Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
MARTES DE LA SEMANA XVII
De la feria - Salterio I
30 de julio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Al Señor, al gran
Rey, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: AL CANTO DE LOS GALLOS.
Al canto de los gallos
viene la aurora;
los temores se alejan
como las sombras.
¡Dios, Padre nuestro,
en tu nombre dormimos
y amanecemos!
Como luz nos visitas,
Rey de los hombres,
como amor que vigila
siempre de noche;
cuando el que duerme
bajo el signo del sueño
prueba la muerte.
Del sueño del pecado
nos resucitas,
y es señal de tu gracia
la luz amiga.
¡Dios que nos velas!,
tú nos sacas por gracia
de las tinieblas.
Gloria al Padre y al Hijo,
gloria al Espíritu,
al que es paz, luz y vida,
al Uno y Trino;
gloria a su nombre
y al misterio divino
que nos lo esconde. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. El hombre de manos
inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.
Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares,
El la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. El hombre de manos
inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.
Ant. 2. Ensalzad con
vuestras obras al rey de los siglos.
Cántico: ESPERANZA DE ISRAEL EN BABILONIA Tb 13,
1-10
Bendito sea Dios, que vive eternamente,
y cuyo reino dura por los siglos:
él azota y se compadece,
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano.
Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles,
porque él nos dispersó entre ellos.
Proclamad allí su grandeza,
ensalzadlo ante todos los vivientes:
que él es nuestro Dios y Señor,
nuestro Padre por todos los siglos.
Él nos azota por nuestros delitos,
pero se compadecerá de nuevo,
y os congregará de entre todas las naciones
por donde estáis dispersados.
Si volvéis a él de todo corazón
y con toda el alma,
siendo sinceros con él,
él volverá a vosotros
y no os ocultará su rostro.
Veréis lo que hará con vosotros,
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los siglos.
Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y su poder
a un pueblo pecador.
Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizá os mostrará benevolencia
y tendrá compasión.
Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo,
y me alegraré de su grandeza.
Anuncien todos los pueblos sus maravillas
y alábenle sus elegidos en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Ensalzad con
vuestras obras al rey de los siglos.
Ant. 3. El Señor merece la
alabanza de los buenos.
Salmo 32 - HIMNO AL PODER Y A LA PROVIDENCIA DE
DIOS
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando vuestra música con aclamaciones:
que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales,
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano.
Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante él los habitantes del orbe:
porque él lo dijo, y existió;
él lo mandó, y surgió.
El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres;
desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones.
No vence el rey por su gran ejército,
no escapa el soldado por su mucha fuerza,
nada valen sus caballos para la victoria,
ni por su gran ejército se salva.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros esperamos en el Señor:
él es nuestro auxilio y escudo,
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. El Señor merece la
alabanza de los buenos.
LECTURA BREVE Rm 13, 11b. 12-13a
Ya es hora que despertéis del sueño. La noche va pasando, el día está encima;
desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de
la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad.
RESPONSORIO BREVE
V. Dios mío, mi
escudo y peña en que me amparo.
R. Dios mío, mi
escudo y peña en que me amparo.
V. Mi alcázar, mi
libertador.
R. En que me amparo.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Dios mío, mi
escudo y peña en que me amparo.
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 11, 1-4. 26-43
PECADOS DE SALOMÓN. REBELIÓN Y FUGA DE JEROBOAM
En aquellos días, el rey Salomón se enamoró de muchas mujeres extranjeras,
además de la hija del faraón: moabitas, amonitas, edomitas, fenicias e hititas,
de las naciones de quienes había dicho el Señor a los de Israel:
«No os unáis con ellas, ni ellas con vosotros, porque os desviarán el corazón
tras sus dioses.»
Salomón se enamoró perdidamente de ellas; tuvo setecientas esposas y
trescientas concubinas. Y así, cuando llegó a viejo, sus mujeres desviaron su
corazón tras dioses extranjeros; su corazón ya no perteneció por entero al
Señor, como el corazón de David, su padre.
Jeroboam, hijo de Nabat, era efraimita, natural de Serdá; su madre, llamada
Servá, era viuda. Siendo funcionario de Salomón, se rebeló contra el rey. La
ocasión de rebelarse contra el rey fue ésta: Salomón estaba construyendo el
terraplén para rellenar el foso de la ciudad de David, su padre. Jeroboam era
un hombre de valer, y Salomón, viendo que el joven trabajaba bien, lo nombró
capataz de todos los cargadores de la casa de José. Un día, salió Jeroboam de
Jerusalén, y el profeta Ajías, de Siló, envuelto en un manto nuevo, se lo
encontró en el camino; estaban los dos solos, en descampado. Ajías tomó su
manto nuevo, lo rasgó en doce trozos y dijo a Jeroboam:
«Cógete diez trozos, porque así dice el Señor Dios de Israel: "Voy a
arrancarle el reino a Salomón y voy a darte a ti diez tribus; lo restante será
para él, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que elegí
entre todas las tribus de Israel; porque me ha abandonado y ha adorado a
Astarté, diosa de los fenicios, a Camós, dios de Moab, a Malcón, dios de los
amonitas, y no ha caminado por mis sendas, practicando lo que yo apruebo, mis
mandatos y preceptos, como su padre, David.
No le quitaré todo el reino; en consideración a mi siervo David, a quien elegí,
que guardó mis leyes y preceptos, lo mantendré de jefe mientras viva; pero a su
hijo le quito el reino y te doy a ti diez tribus. A su hijo le daré una tribu,
para que mi siervo David tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la
ciudad que me elegí para que residiera allí mi Nombre.
En cuanto a ti, voy a escogerte para que seas rey de Israel, según tus
ambiciones. Si obedeces en todo lo que yo te ordene y caminas por mis sendas y
practicas lo que yo apruebo, guardando mis mandatos y preceptos, como lo hizo
mi siervo David, yo estaré contigo y te daré una dinastía duradera, como hice
con David, y te daré Israel. Humillaré a los descendientes de David por esto,
aunque no para siempre."»
Salomón intentó matar a Jeroboam, pero Jeroboam emprendió la fuga a Egipto,
donde reinaba Sisac, y estuvo allí hasta que murió Salomón.
Para más datos sobre Salomón, sus empresas y su sabiduría, véanse los Anales de
Salomón. Salomón reinó en Jerusalén, sobre todo Israel, cuarenta años. Cuando
murió, lo enterraron en la ciudad de David, su padre. Su hijo Roboam le sucedió
en el trono.
RESPONSORIO Sir 47, 22. 24; 2Tm 2, 13
R. Tú, Salomón, pusiste un borrón sobre tu gloria; pero el Señor no
renuncia jamás a su lealtad, * no deja que se pierdan sus palabras.
V. Dios permanece fiel, porque no puede desmentirse a sí mismo.
R. No deja que se pierdan sus palabras.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Basilio Magno, obispo.
(Homilía 3, Sobre la caridad, 6: PG 31, 266-267. 275)
SEMBRAD PARA VOSOTROS MISMOS EN JUSTICIA
Oh hombre, imita a la tierra; produce fruto igual que ella, no sea que parezcas
peor que ella, que es un ser inanimado. La tierra produce unos frutos de los
que ella no ha de gozar, sino que están destinados a tu provecho. En cambio,
los frutos de beneficencia que tú produces los recolectas en provecho propio,
ya que la recompensa de las buenas obras revierte en beneficio de los que las
hacen. Cuando das al necesitado, lo que le das se convierte en algo tuyo y se
te devuelve acrecentado. Del mismo modo que el grano de trigo, al caer en
tierra, cede en provecho del que lo ha sembrado, así también el pan que tú das
al pobre te proporcionará en el futuro una ganancia no pequeña. Procura, pues,
que el fin de tus trabajos sea el comienzo de la siembra celestial: Sembrad
para vosotros mismos en justicia, dice la Escritura.
Tus riquezas tendrás que dejarlas aquí, lo quieras o no; por el contrario, la
gloria que hayas adquirido con tus buenas obras la llevarás hasta el Señor,
cuando, rodeado de los elegidos, ante el juez universal, todos proclamarán tu
generosidad, tu largueza y tus beneficios, atribuyéndote todos los apelativos
indicadores de tu humanidad y benignidad. ¿Es que no ves cómo muchos dilapidan
su dinero en los teatros, en los juegos atléticos, en las pantomimas, en las
luchas entre hombres y fieras, cuyo solo espectáculo repugna, y todo por una
gloria momentánea, por el estrépito y aplauso del pueblo?
Y tú, ¿serás avaro, tratándose de gastar en algo que ha de redundar en tanta
gloria para ti? Recibirás la aprobación del mismo Dios, los ángeles te
alabarán, todos los hombres que existen desde el origen del mundo te
proclamarán bienaventurado; en recompensa por haber administrado rectamente
unos bienes corruptibles, recibirás la gloria eterna, la corona de justicia, el
reino de los cielos. Y todo esto te tiene sin cuidado, y por el afán de los
bienes presentes menosprecias aquellos bienes que son el objeto de nuestra
esperanza. Ea, pues, reparte tus riquezas según convenga, sé liberal y
espléndido en dar a los pobres. Ojalá pueda decirse también de ti: Reparte
limosna a los pobres, su caridad es constante.
Deberías estar agradecido, contento y feliz por el honor que se te ha
concedido, al no ser tú quien ha de importunar a la puerta de los demás, sino
los demás quienes acuden a la tuya. Y en cambio te retraes y te haces casi
inaccesible, rehuyes el encuentro con los demás, para no verte obligado a
soltar ni una pequeña dádiva. Sólo sabes decir: «No tengo nada que dar, soy
pobre.» En verdad eres pobre y privado de todo bien: pobre en amor, pobre en
humanidad, pobre en confianza en Dios, pobre en esperanza eterna.
RESPONSORIO Is 58, 7-8
R. Parte tu pan con el que tiene hambre, da hospedaje a los pobres
que no tienen techo; * entonces brillará tu luz como la aurora, y tu justicia
te abrirá camino.
V. Cuando veas a alguien desnudo, cúbrelo, y no desprecies a tu
semejante.
R. Entonces brillará tu luz como la aurora, y tu justicia te abrirá
camino.
Martes, 30
de julio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,36-43):
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa.
Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña
en el campo.»
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el
campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son
los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha
es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la
cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus
ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los
arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga
oídos, que oiga.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Nos ha suscitado
el Señor una fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus
Santos profetas.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1,
68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Nos ha suscitado
el Señor una fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus
Santos profetas.
PRECES
Ya que hemos sido llamados a participar de una vocación celestial, bendigamos
por ello a Jesús, el pontífice de nuestra fe, y supliquémosle diciendo:
Escúchanos, Señor.
Señor Jesús, que por el bautismo has hecho de nosotros un sacerdocio real,
haz que nuestra vida sea un continuo sacrificio de alabanza.
Ayúdanos, Señor, a guardar tus mandatos
para que por la fuerza del Espíritu Santo nosotros permanezcamos en ti y tú en
nosotros.
Danos tu sabiduría eterna
para que permanezca con nosotros y con nosotros trabaje.
Concédenos ser la alegría de cuantos nos rodean
y fuente de esperanza para los decaídos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que
Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Escucha, Señor, nuestra oración matutina y con la luz de tu misericordia
alumbra la oscuridad de nuestro corazón: para que, habiendo sido iluminados por
tu claridad, no andemos nunca tras las obras de las tinieblas. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Nació en Zapotlanejo, Jalisco el 8 de setiembre de
1868. Hija de un matrimonio muy numeroso -ella fue la doceava hija- desarrolló
durante su juventud un estilo de vida que la acercó a la plena consagración al
Señor.
En noviembre de 1905 asistió, en Guadalajara, a una
jornada de ejercicios espirituales donde aceptó dócilmente ser sierva del
Señor, ingresando luego a un instituto religioso que recién se había creado,
las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús, fundada por el canónigo Atenógenes
Silva para atender a los enfermos abandonados y a los menesterosos.
El 25 de enero de 1921 se realizaron las primeras
elecciones canónicas de la congregación, siendo entonces electa superiora
general; este nombramiento aumentó su fidelidad al deber. De 1926 a 1929,
durante la crudelísima persecución religiosa, mantuvo con firmeza la vida
espiritual y la disciplina del instituto a ella confiado y redactó las
constituciones de su congregación, aprobadas por el arzobispo de Guadalajara, Mons.
Francisco Orozco y Jiménez.
El 8 de setiembre de 1930, fiesta de la Natividad
de María, ella y las hermanas elegidas, formularon sus votos perpetuos; su
nombre, Natividad, lo cambió por el de María de Jesús Sacramentado. Durante 33
años, hasta 1954, fecha en que dejó la dirección a ella confiada, fundó
dieciséis casas para atender enfermos y ancianos desvalidos. Durante su vida
prodigó cuidados verdaderamente maternales a los enfermos y a las religiosas
puestas bajo su tutela; su fortaleza la atribuía a la recepción cotidiana de la
Sagrada Eucaristía.
Los últimos años de su vida, marcados por la
enfermedad y decrepitud, dio ejemplo de abnegación y entereza. Murió en
Guadalajara el 30 de julio de 1959, cuando contaba con 91 años de edad en el
hospital del Sagrado Corazón de Guadalajara donde se guardan sus restos.
San Pedro, quien fue uno de los oradores más famosos de la Iglesia
Católica, nació en Imola, Italia y fue formado por el Obispo de esa ciudad
Cornelio, por el cual conservó siempre una gran veneración. El Obispo Cornelio
convenció a San Pedro de que en el dominio de las propias pasiones y en el
rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que este es un medio
seguro para conseguir las bendiciones de Dios.
San Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la
madre de éste, Plácida, y por recomendación de los dos, fue nombrado Arzobispo
de Ravena. También gozó de la amistad del Papa San León Magno.
Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en esta ciudad un
gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por convertirlos, que
cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes en este lugar.
A la gente le agradaba mucho sus sermones, y por eso le pusieron
el sobrenombre de crisólogo, que quiere decir, el que habla muy bien. Su modo
de hablar era conciso, sencillo y práctico. La gente se admiraba de que en
predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las verdades más
importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y
cuidadosamente redactados. Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue
nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.
Recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes
a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas.
Murió el 30 de julio del año 451.