Musica Para el Alma
viernes, 19 de abril de 2024
JUAN 6,60-69 CICLO B
Sábado,
20 de abril de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (6,60-69)*
En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús
dijeron:
«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».
Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba
antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras
que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros
que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a
entregar.
Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir
con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
«¿También vosotros queréis marcharos?».
Simón Pedro le contestó:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros
creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Palabra
del Señor
*Que
la Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*
«Señor,
¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y
sabemos que tú eres el Santo de Dios».
*Las
palabras que utiliza Jesús, paren palabras muy dura y muy difícil de entender.
En una cultura donde las personas no comían algunos animales porque los consideraban
impuros, ejemplo como los cerdos, el que comía cerdo, era considerada una
persona impura. Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso? Y como
nos vamos a comer una persona, hasta sus discípulos lo criticaban. Jesús sabía
desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar y le pregunta a
sus discípulos ¿También ustedes se quieren marchar? Pedro estaba muy seguro de
quien era Jesús, por eso le responde «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes
palabras de vida eterna. Para nosotros en este tiempo comer a Jesús Pan de Vida,
es tan fácil, pero tan fácil, que muchas veces lo comemos indignamente, y parece
como que no es nada, esa actitud nos deja ver que no tenemos ni la mínima idea
de que estamos comiendo. Pidamos al Espíritu Santo, que un día nos devele el misterio
y podamos descubrir y decir: Jesús. Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros
creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios*
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL SABADO 20
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*SABADO
SEMANA III DE PASCUA*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V. Señor abre
mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Himno:
VELARON LAS ESTRELLAS EL SUEÑO DE SU MUERTE
Velaron las estrellas el sueño de su muerte,
sus luces de esperanzas las recogió ya el sol,
en haces luminosos la aurora resplandece,
es hoy el nuevo día en que el Señor actuó.
Los pobres de sí mismos creyeron su palabra,
la noche de los hombres fue grávida de Dios,
él dijo volvería colmando su esperanza,
más fuerte que la muerte fue su infinito amor.
De angustia estremecida lloró y gimió la tierra,
en lágrimas y sangre su humanidad vivió,
pecado, mal y muerte perdieron ya su fuerza,
el Cristo siempre vivo es hoy nuestro blasón.
De gozo reverdecen los valles y praderas,
los pájaros y flores, su canto y su color,
celebran con los hombres la eterna primavera
del día y la victoria en que el Señor actuó.
Recibe, Padre santo, los cánticos y amores
de cuantos en tu Hijo hallaron salvación,
tu Espíritu divino nos llene de sus dones,
los hombres y los pueblos se abran a tu Amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mis
palabras son espíritu y vida. Aleluya.
Salmo 118,
145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Mis
palabras son espíritu y vida. Aleluya.
Ant 2.
Edificaste, Señor, un templo y un altar en tu monte santo. Aleluya.
Cántico: DAME
SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6. 9-11
Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.
Edificaste, Señor, un templo y un altar en tu monte santo. Aleluya.
Ant 3. Yo soy
el camino y la verdad y la vida. Aleluya.
Salmo 116 - INVITACIÓN
UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Yo soy
el camino y la verdad y la vida. Aleluya.
LECTURA
BREVE Rm 14, 7-9
Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Que si
vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morimos. En fin,
que tanto en vida como en muerte somos del Señor. Para esto murió Cristo y
retornó a la vida, para ser Señor de vivos y muertos.
RESPONSORIO
BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
PRIMERA
LECTURA
De los Hechos
de los apóstoles 11, 19-30
FUNDACIÓN DE
LA IGLESIA DE ANTIOQUÍA
En aquellos días, los fieles, que se habían dispersado con motivo
de la persecución suscitada a la muerte de Esteban, llegaron hasta Fenicia,
Chipre y Antioquía, pero predicaban la palabra sólo a los judíos. Había, sin
embargo, entre ellos algunos de Chipre y de Cirene, que al llegar a Antioquía
comenzaron a predicar también a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva de
Jesús, el Señor. El poder del Señor los asistía, y, así, un crecido número de
gente abrazó la fe y se convirtió al Señor. La noticia de estos sucesos llegó a
oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Antioquía a Bernabé. Cuando éste
llegó a Antioquía y vio la gracia de Dios, se llenó de júbilo, y exhortaba a
todos a que con entera voluntad permaneciesen fieles al Señor. Era un hombre de
gran virtud, lleno del Espíritu Santo y de una grande fe. Con esto, una gran
multitud se agregó al Señor.
Partió luego Bernabé para Tarso en busca de Saulo y, así que lo
encontró, lo llevó a Antioquía. Allí estuvieron los dos durante todo un año con
la comunidad e instruyeron a muchísima gente. Fue allí; en Antioquía, donde por
primera vez se dio a los discípulos el nombre de «cristianos».
Por aquellos días, unos profetas bajaron de Jerusalén a Antioquía.
Uno de ellos, llamado Agabo, inspirado por el Espíritu, profetizó que vendría
una gran hambre sobre toda la tierra, como efectivamente sucedió bajo el
emperador Claudio. Los discípulos resolvieron enviar socorros, cada uno según
sus posibilidades, a los hermanos que vivían en Judea; así lo hicieron, y se
los enviaron a los presbíteros por medio de Bernabé y de Saulo.
RESPONSORIO
Cf. Hch 11, 20b-21; 4, 33
R. Anunciaron la Buena Nueva de Jesús, el Señor, y el poder del
Señor los asistía. * Un crecido número de gente abrazó la fe y se convirtió al
Señor. Aleluya.
V. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor con
mucho valor.
R. Un crecido número de gente abrazó la fe y se convirtió al
Señor. Aleluya.
SEGUNDA
LECTURA
Del
Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Libro 4, 2:
PG 73, 563-566)
CRISTO
ENTREGÓ SU CUERPO POR LA VIDA DE TODOS LOS HOMBRES
«Muero por todos -dice el Señor-, para que todos tengan vida por
mí, y con mi carne he redimido la carne de todos. Con mi muerte será destruida
la muerte, y la naturaleza humana, derrumbada junto con la mía, resucitará. Por
esto me he hecho como uno de vosotros, es decir, hombre de la descendencia de
Abraham, para asemejarme en todo a mis hermanos.»
San Pablo, que había entendido bien esto, dice: Así pues, como los
hijos participan de la carne y de la sangre, también él entró a participar de
las mismas, para reducir a la impotencia, por su muerte, al que retenía el
imperio de la muerte, es decir, al demonio.
Nunca hubiera podido ser destruido de otra manera el que retenía
el imperio de la muerte, y por tanto la misma muerte, si Cristo no se hubiese
entregado a sí mismo por nosotros, él solo en pago por todos; pues él estaba
por encima de todos.
Por esto dice en el salmo, al ofrecerse a Dios Padre como víctima
inmaculada: No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un
cuerpo; no te complaciste en holocaustos ni en sacrificios por el pecado;
entonces yo exclamé: «Ya estoy aquí.»
Fue crucificado por todos y en favor de todos, a fin de que,
muriendo uno solo por todos, todos vivamos en él; pues no era posible que la
vida estuviera sujeta a la muerte o que sucumbiera a la corrupción, según su
propia naturaleza. Por sus mismas palabras sabemos que Cristo ofreció su carne
por la vida del mundo, ya que dice: Padre santo, guárdalos. Y también: Yo por
ellos me santifico (es decir: «Me ofrezco en sacrificio.»)
Al decir me santifico, quiere decir: «Me consagro y ofrezco como
víctima en olor de suavidad»; ya que, según la ley antigua, era santificado o
llamado santo lo que se ofrecía sobre el altar. Cristo, pues, entregó su cuerpo
por la vida de todos los hombres y, por su mismo cuerpo, vuelve a introducir la
vida en nosotros. Procuraré explicarlo en lo posible.
Después que la Palabra vivificante de Dios habitó en la carne, la
restauró en aquello que es su bien propio, es decir, la vida, y uniéndose a
ella de un modo inefable, la hizo vivificante, como lo es él por naturaleza
propia.
Por tanto, el cuerpo de Cristo vivifica a los que de él
participan: aleja la muerte al hacerse presente en nosotros, sujetos a la
muerte, y aparta la corrupción, ya que contiene en sí mismo la virtualidad
necesaria para anularla totalmente.
RESPONSORIO
Jn 10, 14. 15. 10
R. Yo soy el buen Pastor, y conozco a mis ovejas; * yo doy mi vida
por mis ovejas. Aleluya.
V. Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
R. Yo doy mi vida por mis ovejas. Aleluya.
Sábado,
20 de abril de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (6,60-69)*
En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús
dijeron:
«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».
Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba
antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras
que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros
que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a
entregar.
Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir
con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
«¿También vosotros queréis marcharos?».
Simón Pedro le contestó:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros
creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Palabra
del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Dijo
Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tu tienes palabras de vida eterna. Y
nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» Aleluya.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Dijo Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tu tienes
palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo
de Dios.» Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, pan de vida, que en el último día resucitará a
los que se alimentan con su palabra y con su cuerpo, y digámosle:
Señor, danos paz y alegría.
Hijo de Dios, que resucitado de entre los muertos eres el Príncipe
de la vida,
bendice y santifica a tus fieles y a todos los hombres.
Tú que concedes paz y alegría a todos los que creen en ti,
danos vivir como hijos de la luz y alegrarnos de tu victoria.
Aumenta la fe de tu Iglesia, peregrina en la tierra,
para que dé al mundo testimonio de tu resurrección.
Tú que, habiendo padecido mucho, has entrado ya en la gloria del
Padre,
convierte en gozo la tristeza de los afligidos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración, diciendo juntos las palabras de
Jesús, nuestro maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que en la fuente bautismal has infundido una vida
nueva a los que creen en ti, defiende con tu protección a los que han renacido
en Cristo, para que venzan las insidias del mal y conserven los dones que de ti
han recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REVESTIDOS DE BLANCAS VESTIDURAS
Revestidos de blancas vestiduras,
vayamos al banquete del Cordero
y, terminado el cruce del mar Rojo,
alcemos nuestro canto al rey eterno.
La caridad de Dios es quien nos brinda
y quien nos da a beber su sangre propia,
y el Amor sacerdote es quien se ofrece
y quien los miembros de su cuerpo inmola.
Las puertas salpicadas con tal sangre
hacen temblar al ángel vengativo,
y el mar deja pasar a los hebreos
y sumerge después a los egipcios.
Ya el Señor Jesucristo es nuestra pascua,
ya el Señor Jesucristo es nuestra víctima:
el ázimo purísimo y sincero
destinado a las almas sin mancilla.
Oh verdadera víctima del cielo,
que tiene a los infiernos sometidos,
ya rotas las cadenas de la muerte,
y el premio de la vida recibido.
Vencedor del averno subyugado,
el Redentor despliega sus trofeos
y, sujetando al rey de las tinieblas,
abre de par en par el alto cielo.
Para que seas, oh Jesús, la eterna
dicha pascual de nuestras almas limpias,
líbranos de la muerte del pecado
a los que renacimos a la vida.
Gloria sea a Dios Padre y a su Hijo,
que de los muertos ha resucitado,
así como también al sacratísimo
Paracleto, por tiempo ilimitado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. La paz de Cristo reine en vuestros corazones. Aleluya.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. La paz de Cristo reine en vuestros corazones. Aleluya.
Ant 2. Por tu sangre nos compraste para Dios. Aleluya.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Por tu sangre nos compraste para Dios. Aleluya.
Ant 3. Era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en
su gloria. Aleluya.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su
gloria. Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 2, 9-10
Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir
de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Vosotros, que en otro tiempo
no erais pueblo, sois ahora pueblo de Dios; vosotros, que estabais excluidos de
la misericordia, sois ahora objeto de la misericordia de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Yo soy la puerta - dice el Señor-; el que entre por mi se
salvará y encontrará pastos abundantes». Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. «Yo soy la puerta - dice el Señor-; el que entre por mi se
salvará y encontrará pastos abundantes». Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, que resucitado de entre los muertos destruyó la
muerte y nos dio nueva vida, y digámosle:
Tú que vives eternamente, escúchanos, Señor.
Tú que eres la piedra rechazada por los arquitectos, pero
convertida en piedra angular,
conviértenos a nosotros en piedras vivas de tu Iglesia.
Tú que eres el testigo fiel y el primogénito de entre los muertos,
haz que tu Iglesia sea también siempre testimonio ante el mundo.
Tú que eres el único esposo de la Iglesia, nacida de tu costado,
haz que todos nosotros seamos signos de tus bodas con la Iglesia.
Tú que eres el primero y el último, el que estabas muerto y ahora
vives por los siglos de los siglos,
concede a todos los bautizados perseverar fieles hasta la muerte,
a fin de recibir la corona de la victoria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que eres la lámpara que ilumina la ciudad santa de Dios,
alumbra con tu claridad a nuestros hermanos difuntos.
Sintiéndonos verdaderos hijos de Dios, digamos a nuestro Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo
inmenso de la resurrección de Jesucristo, te pedimos que nos lleves a gozar de
las alegrías celestiales, para que así llegue también el humilde rebaño hasta
donde penetró su victorioso Pastor. Que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos
ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EN TI, SEÑOR, REPOSAN NUESTRAS VIDAS
En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS.
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:
Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.
El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Dt 6,4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás
al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las
fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás
a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y
levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al
clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la
resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una
santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.