Musica Para el Alma
jueves, 2 de febrero de 2023
MARCOS 6,14-29 CICLO A
*Lecturas del Viernes de la
4ª semana del Tiempo Ordinario
Viernes, 3
de febrero de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Marcos
(6,14-29)*
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó
hablar de él. Unos decían:
«Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso las fuerzas
milagrosas actúan en él».
Otros decían:
«Es Elías».
Otros:
«Es un profeta como los antiguos».
Herodes, al oírlo, decía:
«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel
encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano
Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes
respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al
escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus
magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».
Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?».
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso
desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de
Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la
entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un
sepulcro.
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero
a vuestros corazones antes que mis palabras*
(Juan
le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.)
*Juan
Bautista era muy valiente en su dedicación a la misión de verdad de Dios.
Herodes, por el contrario, muestra su debilidad al ver la popularidad de Juan.
El modelo de Juan, de servicio a Dios, es admirable; necesitamos la fortaleza y
la guía de Dios para ayudarnos en nuestra labor de hacer el bien. Ser
acusado injustamente es doloroso. Esta escena me previene de los desafíos que
puedo enfrentar al vivir los valores del Evangelio. Ruego por la fortaleza
necesaria para continuar en el camino de servir a Dios, cuando se presentan
difíciles elecciones. Podemos confiar en que la Gracia de Dios prevalecerá*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL VIERNES 3
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO
ORDINARIO LIBRO III. SEMANA 4*
VIERNES
SEMANA IV
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. El Señor es bueno, bendecid su
nombre.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es bueno, bendecid su
nombre.
Himno: POR EL DOLOR CREYENTE QUE BROTA DEL PECADO.
Por el dolor creyente que brota del pecado,
por no haberte querido de todo corazón,
por haberte, Dios mío, tantas veces negado,
con súplicas te pido, de rodillas, perdón.
Por haberte perdido, por no haberte encontrado,
porque es como un desierto nevado mi oración;
porque es como una hiedra sobre el árbol cortado
el recuerdo que brota cargado de ilusión,
Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,
primero amargamente, lleno de flor después,
y que a ti, viejo tronco, poco a poco me enlace,
y que mi vieja sombra se derrame a tus pies. Amén
SALMODIA
Ant 1. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con
Espíritu firme.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh Dios, crea en mí un corazón
puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.
Ant 2. Alégrate, Jerusalén, porque en ti
serán congregados todos los pueblos.
Cántico: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN DEL PUEBLO - Tb 13,
10-15. 17-19
Anuncien todos los pueblos sus maravillas
y alábenle sus elegidos en Jerusalén,
la ciudad del Santo;
por las obras de tus hijos te azotará,
pero de nuevo se compadecerá
de los hijos de los justos.
Confiesa dignamente al Señor
y bendice al Rey de los siglos,
para que de nuevo sea en ti
edificado su tabernáculo con alegría,
para que alegre en ti a los cautivos
y muestre en ti su amor hacia los desdichados,
por todas las generaciones y generaciones.
Brillarás cual luz de lámpara
y todos los confines de la tierra vendrán a ti.
Pueblos numerosos vendrán de lejos
al nombre del Señor, nuestro Dios,
trayendo ofrendas en sus manos,
ofrendas para el rey del cielo.
Las generaciones de las generaciones
exultarán en ti.
Y benditos para siempre todos los que te aman.
Alégrate y salta de gozo por los hijos de los justos,
que serán congregados,
y al Señor de los justos bendecirán.
Dichosos los que te aman;
en tu paz se alegrarán.
Dichosos cuantos se entristecieron por tus azotes,
pues en ti se alegrarán
contemplando toda tu gloria,
y se regocijarán para siempre.
Bendice, alma mía, a Dios, rey grande,
porque Jerusalén con zafiros y esmeraldas
será reedificada,
con piedras preciosas sus muros
y con oro puro sus torres y sus almenas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alégrate, Jerusalén, porque en ti
serán congregados todos los pueblos.
Ant 3. Sión, alaba a tu Dios, que envía su
mensaje a la tierra.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sión, alaba a tu Dios, que envía su
mensaje a la tierra.
LECTURA BREVE Ga 2, 19b-20
Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en
mi. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me
amó hasta entregarse por mí.
RESPONSORIO BREVE
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto
por mí.
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. El Dios que hace tanto por mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto
por mí.
V. Hijo
mío, haz caso de mi sabiduría.
R. Presta oído a mi inteligencia.
PRIMERA
LECTURA AÑO (I)
De la carta a los Romanos 15, 14-33
MINISTERIO DE PABLO
Estoy personalmente convencido, hermanos, de que ya estáis llenos de buenas
disposiciones, en plena posesión del don de ciencia y con suficiente capacidad
como para exhortaros unos a otros al bien.
Sin embargo, os he escrito, en parte con cierto atrevimiento, como queriendo
recordaros lo que ya sabéis; y lo he hecho en virtud de la gracia que Dios me
ha dado, de ser un ministro de Cristo Jesús entre los gentiles, ministro que
ejerce su sacerdocio de la Buena Nueva de Dios, a fin de que el ofrecimiento
que hago de los gentiles a Dios sea aceptado y santificado en el Espíritu
Santo.
Puedo, pues, gloriarme en Cristo Jesús de este ministerio que mira al servicio
de Dios. Y, en verdad, no osaría yo hablar sino de lo que Cristo, valiéndose de
mí, ha llevado a cabo por la conversión de los gentiles, de palabra o de obra,
con poderosa eficacia de señales y prodigios, y con el poder del Espíritu;
tanto que, desde Jerusalén y en todas direcciones hasta Iliria, he dado
cumplimiento al Evangelio de Cristo.
Pero, de tal modo, que me proponía como una honra no predicar el Evangelio allí
donde el nombre de Cristo era conocido, para no edificar sobre fundamentos
ajenos. A este propósito dice la Escritura: «Lo verán quienes nuevas no
tuvieron, y entenderán quienes no oyeron nada.»
Por eso, me he visto impedido tantas veces de llegarme hasta vosotros; pero
ahora, que no encuentro campo de acción en estas regiones y teniendo desde hace
tantos años vivos deseos de ir a veros, os visitaré cuando vaya para España.
Espero, a mi paso, veros y, dirigido por vosotros, encaminarme para allá,
después de haber disfrutado un poco de vuestra compañía. Ahora me encamino a
Jerusalén, para socorrer a los fieles de allí; porque los de Macedonia y Acaya
han tenido a bien hacer una colecta a beneficio de los pobres de entre los
fieles de Jerusalén. Lo han tenido a bien, y con motivo, porque tienen deuda
con ellos. Y así es. Si participan, como venidos de la gentilidad, en los
bienes espirituales de ellos, deben a su vez servirles en los bienes
materiales.
Una vez que cumpla este encargo, poniendo en sus manos el fruto de esta
colecta, me encaminaré a España, pasando por entre vosotros. Y sé que, yendo a
vosotros, iré con la plenitud de la bendición de Cristo.
Os pido, hermanos, por Jesucristo, nuestro Señor, y por la caridad del
Espíritu: Ayudadme en esta lucha con vuestras plegarias, dirigidas a Dios por
mí. Que me libre él de los que se oponen a la fe en Judea; y que la misión que
llevo a Jerusalén sea del agrado de los fieles. Así podré ir gozoso a
visitaros, si Dios quiere; y tendré mi felicidad y descanso en vuestra
compañía. El Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.
RESPONSORIO Rm 15, 15-16; 1, 9
R. Dios me ha dado la gracia de ser un ministro de
Cristo Jesús entre los gentiles, ministro que ejerce su sacerdocio de la Buena
Nueva de Dios, * a fin de que el ofrecimiento
que hago de los gentiles a Dios sea aceptado y santificado en el Espíritu
Santo.
V. Sirvo a Dios Padre con toda mi alma, anunciando
el mensaje evangélico de su Hijo.
R. A fin de que el ofrecimiento que hago de los
gentiles a Dios sea aceptado y santificado en el Espíritu Santo.
PRIMERA LECTURA AÑO (II)
Del libro del Génesis
35, 1-29
ÚLTIMOS AÑOS DE JACOB
En aquellos días, Dios dijo a Jacob:
«Anda, sube a Betel, establécete allí y haz un altar al Dios que se te apareció
cuando huías de tu hermano Esaú.»
Jacob dijo a toda su familia y a toda su gente:
«Retirad los dioses extraños que tengáis, purificaos cambiad de ropa; vamos a
subir a Betel, donde haré un altar al Dios que me escuchó en el peligro y me
acompañó en mi viaje.»
Ellos entregaron a Jacob los dioses extraños que tenían y los pendientes que
llevaban; Jacob los enterró bajo la encina que hay junto a Siquem. Cuando
marchaban, cayó el terror de Dios sobre las ciudades de la comarca, de modo que
no persiguieron a los hijos de Jacob. Jacob, con toda su gente, llegó a Luz, en
tierra de Canaán, que hoy es Betel; construyó allí un altar y llamó al lugar
Betel, porque allí se le había revelado el Señor, mientras huía de su hermano.
Débora, nodriza de Rebeca, murió y la enterraron junto a Betel, bajo la encina,
a la que llamaron «Encina del llanto.»
Dios se apareció de nuevo a Jacob, al volver de Padán Aram, y lo bendijo, y le
dijo:
«Tu nombre es Jacob, pero ya no será Jacob: tu nombre será Israel.»
Y lo llamó Israel, Dios añadió:
«Yo soy el Dios Todopoderoso, crece, multiplícate: un pueblo, un grupo de pueblos
nacerá de ti, y saldrán reyes de tus entrañas. La tierra que di a Abraham y a
Isaac, te la doy a ti, y a tus descendientes les daré la tierra.»
Dios se separó de donde había hablado con él. Jacob erigió una estela de piedra
en el lugar donde había hablado con Dios, derramó sobre ella una libación y la
ungió con aceite. Y llamó «Betel» al lugar donde había hablado con Dios.
Después se marchó de Betel y, cuando faltaba un buen trecho para llegar a
Efrata, Raquel sintió los dolores del parto; y, cuando le apretaban los
dolores, la comadrona le dijo:
«No tengas miedo, que tienes un niño.»
Estando para expirar, lo llamó «Hijo de mi pena», y su padre lo llamó Benjamín.
Murió Raquel y la enterraron en el camino de Efrata, hoy Belén, y Jacob erigió
una estela sobre el sepulcro, que es hoy la estela del sepulcro de Raquel.
Israel marchó de allí y acampó al otro lado de Atalaya del Rebaño.
Mientras vivía Israel en aquella tierra, Rubén fue y se acostó con Bala,
concubina de su padre; Israel se enteró y se disgustó mucho.
Los hijos de Jacob fueron doce. Hijos de Lía: Rubén, primogénito de Jacob,
Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. Hijos de Raquel: José y Benjamín. Hijos
de Bala, la sierva de Raquel: Dan y Neftalí. Hijos de Zilfa, la sierva de Lía:
Gad y Aser. Éstos son los hijos de Jacob nacidos en Padán Aram.
Jacob volvió a casa de Isaac, su padre, a Mambré, en Quiriat Arba, hoy Hebrón,
donde habían residido Abraham e Isaac. Isaac vivió ciento ochenta años; expiró,
murió y se reunió con los suyos, anciano y colmado de años; y lo enterraron
Esaú y Jacob, sus hijos.
RESPONSORIO
Cf. Hb 11, 13. 14. 16
R. En la fe murieron todos los padres,
sin haber alcanzado la realización de las promesas, pero las vieron desde lejos
y las saludaron, reconociendo que eran «forasteros y peregrinos sobre la
tierra». * Aspiraban a una patria mejor, es decir,
a la celestial.
V. Por eso Dios no se desdeña de llamarse su
Dios, pues les tenía ya preparada una ciudad.
R. Aspiraban a una patria mejor, es decir, a la
celestial.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de un
autor espiritual del siglo cuarto
(Homilía 18, 7-11: PG 34, 639-642)
COLMADOS HASTA POSEER
TODA LA PLENITUD DE CRISTO
Los que han llegado a ser hijos de Dios y han sido hallados dignos de renacer
de lo alto por el Espíritu Santo y poseen en sí a Cristo, que los ilumina y los
crea de nuevo, son guiados por el Espíritu de varias y diversas maneras, y sus
corazones son conducidos de manera invisible y suave por la acción de la
gracia.
A veces, lloran y se lamentan por el género humano y ruegan por él con lágrimas
y llanto, encendidos de amor espiritual hacia el mismo.
Otras veces, el Espíritu Santo los inflama con una alegría y un amor tan
grandes que, si pudieran, abrazarían en su corazón a todos los hombres, sin distinción
de buenos o malos.
Otras veces, experimentan un sentimiento de humildad que los hace rebajarse por
debajo de todos los demás hombres, teniéndose a sí mismos por los más abyectos
y despreciables.
Otras veces, el Espíritu les comunica un gozo inefable.
Otras veces, son como un hombre valeroso que, equipado con toda la armadura
regia y lanzándose al combate, pelea con valentía contra sus enemigos y los
vence. Así también el hombre espiritual, tomando las armas celestiales del
Espíritu, arremete contra el enemigo y lo somete bajo sus pies.
Otras veces, el alma descansa en un gran silencio, tranquilidad y paz, gozando
de un excelente optimismo y bienestar espiritual y de un sosiego inefable.
Otras veces, el Espíritu le otorga una inteligencia, una sabiduría y un
conocimiento inefables, superiores a todo lo que pueda hablarse o expresarse.
Otras veces, no experimenta nada en especial.
De este modo, el alma es conducida por la gracia a través de varios y diversos
estados, según la voluntad de Dios que así la favorece, ejercitándola de
diversas maneras, con el fin de hacerla íntegra, irreprensible y sin mancha
ante el Padre celestial.
Pidamos también nosotros a Dios, y pidámoslo con gran amor y esperanza, que nos
conceda la gracia celestial del don del Espíritu, para que también nosotros
seamos gobernados y guiados por el mismo Espíritu, según disponga en cada
momento la voluntad divina, y para que él nos reanime con su consuelo
multiforme; así, con la ayuda de su dirección y ejercitación y de su moción espiritual,
podremos llegar a la perfección de la plenitud de Cristo, como dice el Apóstol:
Para que seáis colmados hasta poseer toda la plenitud de Cristo.
RESPONSORIO
1Jn 2, 20. 27; Jl 2, 23
R. Vosotros poseéis la unción que
viene del Santo; y la unción que de él habéis recibido permanece en
vosotros, * y no tenéis necesidad de que
nadie os enseñe.
V. Alegraos y gozaos en el Señor vuestro Dios,
porque os ha dado al Maestro de la justicia.
R. Y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe.
*Lecturas del Viernes de la 4ª semana del Tiempo Ordinario
Viernes, 3
de febrero de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Marcos
(6,14-29)*
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó
hablar de él. Unos decían:
«Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso las fuerzas
milagrosas actúan en él».
Otros decían:
«Es Elías».
Otros:
«Es un profeta como los antiguos».
Herodes, al oírlo, decía:
«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel
encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano
Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes
respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al
escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates,
a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».
Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?».
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso
desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de
Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la
entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un
sepulcro.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el
sol que nace de lo alto.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto.
PRECES
Confiados en Dios, que cuida con solicitud de todos los que ha
creado y redimido con la sangre de su Hijo, invoquémosle diciendo:
Escucha, Señor, y ten piedad.
Dios misericordioso, asegura nuestros pasos en el camino de la verdadera
santidad,
y haz que busquemos siempre cuanto hay de verdadero, noble y justo.
No nos abandones para siempre, por amor de tu nombre
no olvides tu alianza con nosotros.
Con alma contrita y espíritu humillado te seamos aceptos,
porque no hay confusión para los que en ti confían.
Tú que has querido que participáramos en la misión profética de Cristo,
haz que proclamemos ante el mundo tus maravillas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijámonos al Padre, con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor, tu gracia abundante, para que nos ayude a
seguir el camino de tus mandatos, y así gocemos de tu consuelo en esta vida y
alcancemos la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de
los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ERES LA LUZ Y SIEMBRAS CLARIDADES.
Eres la luz y siembras claridades,
eres amor y siembras armonía
desde tu eternidad de eternidades.
Por tu roja frescura de alegría,
la tierra se estremece de rocío,
Hijo eterno del Padre y de María.
En el cielo del hombre, oscuro y frío,
eres la luz total, fuego del fuego,
que aplaca las pasiones y el hastío.
Entro en tus esplendores, Cristo, ciego;
mientras corre la vida paso a paso,
pongo mis horas grises en tu brazo,
y a ti, Señor, mi corazón entrego. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.
Salmo 144 I - HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus creaturas.
Que todas tus creaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;
explicando tus proezas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Día tras día te bendeciré, Señor, y
explicaré tus proezas.
Ant 2. Los ojos de todos te están
aguardando, Señor, tú estás cerca de los que te invocan.
Salmo 144 II
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los ojos de todos te están
aguardando, Señor, tú estás cerca de los que te invocan.
Ant 3. Justos y verdaderos son tus
caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Justos y verdaderos son tus
caminos, ¡oh Rey de los siglos!
LECTURA BREVE Rm 8, 1-2
No hay ya condenación alguna para los que están en Cristo Jesús, porque la ley
del espíritu de vida en Cristo Jesús me libró de la ley del pecado y de la
muerte.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos
a Dios.
V. Muerto en la carne, pero vivificado en el
espíritu.
R. Para llevarnos a Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para
llevarnos a Dios.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a
nuestros padres.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acuérdate, Señor, de tu
misericordia como lo habías prometido a nuestros padres.
PRECES
Invoquemos a Cristo, en quien confían los que conocen su nombre,
diciendo:
Confirma, Señor, lo que has realizado en nosotros.
Señor Jesucristo, consuelo de los humildes,
dígnate sostener con tu gracia nuestra fragilidad, siempre inclinada al pecado.
Que los que por nuestra debilidad estamos inclinados al mal,
por tu misericordia obtengamos el perdón.
Señor, a quien ofende el pecado y aplaca la penitencia,
aparta de nosotros el castigo merecido por nuestros pecados.
Tú que perdonaste a la mujer arrepentida y cargaste sobre los hombros la oveja
descarriada,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz,
abre las puertas del cielo a todos los difuntos que en ti confiaron.
Siguiendo las enseñanzas de Jesucristo, digamos al Padre celestial:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que tu Hijo sufriese por
la salvación de todos, haz que, inflamados en tu amor, sepamos ofrecernos a ti
como víctima viva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
LAS LECTURAS DEL VIERNES 3 DE FEBRERO 2023
*Lecturas del Viernes de la
4ª semana del Tiempo Ordinario
Viernes, 3 de febrero de 2023
Primera lectura
Lectura de la Carta a los Hebreos (13,1-8):
Hermanos:
Conservad el amor fraterno y no olvidéis la hospitalidad: por ella algunos, sin
saberlo, “hospedaron” a ángeles.
Acordaos de los presos como si estuvierais presos con ellos; de los que son
maltratados como si estuvierais en su carne.
Que todos respeten el matrimonio; el lecho nupcial, que nadie lo mancille,
porque a los impuros y adúlteros Dios los juzgará.
Vivid sin ansia de dinero, contentándoos con lo que tengáis, pues él mismo
dijo:
«Nunca te dejaré ni te abandonaré»; así tendremos valor para decir:
«El Señor es mi auxilio: nada temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?».
Acordaos de vuestros guías, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el
desenlace de su vida e imitad su fe.
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 26
R/. El Señor es mi luz y mi salvación
V/. El Señor es mí luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
V/. Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R/.
V/. Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R/.
V/. Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R/.
*Lecturas del Viernes de la
4ª semana del Tiempo Ordinario
Viernes, 3
de febrero de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Marcos
(6,14-29)*
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó
hablar de él. Unos decían:
«Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso las fuerzas
milagrosas actúan en él».
Otros decían:
«Es Elías».
Otros:
«Es un profeta como los antiguos».
Herodes, al oírlo, decía:
«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel
encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano
Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes
respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al
escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus
magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».
Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?».
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso
desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de
Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la
entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un
sepulcro.
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero
a vuestros corazones antes que mis palabras*
(Juan
le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.)
*Juan
Bautista era muy valiente en su dedicación a la misión de verdad de Dios.
Herodes, por el contrario, muestra su debilidad al ver la popularidad de Juan.
El modelo de Juan, de servicio a Dios, es admirable; necesitamos la fortaleza y
la guía de Dios para ayudarnos en nuestra labor de hacer el bien. Ser
acusado injustamente es doloroso. Esta escena me previene de los desafíos que
puedo enfrentar al vivir los valores del Evangelio. Ruego por la fortaleza
necesaria para continuar en el camino de servir a Dios, cuando se presentan
difíciles elecciones. Podemos confiar en que la Gracia de Dios prevalecerá*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.