Musica Para el Alma
lunes, 23 de mayo de 2022
JUAN 16,5-11 CICLO C
*Lecturas del Martes de la 6ª semana de Pascua*
Martes, 24 de mayo de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (16,5-11)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde
vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón.
Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me
voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y
de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me
voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo
está condenado».
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
*(Por
haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón)*
*Cuando uno se encariña profundamente con un buen
amigo, entender que tiene que irse y que nunca más lo volveré a ver, el corazón
se llena de tristes, por el vacío. Mas la tristeza aprovecha esa situación y
llena todo ese espacio vacío. Entender esto de que el Señor se marcha con la
finalidad de mandarme uno que me llenara aún más esa ausencia. Eso es para mí
muy difícil de entender, pero me viene a la mente, los años, cuando me van
pasando los años, no quiero que me pasen. Pero es muy necesario e importante
que los años me pasen, porque según me pasan los años, mi vida se va llenando
de más sabiduría, y cada día, cada mes, cada año que me pasa me estoy acercando
más y más al encuentro con el amor de mi vida*
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL MARTES 24
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*MARTES SEMANA VI DE PASCUA*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos
salva;
entremos a su presencia dándole
gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios
grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la
tierra,
son suyas las cumbres de los
montes;
suyo es el mar, porque él lo
hizo,
la tierra firme que modelaron sus
manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador
nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como
en Meribá,
como el día de Masá en el
desierto;
cuando vuestros padres me
pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían
visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y
dije:
Es un pueblo de corazón
extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María,
porque era la enamorada.
«¡María!», la voz amada.
«¡Rabbuní!», dice María.
El amor se hizo un abrazo
junto a las plantas benditas;
las llagas glorificadas
ríos de fuego y delicia;
Jesús, esposo divino,
María, esposa cautiva.
Estaba al alba María,
para una unción preparada.
Jesús en las azucenas
al claro del bello día.
En los brazos del Esposo
la Iglesia se regocija.
¡Gloria al Señor encontrado,
gloria al Dios de la alegría,
gloria al Amor más amado,
gloria y paz, y Pascua y dicha!
¡Aleluya!
Estaba al alba María,
es Pascua en la Iglesia santa.
¡Aleluya! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El que hace la voluntad de mi Padre entrará en el reino de
los cielos. Aleluya.
Salmo 100 - PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO
Voy a cantar la bondad y la
justicia,
para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino
perfecto:
¿Cuándo vendrás a mí?
Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa;
no pondré mis ojos
en intenciones viles.
Aborrezco al que obra mal,
no se juntará conmigo;
lejos de mí el corazón torcido,
no aprobaré al malvado.
Al que en secreto difama a su
prójimo
lo haré callar;
ojos engreídos, corazones
arrogantes
no los soportaré.
Pongo mis ojos en los que son
leales,
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ése me servirá.
No habitará en mi casa
quien comete fraudes;
el que dice mentiras
no durará en mi presencia.
Cada mañana haré callar
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del
Señor
a todos los malhechores.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El que hace la voluntad de mi Padre entrará en el reino de los
cielos. Aleluya.
Ant 2. Conozcan los pueblos, Señor, tu misericordia con nosotros.
Aleluya.
Cántico: ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO Dn. 3, 26-27. 29. 34-41
Bendito seas, Señor, Dios de
nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es
tu nombre.
Porque eres justo en cuanto has
hecho con nosotros
y todas tus obras son verdad,
y rectos tus caminos,
y justos todos tus juicios.
Hemos pecado y cometido iniquidad
apartándonos de ti, y en todo
hemos delinquido.
Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu
misericordia.
Por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas
marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más
pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda
la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte
primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón
contrito,
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y
toros
o una multitud de corderos
cebados;
que éste sea hoy nuestro
sacrificio,
y que sea agradable en tu
presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo
corazón,
te respetamos y buscamos tu
rostro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Conozcan los pueblos, Señor, tu misericordia con nosotros.
Aleluya.
Ant 3. El Señor es mi escudo y mi refugio. Aleluya.
Salmo 143, 1-10 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el
combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que
te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que
pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y
desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y
desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas
caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Dios mío, te cantaré un cántico
nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez
cuerdas:
para ti que das la victoria a los
reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es mi escudo y mi refugio. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 13, 30-33
Dios resucitó a Jesús de entre
los muertos. Y durante muchos días se apareció a los que con él habían subido
de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan ahora testimonio de él ante
el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la promesa que Dios hizo a
nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros, sus hijos, resucitando a
Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú eres mi Hijo; yo te he
engendrado hoy.»
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó del
madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya, aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los apóstoles . 13, 14b-43
DISCURSO DE PABLO EN LA SINAGOGA DE ANTIOQUÍA DE PISIDIA
En aquellos días, Pablo y sus
compañeros entraron un sábado en la sinagoga, donde tomaron asiento. Después de
la lectura de la ley y de los profetas, los jefes de la sinagoga les hicieron
esta invitación:
«Hermanos, si tenéis alguna
palabra para enfervorizar al pueblo, decidla.»
Pablo se levantó y, haciendo una
señal con la mano, dijo:
«Hombres de Israel y vosotros,
los que adoráis a Dios, escuchad. El Dios de este pueblo, Israel, eligió a
nuestros padres, engrandeció al pueblo durante su estancia en la tierra de
Egipto y, con el poder de su brazo, los sacó de allí. Durante unos cuarenta
años los cuidó y llevó por el desierto, como una madre lleva y cuida a su hijo.
Y, exterminando a siete naciones en la tierra de Canaán, se la dio en heredad.
Habían pasado unos cuatrocientos cincuenta años. Después, hasta el profeta
Samuel, les dio jueces. Como luego pidiesen un rey, Dios les dio a Saúl, hijo
de Cis, de la tribu de Benjamín, que reinó por espacio de cuarenta años.
Después que destituyó a éste, les dio por rey a David, de quien dijo estas
hermosas palabras: "He encontrado en David, hijo de Jesé, un hombre según
mi corazón. Él cumplirá en todo mi voluntad." Según lo prometido, Dios
sacó para Israel de la descendencia de David un Salvador, Jesús. Y su precursor
fue Juan. Ya éste, antes de presentarse Jesús, había predicado a todo el pueblo
de Israel un bautismo como señal de arrepentimiento. Y, cuando estaba para
terminar su misión, solía decir: "No soy yo el que vosotros os imagináis.
Pero, mirad, viene otro después de mí; y yo no soy digno de desatar su calzado."
Hermanos, hijos de Abraham y los
que adoráis a Dios, a vosotros envía Dios este mensaje de salvación. Los
habitantes de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, pero, al
condenarlo á muerte, dieron cumplimiento a las palabras de los profetas que se
leen cada sábado. Y, a pesar de que no encontraron en él causa alguna digna de
muerte, pidieron a Pilato que lo hiciera morir. Una vez que Cumplieron todo lo
que de él estaba escrito, lo bajaron de la cruz y lo depositaron en un
sepulcro. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Y durante muchos días se
apareció a los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos,
efectivamente, dan ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos
la buena nueva: la promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él
ahora con nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el
salmo segundo: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy."
Que Dios lo ha resucitado de
entre los muertos para que no vuelva ya nunca a la corrupción, lo dijo con
aquellas palabras: "Yo os daré los bienes santos que prometí a David, los
que no han de fallar." Por eso, afirma en otro lugar: "No permitirás
que tu santo experimente la corrupción." Ahora bien, David, después de
haber servido durante su vida a los designios de Dios, murió, fue a reunirse
con sus padres y experimentó la corrupción del sepulcro. Pero aquel a quien
Dios resucitó no pasó por la corrupción.
Sabed, pues, hermanos, que por
medio de Jesús os Ofrece Dios el perdón de los pecados. Y, por él, todo el que
tiene fe alcanza la justificación que no habéis podido alcanzar vosotros por la
ley de Moisés. Mirad, pues, que no os suceda lo que dijeron los profetas:
"¡Mirad, desdeñosos, asombraos y desapareced! Porque en vuestros días voy
a realizar una obra tal, que si os la contaran no la creeríais."»
A la salida, rogaron a Pabló y
Bernabé que el sábado siguiente les hablaran de las mismas cosas. Después que
se disolvió lá reunión, muchos judíos y prosélitos, adoradores de Dios,
siguieron a Pablo y Bernabé. Éstos, en sus conversaciones, les instaban a
permanecer en la gracia de Dios.
RESPONSORIO Hch 13, 32. 33; cf. Jdt 13, 18
R. La promesa que Dios hizo a
nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros, * resucitando a Jesús. Aleluya.
V. Dios no ha retirado su
misericordia de la casa de Israel.
R. Resucitando a Jesús. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Pedro Crisólogo, obispo
(Sermón 108: PL 52, 499-500)
SÉ SACRIFICIO Y SACERDOTE PARA DIOS
Os exhorto por la misericordia de
Dios. Pablo, o, mejor dicho, Dios por boca de Pablo, nos exhorta porque
prefiere ser amado antes que temido. Nos exhorta porque prefiere ser padre
antes que Señor. Nos exhorta Dios, por su misericordia, para que no tenga que
castigarnos por su rigor.
Oye lo que dice el Señor: «Ved,
ved en mí vuestro propio cuerpo, vuestros miembros, vuestras entrañas, vuestros
huesos, vuestra sangre. Y si teméis lo que es de Dios, ¿por qué no amáis lo que
es también vuestro? Si rehuís al que es Señor, ¿por qué no recurrís al que es
padre?
Quizás os avergüence la magnitud
de mis sufrimientos, de los que vosotros habéis sido la causa. No temáis. La
cruz, más que herirme a mí, hirió a la muerte. Estos clavos, más que infligirme
dolor, fijan en mí un amor más grande hacia vosotros. Estas heridas, más que
hacerme gemir, os introducen más profundamente en mi interior. La extensión de
mi cuerpo en la cruz, más que aumentar mi sufrimiento, sirve para prepararos un
regazo más amplio. La efusión de mi sangre, más que una pérdida para mí, es el
precio de vuestra redención.
Venid, pues, volved a mí, y
comprobaréis que soy padre, al ver cómo devuelvo bien por mal, amor por
injurias, tan gran caridad por tan graves heridas.»
Pero oigamos ya qué es lo que nos
pide el Apóstol: Os exhorto -dice-, por la misericordia de Dios, a presentar
vuestros cuerpos. Este ruego del Apóstol promueve a todos los hombres a la
altísima dignidad del sacerdocio. A presentar vuestros cuerpos como hostia
viva.
Inaudito ministerio del sacerdocio
cristiano: el hombre es a la vez víctima y sacerdote; el hombre no ha de buscar
fuera de sí qué ofrecer a Dios, sino que aporta consigo, en su misma persona,
lo que ha de sacrificar a Dios; la víctima y el sacerdote permanecen
inalterados; la víctima es inmolada y continúa viva, y el sacerdote oficiante
no puede matarla.
Admirable sacrificio, en el que
se ofrece el cuerpo sin que sea destruido, y la sangre sin que sea derramada.
Os exhorto -dice-, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos
como hostia viva.
Este sacrificio, hermanos, es
semejante al de Cristo, quien inmoló su cuerpo vivo por la vida del mundo: él
hizo realmente de su cuerpo una hostia viva, ya que fue muerto y ahora vive.
Esta víctima admirable pagó su tributo a la muerte, pero permanece viva,
después de haber castigado a la muerte. Por esta razón, los mártires nacen al
morir, su fin significa el principio, al matarlos se les dio la vida, y ahora
brillan en el cielo, cuando se pensaba haberlos suprimido en la tierra.
Os exhorto -dice-, por la
misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa. Es
lo que había cantado el profeta: No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me
has preparado un cuerpo.
Sé, pues, oh hombre, sacrificio y
sacerdote para Dios; no pierdas lo que te ha sido dado por el poder de Dios;
revístete de la vestidura de santidad, cíñete el cíngulo de la castidad; sea
Cristo el casco de protección para tu cabeza; que la cruz se mantenga en tu
frente como una defensa; pon sobre tu pecho el misterio del conocimiento de
Dios; haz que arda continuamente el incienso aromático de tu oración; empuña la
espada del Espíritu; haz de tu corazón un altar; y así, puesta en Dios tu
confianza, lleva tu cuerpo al sacrificio.
Lo que pide Dios es la fe, no la
muerte; tiene sed de tu buena intención, no de sangre; se satisface con la
buena voluntad, no con matanzas.
RESPONSORIO Ap 5, 9. 10
R. Eres digno, Señor, de tomar el
libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado * y por tu sangre nos
compraste para Dios. Aleluya.
V. Has hecho de nosotros para
nuestro Dios un reino de sacerdotes.
R. Y por tu sangre nos compraste
para Dios. Aleluya.
*Lecturas del Martes de la 6ª semana de Pascua*
Martes, 24 de mayo de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (16,5-11)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde
vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón.
Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me
voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y
de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me
voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo
está condenado».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Las obras que el Padre me concede realizar, las mismas que
hago, testifican que el Padre me ha enviado. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de
Israel,
porque ha visitado y redimido a
su pueblo.
suscitándonos una fuerza de
salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde
antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos
odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro
padre Abraham.
Para concedernos que, libres de
temor,
arrancados de la mano de los
enemigos,
le sirvamos con santidad y
justicia,
en su presencia, todos nuestros
días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta
del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la
salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de
lo alto,
para iluminar a los que viven en
tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Las obras que el Padre me concede realizar, las mismas que
hago, testifican que el Padre me ha enviado. Aleluya.
PRECES
Oremos agradecidos a Dios, Padre
de nuestro Señor Jesucristo, el Cordero inmaculado que quitó el pecado del
mundo y nos comunica su vida nueva, y digámosle:
*Autor de la vida, vivifícanos*.
Dios, autor de la vida, acuérdate
de la muerte y resurrección del Cordero inmolado en la cruz
y atiende su continua intercesión
por nosotros.
Haz, Señor, que, tirada fuera la
vieja levadura de la malicia y de la perversidad,
vivamos la Pascua de Cristo con
panes ázimos de pureza y de verdad.
Que sepamos rechazar hoy el
pecado de discordia y de envidia,
y seamos más sensibles a las
necesidades de nuestros hermanos.
Concédenos vivir auténticamente
el espíritu evangélico,
para que hoy y siempre sigamos el
camino de tus mandatos.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Porque deseamos que la luz de
Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino llegue a
nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, concédenos que
la celebración de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la
alegría de saber que estamos salvados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
Himno: AL SEÑOR CONFESAMOS, ¡ALELUYA!
Al Señor confesamos, ¡aleluya!
En la hora de tercia a la mañana
se llenaron los suyos de
esperanza,
y lejos de la noche y de la duda
salieron con la llama y la
palabra.
Al Señor adoramos, ¡aleluya!
Han marcado sus pies nuestros
caminos,
marcó su nombre el nombre de los
siglos,
y en la tierra su voz cual voz
ninguna
convoca seguidores y testigos.
Al Señor esperamos, ¡aleluya!
Y ahora celebramos al Viviente,
a Jesús victorioso de la muerte;
acéptanos, oh Cristo, cual
liturgia
de gloria que ganaste y a ti
vuelve. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios
mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL
PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y
salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE
JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de
justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro
Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Cf. Hch
4, 11-12
Jesús es la piedra que desecharon
los arquitectos y que se ha convertido en piedra angular; en ningún otro se
encuentra la salud, y no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por
el que nosotros debamos salvarnos.
V. Verdaderamente ha resucitado
el Señor. Aleluya.
R. Y se ha aparecido a Simón.
Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso, concédenos que
la celebración de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la
alegría de saber que estamos salvados. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VERBO DE DIOS, EL SOL DE
MEDIODÍA
Verbo de Dios, el sol de
mediodía,
amable mensajero de tu rostro,
fecunda nuestra tierra y la
hermosea
como fuente de luz, de vida y
gozo.
Más hermoso tu cuerpo, que es
pleroma
del infinito amor jamás gastado;
y de ese mar sin fondo ni ribera
la Iglesia es tu pleroma
continuado.
Verbo de Dios, que reinas sin
fatiga,
que emerges victorioso del
trabajo,
reina dichoso tú que nos esperas
mientras nosotros vamos
caminando. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA
DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los
esclavos
fijos en las manos de sus
señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor,
misericordia,
que estamos saciados de
desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL
NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de
nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de
nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra
nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el
cuello;
nos habrían llegado hasta el
cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos
entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un
pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del
Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU
PUEBLO.
Los que confían en el Señor son
como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para
siempre.
Jerusalén está rodeada de
montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los
malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los
buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas
tortuosas,
que los rechace el Señor con los
malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Cf. 1Pe
3, 21-22a
A vosotros os salva el bautismo,
el cual no es remoción de las manchas del cuerpo, sino la petición que hace a
Dios una buena conciencia, en virtud de la resurrección de Jesucristo, que está
a la diestra de Dios.
V. Los discípulos se llenaron de
alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso, concédenos que
la celebración de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la
alegría de saber que estamos salvados. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REINA EL SEÑOR ALLÍ DONDE
NINGUNO
Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya dado el
mundo;
reina el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.
Reina el Señor, el compasivo
siervo,
que en sus hombros cargó nuestro
madero;
vive el muerto en la cruz, el
sepultado
y con hierro sellado y
custodiado.
Cruzó el oscuro valle de la
muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra
sentencia.
Pero reina el Señor, la tierra
goza,
y ya se escuchan los cánticos de
boda.
¡Gloria al Señor Jesús
resucitado,
nuestra esperanza y triunfo
deseado! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 118, 137-144
Señor, tú eres justo,
tus mandamientos son rectos;
has prescrito leyes justas
sumamente estables;
me consume el celo,
porque mis enemigos olvidan tus
palabras.
Tu promesa es acrisolada,
y tu siervo la ama;
soy pequeño y despreciable,
pero no olvido tus decretos;
tu justicia es justicia eterna,
tu voluntad es verdadera.
Me asaltan angustias y aprietos,
tus mandatos son mi delicia;
la justicia de tus preceptos es
eterna,
dame inteligencia y tendré vida.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 87 I - ORACIÓN DE UN HOMBRE
GRAVEMENTE ENFERMO
Señor, Dios mío, de día te pido
auxilio,
de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.
Porque mi alma está colmada de
desdichas,
y mi vida está al borde del
abismo;
ya me cuentan con los que bajan a
la fosa,
soy como un inválido.
Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el
sepulcro,
de los cuales ya no guardas
memoria,
porque fueron arrancados de tu
mano.
Me has colocado en lo hondo de la
fosa,
en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 87 II
Has alejado de mí a mis
conocidos,
me has hecho repugnante para
ellos:
encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.
Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los
muertos?
¿Se alzarán las sombras para
darte gracias?
¿Se anuncia en el sepulcro tu
misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la
muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la
tiniebla
o tu justicia en el país del
olvido?
Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro
mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?
Desde niño fui desgraciado y
enfermo,
me doblo bajo el peso de tus
terrores,
pasó sobre mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:
me rodean como las aguas todo el
día,
me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y
compañeros:
mi compañía son las tinieblas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Col 3,
1-2
Si habéis sido resucitados con
Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de
Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
V. Quédate con nosotros, Señor.
Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso, concédenos que
la celebración de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la
alegría de saber que estamos salvados. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: NOS REÚNE DE NUEVO EL
MISTERIO
Nos reúne de nuevo el misterio
del Señor que resurge a la vida,
con su luz ilumina a la Iglesia,
como el sol al nacer cada día.
Resucita también nuestras almas,
que tu muerte libró del castigo
y vencieron contigo al pecado
en las aguas del santo bautismo.
Transfigura los cuerpos mortales
que contemplan tu rostro
glorioso,
bella imagen del Dios invisible
que ha querido habitar con
nosotros.
Cuando vengas, Señor, en tu
gloria,
que podamos salir a tu encuentro,
y a tu lado vivamos por siempre
dando gracias al Padre en el
reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cantadnos un cantar de Sión.
Aleluya.
Salmo 136, 1-6 - JUNTO A LOS
CANALES DE BABILONIA.
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con
nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a
divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»
¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano
derecha;
que se me pegue la lengua al
paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantadnos un cantar de Sión.
Aleluya.
Ant 2. En medio de los peligros
me conservaste la vida. Aleluya.
Salmo 137 - HIMNO DE ACCIÓN DE
GRACIAS DE UN REY
Te doy gracias, Señor, de todo
corazón;
delante de los ángeles tañeré
para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre;
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu
fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor, los
reyes de la tierra
al escuchar el oráculo de tu
boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es
grande.
El Señor es sublime, se fija en
el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu izquierda contra la
ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores
conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus
manos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En medio de los peligros me
conservaste la vida. Aleluya.
Ant 3. Tuyos son, Señor, el poder
y la riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap
4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro,
de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no
existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y
abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para
Dios
hombres de toda raza, lengua,
pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro
Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y
la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y
la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tuyos son, Señor, el poder y
la riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 2,
4-5
Acercándoos al Señor, la piedra
viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios, también
vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del
Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales
que Dios acepta por Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de
alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de
alegría. Aleluya, aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de
alegría. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Yo conozco a mis ovejas y
ellas me siguen, y yo les doy vida eterna. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL
ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador;
porque ha mirado la humillación
de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas
las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus
fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de
corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de
bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a
nuestros padres-
en favor de Abraham y su
descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo conozco a mis ovejas y
ellas me siguen, y yo les doy vida eterna. Aleluya.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que con su
resurrección ha reanimado la esperanza de su pueblo, y digámosle:
Señor Jesús, tú que siempre vives
para interceder por nosotros, escúchanos.
Señor Jesús, de cuyo costado
abierto salió sangre y agua,
haz de la Iglesia tu esposa
inmaculada.
Pastor supremo de la Iglesia, que
después de tu resurrección encomendaste a Pedro, al confesarte su amor, el
cuidado de tus ovejas,
concede al papa Francisco un amor
ardiente y un celo apostólico.
Tú que concediste una pesca
abundante a los discípulos que pescaban en el mar,
envía operarios que continúen su
trabajo apostólico.
Tú que preparaste a la orilla del
mar el pan y los peces para los discípulos,
no permitas que nuestros hermanos
mueran de hambre por culpa nuestra.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Señor Jesús, nuevo Adán, que nos
das la vida, transforma a nuestros difuntos a imagen tuya,
para que compartan contigo la
alegría de tu reino.
Sintiéndonos verdaderos hijos de
Dios, digamos a nuestro Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, concédenos que
la celebración de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la alegría
de saber que estamos salvados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de
los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos
guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso
nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al
final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente
nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios
todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y
omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por
mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María,
siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios,
nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga
misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
Himno: EL CORAZÓN SE DILATA
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y
SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi
súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente
frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está
yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra
reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la
fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de
seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame
vivo;
por tu clemencia, sácame de la
angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe
5,8-9
Sed sobrios, estad despiertos,
vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar;
resistidle, firmes en la fe.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios leal, nos
librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Aleluya.
CÁNTICO DE
SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en
paz,
porque mis ojos han visto a tu
Salvador,
a quien has presentado ante todos
los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Ilumina, Señor, nuestra noche y
concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y
podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos
conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA
VIRGEN
Reina del cielo, alégrate,
aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno,
aleluya,
ha resucitado, según su palabra,
aleluya.
Ruega al Señor por nosotros,
aleluya.