Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
MARTES DE LA SEMANA XIV
De la feria. Salterio II
9 de julio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR
Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
«¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande!
¡Su caridad infinita!
¡Que alabe al Señor la tierra!
Cantemos sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo
el Dios que nos justifica!». Amén.
SALMODIA
Ant 1. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO.
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Envíame, Señor, tu
luz y tu verdad.
Ant 2. Protégenos, Señor,
todos los días de nuestra vida.
Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA
CURACIÓN Is 38, 10-14. 17-20
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estas acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Protégenos, Señor,
todos los días de nuestra vida.
Ant 3. ¡Oh Dios!, tu
mereces un himno en Sión.
Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh Dios!, tu
mereces un himno en Sión.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 4-5
No viváis, hermanos, en tinieblas para que el día del Señor no os sorprenda
como ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la
noche ni de las tinieblas.
RESPONSORIO BREVE
V. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
R. Escucha mi voz,
Señor; espero en tu palabra.
V. Me adelanto a la
aurora pidiendo auxilio.
R. Espero en tu
palabra.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escucha mi voz,
Señor; espero en tu palabra.
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 19, 8-10; 20, 1-17
AMISTAD ENTRE DAVID Y JONATAN
En aquellos días, reanudada la guerra, partió David para combatir a los
filisteos, les causó una gran derrota y huyeron ante él.
Pero se apoderó de Saúl un espíritu malo del Señor: estaba sentado en su casa
con su lanza en la mano y David tocaba el arpa. Saúl intentó clavar con su
lanza a David en la pared, pero David esquivó el golpe de Saúl y la lanza se
clavó en la pared. David huyó y se puso a salvo. De Nayot de Ramá, David fue a
decir a Jonatán:
«¿Qué he hecho, cuál es mi falta y en qué he pecado contra tu padre para que
busque mi muerte?»
Jonatán le respondió:
«De ninguna manera, no morirás. Mi padre no hace ninguna cosa, grande o
pequeña, sin descubrírmela; ¿por qué me había de ocultar mi padre este asunto?
¡No puede ser!»
Pero David volvió a jurar:
«Sabe muy bien tu padre que me tienes mucho afecto y se ha dicho: "Que no
lo sepa Jonatán, para que no se apene." Y con todo, por el Señor y por tu
vida, que no hay más que un paso entre mí y la muerte.»
Dijo Jonatán a David:
«Dime lo que deseas, y yo lo haré.»
Respondió David:
«Mira, mañana es el novilunio. Yo tendría que sentarme con el rey a comer, pero
tú me dejarás marchar y me esconderé en el campo hasta la noche. Si tu padre
nota mi ausencia, dirás: "David me ha pedido con insistencia que le deje
hacer una escapada a Belén, su ciudad, porque se celebra el sacrificio anual de
toda la familia." Si tu padre dice: "Está bien", tu siervo está
a salvo; pero, si se enfurece, sabrás que por su parte está decretada mi ruina.
Haz este favor a tu siervo, ya que hiciste que tu siervo estableciera contigo
alianza ante el Señor. Si hay falta en mí, dame tú mismo la muerte, ¿para qué
llevarme hasta tu padre?»
Respondió Jonatán:
«¡Lejos de ti tal pensamiento! Si yo supiera con certeza que por parte de mi
padre está decretado que venga la ruina sobre ti, ¿no te lo avisaría yo mismo?»
Preguntó David a Jonatán:
«¿Quién me avisará si tu padre te responde con aspereza?»
Respondió Jonatán a David:
«Ven, salgamos al campo.»
Y salieron ambos al campo. Dijo entonces Jonatán a David:
«Por el Señor, Dios de Israel, te juro que mañana a esta misma hora sondearé a
mi padre; si la cosa va bien para ti y no envío quién te lo haga saber, que el
Señor haga esto a Jonatán y añada esto otro. Y, si mi padre decide hacerte mal,
te lo haré saber para que te pongas a salvo y vayas en paz. Y que el Señor esté
contigo como lo estuvo con mi padre. Si para entonces estoy vivo todavía, usa
conmigo de la bondad del Señor y, si he muerto, nunca apartes tu misericordia
de mi casa. Cuando el Señor haya exterminado a los enemigos de David de la faz
de la tierra, que no sea exterminado Jonatán con la casa de Saúl; de lo
contrario, que el Señor pida cuentas a David.»
Juró de nuevo Jonatán a David por el amor que le tenía, pues lo amaba como a sí
mismo.
RESPONSORIO Pr 17, 17; 1Jn 4, 7
R. El amigo ama en toda ocasión: * y se porta como un hermano en el
día de la desventura.
V. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
R. Y se porta como un hermano en el día de la desventura.
SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 32, 29: CCL 38, 272-273)
LOS DE FUERA, LO QUIERAN O NO, SON HERMANOS NUESTROS
Hermanos, os exhortamos vivamente a que tengáis caridad, no sólo para con
vosotros mismos, sino también para con los de fuera, ya se trate de los
paganos, que todavía no creen en Cristo, ya de los que están separados de
nosotros, que reconocen a Cristo como cabeza, igual que nosotros, pero están
divididos de su cuerpo. Deploremos, hermanos, su suerte, sabiendo que se trata
de nuestros hermanos. Lo quieran o no, son hermanos nuestros. Dejarían de serlo
si dejaran de decir: Padre nuestro.
Dijo de algunos el profeta: A los que os dicen: «No sois hermanos nuestros»,
decidles: «Sois hermanos nuestros.» Atended a quiénes se refería al decir esto.
¿Por ventura a los paganos? No, porque, según el modo de hablar de las
Escrituras y de la Iglesia, no los llamamos hermanos. ¿Por ventura a los
judíos, que no creyeron en Cristo?
Leed los escritos del Apóstol y veréis que cuando dice «hermanos» sin más, se
refiere únicamente a los cristianos: Y tú, ¿cómo juzgas a tu hermano?, o ¿por
qué desprecias a tu hermano? Y dice también en otro lugar: Vosotros hacéis
injusticias y despojáis, y esto con hermanos. Esos, pues, que dicen: «No sois
hermanos nuestros», nos llaman paganos. Por esto quieren bautizarnos de nuevo,
pues dicen que nosotros no tenemos lo que ellos dan. Por esto es lógico su
error, al negar que nosotros somos sus hermanos. Mas, ¿por qué nos dijo el
profeta: Decidles: «Sois hermanos nuestros», sino porque admitimos como bueno
su bautismo y por esto no lo repetimos? Ellos, al no admitir nuestro bautismo,
niegan que seamos hermanos suyos; en cambio nosotros, que no repetimos su
bautismo, porque lo reconocemos igual al nuestro, les decimos: Sois hermanos
nuestros.
Si ellos nos dicen: «¿Por qué nos buscáis, para qué nos queréis?», les
respondemos: Sois hermanos nuestros. Si dicen: «Apartaos de nosotros, no
tenemos nada que ver con vosotros», nosotros sí que tenemos que ver con ellos:
si reconocemos al mismo Cristo, debemos estar unidos en un mismo cuerpo y bajo
una misma cabeza.
Os conjuramos, pues, hermanos, por las entrañas de caridad, con cuya leche nos
nutrimos, con cuyo pan nos fortalecemos, os conjuramos por Cristo nuestro
Señor, por su mansedumbre, a que usemos con ellos de una gran caridad, de una
abundante misericordia, rogando a Dios por ellos, para que les dé finalmente un
recto sentir, para que reflexionen y se den cuenta que no tienen en absoluto
nada que decir contra la verdad; lo único que les queda es la enfermedad de su
animosidad, enfermedad tanto más débil cuanto más fuerte se cree. Oremos por
los débiles, por los que juzgan según la carne, por los que obran de un modo
puramente humano, que son, sin embargo, hermanos nuestros, pues celebran los
mismos sacramentos que nosotros, aunque no con nosotros, que responden un mismo
Amén que nosotros, aunque no con nosotros; prodigad ante Dios por ellos lo más
entrañable de vuestra caridad.
RESPONSORIO Cf. Ef 4, 1. 3-4
R. Os ruego, por el Señor, que andéis como pide la vocación a la que
habéis sido convocados. * Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el
vínculo de la paz.
V. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la
esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados.
R. Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de
la paz.
Martes, 9 de julio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,32-38):
En aquel tiempo, presentaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó al demonio, y el
mudo habló.
La gente decía admirada: «Nunca se ha visto en Israel cosa igual.»
En cambio, los fariseos decían: «Éste echa los demonios con el poder del jefe
de los demonios.»
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas,
anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las
dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban
extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «Las mies es abundante, pero los trabajadores
son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1,
68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De la mano de
nuestros enemigos, líbranos, Señor.
PRECES
Bendigamos a nuestro Salvador, que con su
resurrección ha iluminado el mundo, y digámosle suplicantes:
Haz, Señor, que caminemos por tu senda.
Señor Jesús, al consagrar nuestra oración matinal en memoria de tu santa
resurrección,
te pedimos que la esperanza de participar de tu gloria ilumine todo nuestro
día.
Te ofrecemos, Señor, los deseos y proyectos de nuestra jornada:
dígnate aceptarlos y bendecirlos como primicia de nuestro día.
Concédenos crecer hoy en tu amor,
a fin de que todo concurra para nuestro bien y el de nuestros hermanos.
Haz, Señor, que el ejemplo de nuestra vida resplandezca como una luz ante los
hombres,
para que todos den gloria al Padre que está en los cielos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque deseamos que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Jesucristo, luz verdadera que alumbras a todo
hombre y le muestras el camino de la salvación: concédenos la abundancia de tu
gracia para que preparemos, delante de ti, sendas de justicia y de paz. Tú que
vives y reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
En 1572
los calvinistas ahorcaron en Gorkum , Suiza, a 19 sacerdotes y religiosos a
causa de su fe católica. Once los mártires eran frailes menores de la
Observancia, entre ellos se contaban San Nicolás Pieck, guardián del convento
de Gorkum y San Jerónimo Weerden, su vicario. Junto con ellos fueron ejecutados
Juan Van Oosterwyk, canónigo regular de San Agustín, los sacerdotes diocesanos
Leonardo Vechel, Nicolás Janssen y Godofredo Van Fuynen.
Luego que el destacamento calvinista conocido
con el nombre de la "armada de los piratas" se apoderara de la ciudad
de Gorkum, el grupo estuvo a merced de los soldados y sometidos a sus crueles
tratos como consecuencia del odio a la de los calvinistas y a la negativa del
grupo de revelar dónde habían ocultado sus implementos eucarísticos. Pese a que
les ofrecieron la libertad a cambio de que abjuraran de la Eucaristía y
rechazaran la supremacía pontificia, los mártires no cedieron y fueron
ejecutados en un granero aledaño a Gorkum. Fueron canonizados en 1867.
Amabile Lucia Visintainer, hoy Santa Paulina, nació el 16 de
diciembre de 1865 en Vígolo Vattaro, provincia de Trento, Italia, en ese tiempo
región del Sur del Tirol, bajo el dominio de Austria.
En septiembre de 1875 la familia de Napoleone
Visintainer emigró con muchos otros tridentinos al Brasil donde fundaron la
localidad de Vígolo en el actual municipio de Nueva Trento, en el estado de
Santa Catarina.
Amabile, después de la primera comunión, que
recibió más o menos a los doce años, comenzó a participar en el apostolado
parroquial: Catecismo para los pequeños, visitas a los enfermos, y limpieza de
la capilla de Vígolo.
El día 12 de julio de 1890, junto con su amiga,
Virginia Rosa Nicolodi, Amabile acogió a una enferma de cáncer en fase
terminal, dando inicio a la Congregación de las Hermanitas de la Inmaculada
Concepción, aprobada por el obispo de Curitiba, Don José de Camargo Barros, el
25 de agosto de 1895.
En diciembre de 1895, Amabile y las dos primeras
compañeras (Virginia y Teresa Ana Maule), hicieron los votos religiosos, y
Amabile recibió el nombre de Hermana Paulina del Corazón Agonizante de Jesús.
La santidad y la vida apostólica de la Madre Paulina y de sus hermanas
atrajeron muchas vocaciones, a pesar de la pobreza y de las dificultades en que
vivían.
En 1903, la Madre Paulina fue elegida superiora
general “ad vitam” y dejó a Nueva Trento para cuidar de los huérfanos, hijos de
antiguos esclavos y de los esclavos viejos y abandonados en Ipiranga, en la
ciudad de San Pablo.
En 1909, fue depuesta del cargo de superiora
general por el arzobispo de San Pablo, Don Duarte Leopoldo e Silva, y enviada a
trabajar con los enfermos de la Santa Casa y con los ancianitos del asilo San
Vicente de Paulo en Bragança Paulista, sin poder nunca más ocupar ningún otro
cargo en su congregación.
Fueron años marcados por la oración, por el
trabajo y por el sufrimiento: haciendo y aceptando todo para que la
congregación de las Hermanitas siguiera adelante, y “nuestro Señor fuera
conocido, amado y adorado por todos en todo el mundo”.
En 1918 fue llamada por la superiora general
Madre Vicência Teodora, su sucesora, y con consentimiento de Don Duarte a la
Casa Madre en Ipiranga, donde permaneció hasta su muerte, en una vida retirada,
de intensa oración, asistiendo a las hermanas enfermas.
Como “Veneranda Madre Fundadora” se la destacó en
el Decreto de Honor concedido por la Santa Sede a la congregación de las
Hermanitas el 19 de mayo de 1933, y en la celebración del cincuentenario de la
fundación, el 12 de julio de 1940, cuando la Madre Paulina hizo su testamento
espiritual: “Sed muy humildes. Confiad siempre y mucho en la Divina
Providencia; nunca, jamás, os desaniméis, aunque vengan vientos contrarios.
Nuevamente os digo: Confiad en Dios y en María Inmaculada; manteneos firmes y
!adelante!”.
A partir de 1938 la Madre Paulina comenzó a
acusar graves disturbios a causa de la diabetes que padecía. Después de dos
cirugías, en las cuales sufrió la amputación del dedo medio y luego del brazo
derecho, pasó los últimos días víctima de la ceguera. Murió el 9 de julio de
1942; sus últimas palabras fueron: “Hágase la voluntad de Dios”.
La espiritualidad ignaciana recibida de sus
directores espirituales tiene en la Madre Paulina características propias, que
señalan a la “Veneranda Madre fundadora” como una religiosa en la cual se
pueden admirar sus virtudes teologales, morales y religiosas en grado eminente
o heroico. Fe profunda y confianza ilimitada en Dios, amor apasionado a Jesús
Eucaristía, devoción tierna y filial a María Inmaculada, devoción y confianza
en “nuestro buen padre San José””, y veneración por las autoridades eclesiales
y civiles. Caridad sin límites para con Dios, traducida en gestos de servicio a
los hermanos más pobres y abandonados.
Toda la vida de la Madre Paulina se puede
resumir en el título que le dio el pueblo de Vígolo: “enfermera”, esto es, ser
para los otros o “toda de Dios y toda de los hermanos” como rezan hoy sus
devotos y sus Hermanitas. Humildad, que llevó a la Madre Paulina hasta el
aniquilamiento de sí misma para que la congregación siguiera adelante.
La página más luminosa de la santidad y de la
humildad de la Madre Paulina fue escrita por la actitud que manifestó cuando
Don Duarte le anunció su destitución: “Se arrodilló... se humilló... respondió
que estaba totalmente dispuesta a entregar la congregación... se ofrecía
espontáneamente para servir en la congregación como súbdita”.
Terminado el capítulo de agosto de 1909,
comenzaba el holocausto doloroso y meritorio de la Madre Paulina, a quien el
arzobispo de San Pablo le había decretado: “Viva y muera en la congregación
como súbdita”. Y permaneció en la sombra hasta su muerte, en unión con Dios,
como lo declaró a su director espiritual, Padre Luiz Maria Rossi, SI: “La
presencia de Dios me es tan íntima, que me parece imposible perderla, y esta
presencia le da a mi alma una alegría que no puedo explicar”.
El carisma dejado por la Madre Paulina a su
congregación se traduce en la sensibilidad para percibir los clamores de la
realidad con sus necesidades, y disponibilidad para servir, en la Iglesia, a
los más necesitados y a los que se encuentran en mayor situación de injusticia,
con simplicidad, humildad y vida interior. Es un servir alimentado por una
espiritualidad eucarística y mariana, por la que toda Hermanita hace de Jesús
Eucaristía el centro de su vida, alimentada por una tierna devoción a María
Inmaculada y al buen padre San José.
La primera santa del Brasil fue beatificada por
el Papa Juan Pablo II el 18 de octubre de 1991, en Florianópolis, estado de
Santa Catarina. A la Madre Paulina le confiamos el pueblo brasileño, la Iglesia
de Brasil y la congregación de las Hermanitas de la Inmaculada Concepción y
todas las personas que han colaborado en su canonización.
Fuente: Vatican.va
Nació el 10 de diciembre de 1892 en Blato, en
la isla de Korcula (Croacia). Era la sexta de ocho hijos de Antonio y María
Petkovic. Sus padres llevaban una vida ejemplar y educaron cristianamente a
todos sus hijos. Muy pronto María mostró su inclinación a la piedad y a la
misericordia. Al ver los sufrimientos, el hambre y las penurias de la gente,
decidió esforzarse por proteger a los pobres, "hermanos elegidos y amados
por el Señor", como solía llamarlos.
El 8 de septiembre de 1906, día de la Natividad de
la Santísima Virgen, con ocasión de la visita pastoral del obispo, María entró
a formar parte de la asociación de Hijas de María, de la que fue secretaria y
luego presidenta. Leyendo las palabras de Jesús al joven rico, el 21 de
noviembre sucesivo, sintió la vocación a entregarse totalmente a Cristo. Desde
ese momento renovó cada día su promesa de amor al Señor. Luego entró a formar
parte de la Tercera Orden Secular de San Francisco y cuando Dios le inspiró dar
vida a un instituto religioso femenino quiso darle la Regla y la espiritualidad
franciscana.
Impulsada por su vivo deseo de ayudar a los
necesitados, y siguiendo las orientaciones del obispo de Dubrovnik, monseñor
Josip Marcelic, en el día de la Anunciación del año 1919 fundó la congregación
de Hijas de la Misericordia, para "la educación e instrucción de la
juventud femenina". El mismo obispo, en 1928, la erigió canónicamente como
instituto de derecho diocesano. Al inicio la madre Petkovic dudaba entre la
clausura y la actividad apostólica, pero optó por esta última, inspirada por
las palabras de san Francisco: "No vivir sólo para sí mismo, sino también
para el bien del prójimo".
El 6 de diciembre de 1956 la congregación llegó a
ser de derecho pontificio y fueron aprobadas sus Constituciones.
La madre María de Jesús Crucificado Petkovic trató
de transmitir a sus religiosas la profunda devoción que sentía desde niña hacia
Jesucristo crucificado. En una carta, escrita el 31 de agosto de 1953, a todas
las Hijas de la Misericordia, las invitaba a "seguir a Cristo, escuchar a
Cristo, humillarse en Cristo, sufrir silenciosamente en Cristo, arder en
Cristo, perdonar en Cristo, amar en Cristo, sacrificarse en Cristo (...). Para quien
ama al dulcísimo Jesucristo, nuestro Señor, será dulce incluso la palabra
"sufrir" por amor a él. Sufrir, porque no hay verdadero amor sin
sacrificios y sufrimientos por la persona amada. Cristo con la cruz y el
sufrimiento ha salvado al mundo entero".
Era una mujer fuerte en las adversidades, tierna en
sus afectos, pero sobre todo profundamente enamorada de Jesús crucificado, al
que dedicó toda su vida y su obra. Sintió durante toda su existencia esta
constante presencia del Crucificado. Lo tenía siempre ante sus ojos, y en su
corazón, por eso afloraba continuamente a sus labios. Las principales virtudes
que practicó y recomendó eran las que brillaban en Cristo crucificado: la
pobreza, la humildad, la abnegación, hasta el sacrificio total de sí por el
prójimo, sintetizado en una palabra: amor.
La madre Petkovic experimentaba una grandísima
alegría en su servicio a los pobres, marginados y despreciados, porque
reconocía en ellos el rostro de Jesús doliente. Por eso, nunca se cansaba de
exhortar a las hermanas a que mostraran con su conducta y sus sacrificios que
en ellas se había encarnado el amor, la bondad y la misericordia de Dios.
Sacaba su fuerza espiritual de la oración. Su vida
se puede resumir en dos palabras: "Oración y apostolado". Desde
el inicio, la oración constituyó el alma y el gran dinamismo de su amplia
actividad. El "estar" con el Señor plasmaba el "ir" a los
hermanos. La unión íntima con Dios se prolongaba en la comunión con
el prójimo.
Sentía un profundo aprecio por las directrices y
los consejos de los pastores de la Iglesia, ante los cuales siempre se
manifestó muy dócil y obediente. En especial seguía con fidelidad las
indicaciones del obispo y del Romano Pontífice. En una carta circular explica a
sus religiosas el significado de la Regla y de las Constituciones: “Son la
palabra y la ley de nuestro Señor... La Regla santa, el libro de la vida, el
camino de la cruz, la llave y el vínculo de la amistad eterna".
La fama de santidad, de la que gozó durante su
vida, se confirmó también después de su muerte, acontecida en Roma el 9 de
julio de 1966.
Las Hijas de la Misericordia cuentan hoy con 429
religiosas, que trabajan en doce países de Europa y América. Se dedican a la
educación de los niños y la juventud, a la asistencia a las personas ancianas y
enfermas, y al apostolado parroquial.
Fuente: Vatican.va