*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
Laudes - MIÉRCOLES XXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2025
17 de septiembre de 2025.
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy».
(Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Himno
Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.
Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano sol,
que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor
y lleva por los cielos noticia de su autor.
Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!
Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor!
Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!
Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
porque les llega el tiempo de la consolación!
Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor!
Ningún viviente escapa de su persecución;
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!
¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas, load a
mi Señor. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Dios mío, mi corazón está firme.
Salmo 107
Alabanza al Señor y petición de auxilio
Porque
Cristo se ha elevado sobre el cielo, su gloria se anuncia sobre toda la tierra.
(Arnobio)
Dios mío, mi corazón está firme,
para ti cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
Dios habló en su santuario:
«Triunfante, ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
Moab, una jofaina para lavarme;
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
Pero, ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, oh Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil.
Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.
Antífona 2: El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo.
Is 61,10-62,5
Alegría del profeta ante la nueva
Jerusalén
Vi
la ciudad santa, la nueva Jerusalén…, arreglada como una novia que se adorna
para su esposo. (Ap 21,2)
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.
Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia,
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»,
ni a tu tierra «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.
Antífona 3: Alabaré al Señor mientras viva.
Salmo 145
Felicidad de los que esperan en Dios
Alabemos
al Señor mientras vivimos, es decir, con nuestras obras. (Arnobio)
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Lectura Breve
Dt 4,39-40ª
Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es
el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro.
Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo.
Responsorio Breve
R. Bendigo
al Señor * En todo momento. Bendigo.
V. Su alabanza está siempre en mi boca. * En todo momento. Gloria al
Padre. Bendigo.
Primera Lectura
Del libro del profeta Oseas 11, 1b-11
EL AMOR DE DIOS NUNCA ABANDONA
Esto dice el Señor:
«Cuando Israel era un niño yo lo amé, Yo desde Egipto, llamé a mi hijo. Pero
cuanto
más lo llamaba, más se alejaba él de mí: sacrificaba a los Baales, ofrecía
incienso a los
ídolos. Yo enseñé a andar a Efraín, lo alzaba en brazos, pero él no comprendía
que yo
cuidaba de él. Con cuerdas humanas, con lazos de amor lo atraía; era para él
como quien
levanta a un niño contra su mejilla, y me inclinaba para darle de comer.
Pero se volverá a Egipto, Asur será su rey, porque no quiso convertirse.
Llegará la
espada contra sus ciudades y devorará sus puertas y las consumirá a causa de
sus planes,
Mi pueblo está perturbado por su apostasía, llaman a Baal y no los ayuda. Pero
¿cómo
podré entregarte, Efraín? ¿Cómo abandonarte, Israel? ¿Podré convertirte como a
Admá,
hacerte semejante a Seboím? Se me estremece el corazón dentro de mí, se me
conmueven las entrañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir
a Efraín,
pues soy Dios y no hombre, soy el Santo en medio de ti y no enemigo a la
puerta.
Irán detrás del Señor, él rugirá como un león; rugirá y acudirán sus hijos
desde
occidente, vendrán desde Egipto como pájaros, de Asiria acudirán como palomas,
y yo los
haré habitar en sus casas —lo dice el Señor—.»
Responsorio Os 11, 8.
9; Jr 31 , 3
R. Se
me estremece el corazón dentro de mí, se me conmueven las entrañas. * No
cederé
al ardor de mi cólera, pues soy Dios y no hombre.
V. Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi misericordia.
R. No cederé al ardor de mi cólera, pues soy Dios y no hombre.
Segunda Lectura
Del sermón de san Agustín, obispo, sobre los
pastores
(Sermón 46, 6-7: CCL, 41, 533-534)
QUE NADIE BUSQUE SU INTERÉS SINO EL DE JESUCRISTO
Ya que hemos hablado de lo que quiere decir beberse
la leche, veamos ahora lo que
significa cubrirse con su lana. El que ofrece la leche ofrece el sustento, y el
que ofrece lalana ofrece el honor. Éstas son las dos cosas que esperan del
pueblo los que se apacientan
a sí mismos en vez de apacentar a las ovejas: la satisfacción de sus
necesidades con
holgura y el favor del honor y la gloria.
Desde luego, el vestido se entiende aquí como signo de honor, porque cubre la
desnudez. Un hombre es un ser débil. Y, el que os preside, ¿qué es sino lo
mismo que
vosotros? Tiene un cuerpo, es mortal, come, duerme, se levanta; ha nacido y
tendrá que
morir. De manera que, si consideras lo que es en sí mismo, no es más que un
hombre.
Pero tú, al rodearle de honores, haces como si cubrieras lo que es de por sí
bien débil.
Ved qué vestidura de esta índole había recibido el mismo Pablo del buen pueblo
de
Dios, cuando decía: Me recibisteis como a un mensajero de Dios. Porque hago
constar en
vuestro honor que a ser posible, os habríais sacado los ojos por dármelos.
Pero,
habiéndosele tributado semejante honor, ¿acaso se mostró complaciente con los
que
andaban equivocados, como si temiera que se lo negaran y le retiraran sus
alabanzas si
los acusaba? De haberlo hecho así, se hubiera contado entre los que se
apacientan a sí
mismos en vez de a las ovejas. En ese caso, estaría diciendo para sí: "¿A
mí qué me
importa? Que haga cada uno lo que quiera; mi sustento está a salvo, lo mismo
que mi
honor: tengo suficiente leche y lana; que cada uno tire por donde pueda."
¿Con que para
ti todo está bien, si cada uno tira por donde puede? No seré yo quien te dé
responsabilidad alguna, no eres más que uno de tantos. Cuando un miembro sufre,
todos
sufren con él.
Por eso, el mismo Apóstol, al recordarles la manera que tuvieron de portarse
con él, y
para no dar la impresión de que se olvidaba de los honores que le habían
tributado, les
aseguraba que lo habían recibido como si fuera un mensajero de Dios y que, si
hubiera
sido ello posible, se habrían sacado los ojos para ofrecérselos a él. A pesar
de lo cual, se
acercó a la oveja enferma, a la oveja corrompida, para cauterizar su herida, no
para ser
complaciente con su corrupción. ¿Y ahora me he convertido en enemigo vuestro
por ser
sincero con vosotros? De modo que aceptó la leche de las ovejas y se vistió con
su lana,
pero no las descuidó. Porque no buscaba su interés, sino el de Jesucristo.
Responsorio Sir 32,
1-2; Mc 9, 34
R. ¿Te han puesto a presidir? No presumas, * sé
entre los demás como uno de ellos y
atiéndelos.
V. Si alguno quiere ser el primero, sea el último de todos y el
servidor de todos.
R. Sé entre los demás como uno de ellos y atiéndelos.
Lecturas del Miércoles de la
XXIV Semana del Tiempo Ordinario
17 Sep 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas (7,31-35)*
En aquel
tiempo, dijo el Señor: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A
quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que
gritan a otros: «Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no
lloráis.» Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía
un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué
comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores.» Sin embargo, los
discípulos de la sabiduría le han dado la razón.»
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Sirvamos
con santidad al Señor, todos nuestros días.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Cristo, reflejo de la gloria del Padre, nos ilumina
con su palabra; acudamos, pues, a él, diciendo:
'Rey de la gloria, escúchanos'.
Bendito seas, Señor, que iniciaste y completas nuestra fe,
—porque nos llamaste a salir de la tiniebla y a entrar en tu luz maravillosa.
Tú que abriste los ojos de los ciegos y diste oído a los sordos,
—ayuda también nuestra falta de fe.
Haz, Señor, que permanezcamos siempre en tu amor,
—y que este amor nos guarde fraternalmente unidos.
Ayúdanos para que resistamos en la tentación, aguantemos en la tribulación
—y te demos gracias en la prosperidad.
Dejemos que el Espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones,
se una a nuestro espíritu, para clamar: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Recuerda, Señor, tu santa alianza, consagrada con
el nuevo sacramento de la sangre del Cordero, para que tu pueblo obtenga el
perdón de sus pecados y un aumento constante de salvación. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Conclusión
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - MIÉRCOLES XXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2025
17 de septiembre de 2025.
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Todo en estado de oración parece.
La santidad, que empapa todo el aire,
rebosa de los cielos como de ánfora,
y se filtra en las venas del deseo.
Todo sube en afán contemplativo,
como a través de transparencia angélica,
y lo más puro que hay en mí despierta,
sorbido por vorágine de altura.
Tiene alas la tarde, unción y llama.
Todo yo en la plegaria he naufragado;
se levantan mis manos como lámparas;
por el silencio, el corazón respira.
Se ha encendido el crepúsculo en mi frente
y la lumbre de Dios transe mi carne.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Señor, tu saber me sobrepasa.
Salmo 138,1-12
Dios está en todas partes y lo ve todo
¿Quién
conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? (Rm 11,34)
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
Antífona 2: Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al
hombre según su conducta.
Salmo 138,13-18.23-24
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.
Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.
Antífona 3: Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en
él.
Col 1,12-20
Himno a Cristo, primogénito de toda
criatura y primer resucitado de entre los muertos
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Lectura Breve
1Jn 2,3-6
En esto sabemos que conocemos a Cristo: en que
guardamos sus mandamientos. Quien dice: “Yo lo conozco”, y no guarda sus
mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su
palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto
conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como
vivió él.
Responsorio Breve
R. Guárdanos,
Señor, * Como a las niñas de tus ojos. Guárdanos.
V. A la sombra de tus alas escóndenos. * Como a las niñas de tus
ojos. Gloria al Padre. Guárdanos.
Canto Evangélico
Antifona: Haz,
Señor, proezas con tu brazo: dispersa a los soberbios y enaltece a los
humildes.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Aclamemos, alegres, al Padre, cuya bondad para con
su pueblo es más grande que los cielos, y digámosle:
'Alégrense todos los que esperan en ti, Señor'.
Acuérdate, Señor, que enviaste tu Hijo al mundo, no para condenarlo, sino para
salvarlo;
—haz que su muerte gloriosa nos traiga la salvación.
Tú que hiciste a tus sacerdotes ministros de Cristo y dispensadores de tus
misterios,
—concédeles un corazón leal, ciencia y caridad.
Haz que los que has llamado a la castidad perfecta por el reino de los cielos
—sigan con fidelidad a tu Hijo.
Tú que, en el principio, creaste hombre y mujer,
—guarda a todas las familias unidas en el verdadero amor.
Tú que enviaste a Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores,
—concede a todos los difuntos el perdón de sus faltas.
Movidos por el Espíritu Santo y llenos de su amor, dirijamos al Padre nuestra
oración: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Acuérdate, Señor, de tu misericordia y, ya que a
los hambrientos los colmas de bienes celestiales, socorre nuestra indigencia
con la abundancia de tus riquezas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos.
Amén.
Conclusión
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.