuando el rey David se hubo establecido en su casa y el Señor
le concedió la paz de todos sus enemigos de alrededor, dijo el rey al profeta
Natán:
«Mira, yo habito en una casa de cedro mientras que el arca de Dios habita entre
pieles.»
Respondió Natán al rey:
Anda, haz todo lo que te dicta el corazón, porque el Señor está contigo.»
Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán, diciendo:
«Ve y di a mi siervo David: "Esto dice el Señor: ¿Me vas a edificar tú una
casa para que yo habite? No he habitado en una casa desde el día en que hice
subir a los hijos de Israel de Egipto hasta el día de hoy, sino que he ido de
un lado para otro en una tienda, en una morada. En todo el tiempo que he
caminado entre todos los hijos de Israel ¿he dicho acaso a uno de los jueces de
Israel, a los que mandé que apacentaran a mi pueblo de Israel: 'Por qué no me
edificáis una casa de cedro'?"
Ahora pues, di esto a mi siervo David: "Así habla el Señor de los
ejércitos: Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas
caudillo de mi pueblo Israel. He estado contigo en todas tus empresas, he
eliminado de delante de ti a todos tus enemigos y voy a hacerte un nombre grande
como el nombre de los grandes de la tierra; fijaré un lugar a mi pueblo Israel
y lo plantaré allí para que more en él; no será ya perturbado y los malhechores
no seguirán oprimiéndolo como antes, en el tiempo en que instituí jueces en mi
pueblo Israel; le daré paz con todos sus enemigos. El Señor te anuncia que él
te edificará una casa.
Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré
después de ti el linaje que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de
su realeza. Él construirá una casa para mi nombre y yo consolidaré el trono de
su realeza para siempre. Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo.
Si hace el mal, lo castigaré con vara de hombres y con castigos usuales entre
los hombres, pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de Saúl, a quien
quité de delante de mí. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí;
tu trono estará firme eternamente."»
Y Natán habló a David según todas estas palabras y esta visión.
El rey David entró, y se sentó ante el Señor y dijo:
«¿Quién soy yo, Señor Dios, y qué es mi casa, que me has traído hasta aquí? Y
aun esto es poco a tus ojos, Señor Dios, que extiendes también la promesa a la
casa de tu siervo para el futuro lejano; y ésta es la ley del hombre, Señor
Dios. ¿Qué más podrá David añadir a estas palabras, ahora que me tienes
conocido, Señor Dios? Has realizado todas estas grandes cosas según tu palabra
y tu corazón, para dárselo a conocer a tu siervo. Por eso eres grande, Señor
Dios, nadie como tú, no hay Dios fuera de ti, como oyeron nuestros oídos.
¿Qué otro pueblo hay en la tierra como tu pueblo, Israel, a quien Dios haya ido
a rescatar para hacerlo su pueblo, dándole renombre y haciendo en su favor
grandes y terribles cosas, expulsando de delante de tu pueblo, al que
rescataste, a naciones y dioses extraños? Tú te has constituido a tu pueblo
Israel para que sea tu pueblo para siempre, y tú, Señor Dios, eres su Dios. Y
ahora, Señor Dios, mantén firme eternamente la palabra que has dirigido a tu
siervo y a su casa, y haz según tu palabra.»
RESPONSORIO Cf. Lc 1, 30-32; Sal 131, 11
R. El ángel Gabriel dijo a María: «Concebirás y darás a luz un hijo,
y Dios le dará el trono de David, su padre; * y reinará en la casa de Jacob
para siempre.»
V. El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: «A uno
de tu linaje pondré sobre tu trono.»
R. Y reinará en la casa de Jacob para siempre.
SEGUNDA LECTURA
De los libros de las Morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el
libro de Job.
(Libro 10, 7-8. 10: PL 75, 922. 925-926)
LA LEY DEL SEÑOR ABARCA MUCHOS ASPECTOS
La ley de Dios, de que se habla en este lugar, debe entenderse que es la
caridad, por la cual podemos siempre leer en nuestro interior cuáles son los
preceptos de vida que hemos de practicar. Acerca de esta ley, dice aquel que es
la misma Verdad: Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros. Acerca de
ella dice san Pablo: Amar es cumplir la ley entera. Y también: Ayudaos a llevar
mutuamente vuestras cargas; y así cumpliréis la ley de Cristo. Lo que mejor
define la ley de Cristo es la caridad, y esta caridad la practicamos de verdad
cuando toleramos por amor las cargas de los hermanos.
Pero esta ley abarca muchos aspectos, porque la caridad celosa y solícita
incluye los actos de todas las virtudes. Lo que empieza por sólo dos preceptos
se extiende a innumerables facetas.
Esta multiplicidad de aspectos de la ley es enumerada adecuadamente por Pablo,
cuando dice: La caridad es comprensiva, la caridad no presume ni se engríe; no
es ambiciosa ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra
de la injusticia, sino que goza con la verdad.
La caridad es comprensiva, porque tolera con ecuanimidad los males que se le
infligen. Es benigna, porque devuelve generosamente bien por mal. No tiene
envidia, porque, al no desear nada de este mundo, ignora lo que es la envidia
por los éxitos terrenos. No presume, porque desea ansiosamente el premio de la
retribución espiritual, y por esto no se vanagloria de los bienes exteriores.
No se engríe, porque tiene por único objetivo el amor de Dios y del prójimo, y
por esto ignora todo lo que se aparta del recto camino.
No es ambiciosa, porque, dedicada con ardor a su provecho interior, no siente
deseo alguno de las cosas ajenas y exteriores. No es egoísta, porque considera
como ajenas todas las cosas que posee aquí de modo transitorio, ya que sólo
reconoce como propio aquello que ha de perdurar junto con ella. No se irrita,
porque, aunque sufra injurias, no se incita a sí misma a la venganza, pues
espera un premio muy superior a sus sufrimientos. No lleva cuentas del mal,
porque, afincada su mente en el amor de la pureza, arrancando de raíz toda
clase de odio, su alma está libre de toda maquinación malsana.
No se alegra de la injusticia, porque, anhelosa únicamente del amor para con
todos, no se alegra ni de la perdición de sus mismos contrarios. Goza con la
verdad, porque, amando a los demás como a sí misma, al observar en los otros la
rectitud, se alegra como si se tratara de su propio provecho. Vemos, pues, como
esta ley de Dios abarca muchos aspectos.
RESPONSORIO Rm 13, 8. 10; Ga 5, 14
R. No tengáis deuda con nadie, a no ser en amaros los unos a los
otros; porque quien ama al prójimo ya ha cumplido la ley. * Así que amar es
cumplir la ley entera.
V. Toda la ley se concentra en esta frase: amarás al prójimo como a
ti mismo.
R. Así que amar es cumplir la ley entera.
Jueves, 18
de julio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,28-30):
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es
llevadero y mi carga ligera.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la
mano de nuestros enemigos.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sirvamos al Señor
con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
PRECES
Demos gracias al Señor, que guía y alimenta con
amor a su pueblo, y digámosle:
Te glorificamos por siempre, Señor.
Señor, rey del universo, te alabamos por el amor que nos tienes,
porque de manera admirable nos creaste y más admirablemente aún nos redimiste.
Al comenzar este nuevo día, pon en nuestros corazones el anhelo de servirte,
para que te glorifiquemos en todos nuestros pensamientos y acciones.
Purifica nuestros corazones de todo mal deseo,
y haz que estemos siempre atentos a tu voluntad.
Danos un corazón abierto a las necesidades de nuestros hermanos,
para que a nadie falte la ayuda de nuestro amor.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Acudamos ahora a nuestro Padre celestial, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno: a los pueblos que viven
en tiniebla y en sombra de muerte, ilumínalos con tu luz, ya que con ella nos
ha visitado el sol que nace de lo alto, Jesucristo, nuestro Señor. Él, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de
los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Cuando el emperador Teodosio el Grande buscaba un buen profesor
para sus dos hijos, el Papa San Dámaso le recomendó a Arsenio, un senador
sumamente sabio y muy práctico en sus consejos. Durante diez años, San Arsenio
vivió en el palacio del emperador educando a sus dos hijos, Arcadio y Honorio.
Estando un día orando, en medio de una gran crisis espiritual,
mientras le pedía a Dios que le iluminara lo que debía hacer para santificarse,
oyó una voz que le decía: "Apártate del trato con la gente, y vete a la
soledad". Entonces dispuso irse al desierto a orar y a hacer penitencia
con los monjes.
Cuando llegó al monasterio del desierto, los monjes, sabiendo que
había estado viviendo tanto tiempo como senador y como alto empleado del
Palacio imperial, dispusieron ponerle algunas pruebas para saber si en verdad
era apto para esa vida de humillación y mortificación. Fue ahí, donde San
Arsenio se hizo muy conocido por todos por sus penitencias extraordinarias.
Por muchos siglos han sido enormemente estimados los dichos o
frases breves que San Arsenio acostumbraba decir a la gente. Desde remotas
tierras iban viajeros ansiosos de escuchar sus enseñanzas que eran cortas pero
sumamente provechosas. Entre muchas de sus enseñanzas o frases que el Santo
pronunciaba están: "muchas veces he tenido que arrepentirme de haber
hablado. Pero nunca me he arrepentido de haber guardado silencio"; o
"siempre he sentido temor a presentarme al juicio de Dios, porque soy un
pecador".