Musica Para el Alma
viernes, 12 de enero de 2024
MARCOS 2,13-17 CICLO B
*Lecturas del Sábado de la 1ª semana del Tiempo
Ordinario*
Sábado, 13 de enero de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (2,13-17)*
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a
él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le
dijo: «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos
que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus
discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron
a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No
he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
«No he
venido a llamar a los justos, sino a pecadores».
*Jesús
se pone en movimiento a esos lugares donde las personas, lo pueden encontrar y
puede acudir a él. Y en esos mismos lugares donde se deja encontrar, los aprovecha
para enseñarles. Jesús sabe caminar por esos caminos y lugares donde las
personas necesitan de él. Muchas de esas personas no necesitas de muchas palabras,
tan solo les mira como a Leví, que estaba sentado detrás
del mostrador de los impuestos, y tan solo le dijo: «Sígueme.» Levi solo
escucho la palabra (sígueme) y para él eso fue suficiente para levantarse. El Señor
está pasando constantemente delante de nuestra vida con la misma palabra (Sígueme)
¿Que estará pasando con nuestros oídos? Que les cuenta entender el significado
de la palabra «Sígueme» que el Señor, nos las dice: cuando estamos sentados en
nuestro mostrador, que está lleno de dificultades y de precariedades. En nuestra
vida necesitamos escuchar esa palabra para poder levantar a una vida nueva. El mismo
Jesús con sus propios labios nos dijo: No necesitan médico los sanos, sino los
enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL SABADO 13
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*SABADO
SEMANA I*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la
llena; venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la
llena; venid, adorémosle.
Himno: EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.
Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
silabeas el alba igual que una palabra,
tú pronuncias el mar como sentencia.
Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y amarga de sudores.
Y tú te regocijas, oh Dios, y tu prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas,
y estáis de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.
¡Bendita la mañana que trae la noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío,
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo
auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15,
1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tu, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al Señor, todas las
naciones.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, todas las
naciones.
LECTURA BREVE 2Pe 1, 10-11
Hermanos, poned más empeño todavía en consolidar vuestra vocación y elección.
Si hacéis así, nunca jamás tropezaréis; de este modo se os concederá
generosamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y salvador
Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V. Mi heredad en el país de la vida.
R. Tú eres mi refugio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V. Venid a ver las obras del Señor.
R. Las maravillas que hace en la tierra.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Génesis 8, 1-22
FINAL DEL DILUVIO
Dios se acordó de Noé y de todos los
animales y ganado que estaban con él en el arca; hizo soplar el viento sobre la
tierra, y el agua comenzó a bajar; se cerraron las fuentes del océano y las
compuertas del cielo, y cesó la lluvia del cielo. El agua se fue retirando y
disminuyó, de modo que, a los ciento cincuenta días, el día diez y siete del
mes séptimo, el arca encalló sobre los montes de Ararat. El agua fue
disminuyendo hasta el mes décimo, y el día primero de ese mes asomaron los
picos de las montañas.
Pasados cuarenta días, Noé abrió el
tragaluz que había hecho en el arca y soltó el cuervo, que voló de un lado para
otro, hasta que se secó el agua en la tierra. Después soltó la paloma, para ver
si el agua sobre la superficie estaba ya somera. La paloma, no encontrando
donde posarse, volvió al arca con Noé, porque todavía había agua sobre la
superficie. Noé alargó el brazo, la asió y la metió consigo en el arca. Esperó
otros siete días, y de nuevo soltó la paloma desde el arca; ella volvió al
atardecer con una hoja de olivo arrancada en el pico.
Noé comprendió que el agua sobre la tierra
estaba somera; esperó otros siete días, y soltó la paloma, que ya no volvió.
El año seiscientos uno de la vida de Noé,
el día primero del primer mes, se secó el agua en la tierra. Noé abrió el
tragaluz del arca, miró y vio que la superficie estaba seca; el día diez y
siete del segundo mes la tierra estaba seca. Entonces, dijo Dios a Noé:
«Sal del arca con tus hijos, tu mujer y tus
nueras; todos los seres vivientes que estaban contigo, todos los animales,
aves, cuadrúpedos o reptiles, hazlos salir contigo, para que pululen por la
tierra y crezcan y se multipliquen en la tierra.»
Salió, pues, Noé con sus hijos, su mujer y
sus nueras; y todos los animales, cuadrúpedos, aves y reptiles salieron en
grupos del arca.
Noé construyó un altar al Señor, tomó
animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el
altar. El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo:
«No volveré a maldecir la tierra a causa
del hombre, porque el corazón humano piensa mal desde la juventud. No volveré a
matar a los vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra, no han de
faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche.»
RESPONSORIO Cf. 1Pe 3, 20-21; Sir
44, 17
R. En los días de Noé, unas cuantas
personas, ocho nada más, se salvaron por medio del agua; * en esta agua estaba
prefigurado el bautismo que os salva ahora a vosotros.
V. El justo Noé fue un hombre íntegro, en
el tiempo de la destrucción él fue el renovador.
R. En esta agua estaba prefigurado el
bautismo que os salva ahora a vosotros.
SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios
(Cap. 31-33: Funk 1, 99-103)
POR LA FE DIOS JUSTIFICÓ A TODOS DESDE EL PRINCIPIO
Procuremos hacernos dignos de la bendición
divina y veamos cuáles son los caminos que nos conducen a ella. Consideremos
aquellas cosas que sucedieron en el principio. ¿Cómo obtuvo nuestro padre
Abraham la bendición? ¿No fue acaso porque practicó la justicia y la verdad por
medio de la fe? Isaac, sabiendo lo que le esperaba, se ofreció confiada y
voluntariamente al sacrificio. Jacob, en el tiempo de su desgracia, marchó de
su tierra, a causa de su hermano, y llegó a casa de Labán, poniéndose a su
servicio; y se le dio el cetro de las doce tribus de Israel.
El que considere con cuidado cada uno de
estos casos comprenderá la magnitud de los dones concedidos por Dios. De Jacob,
en efecto, descienden todos los sacerdotes y levitas que servían en el altar de
Dios; de él desciende Jesús, según la carne; de él, a través de la tribu de
Judá, descienden reyes, príncipes y jefes. Y en cuanto a las demás tribus de él
procedentes, no es poco su honor, ya que el Señor había prometido: Multiplicaré
a tus descendientes como las estrellas del cielo. Vemos, pues, cómo todos éstos
alcanzaron gloria y grandeza no por sí mismos ni por sus obras ni por sus
buenas acciones, sino por el beneplácito divino. También nosotros, llamados por
su beneplácito en Cristo Jesús, somos justificados no por nosotros mismos ni
por nuestra sabiduría o inteligencia ni por nuestra piedad ni por las obras que
hayamos practicado con santidad de corazón, sino por la fe, por la cual Dios
todopoderoso justificó a todos desde el principio; a él sea la gloria por los
siglos de los siglos. Amén.
¿Qué haremos, pues, hermanos? ¿Cesaremos en
nuestras buenas obras y dejaremos de lado la caridad? No permita Dios tal cosa
en nosotros, antes bien, con diligencia y fervor de espíritu, apresurémonos a
practicar toda clase de obras buenas. El mismo Hacedor y Señor de todas las
cosas se alegra por sus obras. El, en efecto, con su máximo y supremo poder,
estableció los cielos y los embelleció con su sabiduría inconmensurable; él fue
también quien separó la tierra firme del agua que la cubría por completo, y la
afianzó sobre el cimiento inamovible de su propia voluntad; él, con sólo una
orden de su voluntad, dio el ser a los animales que pueblan la tierra; él
también, con su poder, encerró en el mar a los animales que en él habitan,
después de haber hecho uno y otros.
Además de todo esto, con sus manos sagradas
y puras, plasmó al más excelente de todos los seres vivos y al más elevado por
la dignidad de su inteligencia, el hombre, en el que dejó la impronta de su
imagen. Así, en efecto, dice Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza.» Y creó Dios al hombre; hombre y mujer los creó. Y, habiendo
concluido todas sus obras, las halló buenas y las bendijo diciendo: Creced y
multiplicaos. Démonos cuenta, por tanto, de que todos los justos estuvieron
colmados de buenas obras, y de que el mismo Señor se complació en sus obras.
Teniendo semejante modelo, entreguémonos con diligencia al cumplimiento de su
voluntad, pongamos todo nuestro esfuerzo en practicar el bien.
RESPONSORIO Cf. Dn 9, 4; Rm 8, 28
R. El Señor es el Dios poderoso, que guarda
su alianza y su amor a todos los que lo aman, * y a los que guardan sus
preceptos.
V. A los que aman a Dios todo les sirve
para el bien.
R. Y a los que guardan sus preceptos
*Lecturas del Sábado de la 1ª semana del Tiempo
Ordinario*
Sábado, 13 de enero de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (2,13-17)*
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a
él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le
dijo: «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos
que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus
discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron
a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No
he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en
tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Bendigamos a Cristo que para ser ante Dios el pontífice
misericordioso y fiel de los hombres se hizo en todo semejante a nosotros, y
supliquémosle diciendo:
Muéstranos, Señor, los tesoros de tu amor.
Señor, sol de justicia, que nos iluminaste en el bautismo,
te consagramos este nuevo día.
Que sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada
y glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones.
Tú que tuviste por madre a María, siempre dócil a tu palabra,
encamina hoy nuestros pasos para que obremos también como ella según tu
voluntad.
Haz que mientras vivimos aún en este mundo que pasa anhelemos la vida eterna
y por la fe, la esperanza y el amor vivamos ya contigo en tu reino.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con la misma confianza que tienen los hijos con su padre, acudamos nosotros a
nuestro Dios, diciéndole:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor, que la claridad de la resurrección de tu Hijo
ilumine las dificultades de nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de
la muerte y podamos llegar un día a la luz que no tiene fin. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ¿QUIÉN ES ÉSTE QUE VIENE?
¿Quién es éste que viene,
recién atardecido,
cubierto por su sangre
como varón que pisa los racimos?
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su elegido.
Este es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos.
Este es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Lámpara es tu palabra para mis
pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Ant 2. Me saciarás de gozo en tu
presencia, Señor. Aleluya.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me saciarás de gozo en tu
presencia, Señor. Aleluya.
Ant 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se
doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al nombre de Jesús toda rodilla se
doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
LECTURA BREVE Col 1, 3-6a
Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento,
rezando por vosotros, al oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que
tenéis a todos los santos, por la esperanza que os está reservada en los
cielos, sobre la cual oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena
Noticia, que se os hizo presente, y está dando fruto y prosperando en todo el
mundo igual que entre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado
sea el nombre del Señor.
V. Su gloria se eleva sobre los cielos.
R. Alabado sea el nombre del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado
sea el nombre del Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tomad sobre vosotros mi yugo, y
aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.
PRECES
Demos gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha
escogido como heredad, y recordando su amor para con nosotros supliquémosle
diciendo:
Escúchanos, Señor, que confiamos en ti.
Padre lleno de amor, te pedimos por el papa Francisco y por nuestro
obispo N.;
protégelos con tu fuerza y santifícalos con tu gracia.
Que los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo,
para que así tengan también parte en su consuelo.
Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse
y haz que encuentren pronto el hogar que desean.
Dígnate dar y conservar los frutos de la tierra
para que a nadie falte el pan de cada día.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Señor, ten piedad de los difuntos
y ábreles la puerta de tu mansión eterna.
Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a
la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los
gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
LAS LECTURAS DEL SABADO 13 DE ENERO 2024
*Lecturas del Sábado de la 1ª semana del Tiempo
Ordinario*
Sábado, 13 de enero de 2024
Primera
lectura
Lectura
del primer libro de Samuel (9,1-4.17-19; 10,1a):
Había un hombre de Loma de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de
Seror, hijo de Becorá, hijo de Afiaj, benjaminita, de buena posición. Tenía un
hijo que se llamaba Saúl, un mozo bien plantado; era el israelita más alto:
sobresalía por encima de todos, de los hombros arriba.
A su padre Quis se le habían extraviado unas burras; y dijo a su hijo Saúl:
«Llévate a uno de los criados y vete a buscar las burras.»
Cruzaron la serranía de Efraín y atravesaron la comarca de Salisá, pero no las
encontraron. Atravesaron la comarca de Saalín, y nada. Atravesaron la comarca
de Benjamin, y tampoco.
Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le avisó: «Ése es el hombre de quien te
hablé; ése regirá a mi pueblo.»
Saúl se acercó a Samuel en medio de la entrada y le dijo: «Haz el favor de
decirme dónde está la casa del vidente.»
Samuel le respondió: «Yo soy el vidente. Sube delante de mí al altozano; hoy
coméis conmigo, y mañana te dejaré marchar y te diré todo lo que piensas.»
Tomó la aceitera, derramó aceite sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo:
«El Señor te unge como jefe de su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo
librarás de la mano de los enemigos que lo rodean.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal
20,2-3.4-5.6-7
R/. Señor,
el rey se alegra por tu fuerza
Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios. R/.
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término. R/.
Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia. R/.
*Lecturas del Sábado de la 1ª semana del Tiempo
Ordinario*
Sábado, 13 de enero de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (2,13-17)*
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a
él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le
dijo: «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos
que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus
discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron
a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No
he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
«No he
venido a llamar a los justos, sino a pecadores».
*Jesús
se pone en movimiento a esos lugares donde las personas, lo pueden encontrar y
puede acudir a él. Y en esos mismos lugares donde se deja encontrar, los aprovecha
para enseñarles. Jesús sabe caminar por esos caminos y lugares donde las
personas necesitan de él. Muchas de esas personas no necesitas de muchas palabras,
tan solo les mira como a Leví, que estaba sentado detrás
del mostrador de los impuestos, y tan solo le dijo: «Sígueme.» Levi solo
escucho la palabra (sígueme) y para él eso fue suficiente para levantarse. El Señor
está pasando constantemente delante de nuestra vida con la misma palabra (Sígueme)
¿Que estará pasando con nuestros oídos? Que les cuenta entender el significado
de la palabra «Sígueme» que el Señor, nos las dice: cuando estamos sentados en
nuestro mostrador, que está lleno de dificultades y de precariedades. En nuestra
vida necesitamos escuchar esa palabra para poder levantar a una vida nueva. El mismo
Jesús con sus propios labios nos dijo: No necesitan médico los sanos, sino los
enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.