Musica Para el Alma
martes, 15 de junio de 2021
EVANGELIO DE MATEO 6,7-15 CICLO B
*Lecturas
de la 11ª Semana del Tiempo Ordinario Ciclo B*
Jueves, 17 de junio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (6,7-15)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas
palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán
caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes
que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado
sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el
cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues
nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la
tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus
culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no
perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»
Palabra del Señor
(Hágase tu
Voluntad así en la tierra como en el cielo.)
*El
Señor quiere que preste más atención a su palabra. La voluntad del Señor es que
pueda vivir en la verdad y deje de las mentiras. La voluntad del Señor es que
pueda amar sin distinción y hay personas que no son de mi agrado. La voluntad
del Señor es que pueda llegar al perdón, y digo en mi interior a mí el que me
la hace me la paga. La voluntad del Señor es que me salve y me regala esta
oración “Padre Nuestro que…” y la pueda decir
a cada momento; esta oración es para mí, un camino, una guía que me lleva al
encuentro con el amor y la misericordia*.
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VÍSPERAS DEL JUEVES 17 SAN ALBERTO CHMIELOWSKI
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Alberto Chmielowski*
*TIEMPO
ORDINARIO*
*JUEVES
DE LA SEMANA XI*
De la Feria. Salterio III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Himno: SEÑOR, CUANDO FLORECE UN NUEVO DÍA.
Señor, cuando florece un nuevo día
en el jardín del tiempo,
no dejes que la espina del pecado
vierta en él su veneno.
El trabajo del hombre rompe el surco
en el campo moreno;
en frutos de bondad y de justicia
convierte sus deseos.
Alivia sus dolores con la hartura
de tu propio alimento;
y que vuelvan al fuego de tu casa
cansados y contentos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Salmo 86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Ant 2. El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede.
Cántico: EL BUEN PASTOR ES EL DIOS ALTISIMO Y SAPIENTÍSIMO - Is 40,
10-17
Mirad, el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.
¿Quién ha medido a puñados el mar
o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado en la balanza los montes
y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?
¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?
Mirad, las naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano,
el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.
En su presencia, las naciones todas,
como si no existieran,
son ante él como nada y vacío.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede.
Ant 3. Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus
pies.
Salmo 98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.
El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.
El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.
Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.
Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón
y un Dios vengador de sus maldades.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus
pies.
LECTURA BREVE 1Pe 4, 10-11
Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás,
como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que toma la
palabra que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio que lo haga en
virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por
medio de Jesucristo, Señor nuestro, cuya es la gloria y el imperio por los
siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V. Guardaré tus leyes.
R. Respóndeme, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V. En ti,
Señor, está la fuente viva.
R. Y tu luz nos hace ver la luz.
PRIMERA LECTURA
Del libro de los Jueces 6, 33—7, 8. 16-22
VICTORIA DE GEDEÓN CON UN PEQUEÑO EJÉRCITO
En aquellos días, todo Madián, Amalec y los hijos del oriente se reunieron,
pasaron el Jordán y acamparon en la llanura de Yizreel. Entonces el espíritu
del Señor tomó posesión de Gedeón; él tocó la trompeta y Abiezer fue en pos de
él. Envió mensajeros por todo Manasés, que se unió también a él; envió
igualmente mensajeros a Aser, Zabulón y Neftalí, que se pusieron en marcha y
vinieron a su encuentro. Gedeón dijo a Dios:
«Si verdaderamente vas a salvar por mis manos a Israel, como has dicho, yo voy
a tender un vellón sobre la era; si cae el rocío solamente sobre el vellón y
todo el suelo queda seco, sabré que tú salvarás a Israel por mi mano, como has
prometido.»
Y así sucedió. Gedeón se levantó de madrugada, estrujó el vellón y exprimió su
rocío: una copa llena de agua. Gedeón dijo a Dios:
«No te irrites contra mí si me atrevo a hablar de nuevo. Por favor, quisiera
hacer por última vez la prueba con el vellón: que quede ahora seco sólo el
vellón y que haya rocío por todo el suelo.»
Y Dios lo hizo así aquella noche. Quedó seco solamente el vellón y todo el
suelo estaba lleno de rocío.
Madrugó Yerubbaal (o sea Gedeón), así como todo el pueblo que estaba con él, y
acampó junto a En-Jarod; el campamento de Madián quedaba al norte del suyo, al
pie de la colina de Moré, en el valle. Entonces el Señor dijo a Gedeón:
«Demasiado numeroso es el pueblo que te acompaña para que ponga yo a Madián en
sus manos; no sea que vaya a enorgullecerse de ello a mi costa diciendo:
"¡Mi propia mano me ha salvado!" Así, pues, pregona esto entre el
pueblo: "El que tenga miedo y tiemble, que se vuelva."»
Gedeón los puso a prueba y veintidós mil hombres de la tropa se volvieron y
quedaron sólo diez mil. El Señor dijo a Gedeón:
«Todavía es demasiada gente. Hazlos bajar al agua y ahí te los pondré yo a
prueba. Aquel de quien te diga: "Que vaya contigo", ése irá contigo.
Y aquel de quien te diga: "Que no vaya contigo", ése no ha de ir.»
Gedeón hizo bajar a la gente al agua y el Señor le dijo:
«A todos los que laman el agua en su mano con la lengua, como lo hacen los perros,
los pondrás a un lado, y a todos los que se arrodillen para beber los pondrás a
otro lado.»
El número de los que lamieron el agua con la lengua resultó ser de trescientos.
Todo el resto del pueblo se arrodilló para beber. Entonces el Señor dijo a Gedeón:
«Con los trescientos hombres que han lamido el agua os salvaré y entregaré a
Madián en tus manos. Que todos los demás vuelvan cada uno a su casa.»
Gedeón recogió del pueblo cántaros y cuernos, y mandó a todos los demás
israelitas cada uno a su tienda, quedándose sólo con los trescientos hombres.
El campamento de Madián estaba debajo del suyo en el valle.
Gedeón dividió a los trescientos hombres en tres cuerpos. Les dio a todos
cuernos y cántaros vacíos, con antorchas dentro de los cántaros. Les dijo:
«Miradme a mí y haced lo mismo que yo haga. Cuando llegue yo al extremo del
campamento, lo que yo hiciere hacedlo también vosotros. Yo y todos mis
compañeros tocaremos los cuernos; vosotros tocaréis también los cuernos
alrededor del campamento y gritaréis: "¡Por el Señor y por Gedeón!"»
Gedeón y los cien hombres que lo acompañaban llegaron al extremo del
campamento, al comienzo de la guardia de la medianoche, cuando acababan de
hacer el relevo de los centinelas. Tocaron los cuernos y rompieron los cántaros
que llevaban en la mano. Entonces los tres cuerpos del ejército tocaron los
cuernos y rompieron los cántaros; en la izquierda sostenían las teas encendidas
y en la derecha los cuernos para tocarlos, y gritaban:
«¡Por el Señor y por Gedeón!»
Y se quedaron quietos cada uno en su puesto, alrededor del campamento. Todo el
campamento se despertó y, lanzando alaridos, se dieron a la fuga. Mientras los
trescientos hombres tocaban los cuernos, el Señor volvió la espada de cada uno
contra su compañero por todo el campamento, y se despedazaban unos a otros.
RESPONSORIO 2M 8, 18; 1Jn 5, 4
R. Ellos confían en sus armas y en su audacia; * nosotros
confiamos en el Dios todopoderoso.
V. Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.
R. Nosotros confiamos en el Dios todopoderoso.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del
Señor
(Cap. 18. 22: CSEL 3, 280-281. 283-284)
DESPUÉS DEL ALIMENTO, PEDIMOS EL PERDÓN DE LOS PECADOS
Continuamos la oración y decimos: Danos hoy nuestro pan de cada día. Esto puede
entenderse en sentido espiritual o literal, pues de ambas maneras aprovecha a
nuestra salvación. En efecto, el pan de vida es Cristo, y este pan no es sólo
de todos en general, sino también nuestro en particular. Porque, del mismo modo
que decimos: Padre nuestro, en cuanto que es Padre de los que lo conocen y
creen en él, de la misma manera decimos: Nuestro pan, ya que Cristo es el pan
de los que entramos en contacto con su cuerpo.
Pedimos que se nos dé cada día este pan, a fin de que los que vivimos en Cristo
y recibimos cada día su eucaristía como alimento saludable no nos veamos
privados, por alguna falta grave, de la comunión del pan celestial y quedemos
separados del cuerpo de Cristo, ya que él mismo nos enseña: Yo soy el pan vivo
bajado del cielo; todo el que coma de este pan vivirá eternamente; y el pan que
yo voy a dar es mi carne ofrecida por la vida del mundo.
Por lo tanto, si él afirma que los que coman de este pan vivirán eternamente,
es evidente que los que entran en contacto con su cuerpo y participan
rectamente de la eucaristía poseen la vida; por el contrario, es de temer, y
hay que rogar que no suceda así, que aquellos que se privan de la unión con el
cuerpo de Cristo queden también privados de la salvación, pues el mismo Señor
nos conmina con estas palabras: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no
bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Por eso pedimos que nos sea
dado cada día nuestro pan, es decir, Cristo, para que todos los que vivimos y
permanecemos en Cristo no nos apartemos de su cuerpo que nos santifica.
Después de esto, pedimos también por nuestros pecados, diciendo: Perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Después del alimento, pedimos el perdón de los pecados.
Esta petición nos es muy conveniente y provechosa, porque ella nos recuerda que
somos pecadores, ya que, al exhortarnos el Señor a pedir el perdón de los
pecados, despierta con ello nuestra conciencia. Al mandarnos que pidamos cada
día el perdón de nuestros pecados, nos enseña que cada día pecamos, y así nadie
puede vanagloriarse de su inocencia ni sucumbir al orgullo.
Es lo mismo que nos advierte Juan en su carta, cuando dice: Si decimos que no
tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y bondadoso es el Señor para
perdonarnos y purificarnos de toda iniquidad.
Dos cosas nos enseña en esta carta: que hemos de pedir el perdón de nuestros
pecados, y que esta oración nos alcanza el perdón. Por esto dice que el Señor
es fiel, porque él nos ha prometido el perdón de los pecados y no puede faltar
a su palabra, ya que, al enseñarnos a pedir que sean perdonados nuestras
ofensas y pecados, nos ha prometido su misericordia paternal y, en
consecuencia, su perdón.
RESPONSORIO Sal 30, 2. 4; 24, 18
R. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú eres mi
roca y mi baluarte. * Por tu nombre dirígeme y guíame.
V. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados.
R. Por tu nombre dirígeme y guíame.
*Lecturas
de la 11ª Semana del Tiempo Ordinario Ciclo B*
Jueves, 17 de junio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (6,7-15)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas
palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán
caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes
que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado
sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el
cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues
nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la
tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus
culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no
perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de
nuestros enemigos.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de
nuestros enemigos.
PRECES
Demos gracias al Señor, que guía y alimenta con amor a su pueblo,
y digámosle:
Te glorificamos por siempre, Señor.
Señor, rey del universo, te alabamos por el amor que nos tienes,
porque de manera admirable nos creaste y más admirablemente aún nos redimiste.
Al comenzar este nuevo día, pon en nuestros corazones el anhelo de servirte,
para que te glorifiquemos en todos nuestros pensamientos y acciones.
Purifica nuestros corazones de todo mal deseo,
y haz que estemos siempre atentos a tu voluntad.
Danos un corazón abierto a las necesidades de nuestros hermanos,
para que a nadie falte la ayuda de nuestro amor.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Acudamos ahora a nuestro Padre celestial, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno: a los pueblos que viven en tiniebla y
en sombra de muerte, ilumínalos con tu luz, ya que con ella nos ha visitado el
sol que nace de lo alto, Jesucristo, nuestro Señor. Él, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*San
Alberto Chmielowski*
Alberto, en su juventud, luchó por la libertad de su patria; luego
se dedicó al estudio y al ejercicio de su vocación artística en el campo de la
pintura; pero pronto centró su vida en el seguimiento de Cristo que atiende a
los más pobres y necesitados; los "Albertinos" y
"Albertinas", por él fundados en el seno de la Orden Tercera de San
Francisco, han seguido y ampliado su obra y su estilo humilde y fraterno.
Alberto Chmielowski, en el siglo Adán, nació en Igolomia, cerca de
Cracovia (Polonia), el 20 de agosto de 1845, de padres nobles: Adalberto y
Josefina Borzyslawska. Creció en un clima de ideales patrióticos, de una
profunda fe en Dios y de amor cristiano hacia los pobres. Quedó huérfano muy
pronto y sus familiares se hicieron cargo de él y de los demás hermanos,
ocupándose de su formación.
A los 18 años se matriculó en el Instituto Politécnico de Pulawy.
Tomó parte en la insurrección de Polonia en 1863. Cayó prisionero y se le
amputó una pierna a causa de una herida. Al fracasar la insurrección, se
trasladó al extranjero, huyendo de la represalia zarista. En Gante (Bélgica)
inició estudios de ingeniería. Dotado de buenas cualidades artísticas, decidió
estudiar pintura en París y en Munich. En 1874, maduro ya como artista, regresó
a Polonia, decidido a dedicar «el arte, el talento y sus aspiraciones a la
gloria de Dios». Comenzaron así a predominar en sus actividades artísticas los
temas religiosos. Uno de los mejores cuadros, el «Ecce Homo», fue el resultado
de una experiencia profunda del amor misericordioso de Cristo hacia el hombre,
experiencia que llevó a Chmielowski a su transformación espiritual.
En 1880 entró en la Compañía de Jesús como hermano lego. Después
de seis meses tuvo que dejar el noviciado por su mala salud. Superada una
profunda crisis espiritual, comenzó una nueva vida, dedicada totalmente a Dios
y a los hermanos. Acercándose a la miseria material y moral de quienes carecen
de techo y a los desheredados en los dormitorios públicos de Cracovia,
descubrió en la dignidad menospreciada de aquellos pobrecillos el rostro
humillado de Cristo, y decidió por amor del Señor renunciar al arte y vivir al
lado de los marginados una vida pobre, dedicándoles toda su persona.
El 25 de agosto de 1887 vistió el sayal gris y tomó el nombre de
hermano Alberto. Pasado un año, pronunció los votos religiosos, iniciando la
congregación de los Hermanos de la Orden Tercera de San Francisco, denominados
Siervos de los Pobres o Albertinos. En 1891 fundó la rama femenina de la misma
congregación (Albertinas) con la finalidad de socorrer a las mujeres
necesitadas y a los niños. El hermano Alberto organizó asilos para pobres,
casas para mutilados e incurables, envió a las hermanas a trabajar en
hospitales militares y lazaretos, fundó comedores públicos para pobres, y
asilos y orfanotrofios para niños y jóvenes sin techo. En los asilos para los
pobres, los hambrientos recibían pan; los sin techo, alojamiento; los desnudos,
vestidos; y los desocupados eran orientados a un trabajo. Todos contaban con su
ayuda, sin distinción de religión o nacionalidad. En la medida en que satisfacía
las necesidades elementales de los pobres, el hermano Alberto se ocupaba
también paternalmente de sus almas, tratando de reavivar en ellos la dignidad
humana, ayudándoles a reconciliarse con Dios.
Tomaba fuerza del misterio de la Eucaristía y de la Cruz para su
acción caritativa. A pesar de su invalidez, viajaba mucho para fundar nuevos
asilos en otras ciudades de Polonia y para visitar las casas religiosas.
Gracias a su espíritu emprendedor, cuando murió dejó fundadas 21 casas
religiosas en las cuales prestaban su trabajo 40 hermanos y 120 religiosos.
Murió, de cáncer de estómago, el día de Navidad de 1916 en
Cracovia, en el asilo por él fundado, pobre entre los pobres.
Antes de su muerte dijo a los hermanos y hermanas, señalando a la
Virgen de Czestochowa: «Esta Virgen es vuestra fundadora, recordadlo». Y: «Ante
todo, observad la pobreza». Su entera dedicación a Dios mediante el servicio a
los más necesitados, su pobreza evangélica a imitación de San Francisco de
Asís, su filial confianza en la divina Providencia, su espíritu de oración y su
unión con Dios en el trabajo de cada día son la herencia que ha dejado el
hermano Alberto a sus hijos e hijas espirituales. Enseñó a todos con el ejemplo
de su vida que «es necesario ser buenos como el pan, que está en la mesa, y que
cada cual puede tomar para satisfacer el hambre».
La herencia espiritual del hermano Alberto pervive en sus
congregaciones, que extienden su acción misionera por tierras de Polonia,
Italia, Estados Unidos y Argentina. Convencidos de la santidad del hermano
Alberto, sus contemporáneos lo definieron como «el hombre más grande de su
generación». Considerado el San Francisco polaco del siglo XX, el hermano
Alberto fue beatificado en Cracovia el 22 de junio de 1983 por el Papa Juan
Pablo II, quien también lo canonizó el 12 de noviembre de 1989 en Roma.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ENFRÍA, SEÑOR, MI BOCA
Enfría, Señor, mi boca;
Señor, reduce mi brasa;
dame, como te lo pido,
concordia de cuerpo y alma.
Frente al perverso oleaje,
ponme costado de gracia;
dame, como te demando,
concordia de cuerpo y alma.
Señor, mitiga mi angustia;
remite, Señor, mi ansia;
dame, como te la clamo,
concordia de cuerpo y alma.
No dejes que los sentidos
me rindan en la batalla;
Señor, Señor, no me niegues
concordia de cuerpo y alma. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Que tus fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.
Salmo 131 I - PROMESAS A LA CASA DE DAVID.
Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:
«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob.»
Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.
Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles te aclamen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que tus fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.
Ant 2. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.
Salmo 131 II.
El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.
Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.»
Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.
Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan;
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.
Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.
Ant 3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos
le servirán.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos
le servirán.
LECTURA BREVE 1Pe 3, 8-9
Procurad todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto fraternal,
con ternura, con humildad. No devolváis mal por mal o insulto por insulto; al
contrario, responded con una bendición, porque vuestra vocación mira a esto: a
heredar una bendición.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
V. Nos sació con miel silvestre.
R. Con flor de harina.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes.
PRECES
Invoquemos a Cristo, pastor, protector y ayuda de su pueblo,
diciendo:
Señor, refugio nuestro, escúchanos.
Bendito seas, Señor, que nos has llamado a tu santa Iglesia;
haz que seamos fieles a esta dignación de tu amor.
Tú que has encomendado al Papa Francisco la preocupación por todas las
Iglesias,
concédele una fe inquebrantable, una esperanza viva y una caridad solícita.
Da a los pecadores la conversión, a los que caen, fortaleza,
y concede a todos la penitencia y la salvación.
Tú que quisiste habitar en un país extranjero,
acuérdate de los que viven lejos de su familia y de su patria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
A todos los difuntos que esperaron en ti,
concédeles el descanso eterno.
Ya que por Jesucristo somos hijos de Dios, oremos con plena confianza a Dios
nuestro Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, te damos gracias por el día que termina e
imploramos tu clemencia para que nos perdones benignamente todas las faltas
que, por la fragilidad de la condición humana, en él hayamos cometido. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
LAS LECTURAS DEL JUEVES 17 DE JUNIO 2021
*Lecturas
de la 11ª Semana del Tiempo Ordinario Ciclo B*
Jueves, 17 de junio de 2021
Primera
lectura
Lectura de
la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,1-11):
Ojalá me toleraseis unos cuantos desvaríos; bueno, ya sé que me los toleráis.
Tengo celos de vosotros, los celos de Dios; quise desposaros con un solo
marido, presentándoos a Cristo como una virgen intacta. Pero me temo que, igual
que la serpiente sedujo a Eva con su astucia, se pervierta vuestro modo de
pensar y abandone la entrega y fidelidad a Cristo. Se presenta cualquiera
predicando un Jesús diferente del que yo predico, os propone un espíritu
diferente del que recibisteis, y un Evangelio diferente del que aceptasteis, y
lo toleráis tan tranquilos. ¿En qué soy yo menos que esos superapóstoles? En el
hablar soy inculto, de acuerdo; pero en el saber no, como os lo he demostrado
siempre y en todo. ¿Hice mal en abajarme para elevaros a vosotros? Lo digo
porque os anuncié de balde el Evangelio de Dios. Para estar a vuestro servicio,
tuve que saquear a otras Iglesias, aceptando un subsidio; mientras estuve con
vosotros, aunque pasara necesidad, no me aproveché de nadie; los hermanos que
llegaron de Macedonia proveyeron a mis necesidades. Mi norma fue y seguirá
siendo no seros gravoso en nada. Lo digo con la verdad de Cristo que poseo;
nadie en toda Acaya me quitará esta honra. ¿Por qué?, ¿porque no os quiero?
Bien lo sabe Dios.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
110,1-2.3-4.7-8
R/. Justicia y verdad
son las obras de tus manos, Señor
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente. R/.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud. R/.
*Lecturas
de la 11ª Semana del Tiempo Ordinario Ciclo B*
Jueves, 17 de junio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (6,7-15)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas
palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán
caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes
que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado
sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el
cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues
nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la
tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus
culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no
perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»
Palabra del Señor
(Hágase tu
Voluntad así en la tierra como en el cielo.)
*El
Señor quiere que preste más atención a su palabra. La voluntad del Señor es que
pueda vivir en la verdad y deje de las mentiras. La voluntad del Señor es que
pueda amar sin distinción y hay personas que no son de mi agrado. La voluntad
del Señor es que pueda llegar al perdón, y digo en mi interior a mí el que me
la hace me la paga. La voluntad del Señor es que me salve y me regala esta
oración “Padre Nuestro que…” y la pueda decir
a cada momento; esta oración es para mí, un camino, una guía que me lleva al
encuentro con el amor y la misericordia*.
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
EVANGELIO DE MATEO 6,1-6.16-18 CICLO B
*Lecturas
de la 11ª Semana del Tiempo Ordinario Ciclo B*
Miércoles, 16 de junio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra
justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no
tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas
limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en
las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que
no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en
secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no
seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y
en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han
recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la
puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo
escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los
hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la
cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre,
que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»
Palabra del Señor
(«Tu Padre, que ve en lo escondido,
te recompensará»).
*El ayuno bien hecho es fuerza que me ayuda a tener
dominio sobre mí, sobre mis deseos, pasiones, gustos, para llevarme a la fe. La
Limosna, me ayuda cuando la practico bien. Mi limosna tiene que ser para
agradar al Señor. La limosna a la que el Señor quiere dirigir mi alma es: A la
Limosna cargada de Sinceridad de poder (Hacer el bien sin mirar a quien). En la
oración el Señor me invita a una relación saludable y muy cercana a sentirme
hijo del Padre y el Padre tiene una recompensa especial para mí, cuando entro
en esa intimidad de hablar con él*
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VÍSPERAS DEL MIÉRCOLES 16. PROFETA SAN ELISEO
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Profeta San Eliseo*
16 de Junio
*Miércoles, XI semana del Tiempo Ordinario, feria
Salterio: miércoles de la tercera semana*
Laudes
Inicio
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Salmo 94: Invitación a la alabanza
divina
Ant: Adoremos
al Señor, creador nuestro.
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Adoremos
al Señor, creador nuestro.
Himno
Siempre es hora de la gracia,
¡despierte el alma dormida!
Los cangilones del sueño
van hurtando el agua viva
en la noria de las horas,
de las noches y los días.
Peldaños de eternidad
me ofrece el tiempo en su huida,
si, ascendiendo paso a paso,
lleno mis manos vacías.
Sólo el tiempo se redime,
quitándole su malicia.
Como una sombra se esfuman
del hombre vano los días,
pero uno solo ante Dios
cuenta mil años de espigas.
«Tus años no morirán»,
leo en la Sagrada Biblia:
lo bueno y noble perdura
eternizado en la dicha.
Sembraré, mientras es tiempo,
aunque me cueste fatigas.
Al Padre, al Hijo, al Espíritu
alabe toda mi vida:
el rosario de las horas,
de las noches y los días. Amén.
Primer Salmo
Salmo 85: Oración de un pobre ante las adversidades
Ant: Alegra el
alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Bendito sea Dios, que nos alienta en nuestras luchas (2Co 1,3.4)
Inclina tu oído, Señor,
escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Alegra el
alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Cántico AT
Isaías 33, 13-16: Dios juzgará con justicia
Ant: Dichoso
el hombre que camina por sendas de justicia y habla con rectitud.
La promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y para todos
los que están lejos (Hch 2,39)
Los lejanos, escuchad lo que he
hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.
Temen en Sión los pecadores,
y un temblor agarra a los perversos:
"¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?"
El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión,
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dichoso
el hombre que camina por sendas de justicia y habla con rectitud.
Segundo Salmo
Salmo 97: El Señor, juez vencedor
Ant: Aclamad
al Rey y Señor.
Este salmo canta la primera venida del Señor y la conversión de
las naciones (S. Atanasio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:
tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Aclamad
al Rey y Señor.
Lectura Bíblica
Jb 1,21; 2,10b
Desnudo
salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el
Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de Dios los
bienes, ¿no vamos a aceptar los males?.
V/. Inclina,
Señor, mi corazón a tus preceptos.
R/. Inclina,
Señor, mi corazón a tus preceptos.
V/. Dame vida
con tu palabra.
R/. mi
corazón a tus preceptos.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Inclina,
Señor, mi corazón a tus preceptos.
Lectura Bíblica
V/. La explicación de tus palabras ilumina.
R/. Da inteligencia a los ignorantes.
Gedeón vence con un mínimo ejército
Jc 6,33-40; 7,1-8.16-22
En aquellos días, los madianitas, los amalecitas y los orientales
se aliaron, cruzaron el río y acamparon en la llanura de Yezrael. El espíritu
del Señor se apoderó de Gedeón, que tocó a rebato, y Abiezer corrió a unírsele.
Envió mensajeros a Manasés, y se le unió; luego a Aser, Zabulón y Neftalí, y
también ellos vinieron a unírsele. Gedeón dijo a Dios:
«Si realmente vas a salvar a Israel por mi medio, como aseguraste,
mira, voy a extender en la era esta zalea: si cae el rocío sobre la lana
mientras todo el suelo queda seco, me convenceré de que vas a salvar a Israel
por mi medio, como aseguraste.»
Así sucedió. Al día siguiente, Gedeón madrugó, retorció la lana,
exprimiéndole el rocío, y llenó una cazuela de agua. Entonces Gedeón dijo a
Dios:
«No te enfades conmigo si te hago otra propuesta; haré sólo otra
vez la prueba con la zalea: que sólo ella quede seca, y en cambio caiga rocío
sobre el suelo.»
Así lo hizo Dios aquella noche: sólo la zalea quedó seca, mientras
que cayó rocío en todo el suelo.
Yerubaal, es decir, Gedeón, madrugó con su gente y acampó junto a
Fuentemblor. El campamento de Madián les quedaba al norte, junto a la colina de
Moré, en el valle. El Señor dijo a Gedeón:
«Llevas demasiada gente, para que yo os entregue Madián. No sea
que luego Israel se me gloríe, diciendo: "Mi mano me ha dado la
victoria." Vas a echar este pregón ante la tropa: "El que tenga miedo
o tiemble, que se vuelva."»
Se volvieron a casa veintidós mil hombres, y se quedaron diez mil.
El Señor dijo a Gedeón:
«Todavía es demasiada gente. Hazlos bajar a la fuente, y allí te
los seleccionaré. El que yo te diga que puede ir contigo irá contigo; pero el
que yo te diga que no puede ir contigo, ése, que no vaya.»
Gedeón mandó bajar a la tropa hacia la fuente, y el Señor le dijo:
«Los que beban el agua lengüeteando, como los perros, ponlos a un
lado; los que se arrodillen para beber, ponlos al otro lado.»
Los que bebieron lengüeteando, llevándose el agua a la boca con la
mano, fueron trescientos; los demás se arrodillaron para beber. El Señor dijo
entonces a Gedeón:
«Con esos trescientos que han bebido lengüeteando os voy a salvar,
entregando a Madián en vuestro poder. Todos los demás que se vuelvan a casa.»
Cogieron, pues, sus provisiones y sus trompetas, y Gedeón despidió
a los israelitas, cada uno a su casa, reteniendo consigo a los trescientos. El
campamento de Madián les quedaba abajo, en el valle.
Dividió a los trescientos hombres en tres cuerpos y entregó a cada
soldado una trompeta, un cántaro vacío y una antorcha en el cántaro. Luego les
dio estas instrucciones:
«Fijaos en mí y haced lo mismo que yo. Cuando llegue a las
avanzadas del campamento, vosotros haced lo que yo haga. Yo tocaré la trompeta,
y conmigo los de mi grupo; entonces también vosotros tocaréis en torno al
campamento y gritaréis: "¡El Señor y Gedeón!"»
Gedeón llegó con los cien hombres de su grupo a las avanzadas del
campamento, justamente cuando empezaba el relevo de media noche; en cuanto se
hizo el cambio de guardia, Gedeón tocó la trompeta y rompió el cántaro que
llevaba en la mano. Entonces los tres grupos tocaron las trompetas y rompieron
los cántaros; luego, empuñando en la mano izquierda la antorcha, y la trompeta
con la derecha, para poder tocar, gritaron:
«¡El Señor y Gedeón!»
Y se quedaron todos en su sitio alrededor del campamento. Todo el
campamento se alborotó, y empezaron a gritar y a huir, mientras seguían sonando
las trompetas.
El Señor hizo que se acuchillasen unos a otros en el campamento.
R/. Lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar al poder. Aún
más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta
para anular a lo que cuenta. De modo que nadie pueda gloriarse en presencia del
Señor.
V/. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes.
R/. De modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
Venga a nosotros tu reino, hágase
tu voluntad
San Cipriano, obispo y mártir
Tratado sobre el Padrenuestro
(Caps. 13-15: CSEL 3,275-278)
Prosigue la oración que comentamos: Venga a nosotros tu
reino. Pedimos que se haga presente en nosotros el reino de Dios, del
mismo modo que suplicamos que su nombre sea santificado en nosotros. Porque no
hay un solo momento en que Dios deje de reinar, ni puede empezar lo que siempre
ha sido y nunca dejará de ser. Pedimos a Dios que venga a nosotros nuestro
reino que tenemos prometido, el que Cristo nos ganó con su sangre y su pasión,
para que nosotros, que antes servimos al mundo, tengamos después parte en el
reino de Cristo, como él nos ha prometido, con aquellas palabras: Venid
vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde
la creación del mundo.
También podemos entender, hermanos muy amados, este reino de Dios,
cuya venida deseamos cada día, en el sentido de la misma persona de Cristo,
cuyo próximo advenimiento es también objeto de nuestros deseos. Él es la
resurrección, ya que en él resucitaremos, y por esto podemos identificar el
reino de Dios con su persona, ya que en él hemos de reinar. Con razón, pues,
pedimos el reino de Dios, esto es, el reino celestial, porque existe también un
reino terrestre. Pero el que ya ha renunciado al mundo está por encima de los
honores y del reino de este mundo.
Pedimos a continuación: Hágase tu voluntad así en la
tierra como en el cielo, no en el sentido de que Dios haga lo que
quiera, sino de que nosotros seamos capaces de hacer lo que Dios quiere. ¿Quién,
en efecto, puede impedir que Dios haga lo que quiere? Pero a nosotros sí que el
diablo puede impedirnos nuestra total sumisión a Dios en sentimientos y
acciones; por esto pedimos que se haga en nosotros la voluntad de Dios, y para
ello necesitamos de la voluntad de Dios, es decir, de su protección y ayuda, ya
que nadie puede confiar en sus propias fuerzas, sino que la seguridad nos viene
de la benignidad y misericordia divinas. Además, el Señor, dando pruebas de la
debilidad humana, que él había asumido, dice: Padre mío, si es posible,
que pase y se aleje de mi ese cáliz, y, para dar ejemplo a sus
discípulos de que hay que anteponer la voluntad de Dios a la propia,
añade: Pero, no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.
La voluntad de Dios es la que Cristo cumplió y enseñó. La humildad
en la conducta, la firmeza en la fe, el respeto en las palabras, la rectitud en
las acciones, la misericordia en las obras, la moderación en las costumbres; el
no hacer agravio a los demás y tolerar los que nos hacen a nosotros, el
conservar la paz con nuestros hermanos; el amar al Señor de todo corazón,
amarlo en cuanto Padre, temerlo en cuanto Dios; el no anteponer nada a Cristo,
ya que él nada antepuso a nosotros; el mantenernos inseparablemente unidos a su
amor, el estar junto a su cruz con fortaleza y confianza; y, cuando está en
juego su nombre y su honor, el mostrar en nuestras palabras la constancia de la
fe que profesamos, en los tormentos, la confianza con que luchamos y, en la
muerte, la paciencia que nos obtiene la corona. Esto es querer ser coherederos
de Cristo, esto es cumplir el precepto de Dios y la voluntad del Padre.
R/. El que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése
entrará en el reino de los cielos.
V/. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana
y mi madre.
R/. ése entrará en el reino de los cielos.
*Lecturas
de la 11ª Semana del Tiempo Ordinario Ciclo B*
Miércoles, 16 de junio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra
justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no
tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas
limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en
las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que
no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en
secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no
seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y
en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han
recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la
puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo
escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los
hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la
cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre,
que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»
Palabra del Señor
Cántico Evangélico
Ant: Ten
misericordia de nosotros, Señor, y recuerda tu santa alianza.
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de
Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Ten
misericordia de nosotros, Señor, y recuerda tu santa alianza.
Preces
Invoquemos a Cristo, que se entregó a sí mismo por la Iglesia, y
le da alimento y calor, diciendo:
*Mira, Señor, a tu Iglesia*.
·
- Bendito seas, Señor, Pastor de la Iglesia, que nos vuelves a dar
hoy la luz y la vida;
haz que sepamos agradecerte este magnífico don.
· - Mira
con amor a tu grey, que has congregado en tu nombre;
haz que no se pierda ni uno solo de los que el Padre te ha dado.
· - Guía a
tu Iglesia por el camino de tus mandatos,
y haz que el Espíritu Santo la conserve en la fidelidad.
· - Que tus
fieles, Señor, cobren nueva vida, participando en la mesa de tu pan y de tu
palabra,
para que, con la fuerza de este alimento, te sigan con alegría.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Concluyamos nuestra oración
diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro Maestro:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Señor
Dios, infunde en nuestras almas la claridad de tu luz, y, pues con tu sabiduría
nos has creado y con tu providencia nos gobiernas, haz que nuestro vivir y
nuestro obrar estén del todo consagrados a ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
*Profeta San Eliseo*
Eliseo ("Dios es mi salvación") es una figura
dominante del siglo IX antes de Cristo. Conocemos el nombre de su padre, Safat,
originario de Abel Meholah, al sur de Bewt-Shan, y sabemos que su familia era
acomodada (1 Re 19, 16-19).
El Carmelo desde siempre consideró a este
discípulo de San Elías, de quien heredó su doble espíritu, como su segundo
padre espiritual.
Dios le elige directa y especialmente (1 Re
19,16) para que vaya en seguimiento de Elías (1 Re 19,l9ss), al cual sucederá
después de la misteriosa desaparición de éste, heredando su espíritu en la
medida establecida por la Ley para los primogénitos: el doble que los otros
herederos [2 Re 2,1-15]. Su condición de "hombre de Dios" se revela
principalmente en los prodigios de todo género con que está entretejida su
vida. Los obra por sí mismo, para personas particulares y para comunidades
enteras.
Vivió hacia 850-800, sucesor de san Elías, al que supera ciertamente por el número y lo llamativo de
sus milagros, pero no por su personalidad y su influencia religiosa. Así, Elías
es mencionado en el Nuevo Testamento, significativamente, 30 veces; Eliseo sólo
una vez (Lc 4,27).
Su historia, casi legendaria y a veces plagiada
de la de Elías, fue recogida en 1 y 2 Re (1 Re 19, 19-21,2 Re, 13-8,
15,9,1-15,13, 14,-21). Con la unción de Yehú provocó la caída de la dinastía de
Ajab. Gozaba de gran estimación entre los reyes Yosafat (2 Re 3,12) y Yoás (2
Re 13,14-19). Parece que incluso sus propios huesos obraban milagros (2 Re
13,20s).
Eliseo aparece en la Biblia cuando Elías es
arrebatado y su carisma pasa a Eliseo (2 Re 1), y concluye con el milagro que
tuvo lugar con el cadáver del profeta ya enterrado (2Re 13,21).
La mayoría de las narraciones, que semejan
hermosas "florecillas", muestran a Eliseo rodeado de unos grupos que
reciben el nombre de "discípulos (o hijos) de los profetas".
¿Los carmelitas sucesores de "los hijos de
los Profetas"?
Esta es una cuestión ya superada, pero quizá sea
bueno recordar aquí quiénes eran estos "hijos de los Profetas" a los
que muchos autores de dentro y fuera de la Orden señalaron durante siglos como
predecesores de los actuales carmelitas, que tienen su verdadero origen a
finales del siglo XII.
San Eliseo era el Maestro y Padre de todos estos
grupos, a quien acudían y obedecían: 2 Re 4,38;6, 1-2,12-21...
Quizá no nos equivoquemos si consideráramos a
esas confraternidades de profetas como los últimos portadores de una fe en
Yahvé, pura y sin mezcla; ni tampoco nos equivoquemos, si estimamos en alto
grado su importancia en orden a la pervivencia de la fe en Yahvé, y en especial
para el sello característico que tendrá en adelante. En último término, éste es
el punto del que partió aquella inaudita radicación de la fe yahvista y del derecho
divino que nos encontramos en los profetas más tardíos.
Los sorprendentes descubrimientos en las grutas
situadas al noroeste del mar Muerto, no solamente nos proporcionan noticia de
un establecimiento de esenios de estricta observancia, un siglo antes y un
siglo después del nacimiento de Cristo, sino que nos proporcionan también una
visión exacta de las ordenanzas rigurosas de su vida comunitaria dirigida
autoritativamente (todo ello gracias al documento llamado "Reglas de la
secta"), muestran bajo nueva luz los relatos referentes a las
fraternidades de profetas de la época de Eliseo.
*Vísperas*
Inicio
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Ignorando mi vida,
golpeado por la luz de las estrellas,
como un ciego que extiende,
al caminar, las manos en la sombra,
todo yo, Cristo mío,
todo mi corazón, sin mengua, entero,
virginal y encendido, se reclina
en la futura vida, como el árbol
en la savia se apoya, que le nutre
y le enflora y verdea.
Todo mi corazón, ascua de hombre,
inútil sin tu amor, sin ti vacío,
en la noche te busca;
le siento que te busca, como un ciego
que extiende, al caminar, las manos llenas
de anchura y de alegría.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
Primer Salmo
Salmo 125: Dios, alegría y esperanza nuestra
Ant: Los que
sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo
(2Co 1,7)
Cuando el Señor cambió la suerte
de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Los que
sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Segundo Salmo
Salmo 126: El esfuerzo humano es inútil sin Dios
Ant: Que el
Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Sois edificio de Dios (1Co 3,9)
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Que el
Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Cántico NT
Colosenses 1,12-20: Himno a Cristo, primogénito de toda criatura
y primer resucitado de entre los muertos
Ant: Él es el
primogénito de toda criatura, es el primero en todo.
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de Él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por Él y para Él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Él es el
primogénito de toda criatura, es el primero en todo.
Lectura Bíblica
Ef 3,20-21
A Dios,
que puede hacer mucho más sin comparación de lo que pedimos o concebimos, con
ese poder que actúa entre nosotros, a él la gloria de la Iglesia y de Cristo
Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.
V/. Sálvame,
Señor, y ten misericordia de mí.
R/. Sálvame,
Señor, y ten misericordia de mí.
V/. No
arrebates mi alma con los pecadores.
R/. Y ten
misericordia de mí.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Sálvame,
Señor, y ten misericordia de mí.
Cántico Evangélico
Ant: El
Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El
Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
Preces
Invoquemos
a Dios, que envió a su Hijo como salvador y modelo supremo de su pueblo, diciendo:
Que tu pueblo te alabe, Señor.
·
- Te damos gracias, Señor, porque nos has escogido como primicias
para la salvación;
haz que sepamos corresponder y así hagamos nuestra la gloria de nuestro
Señor Jesucristo.
· - Haz que
todos los que confiesan tu santo nombre sean concordes en la verdad
y vivan unidos por la caridad.
· - Creador
del universo, cuyo Hijo, al venir a este mundo, quiso trabajar con sus propias
manos,
acuérdate de los trabajadores, que ganan el pan con el sudor de su frente.
· -
Acuérdate, también, de todos lo que viven entregados al servicio de los demás:
que no se dejen vencer por el desánimo ante la incomprensión de los hombres.
· - Ten
piedad de nuestros hermanos difuntos
y líbralos del poder del Maligno.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres.
Llenos de fe, invoquemos juntos
al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Llegue a
tus oídos, Señor, la voz suplicante de tu Iglesia, a fin de que, conseguido el
perdón de nuestros pecados, con tu ayuda podamos dedicarnos a tu servicio y con
tu protección vivamos confiados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
R/. Amén.