Musica Para el Alma
viernes, 2 de diciembre de 2022
MATEO 9,35-10,1.6-8 CICLO A
*Lecturas del Sábado de la
1ª semana de Adviento*
Sábado, 3
de diciembre de 2022
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Mateo
(9,35–10,1.6-8)*
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus
sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda
dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y
abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor
de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus
inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino
de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad
demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero
a vuestros corazones antes que mis palabras*
« La
mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe
obreros a su mies» Gratis
lo recibisteis; dadlo gratis»
*El Señor no me habla de trabajar mucho, ni de
afanar mucho, al contrario de disfrutar de los frutos de la mies, dejar
que el amor inmenso del Señor inunde toda mi alma, todo mi ser, y teniendo todo
este caudal de amor en mí, podre aprender a conocer, a comprender, a
sentir y a entender las fatigas de los corazones lastimados por el sufrimiento
y el dolor. El Señor no me ha cobrado por amarme, entenderme y aceptarme, lo ha
hecho gratis, por eso me invita a dar gratis lo que he recibido gratis. La
grandeza del Señor es el amor, su fuerza es la compasión, su gran virtud es la
misericordia; y todo eso me lo ha dado gratis. Es por eso que hoy soy invitado
a que también de gratis todo lo que he recibido de él*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL SABADO 3
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO DE ADVIENTO
SÁBADO DE LA SEMANA I
Del propio del Tiempo. Salterio I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Himno: VEN, SEÑOR, NO TARDES
Ven, Señor, no tardes,
Ven, que te esperamos;
Ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor.
El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos
porque han matado al Amor.
Envuelto en noche sombría,
gime el mundo de pavor;
va en busca de una esperanza,
buscando tu fe, Señor.
Al mundo le falta vida
y le falta corazón;
le falta cielo en la tierra,
si no lo riega tu amor.
Rompa el cielo su silencio,
baje el rocío a la flor,
ven, Señor, no tardes tanto,
ven, Señor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo
auxilio.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO
CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA
VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA
ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE Is 11, 1-3a
Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago. Sobre él
se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. El Señor
anuncia su palabra a Jacob.
R. Sus
decretos y mandatos a Israel.
*PRIMERA LECTURA AÑO (I)*
Del libro del profeta Isaías 13. 1-22
EL DÍA DEL SEÑOR
Oráculo contra Babilonia,
que recibió el profeta Isaías, hijo de Amós:
Sobre un monte pelado izad
la enseña, gritadles con fuerza agitando la mano, para que entren por las
puertas de los príncipes. Yo he dado orden a mis consagrados, he convocado a
los soldados de mi ira, entusiastas de mi honor.
Escuchad: tumulto en los
montes, como de gran muchedumbre; escuchad: alboroto de reinos, naciones
reunidas. EL Señor de los ejércitos revista sus ejércitos para el combate. Van
llegando de tierra lejana, del confín del cielo: el Señor con las armas de su
ira, para devastar la tierra.
Ululad, que está cerca el
día del Señor: como azote del Potente llegará. Por eso, los brazos
desfallecerán, los corazones humanos desmayarán, espasmos y angustias los
sobrecogerán, se retorcerán como mujer que da a luz. Uno a otro se mira
espantado; rostros febriles, sus rostros. Mirad: Llega el día del Señor,
implacable, con cólera e incendio de ira, para hacer de la tierra un desierto y
exterminar de ella a los pecadores. Los astros del cielo, las constelaciones,
no destellan su luz; se entenebrece el sol al salir, la luna no irradia su luz.
Tomaré cuentas al orbe de su
maldad, a los perversos de su crimen. Terminaré con la soberbia de los
insolentes, el orgullo de los tiranos lo humillaré. Haré a los hombres más
escasos que el oro; a los mortales, más que metal de Ofir. Por eso, sacudiré
los cielos y se moverá la tierra de su sitio. Por la cólera del Señor, el día
del incendio de su ira. Y serán como sierva acosada, como rebaño que nadie
congrega: uno se vuelve a su pueblo, el otro huye a su tierra. Al que alcanzan
lo atraviesan, al que apresan lo matan a espada. Estrellan a los niños ante sus
ojos, saquean sus casas, violan a sus mujeres.
Mirad: Yo incito contra
ellos a los medos, que no estiman la plata, ni les importa el oro: sus arcos
acribillan a los jóvenes, no perdonan a los niños, sus ojos no se apiadan de
las criaturas.
Quedará Babilonia, la perla
de los reinos, joya y orgullo de los caldeos, como Sodoma y Gomorra en la
catástrofe de Dios. Jamás la habitarán ni la poblarán, de generación en
generación. El beduino no acampará allí ni apacentarán los pastores. Apriscarán
allí las fieras, los búhos llenarán sus casas, anidará allí el avestruz, y los
chivos brincarán; aullarán las hienas en las mansiones y los chacales en los
palacios de placer. Ya está a punto de llegar su hora, sus días no tardarán.
RESPONSORIO Jl 2, 11. 12. 13; cf. Ap 6, 17. 16
R. Grande es el día del
Señor, terrible es, ¿quién lo resistirá? * Pero ahora convertíos al Señor,
vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso.
V. Ha llegado el día grande
de la ira del que está sentado en el trono y del Cordero: y ¿quién podrá
resistir?
R. Pero ahora convertíos al
Señor, vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso.
*PRIMERA LECTURA AÑO (II)*
Del libro del profeta Isaías 13. 1-22
EL DÍA DEL SEÑOR
Oráculo contra Babilonia, que recibió el profeta Isaías, hijo de Amós:
Sobre un monte pelado izad la enseña, gritadles con fuerza agitando la mano,
para que entren por las puertas de los príncipes. Yo he dado orden a mis
consagrados, he convocado a los soldados de mi ira, entusiastas de mi honor.
Escuchad: tumulto en los montes, como de gran muchedumbre; escuchad: alboroto
de reinos, naciones reunidas. EL Señor de los ejércitos revista sus ejércitos
para el combate. Van llegando de tierra lejana, del confín del cielo: el Señor
con las armas de su ira, para devastar la tierra.
Ululad, que está cerca el día del Señor: como azote del Potente llegará. Por
eso, los brazos desfallecerán, los corazones humanos desmayarán, espasmos y
angustias los sobrecogerán, se retorcerán como mujer que da a luz. Uno a otro
se mira espantado; rostros febriles, sus rostros. Mirad: Llega el día del Señor,
implacable, con cólera e incendio de ira, para hacer de la tierra un desierto y
exterminar de ella a los pecadores. Los astros del cielo, las constelaciones,
no destellan su luz; se entenebrece el sol al salir, la luna no irradia su luz.
Tomaré cuentas al orbe de su maldad, a los perversos de su crimen. Terminaré
con la soberbia de los insolentes, el orgullo de los tiranos lo humillaré. Haré
a los hombres más escasos que el oro; a los mortales, más que metal de Ofir.
Por eso, sacudiré los cielos y se moverá la tierra de su sitio. Por la cólera
del Señor, el día del incendio de su ira. Y serán como cierva acosada, como
rebaño que nadie congrega: uno se vuelve a su pueblo, el otro huye a su tierra.
Al que alcanzan lo atraviesan, al que apresan lo matan a espada. Estrellan a
los niños ante sus ojos, saquean sus casas, violan a sus mujeres.
Mirad: Yo incito contra ellos a los medos, que no estiman la plata, ni les
importa el oro: sus arcos acribillan a los jóvenes, no perdonan a los niños,
sus ojos no se apiadan de las criaturas.
Quedará Babilonia, la perla de los reinos, joya y orgullo de los caldeos, como
Sodoma y Gomorra en la catástrofe de Dios. Jamás la habitarán ni la poblarán,
de generación en generación. El beduino no acampará allí ni apacentarán los
pastores. Apriscarán allí las fieras, los búhos llenarán sus casas, anidará
allí el avestruz, y los chivos brincarán; aullarán las hienas en las mansiones
y los chacales en los palacios de placer. Ya está a punto de llegar su hora,
sus días no tardarán.
RESPONSORIO Jl 2, 11.
12. 13; cf. Ap 6, 17. 16
R. Grande es el día del Señor, terrible es, ¿quién lo resistirá? * Pero
ahora convertíos al Señor, vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso.
V. Ha llegado el día grande de la ira del que está sentado en el trono y del
Cordero: y ¿quién podrá resistir?
R. Pero ahora convertíos al Señor, vuestro Dios, porque es compasivo y
misericordioso.
SEGUNDA LECTURA
Del tratado de san Cipriano, obispo y
mártir, Sobre el bien de la paciencia. (núms. 13 y 15: CSEL 3, 406-408)
ESPERAMOS LO QUE NO VEMOS
Éste es el precepto de nuestro Señor y Maestro: El que persevere hasta el fin
se salvará. Y también: Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad
discípulos míos, llegaréis al conocimiento de la verdad y la verdad os librará
de la esclavitud.
Es necesario, hermanos muy queridos, tener paciencia y perseverar, para que,
después de haber sido admitidos a la esperanza de la verdad y de la libertad,
podamos alcanzar esa misma verdad y libertad; porque el hecho de ser cristianos
nos exige la fe y la esperanza; pero, para que esta fe y esta esperanza puedan
obtener su fruto, nos es necesaria la paciencia.
Pues nosotros no buscamos la gloria presente, sino la futura, conforme a lo que
el apóstol san Pablo nos enseña, diciendo: Sólo en esperanza poseemos nuestra
salvación; porque la esperanza que ve a su alcance el objeto no es esperanza.
¿Cómo puede alguien esperar lo que tiene ya a su alcance? Pero si esperamos lo
que no vemos, lo aguardamos con anhelo y constancia. La esperanza y la
paciencia son necesarias para llevar a buen término lo que hemos empezado, y
para alcanzar lo que esperamos y creemos apoyados en la promesa divina.
Finalmente, en otro lugar el mismo Apóstol exhorta a los justos, a los que
obran el bien y acumulan tesoros en el cielo que les producirán intereses en
bienes divinos, a que sean perseverantes, diciendo: Así que, mientras tengamos
oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a los miembros de la
Iglesia. No nos cansemos de practicar el bien; que a su tiempo cosecharemos.
Recomienda aquí que nadie, por impaciencia, deje de obrar el bien, que nadie,
vencido o desanimado por las tentaciones y las dificultades, se detenga en la
mitad del camino de la justificación y de la gloria, para que no pierda el
mérito de las buenas acciones por no haber llevado a su fin la obra comenzada.
En otro lugar el Apóstol, al hablar de la caridad, une inseparablemente con
ella la constancia y la paciencia: La caridad es comprensiva, la caridad es
servicial y no tiene envidia; la caridad no presume ni se engríe; no es mal
educada ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; disculpa sin
límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. Muestra así
que la caridad sólo puede subsistir si sabe soportar todas las cosas.
Y en otro lugar dice: Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener
la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. De esta manera demuestra que
es imposible mantener la unión y la paz si los hermanos no se toleran
mutuamente y si no conservan el vínculo de la unión fraterna mediante la virtud
de la paciencia.
RESPONSORIO Ha 2, 3; Hb
10, 37
R. Se acerca su término y no fallará; * si tarda, espéralo, porque ha de
llegar sin falta.
V. Todavía un poco de tiempo, un poco nada más: y el que ha de venir vendrá.
R. Si tarda, espéralo, porque ha de llegar sin falta.
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (9,35–10,1.6-8):
35 Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en
sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando todo enfermedad y
toda dolencia.
36
Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y
abatidos como ovejas que no tienen pastor.
37
Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos.
38
Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.»
1
Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos
para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia.
6
dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
7
Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca.
8
Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios.
Gratis lo recibisteis; dadlo gratis.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. No temas, Sión; mira que tu Señor
vendrá. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No temas, Sión; mira que tu Señor vendrá. Aleluya.
PRECES
Oremos a Dios Padre, que trazó desde
antiguo un plan de salvación para su pueblo, y digámosle:
Guarda a tu pueblo, Señor.
Oh Dios, que prometiste a tu pueblo un vástago que haría justicia,
vela por la santidad de tu Iglesia.
Inclina, oh Dios, el corazón de los hombres a tu palabra
y afianza la santidad de tus fieles.
Por tu Espíritu consérvanos en el amor,
para que podamos recibir la misericordia de tu Hijo que se acerca.
Haz que nos mantengamos firmes, Dios de clemencia,
hasta el día de la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Pidamos ahora con grande confianza la venida del reino de Dios, con las
palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que para librar al hombre
de la antigua esclavitud del pecado enviaste a tu Hijo al mundo, concede a los
que esperamos con devoción su venida la gracia de tu misericordia y el don de
la verdadera libertad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ÉSTE ES EL TIEMPO EN QUE LLEGAS
Éste es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan
y olvidas a los que duermen.
Salen cantando a tu encuentro
doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.
¡Cómo golpean las necias
las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras
los ojos que no han de verte!
Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando
mientras los ojos se duermen.
Danos un puesto a tu mesa,
Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Alégrate y goza, nueva Sión, porque tu
Rey llega con mansedumbre a salvar nuestras almas.
Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alégrate y goza, nueva Sión, porque tu Rey llega con mansedumbre a salvar
nuestras almas.
Ant 2. Fortaleced las manos débiles; sed fuertes y decid: «Mirad a nuestro Dios
que viene y nos salvará.» Aleluya.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN
LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Fortaleced las manos débiles; sed fuertes y decid: «Mirad a nuestro Dios
que viene y nos salvará.» Aleluya.
Ant 3. La ley se nos dio por mediación de Moisés; pero la gracia y la verdad nos
han venido por Jesucristo.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU
MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La ley se nos dio por mediación de Moisés; pero la gracia y la verdad nos
han venido por Jesucristo.
LECTURA BREVE 1Ts 5,
23-24
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser
-espíritu, alma y cuerpo- sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de
nuestro Señor Jesucristo. Fiel es a sus promesas el que os ha convocado; y él
las cumplirá.
RESPONSORIO BREVE
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ven, Señor, y danos tu paz; tu visita
nos retornará a la rectitud y podremos alegrarnos en tu presencia.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL
SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ven, Señor, y danos tu paz; tu visita nos retornará a la rectitud y
podremos alegrarnos en tu presencia.
PRECES
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor,
que nació de la Virgen María, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Hijo unigénito de Dios, que has de venir al mundo como mensajero de la alianza,
haz que el mundo te reciba y te reconozca.
Tú que, engendrado en el seno del Padre, quisiste hacerte hombre en el seno de
María,
líbranos de la corrupción de la carne.
Tú que, siendo la vida, quisiste experimentar la muerte,
concédenos superar la sentencia de la muerte.
Tú que, al venir al juicio, traerás contigo la recompensa,
haz que tu amor sea entonces nuestro premio.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Señor Jesucristo, tú que por tu muerte socorriste a los muertos,
escucha las súplicas que te dirigimos por nuestros difuntos.
Pidamos ahora a nuestro Padre que sea la ayuda de nuestra debilidad:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Dios misericordioso, que en
nuestra alegre marcha hacia el encuentro de tu Hijo no tropecemos en
impedimentos terrenos, sino que, guiados por la sabiduría celestial, merezcamos
participar de la gloria de aquel que vive y reina contigo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LECTURAS DEL SABADO 3 DE DICIEMBRE 2022
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO DE ADVIENTO
SÁBADO DE LA SEMANA I
Del propio del Tiempo. Salterio I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Himno: VEN, SEÑOR, NO TARDES
Ven, Señor, no tardes,
Ven, que te esperamos;
Ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor.
El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos
porque han matado al Amor.
Envuelto en noche sombría,
gime el mundo de pavor;
va en busca de una esperanza,
buscando tu fe, Señor.
Al mundo le falta vida
y le falta corazón;
le falta cielo en la tierra,
si no lo riega tu amor.
Rompa el cielo su silencio,
baje el rocío a la flor,
ven, Señor, no tardes tanto,
ven, Señor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo
auxilio.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO
CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA
VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA
ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE Is 11, 1-3a
Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago. Sobre él
se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. El Señor
anuncia su palabra a Jacob.
R. Sus
decretos y mandatos a Israel.
*PRIMERA LECTURA AÑO (I)*
Del libro del profeta Isaías 13. 1-22
EL DÍA DEL SEÑOR
Oráculo contra Babilonia,
que recibió el profeta Isaías, hijo de Amós:
Sobre un monte pelado izad
la enseña, gritadles con fuerza agitando la mano, para que entren por las
puertas de los príncipes. Yo he dado orden a mis consagrados, he convocado a
los soldados de mi ira, entusiastas de mi honor.
Escuchad: tumulto en los
montes, como de gran muchedumbre; escuchad: alboroto de reinos, naciones
reunidas. EL Señor de los ejércitos revista sus ejércitos para el combate. Van
llegando de tierra lejana, del confín del cielo: el Señor con las armas de su
ira, para devastar la tierra.
Ululad, que está cerca el
día del Señor: como azote del Potente llegará. Por eso, los brazos
desfallecerán, los corazones humanos desmayarán, espasmos y angustias los
sobrecogerán, se retorcerán como mujer que da a luz. Uno a otro se mira
espantado; rostros febriles, sus rostros. Mirad: Llega el día del Señor,
implacable, con cólera e incendio de ira, para hacer de la tierra un desierto y
exterminar de ella a los pecadores. Los astros del cielo, las constelaciones,
no destellan su luz; se entenebrece el sol al salir, la luna no irradia su luz.
Tomaré cuentas al orbe de su
maldad, a los perversos de su crimen. Terminaré con la soberbia de los
insolentes, el orgullo de los tiranos lo humillaré. Haré a los hombres más
escasos que el oro; a los mortales, más que metal de Ofir. Por eso, sacudiré
los cielos y se moverá la tierra de su sitio. Por la cólera del Señor, el día
del incendio de su ira. Y serán como sierva acosada, como rebaño que nadie
congrega: uno se vuelve a su pueblo, el otro huye a su tierra. Al que alcanzan
lo atraviesan, al que apresan lo matan a espada. Estrellan a los niños ante sus
ojos, saquean sus casas, violan a sus mujeres.
Mirad: Yo incito contra
ellos a los medos, que no estiman la plata, ni les importa el oro: sus arcos
acribillan a los jóvenes, no perdonan a los niños, sus ojos no se apiadan de
las criaturas.
Quedará Babilonia, la perla
de los reinos, joya y orgullo de los caldeos, como Sodoma y Gomorra en la
catástrofe de Dios. Jamás la habitarán ni la poblarán, de generación en
generación. El beduino no acampará allí ni apacentarán los pastores. Apriscarán
allí las fieras, los búhos llenarán sus casas, anidará allí el avestruz, y los
chivos brincarán; aullarán las hienas en las mansiones y los chacales en los
palacios de placer. Ya está a punto de llegar su hora, sus días no tardarán.
RESPONSORIO Jl 2, 11. 12. 13; cf. Ap 6, 17. 16
R. Grande es el día del
Señor, terrible es, ¿quién lo resistirá? * Pero ahora convertíos al Señor,
vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso.
V. Ha llegado el día grande
de la ira del que está sentado en el trono y del Cordero: y ¿quién podrá
resistir?
R. Pero ahora convertíos al
Señor, vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso.
*PRIMERA LECTURA AÑO (II)*
Del libro del profeta Isaías 13. 1-22
EL DÍA DEL SEÑOR
Oráculo contra Babilonia, que recibió el profeta Isaías, hijo de Amós:
Sobre un monte pelado izad la enseña, gritadles con fuerza agitando la mano,
para que entren por las puertas de los príncipes. Yo he dado orden a mis
consagrados, he convocado a los soldados de mi ira, entusiastas de mi honor.
Escuchad: tumulto en los montes, como de gran muchedumbre; escuchad: alboroto
de reinos, naciones reunidas. EL Señor de los ejércitos revista sus ejércitos
para el combate. Van llegando de tierra lejana, del confín del cielo: el Señor
con las armas de su ira, para devastar la tierra.
Ululad, que está cerca el día del Señor: como azote del Potente llegará. Por
eso, los brazos desfallecerán, los corazones humanos desmayarán, espasmos y
angustias los sobrecogerán, se retorcerán como mujer que da a luz. Uno a otro
se mira espantado; rostros febriles, sus rostros. Mirad: Llega el día del Señor,
implacable, con cólera e incendio de ira, para hacer de la tierra un desierto y
exterminar de ella a los pecadores. Los astros del cielo, las constelaciones,
no destellan su luz; se entenebrece el sol al salir, la luna no irradia su luz.
Tomaré cuentas al orbe de su maldad, a los perversos de su crimen. Terminaré
con la soberbia de los insolentes, el orgullo de los tiranos lo humillaré. Haré
a los hombres más escasos que el oro; a los mortales, más que metal de Ofir.
Por eso, sacudiré los cielos y se moverá la tierra de su sitio. Por la cólera
del Señor, el día del incendio de su ira. Y serán como cierva acosada, como
rebaño que nadie congrega: uno se vuelve a su pueblo, el otro huye a su tierra.
Al que alcanzan lo atraviesan, al que apresan lo matan a espada. Estrellan a
los niños ante sus ojos, saquean sus casas, violan a sus mujeres.
Mirad: Yo incito contra ellos a los medos, que no estiman la plata, ni les
importa el oro: sus arcos acribillan a los jóvenes, no perdonan a los niños,
sus ojos no se apiadan de las criaturas.
Quedará Babilonia, la perla de los reinos, joya y orgullo de los caldeos, como
Sodoma y Gomorra en la catástrofe de Dios. Jamás la habitarán ni la poblarán,
de generación en generación. El beduino no acampará allí ni apacentarán los
pastores. Apriscarán allí las fieras, los búhos llenarán sus casas, anidará
allí el avestruz, y los chivos brincarán; aullarán las hienas en las mansiones
y los chacales en los palacios de placer. Ya está a punto de llegar su hora,
sus días no tardarán.
RESPONSORIO Jl 2, 11.
12. 13; cf. Ap 6, 17. 16
R. Grande es el día del Señor, terrible es, ¿quién lo resistirá? * Pero
ahora convertíos al Señor, vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso.
V. Ha llegado el día grande de la ira del que está sentado en el trono y del
Cordero: y ¿quién podrá resistir?
R. Pero ahora convertíos al Señor, vuestro Dios, porque es compasivo y
misericordioso.
SEGUNDA LECTURA
Del tratado de san Cipriano, obispo y
mártir, Sobre el bien de la paciencia. (núms. 13 y 15: CSEL 3, 406-408)
ESPERAMOS LO QUE NO VEMOS
Éste es el precepto de nuestro Señor y Maestro: El que persevere hasta el fin
se salvará. Y también: Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad
discípulos míos, llegaréis al conocimiento de la verdad y la verdad os librará
de la esclavitud.
Es necesario, hermanos muy queridos, tener paciencia y perseverar, para que,
después de haber sido admitidos a la esperanza de la verdad y de la libertad,
podamos alcanzar esa misma verdad y libertad; porque el hecho de ser cristianos
nos exige la fe y la esperanza; pero, para que esta fe y esta esperanza puedan
obtener su fruto, nos es necesaria la paciencia.
Pues nosotros no buscamos la gloria presente, sino la futura, conforme a lo que
el apóstol san Pablo nos enseña, diciendo: Sólo en esperanza poseemos nuestra
salvación; porque la esperanza que ve a su alcance el objeto no es esperanza.
¿Cómo puede alguien esperar lo que tiene ya a su alcance? Pero si esperamos lo
que no vemos, lo aguardamos con anhelo y constancia. La esperanza y la
paciencia son necesarias para llevar a buen término lo que hemos empezado, y
para alcanzar lo que esperamos y creemos apoyados en la promesa divina.
Finalmente, en otro lugar el mismo Apóstol exhorta a los justos, a los que
obran el bien y acumulan tesoros en el cielo que les producirán intereses en
bienes divinos, a que sean perseverantes, diciendo: Así que, mientras tengamos
oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a los miembros de la
Iglesia. No nos cansemos de practicar el bien; que a su tiempo cosecharemos.
Recomienda aquí que nadie, por impaciencia, deje de obrar el bien, que nadie,
vencido o desanimado por las tentaciones y las dificultades, se detenga en la
mitad del camino de la justificación y de la gloria, para que no pierda el
mérito de las buenas acciones por no haber llevado a su fin la obra comenzada.
En otro lugar el Apóstol, al hablar de la caridad, une inseparablemente con
ella la constancia y la paciencia: La caridad es comprensiva, la caridad es
servicial y no tiene envidia; la caridad no presume ni se engríe; no es mal
educada ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; disculpa sin
límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. Muestra así
que la caridad sólo puede subsistir si sabe soportar todas las cosas.
Y en otro lugar dice: Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener
la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. De esta manera demuestra que
es imposible mantener la unión y la paz si los hermanos no se toleran
mutuamente y si no conservan el vínculo de la unión fraterna mediante la virtud
de la paciencia.
RESPONSORIO Ha 2, 3; Hb
10, 37
R. Se acerca su término y no fallará; * si tarda, espéralo, porque ha de
llegar sin falta.
V. Todavía un poco de tiempo, un poco nada más: y el que ha de venir vendrá.
R. Si tarda, espéralo, porque ha de llegar sin falta.
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (9,35–10,1.6-8):
35 Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en
sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando todo enfermedad y
toda dolencia.
36
Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y
abatidos como ovejas que no tienen pastor.
37
Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos.
38
Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.»
1
Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos
para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia.
6
dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
7
Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca.
8
Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios.
Gratis lo recibisteis; dadlo gratis.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. No temas, Sión; mira que tu Señor
vendrá. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No temas, Sión; mira que tu Señor vendrá. Aleluya.
PRECES
Oremos a Dios Padre, que trazó desde
antiguo un plan de salvación para su pueblo, y digámosle:
Guarda a tu pueblo, Señor.
Oh Dios, que prometiste a tu pueblo un vástago que haría justicia,
vela por la santidad de tu Iglesia.
Inclina, oh Dios, el corazón de los hombres a tu palabra
y afianza la santidad de tus fieles.
Por tu Espíritu consérvanos en el amor,
para que podamos recibir la misericordia de tu Hijo que se acerca.
Haz que nos mantengamos firmes, Dios de clemencia,
hasta el día de la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Pidamos ahora con grande confianza la venida del reino de Dios, con las
palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que para librar al hombre
de la antigua esclavitud del pecado enviaste a tu Hijo al mundo, concede a los
que esperamos con devoción su venida la gracia de tu misericordia y el don de
la verdadera libertad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ÉSTE ES EL TIEMPO EN QUE LLEGAS
Éste es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan
y olvidas a los que duermen.
Salen cantando a tu encuentro
doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.
¡Cómo golpean las necias
las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras
los ojos que no han de verte!
Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando
mientras los ojos se duermen.
Danos un puesto a tu mesa,
Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Alégrate y goza, nueva Sión, porque tu
Rey llega con mansedumbre a salvar nuestras almas.
Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alégrate y goza, nueva Sión, porque tu Rey llega con mansedumbre a salvar
nuestras almas.
Ant 2. Fortaleced las manos débiles; sed fuertes y decid: «Mirad a nuestro Dios
que viene y nos salvará.» Aleluya.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN
LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Fortaleced las manos débiles; sed fuertes y decid: «Mirad a nuestro Dios
que viene y nos salvará.» Aleluya.
Ant 3. La ley se nos dio por mediación de Moisés; pero la gracia y la verdad nos
han venido por Jesucristo.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU
MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La ley se nos dio por mediación de Moisés; pero la gracia y la verdad nos
han venido por Jesucristo.
LECTURA BREVE 1Ts 5,
23-24
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser
-espíritu, alma y cuerpo- sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de
nuestro Señor Jesucristo. Fiel es a sus promesas el que os ha convocado; y él
las cumplirá.
RESPONSORIO BREVE
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ven, Señor, y danos tu paz; tu visita
nos retornará a la rectitud y podremos alegrarnos en tu presencia.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL
SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ven, Señor, y danos tu paz; tu visita nos retornará a la rectitud y
podremos alegrarnos en tu presencia.
PRECES
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor,
que nació de la Virgen María, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Hijo unigénito de Dios, que has de venir al mundo como mensajero de la alianza,
haz que el mundo te reciba y te reconozca.
Tú que, engendrado en el seno del Padre, quisiste hacerte hombre en el seno de
María,
líbranos de la corrupción de la carne.
Tú que, siendo la vida, quisiste experimentar la muerte,
concédenos superar la sentencia de la muerte.
Tú que, al venir al juicio, traerás contigo la recompensa,
haz que tu amor sea entonces nuestro premio.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Señor Jesucristo, tú que por tu muerte socorriste a los muertos,
escucha las súplicas que te dirigimos por nuestros difuntos.
Pidamos ahora a nuestro Padre que sea la ayuda de nuestra debilidad:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Dios misericordioso, que en
nuestra alegre marcha hacia el encuentro de tu Hijo no tropecemos en
impedimentos terrenos, sino que, guiados por la sabiduría celestial, merezcamos
participar de la gloria de aquel que vive y reina contigo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.