Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
LUNES DE SEMANA VII
Propio del Tiempo. Salterio III
3 de junio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: EMPRENDA LA ESPERANZA RAUDO VUELO
Emprenda la esperanza raudo vuelo
siguiendo los caminos de nuestro Salvador,
y libre de nostalgias, camino de los cielos,
alegre el corazón.
Dijeron que te fuiste a las alturas
juntándote a los coros del «Gloria» de Belén,
acaban hoy su canto en melodías puras
con un solemne «Amén».
Jamás te irás, Señor, porque eres nuestro,
serás Hijo del hombre sin fin de eternidad;
los hombres, por tu nombre, de Dios hijos dilectos,
hermanos te serán.
Asciende victorioso del combate,
derrama sobre el mundo tu Espíritu de amor,
retorna jubiloso al seno de tu Padre,
tú volverás Señor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi corazón y mi carne se alegran por ti, Dios vivo.
Aleluya.
Salmo 83 - AÑORANZA DEL TEMPLO
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
se alegran por el Dios vivo.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:
cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de altura en altura
hasta ver a Dios en Sión.
Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.
Un solo día en tu casa
vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.
Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria,
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.
¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi corazón y mi
carne se alegran por ti, Dios vivo. Aleluya.
Ant 2. Pueblos numerosos
caminarán hacia el monte del Señor. Aleluya.
Cántico: EL MONTE DE LA CASA DEL SEÑOR EN LA CIMA
DE LOS MONTES Is 2, 2-5
Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán : «Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
Él nos instruirá en sus caminos,
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la Ley,
de Jerusalén la palabra del Señor.»
Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven;
caminemos a la luz del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pueblos numerosos
caminarán hacia el monte del Señor. Aleluya.
Ant 3. Decid a los pueblos:
El Señor es rey. Aleluya.
Salmo 95 - EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Decid a los
pueblos: El Señor es rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 10, 8b-10
«Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón», es decir, el mensaje
de la fe que nosotros predicamos. Porque, si proclamas con tu boca a Jesús como
Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás
salvo. Pues con el corazón creemos para obtener la justificación y con la boca
hacemos profesión de nuestra fe para alcanzar la salvación.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por
nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 4, 1-10
DIOS NOS AMÓ
Queridos hermanos, no os fiéis de cualquier espíritu. Examinadlos si provienen
de Dios, porque se han presentado muchos falsos profetas en el mundo. En esto
podéis conocer el espíritu de Dios: todo espíritu que reconozca a Jesucristo,
que ha venido en la carne, es de Dios. Pero el espíritu que no reconozca a
Jesús no es de Dios, es del anticristo, de quien habéis oído que estaba por
llegar. Pues bien, ya está ahora en el mundo.
Pero vosotros, hijos míos, sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es
el que está en vosotros que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por
eso hablan del mundo y el mundo los escucha. Nosotros, en cambio, somos de Dios.
Quien conoce a Dios nos escucha; quien no es de Dios no nos escucha. En eso
distinguimos al espíritu de la verdad y al espíritu del error.
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el
que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que
Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto
consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.
RESPONSORIO 1Jn 4, 9; Jn 3, 16
R. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió
al mundo a su Hijo único, * para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Aleluya.
V. Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo único.
R. Para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Catequesis de san Cirilo de Jerusalén, obispo
(Catequesis 16, Sobre el Espíritu Santo, 1, 11-12. 16: PG 33, 931-935. 939-942)
EL AGUA VIVA DEL ESPÍRITU SANTO
El agua que yo le dé se convertirá en él en manantial de agua viva, que brota
para comunicar vida eterna. Se nos habla aquí de un nuevo género de agua, un
agua viva y que brota; pero que brota sólo sobre los que son dignos de ella.
Mas, ¿por qué el Señor da el nombre de agua a la gracia del Espíritu? Porque el
agua es condición necesaria para la pervivencia de todas las cosas, porque el
agua es el origen de las plantas y de los seres vivos, porque el agua de la
lluvia baja del cielo, porque, deslizándose en un curso siempre igual, produce
efectos diferentes. Diversa es, en efecto, su virtualidad en una palmera o en
una vid, aunque en todos es ella quien lo hace todo; ella es siempre la misma,
en cualquiera de sus manifestaciones, pues la lluvia, aunque cae siempre del
mismo modo, se acomoda a la estructura de los seres que la reciben, dando a
cada uno de ellos lo que necesitan.
De manera semejante, el Espíritu Santo, siendo uno solo y siempre el mismo e
indivisible, reparte a cada uno sus gracias según su beneplácito. Y, del mismo
modo que el árbol seco, al recibir el agua, germina, así también el alma
pecadora, al recibir del Espíritu Santo el don del arrepentimiento, produce
frutos de justicia. Siendo él, pues, siempre igual y el mismo, produce diversos
efectos, según el beneplácito de Dios y en el nombre de Cristo.
En efecto, se sirve de la lengua de uno para comunicar la sabiduría; a otro le
ilumina la mente con el don de profecía; a éste le da el poder de ahuyentar los
demonios; a aquél le concede el don de interpretar las Escrituras. A uno lo
confirma en la temperancia; a otro lo instruye en lo pertinente a la
misericordia; a éste le enseña a ayunar y a soportar el esfuerzo de la vida
ascética; a aquél a despreciar las cosas corporales; a otro más lo hace apto
para el martirio. Así, se manifiesta diverso en cada uno, permaneciendo él
siempre igual en sí mismo, tal como está escrito: A cada uno se le otorga la
manifestación del Espíritu para común utilidad.
Su actuación en el alma es suave y apacible, su experiencia es agradable y
placentera y su yugo es levísimo. Su venida va precedida de los rayos
brillantes de su luz y de su ciencia. Viene con la bondad de genuino protector;
pues viene a salvar, a curar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar,
a iluminar, en primer lugar, la mente del que lo recibe y, después, por las
obras de éste, la mente de los demás.
Y, del mismo modo que el que se hallaba en tinieblas, al salir el sol, recibe
su luz en los ojos del cuerpo y contempla con toda claridad lo que antes no
veía, así también al que es hallado digno del don del Espíritu Santo se le
ilumina el alma y, levantado por encima de su razón natural, ve lo que antes
ignoraba.
RESPONSORIO 1Co 12, 6-7. 27
R. Hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en
todos. * A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común
utilidad. Aleluya.
V. Vosotros sois cuerpo de Cristo, y sois miembros unos de otros.
R. A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común
utilidad. Aleluya.
Lunes, 3 de
junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (16,29-33):
EN aquel tiempo, aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes
todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».
Les contestó Jesús:
«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en
que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy
solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis
la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al
mundo».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo
he vencido al mundo. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En el mundo
tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al mundo. Aleluya.
PRECES
Bendigamos a Cristo, que nos prometió enviar el
Espíritu Santo que procede del Padre, y supliquémosle, diciendo:
Señor, danos tu Espíritu.
Te damos gracias, Señor Jesús, y por medio de ti bendecimos también al Padre en
el Espíritu Santo
y te pedimos que hoy todas nuestras palabras y obras sean según tu
voluntad.
Concédenos vivir de tu Espíritu,
para ser de verdad miembros vivos de tu cuerpo.
Haz que no juzguemos ni menospreciemos a ninguno de nuestros hermanos,
pues todos tenemos que comparecer para ser juzgados ante tu tribunal.
Cólmanos de alegría y paz en nuestra fe,
hasta que rebosemos de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Terminemos nuestra oración con la plegaria que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro, con la fuerza del
Espíritu Santo, para que podamos mantenernos fieles a tu voluntad y llevar una
conducta digna de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Los Padres Blancos evangelizaron en África en el
siglo XIX. Los primeros conversos instruyeron y guiaron a los más nuevos creciendo
la comunidad rápidamente. Inicialmente no había problemas con el rey pero al
ver que interfería en su estilo de vida y modo de gobierno comenzaron las
represalias.
José Mkasa era el lider de la comunidad católica,
quien tenía a su cargo una comunidad de 200 miembros.
El rey mandó a que mataran a José, mientras sus
verdugos le amarraban las manos, él les dijo: "Un Cristiano que entrega su
vida por Dios no tiene miedo de morir". Lo quemaron el 15 de Noviembre de
1885.
Los cristianos lejos de atemorizarse, continuaron
con sus actividades. Carlos Lwanga, favorito del rey, reemplazó a José como
jefe de la comunidad cristiana. Sus oraciones lograron que el rey desistiera de
las persecuciones por seis meses.
En mayo del año siguiente, estalló la tempestad.
Los cristianos fueron capturados y llamados ante el rey. Este les preguntó si
tenían la intención de seguir siendo cristianos, "!Hasta la muerte!",
respondieron ellos al unísono. El rey ordenó que la ejecución se haga en un
lugar llamado Namugongo, a 60 kms de distancia. Uno de los jóvenes era el hijo
del verdugo. Éste le rogó para que se escapara, pero no fue aceptada su
propuesta. A tres de los jóvenes mártires se les quitó la vida cuando iban por
el camino; los restantes fueron encerrados por siete días en la prisión de
Namugongo, bajo condiciones infrahumanas.
El 3 de junio de 1886, día de la Ascensión, fueron
sacados de la prisión; envueltos en unos juncos y, ordenados en fila, se les
prendió fuego. Al hijo del verdugo le dieron un golpe en la cabeza para que no
sufriera al ser quemado. Murieron proclamando el nombre de Jesús y diciendo:
"Pueden quemar nuestros cuerpos pero no pueden dañar nuestras almas".
Carlos Lwanga (21 años), Andrés Kagwa, y otros
veinte jóvenes fueron beatificados el 6 de Junio de 1920 por el Papa Benito XV.
Ésto fue lo que escribió para su beatificación:
"Quién fue el que primero introdujo en Africa
la fe cristiana se disputa aún; pero consta que ya antes de la misma edad
apostólica floreció allí la religión, y Tertuliano nos describe de tal manera
la vida pura que los cristianos africanos llevaban, que conmueve el ánimo de
sus lectores. Y en verdad que aquella región a ninguna parecía ceder en varones
ilustres y en abundancia de mártires. Entre éstos agrada conmemorar los mártires
scilitanos, que en Cartago, siendo procónsul Publio Vigellio Saturnino,
derramaron su sangre por Cristo, de las preguntas escritas para el juicio, que
hoy felizmente se conservan, se deduce con qué constancia, con qué generosa
sencillez de ánimo respondieron al procónsul y profesaron su fe. Justo es
también recordar los Potamios, Perpetuas, Felicidades, Ciprianos y "muchos
hermanos mártires" que las Actas enumeran de manera general, aparte de los
mártires aticenses, conocidos también con el nombre de "masas
cándidas", o porque fueron quemados con cal viva, como narra Aurelio
Prudencio en su himno XIII, o por el fulgor de su causa, como parece opinar
Agustín. Pero poco después, primero los herejes, después los vándalos, por
último los mahometanos, de tal manera devastaron y asolaron el África cristiana
que la que tantos ínclitos héroes ofreciera a Cristo, la que se gloriaba de más
de trescientas sedes episcopales y había congregado tantos concilios para
defender la fe y la disciplina, ella, perdido el sentido cristiano, se viera
privada gradualmente de casi toda su humanidad y volviera a la barbarie."
El 18 de octubre de 1964, el Papa Pablo VI canonizó
a los 22 mártires de Uganda.