Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA XVI
De la Feria. Salterio IV
21 de julio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Pueblo del Señor,
rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pueblo del Señor,
rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.
Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dad gracias al Señor porque es eterna su
misericordia. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE
LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al
Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Ant 2. Aleluya. Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn
3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Ant 3. Todo ser que
alienta, alabe al Señor. Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo ser que
alienta, alabe al Señor. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Tm 2, 8. 11-13
Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre
los muertos. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él,
viviremos también con él. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos
también con él; si rehusamos reconocerle, también él nos rechazará; si le somos
infieles, él permanece fiel; no puede él desmentirse a sí mismo.
RESPONSORIO BREVE
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias,
¡oh Dios!, invocando tu nombre.
V. Pregonando tus
maravillas.
R. Invocando tu
nombre.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias,
¡oh Dios!, invocando tu nombre.
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de Samuel 15, 7-14. 24-30; 16, 5-13
REVOLUCIÓN DE ABSALÓN Y HUIDA DE DAVID
En aquellos días, dijo Absalón al rey David:
«Permíteme que vaya a Hebrón a cumplir el voto que hice al Señor. Porque tu
siervo hizo voto cuando estaba en Guesur de Aram, diciendo: "Si el Señor
me permite volver a Jerusalén, le daré culto en Hebrón."»
El rey le dijo:
«Vete en paz.»
Él se levantó y se fue a Hebrón. Envió Absalón mensajeros a todas las tribus de
Israel, diciendo:
«Cuando oigáis sonar el cuerno decid: "¡Absalón se ha proclamado rey en
Hebrón!"»
Con Absalón habían partido de Jerusalén doscientos hombres invitados; eran
inocentes y no sabían absolutamente nada. Absalón mandó a buscar a su ciudad de
Guiló a Ajitófel el guilonita, consejero de David, y lo tuvo consigo cuando
ofrecía los sacrificios. Así la conjuración se fortalecía y los partidarios de
Absalón iban aumentando. Llegó uno que avisó a David:
«El corazón de los hombres de Israel va tras de Absalón.»
Entonces David dijo a todos los servidores que estaban con él en Jerusalén:
«Levantaos y huyamos, porque no tenemos escape ante Absalón. Apresuraos a
partir, no sea que venga a toda prisa y nos dé alcance, vierta sobre nosotros
la ruina y pase la ciudad a filo de espada.»
Iban también con él Sadoq y todos los levitas, llevando el arca de la alianza
de Dios. Se detuvieron con el arca de Dios junto a Abiatar hasta que todo el
pueblo acabó de salir de la ciudad. Dijo el rey a Sadoq:
«Haz volver el arca de Dios a la ciudad. Si he hallado gracia a los ojos del
Señor, me hará volver y me permitirá ver el arca y su morada. Y si él dice:
"No me has agradado", que me haga lo que mejor le parezca.»
Dijo también el rey al sacerdote Sadoq:
«Mirad, tú y Abiatar volveos en paz a la ciudad, con vuestros dos hijos,
Ajimaas, tu hijo, y Jonatán, hijo de Abiatar. Mirad, yo me detendré en las
llanuras del desierto, hasta que me llegue una palabra vuestra que me dé
noticias.»
Sadoq y Abiatar volvieron el arca de Dios a Jerusalén y se quedaron allí. David
subía la cuesta de los Olivos, subía llorando con la cabeza cubierta y los pies
desnudos; y toda la gente que estaba con él había cubierto su cabeza y subía la
cuesta llorando.
Cuando el rey David llegó a Bajurim salió de allí un hombre de la familia de la
casa de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá. Iba maldiciendo mientras avanzaba.
Tiraba piedras a David y a todos los servidores del rey, mientras toda la gente
y todos los servidores se colocaban a derecha e izquierda. Semeí decía
maldiciendo:
«Vete, vete, hombre sanguinario y malvado. El Señor haga caer sobre ti toda la
sangre de la casa de Saúl, cuyo reino usurpaste. Así el Señor ha entregado tu
reino en manos de Absalón, tu hijo. Has caído en tu propia maldad, porque eres
un hombre sanguinario.»
Abisay, hijo de Sarvia, dijo al rey:
«¿Por qué ha de maldecir este perro muerto a mi señor el rey? Voy ahora mismo y
le corto la cabeza.»
Respondió el rey:
«¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Deja que maldiga, pues, si el
Señor le ha dicho: "Maldice a David", ¿quién le puede decir:
"Por qué haces esto"?»
Y añadió David a Abisay y a todos sus siervos:
«Mirad, mi hijo, salido de mis entrañas, busca mi muerte, pues ¿cuánto más
ahora un benjaminita? Dejadlo que maldiga, pues se lo ha mandado el Señor.
Acaso el Señor mire mi aflicción y me devuelva el Señor bien por las
maldiciones de este día.»
Y David y sus hombres prosiguieron su camino, mientras Semeí marchaba por el
flanco de la montaña, paralelo a él; iba maldiciendo, tirando piedras y
arrojando polvo.
RESPONSORIO Sal 40, 10; Mc 14, 18
R. Mi amigo, de quien yo me fiaba, * el que compartía mi pan es el
primero en traicionarme.
V. Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo.
R. El que compartía mi pan es el primero en traicionarme.
SEGUNDA LECTURA
Comienza la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a
los Magnesios
(Cap. 1, 1--5, 2: Funk 1, 191-195)
ES NECESARIO NO SOLO LLAMARSE CRISTIANOS, SINO SERLO EN REALIDAD
Ignacio por sobrenombre Teóforo es decir Portador de Dios, a la Iglesia de
Magnesia del Meandro, a la bendecida en la gracia de Dios Padre por Jesucristo,
nuestro Salvador: mi saludo en él y mis votos por su más grande alegría en Dios
Padre y en Jesucristo.
Después de enterarme del orden perfecto de vuestra caridad según Dios, me he
determinado, con regocijo mío, a tener en la fe en Jesucristo esta conversación
con vosotros. Habiéndose dignado el Señor honrarme con un nombre en extremo
glorioso, voy entonando en estas cadenas que llevo por doquier un himno de
alabanza a las Iglesias, a las que deseo la unión con la carne y el espíritu de
Jesucristo, que es nuestra vida para siempre, una unión en la fe y en la
caridad, a la que nada puede preferirse, y la unión con Jesús y con el Padre;
en él resistimos y logramos escapar de toda malignidad del príncipe de este
mundo, y así alcanzaremos a Dios.
Tuve la suerte de veros a todos vosotros en la persona de Damas, vuestro
obispo, digno de Dios, y en la persona de vuestros dignos presbíteros Baso y
Apolonio, así como del diácono Soción, consiervo mío, de cuya compañía ojalá me
fuera dado gozar, pues se somete a su obispo como a la gracia de Dios, y al colegio
de ancianos como a la ley de Jesucristo.
Es necesario que no tengáis en menos la poca edad de vuestro obispo, sino que
mirando en él el poder de Dios Padre le tributéis toda reverencia. Así he
sabido que vuestros santos ancianos no menosprecian su juvenil condición, que
salta a la vista, sino que, como prudentes en Dios, le son obedientes, o por
mejor decir, no a él, sino al Padre de Jesucristo, que es el obispo o
supervisor de todos. Así pues, para honor de aquel que nos ha amado, es
conveniente obedecer sin ningún género de fingimiento, porque no es a este o a
aquel obispo que vemos a quien se trataría de engañar, sino que el engaño iría
dirigido contra el obispo invisible; es decir, en este caso, ya no es contra un
hombre mortal, sino contra Dios, a quien aun lo escondido está patente.
Es pues necesario no sólo llamarse cristianos, sino serlo en realidad; pues hay
algunos que reconocen ciertamente al obispo su título de vigilante o
supervisor, pero luego lo hacen todo a sus espaldas. Los tales no me parece a
mí que tengan buena conciencia, pues no están firmemente reunidos con la grey,
conforme al mandamiento.
Ahora bien, las cosas están tocando a su término, y se nos proponen juntamente
estas dos cosas: la muerte y la vida, y cada uno irá a su propio lugar. Es como
si se tratara de dos monedas, una de Dios y otra del mundo, que llevan cada una
grabado su propio cuño: los incrédulos, el de este mundo, y los que han
permanecido fieles por la caridad, el cuño de Dios Padre grabado por
Jesucristo. Y si no estamos dispuestos a morir por él, para imitar su pasión,
tampoco tendremos su vida en nosotros.
RESPONSORIO 1Tm 4, 12. 16. 15
R. Sé modelo para los fieles en las palabras y en el trato, en la
caridad, en la fe y en la pureza de vida. * Obrando así, te salvarás a ti mismo
y a los que te escuchan.
V. Pon interés en estas cosas, ocúpate de ellas, de modo que tus
progresos sean manifiestos a todos.
R. Obrando así, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.
Domingo, 21 de julio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 38-42):
EN aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió
en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor,
escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que,
acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que
me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es
necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Una hermana de Marta, llamada María, sentada a los
pies del Señor, escuchaba sus palabras.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Una hermana de
Marta, llamada María, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras.
PRECES
Dios nos ama y sabe lo que nos hace falta;
invoquémosle, pues, diciendo:
Te bendecimos y en ti confiamos, Señor.
Te alabamos, Dios todopoderoso, Rey del universo, porque a nosotros, injustos y
pecadores, nos has llamado al conocimiento de la verdad;
haz que te sirvamos con santidad y justicia.
Vuélvete hacia nosotros, Señor, tú que has querido abrirnos la puerta de tu
misericordia,
y haz que nunca nos apartemos del camino que lleva a la vida.
Ya que hoy celebramos la resurrección del Hijo de tu amor,
haz que este día transcurra lleno de gozo espiritual.
Da, Señor, a tus fieles el espíritu de oración y de alabanza,
para que en toda ocasión te demos gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Movidos ahora todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado acudamos
a Dios, de quien somos verdaderos hijos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y
multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la
esperanza y el amor, perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Lorenzo significa: coronado de laurel. Laureado.
Este santo ha sido quizás el más famoso predicador de la comunidad de Padres
Capuchinos.
Nació en Brindis (Italia) cerca de Nápoles. Desde
pequeño demostró tener una memoria asombrosa. Dicen que a los ocho años repitió
desde el púlpito de la Catedral un sermón escuchado a un famoso predicador, con
gran admiración de la gente.
Cuando pidió ser admitido como religioso en los
Padres Capuchinos, el superior le adevirtió que le iba a ser muy difícil
soportar aquella vida tan dura y tan austera. El joven le preguntó:
"Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?". "Si, lo habrá",
respondió el superior. "Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado
tendré fuerzas para sufrir por amor a El, cuaquier padecimiento".
La facilidad de Lorenzo para aprender idiomas y
para grabarse en la memoria todo lo que leía, dejó atónitos a sus superiores y
compañeros. Prácticamente se aprendía de memoria capítulos enteros de la S.
Biblia y muchas páginas más de libros piadosos. Hablaba seis idiomas: griego,
hebreo, latín, francés, alemán e italiano.
Y su capacidad para predicar era tan excepcional,
que siendo simple seminarista, ya le fue encomendado el predicar los 40 días de
Cuaresma en la Catedral de Venecia por dos años seguidos. Las gentes vibraban
de emoción al oir sus sermones, y muchos se convertían.
Un sacerdote le preguntó: "Fray Lorenzo, ¿a
qué se debe su facilidad para predicar? ¿A su formidable memoria?" Y él
respondió: "En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte
a que dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que
encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me
olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en
un libro misterioso venido del cielo".
Los capuchinos nombraron a Fray Lorenzo superior
del convento y luego superior de Italia. Más tarde al constatar las grandes
cualidades que tenía para gobernar, lo nombraron superior general de toda su
comunidad en el mundo. En sus años de superiorato recorrió muchos países
visitando los conventos de sus religiosos para animarlos a ser mejores y a
trabajar mucho por el reino de Cristo. Había días que caminaba a pie 50
kilómetros. No le asustaba desgastarse en su salud con tal de conseguir la
salvación de las almas y la extensión del reino de Dios. La gente lo amaba
porque era sumamente comprensivo y bondadoso, y porque sus consejos hacían un
gran bien. Siendo superior, sin embargo servía a la mesa a los demás, y lavaba
los platos de todos.
El Santo Padre, el Papa, lo envió a Checoslovaquia
y a Alemania a tratar de extender la religión católica en esos países. Se fue
con un buen grupo de capuchinos, y empezó a predicar. Pero en esos días un
ejército de 60 mil turcos mahometanos invadió el país con el fin de destruir la
religión, y el jefe de la nación pidió al Padre Lorenzo que se fuera con sus
capuchinos a entusiasmar a los 18 mil católicos que salían a defender la patria
y la religión. La batalla fue terriblemente feroz. Pero San Lorenzo y sus
religiosos recorrían el campo de batalla con una cruz en alto cada uno,
gritando a los católicos: "Ánimo, estamos defendiendo nuestra santa
religión". Y la victoria fue completa. Los soldados victoriosos
exclamaban: "La batalla fue ganada por el Padre Lorenzo".
El Papa Clemente VIII decía que el Padre Lorenzo
valía él solo más que un ejército.
El Sumo Pontífice lo envió de delegado suyo a
varios países, y siempre estuvo muy activo de nación en nación dirigiendo su
comunidad y fundando conventos, predicando contra los protestantes y herejes, y
trabajando por la paz y la conversión. Pero lo más importante en cada uno de
sus días eran las prácticas de piedad. Durante la celebración de la Santa Misa,
frecuentemente era arrebatado en éxtasis, y su orar era de todas las horas y en
todos los sitios. Por eso es que obtuvo tan grandes frutos apostólicos.
Dormía sobre duras tablas. Se levantaba por la
noche a rezar salmos. Ayunaba con frecuencia. Su alimento era casi siempre pan
y verduras. Huía de recibir honores, y se esforzaba por mantenerse siempre
alegre y de buen humor con todos. La gente lo admiraba como a un gran santo. Su
meditación preferida era acerca de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
En 1959 fue declarado "Doctor de la
Iglesia", por el Sumo Pontífice Juan XXIII. Y es que dejó escritos 15
volúmenes de enseñanzas, y entre ellos 800 sermones muy sabios. En Sagrada
Escritura era un verdadero especialista.
Cuando viajaba a visitar al rey de España enviado
por la gente de Nápoles para pedirle que destituyera a un gobernador que estaba
haciendo mucho mal, se sintió sin fuerzas y el 22 de julio de 1619, el día que
cumplía sus 60 años, murió santamente. Ha sido llamado el "Doctor
apostólico".
Ruega por nosotros, querido San Lorenzo, para que
no tengamos miedo a gastarnos y desgastarnos por Cristo y su Santa Iglesia,
como lo hiciste tú.
Dijo Jesús: "Si el grano de trigo muere,
produce mucho fruto".
Oración
Oh Dios, que para
gloria de tu nombre y salvación de las almas otorgaste a san Lorenzo de
Brindisi espíritu de consejo y fortaleza, concédenos llegar a conocer, con ese
mismo espíritu, las cosas que debemos realizar y la gracia de llevarlas a la
práctica después de conocerlas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
Amén.