TIEMPO DE ADVIENTO
DOMINGO
DE LA SEMANA IV
Del Propio del día - Salterio IV
23 de diciembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.
Himno: LA PENA QUE LA TIERRA SOPORTABA
La pena que la tierra soportaba,
a causa del pecado, se ha trocado
en canto que brota jubiloso
en labios de María pronunciado.
El sí de las promesas ha llegado,
la alianza se cumple, poderosa,
el Verbo eterno de los cielos
con nuestra débil carne se desposa.
Misterio que sólo la fe alcanza,
María es nuevo templo de la gloria,
rocío matinal, nube que pasa,
luz nueva en presencia misteriosa.
A Dios sea la gloria eternamente,
al Hijo suyo amado Jesucristo,
que quiso nacer para nosotros
y darnos su Espíritu divino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tocad la trompeta en Sión, porque está cerca el día del Señor.
Mirad: viene a salvarnos. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tocad la trompeta en Sión, porque está cerca el día del Señor.
Mirad: viene a salvarnos. Aleluya.
Ant 2. Vendrá el Señor, salid a su encuentro diciendo: «Grande es tu
origen, y tu reino no tendrá fin: Dios fuerte, dominador, príncipe de la paz.»
Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrá el Señor, salid a su encuentro diciendo: «Grande es tu
origen, y tu reino no tendrá fin: Dios fuerte, dominador, príncipe de la paz.»
Aleluya.
Ant 3. Tu palabra omnipotente, Señor, vendrá desde su trono real.
Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu palabra omnipotente, Señor, vendrá desde su trono real.
Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 13, 11b-12
Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que
cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos,
pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que has de venir al mundo.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 43, 18-28
RENOVACIÓN DE ISRAEL
Esto dice el Señor:
«No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo
nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo; me glorificarán las bestias
del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en
el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo
formé, para que proclamara mi alabanza.
Tú no me invocabas, Jacob; ni te esforzabas por mí, Israel; no me ofrecías
ovejas en holocausto, no me honrabas con tus sacrificios. Yo no te avasallé
exigiéndote ofrendas, ni te cansé pidiéndote incienso; no me comprabas canela
con dinero, no me saciabas con la grasa de tus sacrificios; pero me avasallabas
con tus pecados y me cansabas con tus culpas.
Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus
pecados; recuérdamelo tú, y discutiremos; cuéntamelo tú, y saldrás absuelto.
Ya tu primer padre pecó, tus jefes se rebelaron contra mí; por eso profané a
príncipes consagrados, entregué a Jacob al exterminio y a Israel a los
insultos.»
RESPONSORIO Is 43, 19. 25; Jn 1, 29
R. Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? *
Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus
pecados.
V. Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
R. Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me
acordaba de tus pecados.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Hipólito, presbítero, Contra la herejía de
Noeto
(Cap. 9-12: PG 10, 815-819)
MANIFESTACIÓN DEL MISTERIO ESCONDIDO
Hay un único Dios, hermanos, que sólo puede ser conocido a través de las
Escrituras santas. Por ello debemos esforzarnos por penetrar en todas las cosas
que nos anuncian las divinas Escrituras y procurar profundizar en lo que nos
enseñan. Debemos conocer al Padre como él desea ser conocido, debemos glorificar
al Hijo como el Padre desea que lo glorifiquemos, debemos recibir al Espíritu
Santo como el Padre desea dárnoslo. En todo debemos proceder no según nuestro
arbitrio ni según nuestros propios sentimientos ni haciendo violencia a los
deseos de Dios, sino según los caminos que el mismo Señor nos ha dado a conocer
en las santas Escrituras.
Cuando sólo existía Dios y nada había aún que coexistiera con él, el Señor
quiso crear el mundo. Lo creó por su inteligencia, por su voluntad y por su
palabra; y el mundo llegó a la existencia tal como él lo quiso y cuando él lo
quiso. Nos basta, por tanto, saber que, al principio, nada coexistía con Dios,
nada había fuera de él. Pero Dios, siendo único, era también múltiple. Porque
con él estaba su sabiduría, su razón, su poder y su consejo; todo esto estaba
en él, y él era todas estas cosas. Y, cuando quiso y como quiso, y en el tiempo
por él mismo predeterminado, manifestó al mundo su Palabra, por quien fueron
hechas todas las cosas.
Y como Dios contenía en sí mismo a la Palabra, aunque ella fuera invisible para
el mundo creado, cuando Dios hizo oír su voz, la Palabra se hizo entonces
visible; así, de la luz que es el Padre salió la luz que es el Hijo, y la
imagen del Señor fue como reproducida en el ser de la creatura; de esta manera
el que al principio era sólo visible para el Padre empezó a ser visible también
para el mundo, para que éste, al contemplarlo, pudiera alcanzar la salvación.
El sentido de todo esto es que, al entrar en el mundo, la Palabra quiso aparecer
como Hijo de Dios; pues, en efecto, todas las cosas fueron hechas por el Hijo,
pero él es engendrado únicamente por el Padre.
Dios dio la ley y los profetas, impulsando a éstos a hablar bajo la moción del
Espíritu Santo, para que, habiendo recibido la inspiración del poder del Padre,
anunciaran su consejo y su voluntad.
La Palabra, pues, se hizo visible, como dice san Juan. Y repitió en síntesis
todo lo que dijeron los profetas, demostrando así que es realmente la Palabra
por quien fueron hechas todas las cosas. Dice: Ya al comienzo de las cosas
existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios; por
ella empezaron a existir todas las cosas, y ninguna de las que existen empezó a
ser sino por ella. Y más adelante: El mundo empezó por ella a existir, pero el
mundo no la reconoció. Vino a los suyos y los suyos no la recibieron.
RESPONSORIO Cf. Is 9, 6. 7; Jn 1, 4
R. Nos nacerá un niño y será llamado «Dios poderoso», * se sentará
sobre el trono de David, su padre, y grande será su poder: llevará sobre sus
hombros el señorío.
V. Él era la fuente de la vida, y esta vida era la luz para los
hombres.
R. Se sentará sobre el trono de David, su padre, y grande será su
poder: llevará sobre sus hombros el señorío.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
(1,39-45):
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la
montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su
vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo
para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha
creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Palabra de Dios
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Se ha cumplido ya todo lo que el ángel dijo de la Virgen María.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se ha cumplido ya todo lo que el ángel dijo de la Virgen María.
PRECES
Roguemos, hermanos, al Señor Jesús, juez de vivos y muertos, y
digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesucristo, tú que viniste a salvar a los pecadores,
líbranos de caer en la tentación.
Ven, Señor Jesús
Tú que vendrás con gloria para juzgar a tu pueblo,
muestra en nosotros tu poder salvador.
Ven, Señor Jesús
Ayúdanos a cumplir con fortaleza de espíritu los preceptos de tu ley,
para que podamos esperar tu venida sin temor.
Ven, Señor Jesús
Tú que eres bendito por los siglos,
concédenos, por tu misericordia, que llevando ya desde ahora una vida sobria y
religiosa esperemos con gozo tu gloriosa aparición.
Ven, Señor Jesús
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque Jesucristo mismo nos lo enseñó, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, derrama tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el
anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión
y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.