TIEMPO DE CUARESMA
JUEVES DE LA SEMANA II
Propio del Tiempo. Salterio II
21 de marzo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y
por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: PASTOR QUE CON TUS SILBOS AMOROSOS.
Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño:
tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos,
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño
y la palabra de seguir te empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, Pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.
Espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados? Amén.
SALMODIA
Ant 1. Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
Salmo 79 - VEN A VISITAR TU VIÑA
Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraím, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.
¡Oh Dios!, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Señor Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?
Le diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.
Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el terreno y echó raíces
hasta llenar el país;
su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa.
La han talado y le han prendido fuego:
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Despierta tu
poder, Señor, y ven a salvarnos.
Ant 2. Anunciad a toda la
tierra que el señor hizo proezas.
Cántico: ACCION DE GRACIAS DEL PUEBLO SALVADO - Is
12, 1-6
Te doy gracias, Señor,
porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.
Él es mi Dios y salvador:
confiare y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
Aquel día, diréis:
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.
Tañed para el Señor, que hizo proezas;
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«¡Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel!».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Anunciad a toda la
tierra que el señor hizo proezas.
Ant 3. Aclamad a Dios,
nuestra fuerza.
Salmo 80 - SOLEMNE RENOVACIÓN DE LA ALIANZA
Aclamad a Dios, nuestra fuerza;
dad vítores al Dios de Jacob:
acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta;
porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto.
Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!
No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto;
abre tu boca y yo la saciaré.
Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios;
los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad a Dios,
nuestra fuerza.
LECTURA BREVE Cf. 1R 8, 51a. 52-53a
Nosotros, Señor, somos tu pueblo y tu heredad; que tus ojos estén abiertos a
las súplicas de tu siervo y a la súplica de tu pueblo Israel, para escuchar
todos sus clamores hacia ti. Porque tú nos separaste para ti como herencia tuya
de entre todos los pueblos de la tierra.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de
la red del cazador.
V. Me cubrirá con su
plumaje.
R. Él me librará de
la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de
la red del cazador.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Deuteronomio 30, 1-20
PROMESA DE PERDÓN DESPUÉS DEL DESTIERRO
En aquellos días, dijo Moisés al pueblo estas palabras:
«Cuando se cumplan en ti todas estas cosas -la bendición y la maldición que te
he propuesto- y las medites, viviendo entre los pueblos adonde te habrá
expulsado el Señor, tu Dios, si vuelves al Señor, tu Dios, si escuchas su voz
en todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo el corazón y con toda
el alma, entonces el Señor, tu Dios, cambiará tu suerte y tendrá piedad de ti,
te reunirá, sacándote de todos los pueblos por donde te dispersó; aunque tus
desterrados se encuentren en los últimos confines del cielo, de ahí los
recogerá el Señor, tu Dios, de allí irá a tomarte para conducirte de nuevo a la
tierra que habían poseído tus padres, para darte posesión de ella, para hacerte
feliz y hacerte crecer más que a tus padres.
El Señor, tu Dios, circuncidará tu corazón y el de tus descendientes, para que
ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y para que
vivas. Entonces el Señor, tu Dios, hará recaer sus maldiciones sobre tus
enemigos, los que te habían perseguido con saña. Tú volverás a escuchar la voz
del Señor, tu Dios, y cumplirás todos los preceptos suyos que yo te mando hoy.
El Señor, tu Dios, hará prosperar tus empresas, el fruto de tus entrañas, el
fruto de tu ganado y el fruto de tu tierra, porque el Señor, tu Dios, volverá a
alegrarse contigo de tu prosperidad, como se alegraba con tus padres, si
escuchas la voz del Señor, tu Dios, si guardas sus preceptos y mandatos, los
que están escritos en el código de esta ley, y si te conviertes al Señor, tu
Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.
Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni
inalcanzable; no está en el cielo, para que digas: "¿Quién subirá por
nosotros al cielo a buscarlo, para que nos lo dé a conocer y lo pongamos en
práctica?"; ni está más allá del mar, para que tengas que decir:
"¿Quién cruzará por nosotros el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para
que lo cumplamos?"; sino que el mandamiento está muy cerca de ti: en tu
corazón y en tu boca. Cúmplelo.
Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces
lo que yo te mando hoy, amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos,
guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás: el Señor, tu
Dios, te bendecirá en la tierra en donde vas a entrar para conquistarla. Pero
si tu corazón se desvía y no obedeces, si te dejas arrastrar y te prosternas,
dando culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que morirás sin remedio,
que, después de pasar el Jordán y de entrar en la tierra para tomarla en
posesión, no vivirás muchos años en ella.
Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te pongo delante
vida y muerte, bendición y maldición: Elige la vida, y viviréis tú y tu
descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él,
pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres
Abraham, Isaac y Jacob.»
RESPONSORIO Jr 29, 13-14; Mt 7, 7
R. Me buscaréis y me encontraréis si me buscáis de todo corazón. * Me
dejaré encontrar y cambiaré vuestra suerte.
V. Buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá.
R. Me dejaré encontrar y cambiaré vuestra suerte.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Hilario, obispo, sobre los salmos
(Salmo 127, 1-3: CSEL 24, 628-630)
EL VERDADERO TEMOR DEL SEÑOR
¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Hay que advertir que,
siempre que en las Escrituras se nos habla del temor del Señor, nunca se nos
habla de él solo, como si bastase para la perfección de la fe, sino que va
siempre acompañado de muchas otras nociones que nos ayudan a entender su
naturaleza y perfección; como vemos en lo que está escrito en el libro de los
Proverbios: Si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia, si la
procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás el
temor del Señor.
Vemos, pues, cuántos pasos hay que dar previamente para llegar al temor del
Señor. Antes, en efecto, hay que invocar a la inteligencia, llamar a la
prudencia, procurarla como el dinero y buscarla como un tesoro. Así se llega a
la comprensión del temor del Señor. Porque el temor, en la común opinión de los
hombres, tiene otro sentido.
El temor, en efecto, es el miedo que experimenta la debilidad humana cuando
teme sufrir lo que no querría. Se origina en nosotros por la conciencia del
pecado, por la autoridad del más poderoso, por la violencia del más fuerte, por
la enfermedad, por el encuentro con un animal feroz, por la amenaza de un mal
cualquiera. Esta clase de temor no necesita ser enseñado, sino que surge
espontáneo de nuestra debilidad natural. Ni siquiera necesitamos aprender lo
que hay que temer, sino que las mismas cosas que tememos nos infunden su temor.
En cambio, con respecto al temor del Señor, hallamos escrito: Venid, hijos,
escuchadme: os instruiré en el temor del Señor. Así, pues, el temor de Dios ha
de ser aprendido, ya que es enseñado. No radica en el miedo, sino en la
instrucción racional; ni es el miedo connatural a nuestra condición, sino que
consiste en la observancia de los preceptos, en las obras de una vida inocente,
en el conocimiento de la verdad.
Para nosotros, el temor de Dios radica en el amor, y en el amor halla su
perfección. Y la prueba de nuestro amor a Dios está en la obediencia a sus
consejos, en la sumisión a sus mandatos, en la confianza en sus promesas.
Oigamos lo que nos dice la Escritura: Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el
Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames,
que guardes sus preceptos con todo el corazón y con toda el alma, para tu bien.
Muchos son los caminos del Señor, aunque él en persona es el camino. Y,
refiriéndose a sí mismo, se da a sí mismo el nombre de camino, y nos muestra
por qué se da este nombre, cuando dice: Nadie va al Padre sino por mí.
Por lo tanto, hay que buscar y examinar muchos caminos e insistir en muchos de
ellos para hallar, por medio de las enseñanzas de muchos, el único camino
seguro, el único que nos lleva a la vida eterna. Hallamos, en efecto, varios
caminos en la ley, en los profetas, en los evangelios, en los apóstoles, en las
distintas obras mandadas; dichosos los que, movidos por el temor de Dios,
caminan por ellos.
RESPONSORIO Sir 2, 19; Lc 1, 50
R. Los que temen ofender al Señor buscan lo que es de su agrado; *
los que lo aman cumplen su ley.
V. Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
R. Los que lo aman cumplen su ley.
Jueves, 21
de marzo de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,19-31):
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía
de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba
echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía
de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió que murió el mendigo,
y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue
enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los
ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: “Padre
Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y
me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”. Pero Abrahán le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males:
por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado. Y,
además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que
quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de
ahí hasta nosotros”. Él dijo: “Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa
de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas,
no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”. Abrahán le dice:
“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”. Pero él le dijo: “No,
padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”. Abrahán le dijo:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite
un muerto”».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hijo mío, acuérdate de que ya recibiste tus bienes
en la vida; Lázaro, en cambio, recibió males.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1,
68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hijo mío,
acuérdate de que ya recibiste tus bienes en la vida; Lázaro, en cambio, recibió
males.
PRECES
Celebremos la bondad de Dios, que por Cristo se
reveló como Padre nuestro, y digámosle de todo corazón:
Acuérdate, Señor, de que somos hijos tuyos.
Concédenos vivir con toda plenitud el misterio de la Iglesia,
a fin de que nosotros y todos los hombres encontremos en ella un sacramento
eficaz de salvación.
Acuérdate, Señor, de que somos hijos tuyos
Padre, que amas a todos los hombres, haz que cooperemos al progreso de la
comunidad humana
y que en todo busquemos tu reino con nuestros esfuerzos.
Acuérdate, Señor, de que somos hijos tuyos
Haz que tengamos hambre y sed de justicia
y acudamos a nuestra fuente, que es Cristo, el cual entregó su vida para que
fuéramos saciados.
Acuérdate, Señor, de que somos hijos tuyos
Perdona, Señor, todos nuestros pecados
y dirige nuestra vida por el camino de la sencillez y de la santidad.
Acuérdate, Señor, de que somos hijos tuyos
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a
decir:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que amas la inocencia y la devuelves
a quienes la han perdido, atrae hacia ti nuestros corazones, para que,
inflamados por el fuego de tu Espíritu, permanezcamos firmes en la fe y seamos
diligentes para hacer el bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de
los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.