TIEMPO DE CUARESMA
MARTES DE LA SEMANA III
Propio del Tiempo. Salterio III
26 de marzo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Himno: EDIFICASTE UNA TORRE
Edificaste una torre
para tu huerta florida;
un lagar para tu vino
y, para el vino, una viña.
Y la viña no dio uvas,
ni el lagar buena bebida:
sólo racimos amargos
y zumos de amarga tinta.
Edificaste una torre,
Señor, para tu guarida;
un huerto de dulces frutos,
una noria de aguas limpias,
un blanco silencio de horas
y un verde beso de brisas.
Y esta casa que es tu torre,
este mi cuerpo de arcilla,
esta sangre que es tu sangre
y esta herida que es tu herida
te dieron frutos amargos,
amargas uvas y espinas.
¡Rompe, Señor, tu silencio,
rompe tu silencio y grita!
Que mi lagar enrojezca
cuando tu planta lo pise,
y que tu mesa se endulce
con el vino de tu viña. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, has sido bueno con tu tierra, has perdonado
la culpa de tu pueblo.
Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, has sido
bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu pueblo.
Ant 2. Mi alma te ansía de
noche, Señor; mi espíritu madruga por ti.
Càntico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL
ENEMIGO Is 26, 1-4. 7-9. 12
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi alma te ansía
de noche, Señor; mi espíritu madruga por ti.
Ant 3. Ilumina, Señor, tu
rostro sobre nosotros.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, tu
rostro sobre nosotros.
LECTURA BREVE Jl 2, 12-13
Convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad
vuestros corazones y no vuestras vestiduras, y convertíos al Señor, vuestro
Dios, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad;
y se arrepiente de las amenazas.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de
la red del cazador.
V. Me cubrirá con su
plumaje.
R. Él me librará de
la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de
la red del cazador.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 3, 1-19
JESÚS, APÓSTOL DE NUESTRA FE
Hermanos, vosotros que habéis sido consagrados a Dios y sois participantes de
una vocación celeste, poned vuestra consideración en el apóstol y sumo
sacerdote de la fe que profesamos, en Jesús. Él es fiel hacia aquel que lo
constituyó para esa misión, como lo fue también Moisés en todo para con la casa
de Dios. Pero él ha sido juzgado digno de tanta mayor gloria que Moisés, cuanto
supera en dignidad a la casa misma aquel que la construyó. Todas las casas
tienen su constructor, pero el hacedor de todas las cosas es Dios. Moisés fue
fiel a toda la casa de Dios, en su calidad de servidor, cuya tarea fue la de
dar testimonio sobre la verdad de cuanto había de revelarse. En cambio, Cristo
es fiel en su calidad de Hijo al frente de su propia casa. Y su casa somos
nosotros, si mantenemos hasta el fin la firmeza y la alegría confiada de
nuestra esperanza.
Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: «Hoy, si escucháis su voz, no
endurezcáis el corazón como en aquella rebelión en el desierto, cuando vuestros
padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras
durante cuarenta años. Por eso me irrité contra aquella generación, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he
jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso."»
Mirad, hermanos, que no tenga nadie un corazón malo e incrédulo, que lo lleve a
apartarse del Dios vivo. Animaos unos a otros, día tras día, mientras perdura
el «hoy», para que ninguno de vosotros «se endurezca» en la seducción del
pecado. Porque hemos llegado a ser partícipes de Cristo, a condición de que
mantengamos firme hasta el fin nuestra confianza primera.
Cuando se dice: «Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón como en
aquella rebelión», ¿quiénes son los que se rebelaron después de «haber
escuchado la voz» de Dios? ¿No fueron acaso todos los que salieron de Egipto a
las órdenes de Moisés? ¿Contra quiénes «se irritó Dios por espacio de cuarenta
años»? ¿No acaso contra los que pecaron y cuyos «cadáveres quedaron en el
desierto»? ¿Y a quiénes «juró que no entrarían en su descanso» sino a los
rebeldes? Y así, efectivamente, vemos que no pudieron entrar debido a su
incredulidad.
RESPONSORIO Hb 3, 6; Ef 2, 21
R. Cristo es fiel en su calidad de Hijo al frente de su propia casa;
* y su casa somos nosotros.
V. Por Cristo todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando
hasta formar un templo consagrado al Señor.
R. Y su casa somos nosotros.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Pedro Crisólogo, obispo
(Sermón 43: PL 52, 320. 322)
LO QUE PIDE LA ORACIÓN LO ALCANZA EL AYUNO Y LO RECIBE LA
MISERICORDIA
Tres cosas hay, hermanos, por las que se mantiene la fe, se conserva firme la
devoción, persevera la virtud. Estas tres cosas son la oración, el ayuno y la
misericordia. Lo que pide la oración lo alcanza el ayuno y lo recibe la
misericordia. Oración, misericordia y ayuno: tres cosas que son una sola, que
se vivifican una a otra.
El ayuno es el alma de la oración, la misericordia es lo que da vida al ayuno.
Nadie intente separar estas cosas, pues son inseparables. El que sólo practica
una de ellas, o no las practica simultáneamente, es como si nada hiciese. Por
tanto, el que ora que ayune también, el que ayuna que practique asimismo la
misericordia. Quien desea ser escuchado en sus oraciones que escuche él también
a quien le pide, pues el que no cierra sus oídos a las peticiones del que le suplica
abre los de Dios a sus propias peticiones.
El que ayuna que procure entender el sentido del ayuno: que se haga sensible al
hambre de los demás, si quiere que Dios sea sensible a la suya; si espera
alcanzar misericordia, que él también la tenga; si espera piedad, que él
también la practique; si espera obtener favores de Dios, que él también sea
dadivoso. Es un mal solicitante el que espera obtener para sí lo que él niega a
los demás.
Hombre, sé para ti mismo la medida de la misericordia; de este modo, alcanzarás
misericordia del modo que quieras, en la medida que quieras, con la presteza
que quieras; tan sólo es necesario que tú te compadezcas de los demás con la
misma presteza y del mismo modo.
Hagamos, por consiguiente, que la oración, la misericordia y el ayuno sean los
tres juntos nuestro patrocinio ante Dios, los tres juntos nuestra defensa, los
tres juntos nuestra oración bajo tres formas distintas.
Reconquistemos con nuestro ayuno lo que perdimos por no saberlo apreciar;
inmolemos con el ayuno nuestras almas, ya que éste es el mejor sacrificio que
podemos ofrecer a Dios, como atestigua el salmo: Mi sacrificio es un espíritu
quebrantado: un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.
Hombre, ofrece a Dios tu alma, ofrécele el sacrificio del ayuno, para que sea
una ofrenda pura, un sacrificio santo, una víctima viva que, sin salirse de ti
mismo, sea ofrecida a Dios. No tiene excusa el que niega esto a Dios, ya que
está en manos de cualquiera el ofrecerse a sí mismo.
Mas, para que esto sea acepto a Dios, al ayuno debe acompañar la misericordia;
el ayuno no da fruto si no es regado por la misericordia, se seca sin este
riego: lo que es la lluvia para la tierra, esto es la misericordia para el
ayuno. Por más que cultive su corazón, limpie su carne, arranque sus malas
costumbres, siembre las virtudes, si no abre las corrientes de la misericordia,
ningún fruto recogerá el que ayuna.
Tú que ayunas, sabe que tu campo, si está en ayunas de misericordia, ayuna él
también; en cambio, la liberalidad de tu misericordia redunda en abundancia
para tus graneros. Mira, por tanto, que no salgas perdiendo, por querer guardar
para ti, antes procura recolectar a largo plazo; al dar al pobre das a ti
mismo, y lo que no dejas para los demás no lo disfrutarás tú luego.
RESPONSORIO Cf. Tb 12, 8. 9
R. Buena es la oración con el ayuno y la limosna; * pues libra de la
muerte y purifica de todo pecado.
V. Ella hace alcanzar misericordia y obtiene la vida eterna.
R. pues libra de la muerte y purifica de todo pecado.
Martes, 26
de marzo de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,21-35):
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano
me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?». Jesús le
contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por
esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas
con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil
talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con
su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado,
arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo
pagaré todo”. Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar,
perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus
compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba
diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”. Pero él se negó y fue y lo
metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo
ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo
sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella
deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión
de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”. Y el señor, indignado, lo
entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con
vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Yo te digo, Pedro: No has de perdonar hasta siete
veces, sino hasta setenta veces siete», dice el Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1,
68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Yo te digo,
Pedro: No has de perdonar hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete»,
dice el Señor.
PRECES
Bendigamos a Cristo, pan vivo bajado del cielo, y
digámosle:
Cristo, pan de las almas y salvación de los
hombres, fortalece nuestra debilidad.
Señor, sacia nuestra hambre en el banquete de tu eucaristía
y danos participar plenamente de los bienes de tu sacrificio pascual.
Cristo, pan de las almas y salvación de los
hombres, fortalece nuestra debilidad
Concédenos, Maestro bueno, escuchar tu palabra con un corazón noble
y haz que perseveremos hasta dar fruto.
Cristo, pan de las almas y salvación de los
hombres, fortalece nuestra debilidad
Que con nuestro trabajo, Señor, cooperemos contigo para mejorar el mundo,
para que así, por la acción de tu Iglesia, reine en él la paz.
Cristo, pan de las almas y salvación de los
hombres, fortalece nuestra debilidad
Reconocemos, Señor, que hemos pecado;
perdona nuestras faltas por tu gran misericordia.
Cristo, pan de las almas y salvación de los
hombres, fortalece nuestra debilidad
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Unidos fraternalmente, acudamos ahora al Padre de todos:
Padre nuestro...
ORACION
Tu gracia, Señor, nos socorra siempre, nos haga
vivir entregados a tu servicio y nos sirva de ayuda constante. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.