Musica Para el Alma
martes, 30 de diciembre de 2025
JUAN 1,1-18 CICLO A
Lecturas
del Día VII dentro de la Octava de la Natividad del Señor
31 Dic 2025
Evangelio
*Comienzo del santo evangelio según san Juan (1,1-18)*
En el principio ya existía la Palabra, y la
Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio
estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se
hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz
de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como
testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que
alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo
por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la
recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de
amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de
gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: «El que
viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.»»
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se
dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el
seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
*Que la
Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*
(Pero a cuantos la recibieron, les dio poder de
ser hijos de Dios).
*Esta lectura para mí,
tiene su centro en el amor y en la misericordia del Dios creador, el Dios que hace
que las cosas sucedan, para bien. Juan el Bautista, nunca se cansó de
gritar: Arrepentíos y convertíos. Dios, manda a su Hijo amado, a mi vida con la
firme y clara decisión de hacerme su hijo por adopción, para que no tenga miedo
de decir: Dios, es mi refugio, Dios es mi alcázar, Dios mío, confío en ti, tú
eres mi Padre. Tu mi Dios, hiciste que la palabra se hiciera carne y pudiera
habitar dentro de mi corazón. La buena noticia para mí es que el Señor, a todos
los que desean y quieren recibir "A su Hijo, y Su Palabra" les da la gracia
de ser hijo de Dios. El Señor, atreves de su Hijo, me hace una invitación para
que me decida de una vez y para siempre a vivir bajo la gracia de su amor, amándolo
y sirviéndole*.
*El que desea y quiere amar,
con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAUDES Y VISPERAS DEL MIERCOLES 31
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*31 DE DICIEMBRE DÍA VII DE LA OCTAVA DE NAVIDAD*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis
obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno: UN TAN HERMOSO DONCEL
Un tan hermoso Doncel
hoy ha nacido en el suelo,
que la luna y sol del cielo
no lucen delante de él.
Es un Niño en quien se halla
hermosura tan sin par,
que no se pueden hartar
los ángeles de miralla.
Y aun lo menos que hay en él
es lo que mostró en el suelo,
pues la luna y sol del cielo
no lucen delante de él.
Nació este hermoso Doncel
de una graciosa Doncella,
después de Dios la más bella
de todo lo que no es él.
Como al fin Madre de aquel
que es Rey del cielo y del suelo,
y que las lumbres del cielo
no lucen delante de él.
Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. «¿A quién habéis visto, pastores?
Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al
recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «¿A quién habéis visto, pastores?
Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al
recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
Ant 2. El ángel dijo a los pastores: «Os
anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al
Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al
Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al
Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los
siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha
nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Ant 3. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los
fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy nos ha nacido un niño que se
llamará Dios poderoso. Aleluya.
LECTURA BREVE Is 4, 2-3
Aquel día, el vástago del Señor será joya y
gloria, fruto del país, honor y ornamento para los supervivientes de Israel. A
los que queden en Sión, a los restantes en Jerusalén, los llamarán santos:
serán inscritos para vivir en Jerusalén.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
V. Los confines de la tierra la han
contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
V. En estos tiempos, que son los últimos,
nos ha hablado Dios por medio de su Hijo.
R. Por quien creó los mundos.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Cantar de los cantares 2, 8—3, 5
LA ESPOSA HA OÍDO LA VOZ DEL ESPOSO, Y LO BUSCA
¡Escucho una voz...! Es mi amado que ya llega,
saltando sobre los montes, brincando por las colinas. Es mi amado semejante a
un venado, a un ágil cervatillo. Vedle aquí ya apostado detrás de nuestra
cerca, mirando por las ventanas, atisbando por las rejas. Empieza a hablar mi
amado y me dice:
«Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Porque, mira, ya ha pasado el
invierno, ya han cesado las lluvias y se han ido. Brotan flores en los campos,
el tiempo de canciones ha llegado, ya el arrullo de la tórtola se ha escuchado
en nuestra tierra. Apuntan ya los higos en la higuera, y las viñas en flor
exhalan sus perfumes. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven! Paloma mía que
anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame escuchar
tu voz, permíteme ver tu rostro, porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu
semblante.»
Cazadnos las raposas, las raposas pequeñitas, que destrozan nuestras viñas,
nuestras viñas florecidas. Mi amado es para mí, y yo para él; él pastorea entre
azucenas.
Mientras sopla la brisa y las sombras se alargan, retorna, amado mío, imita al
cervatillo por montes y quebradas.
En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué, y no lo
encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando
al amor de mi alma; lo busqué, y no lo encontré. Me han encontrado los guardias
que rondan por la ciudad:
«¿Visteis al amor de mi alma?»
Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma: lo abracé y ya no lo
soltaré, hasta entrarlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó
en sus entrañas.
¡Muchachas de Jerusalén, por las ciervas y las gacelas de los campos, os
conjuro que no vayáis a molestar, que no despertéis al amor, hasta que él
quiera!
RESPONSORIO Ct 2, 10. 14; Sal
44, 11. 12
R. Levántate,
amada mía, hermosa mía, y ven; es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
V. Escucha, hija, mira: inclina el oído; prendado
está el rey de tu belleza.
R. Es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 6 En la Natividad del Señor, 2-3. 5: PL 54, 213-216)
EL NACIMIENTO DEL SEÑOR ES EL NACIMIENTO DE LA PAZ
Aunque el estado de infancia, que el Hijo
de Dios asumió sin considerarlo impropio de su grandeza, se haya transformado
ya en estado de varón perfecto y aunque, una vez consumado el triunfo de la
pasión y resurrección, haya llegado a su fin todo lo que era propio del estado
de anonadamiento, que el Señor aceptó por nosotros, sin embargo, la fiesta de
la Natividad renueva para nosotros los comienzos sagrados de la vida de Jesús,
nacido de la Virgen María; y, al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, se
nos invita a celebrar también nuestro propio nacimiento como cristianos.
La generación de Cristo, en efecto, es el
origen del pueblo cristiano, ya que el nacimiento de la cabeza incluye en sí el
nacimiento de todo el cuerpo.
Aunque cada uno de los que llama el Señor a
formar parte de su pueblo sea llamado en un tiempo determinado y aunque todos
los hijos de la Iglesia hayan sido llamados cada uno en días distintos, con
todo, la totalidad de los fieles, nacida en la fuente bautismal, ha nacido con
Cristo en su nacimiento, del mismo modo que ha sido crucificada con Cristo en
su pasión, ha sido resucitada en su resurrección y ha sido colocada a la
derecha del Padre en su ascensión.
El creyente que en cualquier parte del
mundo es regenerado en Cristo se libra de la culpa original y, al renacer, se
transforma en un hombre nuevo; en adelante ya no cuenta la generación carnal de
sus padres, sino la generación por la que ha renacido del Salvador, que quiso
hacerse Hijo del hombre para que nosotros pudiéramos llegar a ser hijos de
Dios.
Pues, si él no hubiera descendido por su
humildad hasta nosotros, jamás ninguno de nosotros, por sus propios méritos,
hubiera podido llegar hasta él.
Por eso la misma grandeza del don que nos
ha sido otorgado exige de nosotros una veneración proporcionada a la excelsitud
de esta dádiva; así nos lo enseña el Apóstol, cuando dice: No hemos recibido el
espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las
gracias que Dios nos ha otorgado; el mejor modo de ofrecer a Dios nuestro
homenaje religioso es, sin duda, ofrecerle lo que él mismo nos ha dado.
Y ¿qué cosa mejor podríamos encontrar entre
los dones divinos, para honrar la fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron
los ángeles en el nacimiento del Señor?
En efecto, esta paz es la que engendra
hijos de Dios, la que alimenta el amor, la que es madre de la unidad. Ella es
descanso para los santos y tabernáculo donde moran los invitados al reino
eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios aquellos que el Señor
ha segregado del mundo.
Por tanto, que quienes traen su origen no
de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo
Dios, ofrezcan al Padre la concordia propia de los hijos que están animados por
el deseo de la paz, y que todos los miembros de la familia de adopción vivan
unidos en aquel que es el primogénito de la nueva creación, que no vino a hacer
su propia voluntad, sino la voluntad de aquel que lo envió. Pues los que han
sido adoptados por la gracia del Padre, para ser sus herederos, no son los que
viven en medio de discordias y contiendas, sino los que tienen un único pensar
y un mismo querer. Los que han sido llamados a reproducir la única imagen del
Padre deben tener una sola alma.
Por ello el nacimiento del Señor es el
nacimiento de la paz; como lo dice el Apóstol: Él es nuestra paz; él ha hecho
de los dos pueblos una sola cosa, porque, tanto los judíos como los gentiles,
por medio de él tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu.
RESPONSORIO Ef 2, 13.14. 17
R. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis
cerca los que antes estabais lejos. * Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos
pueblos una sola cosa.
V. Y, cuando vino, anunció la buena nueva
de la paz:
paz a vosotros, los que estabais lejos, y
paz a los que estaban cerca.
R. Él es nuestra paz; él ha hecho de los
dos pueblos una sola cosa.
*Lecturas del Día VII dentro
de la Octava de Navidad*
31 de diciembre de 2025
Evangelio
*Comienzo del santo evangelio según san Juan
(1,1-18)*
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la
Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de
la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En
la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la
tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que
se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para
que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La
Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el
mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino
a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da
poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de
sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se
hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria
propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da
testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene
detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su
plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por
medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios
nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien
lo ha contado.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Se dejó ver con el ángel una multitud
del ejército celestial, que alababa a Dios, cantando: «Gloria a Dios en el
cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.» Aleluya.
Cántico de Zacarías.
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros
enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo
con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre
Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del
Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro
Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se dejó ver con el ángel una multitud
del ejército celestial, que alababa a Dios, cantando: «Gloria a Dios en el
cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.» Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, cuya gracia ha aparecido a
todos los hombres, y digámosle con humilde confianza:
Señor, ten piedad de nosotros.
Oh Cristo, nacido del Padre antes de todos
los siglos, reflejo de su gloria e impronta de su ser, que sostienes el
universo con tu palabra,
te pedimos que vivifiques nuestro día con
tu Evangelio.
Tú que naciste en el momento culminante de
la historia, para salvación del género humano y liberación de toda creatura,
concede a todos los hombres la verdadera
libertad.
Tú que, siendo Hijo consubstancial del
Padre, engendrado antes de la aurora quisiste nacer en Belén, para que se
cumplieran las Escrituras,
haz que tu Iglesia realice los planes del
Padre viviendo en pobreza.
Tú que eres Dios y hombre, Señor de David y
también hijo suyo, miembro del pueblo de Israel y enviado a todas las naciones,
haz que Israel te reconozca como su Mesías
y que los pueblos de la tierra entren en tu Iglesia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Alegres porque Jesucristo nos ha hecho
hijos de Dios, digamos:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que en el
nacimiento de tu Hijo nos has dado la fuente y la cumbre de toda religión,
concédenos contarnos siempre en el rebaño de aquel en quien está la salvación
de todo el género humano. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REINA DEL LIBRO DE LA VIEJA ALIANZA
Reina del libro de la vieja alianza:
tu nombre es el versículo primero
de consuelo, promesa y esperanza.
Doncella que en tu vientre a Dios tendrías:
se estremece de júbilo tu nombre
en los labios quemados de Isaías.
Reina del libro nuevo de la vida:
reinas desde el silencio en cada página,
oh reina silenciosa y escondida,
y es tu presencia la del tallo leve
que, al reventar el lirio, se recata
debajo de los pétalos de nieve.
Reina del claro mes de los renuevos,
de la infancia del mundo y de la tierra,
y de la luz y de los nidos nuevos,
y Reina nuestra; Reina de las manos,
con sangre y con estrellas, de tu Hijo,
con flores y dolor, de sus hermanos.
Los ángeles te aclaman soberana,
pero mil veces más eres, Señora,
sangre y dolor de nuestra raza humana.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¡Qué admirable intercambio! El
Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y, hecho
hombre sin concurso de varón, nos hace participar de su divinidad.
Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué admirable intercambio! El Creador
del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y, hecho hombre
sin concurso de varón, nos hace participar de su divinidad.
Ant 2. Cuando naciste inefablemente de la
Virgen se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío sobre el vellón,
para salvar a los hombres; te alabamos, Dios nuestro.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus
puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cuando naciste inefablemente de la
Virgen se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío sobre el vellón,
para salvar a los hombres; te alabamos, Dios nuestro.
Ant 3. En la zarza que Moisés vio arder sin
consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada; Madre de Dios,
intercede por nosotros.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef
1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de
Cristo
con toda clase de bienes espirituales y
celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de
Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y
prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su
voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo
por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En la zarza que Moisés vio arder sin
consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada; Madre de Dios,
intercede por nosotros.
LECTURA BREVE Ga 4, 4-5
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a
su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que
estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
RESPONSORIO BREVE
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Por el gran amor con que Dios nos amó
nos envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado: nacido de una mujer,
nacido bajo la ley. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL
SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su
esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por
siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por el gran amor con que Dios nos amó
nos envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado: nacido de una mujer,
nacido bajo la ley. Aleluya.
PRECES
Bendito sea el Señor Jesús, nuestra paz,
que ha venido para hacer de dos pueblos uno solo; supliquémosle, diciendo:
Concede, Señor, tu paz a todos los hombres.
Tú que al nacer has revelado la bondad de
Dios y su amor al hombre,
ayúdanos a vivir siempre en acción de
gracias por todos tus beneficios.
Tú que hiciste a María llena de gracia,
concede también la abundancia de tu gracia
a todos los hombres.
Tú que viniste a anunciar la Buena Noticia
de Dios al mundo, multiplica los ministros de tu Evangelio
y da a quien escucha su mensaje un corazón
dócil a tu palabra.
Tú que has querido nacer de María para ser
nuestro hermano,
haz que todos los hombres sepamos amarnos
fraternalmente.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que apareciste en el mundo como sol que
nace de lo alto, revela la claridad de tu presencia a los difuntos
y haz que puedan contemplarte cara a cara.
A pesar de que en el mundo existe el odio y
la división, oremos a aquel que nos ha hermanado en Jesucristo, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que por la maternidad virginal
de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos
la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida,
Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



