Musica Para el Alma
sábado, 21 de diciembre de 2024
LUCAS 1,39-45 CICLO C
Lecturas del IV Domingo de
Adviento
22 Dic 2024
Evangelio
Lectura
del santo Evangelio según San Lucas (1,39-45):
En
aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la
montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su
vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo
para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha
creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Palabra
de Dios
*Que la
Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*
(¿De
dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?)
*Esta lectura me deja ver muy claro
que hay una persona portadora de la palabra hecha carne en su vientre, que
tiene la capacidad de llegar a mi casa, de llegar a mi vida y con su saludo,
tiene la capacidad de producir cosas nuevas dentro de mí, y con la dulzura de
su voz tiene el poder de cambiar mi tinieblas en luz, y de hacerme entender que
todo obra para bien, hasta mis sufrimientos, mis angustias, mis miedos al final
todo eso se convertirá en un grito de alabanzas, de exclamación, de júbilo y
mis labios podrán cantar un cántico nuevo al Señor. Y la gracia de recibir a
esa Señora en mi casa, me da la gracias de llenarme del Espíritu Santo, y podre
decir como Isabel: ¡Bendita tú entre
las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite
la madre de mi Señor?*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a
ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAUDES Y VISPERAS DEL DOMINGO 21
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*IV Domingo de Adviento, solemnidad*
Salterio: domingo de la cuarta semana
Laudes
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 94:
Invitación a la alabanza divina
Ant: El Señor está cerca, venid, adorémosle.
Animaos los unos a los otros, día tras día,
mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor está cerca, venid, adorémosle.
Himno
Ya muy
cercano, Emmanuel,
hoy te presiente Israel,
que en triste exilio vive ahora
y redención de ti implora.
Ven ya, del cielo resplandor,
Sabiduría del Señor,
pues con tu luz, que el mundo ansía,
nos llegará nueva alegría.
Llegando estás, Dios y Señor,
del Sinaí legislador,
que la ley santa promulgaste
y tu poder allí mostraste.
Ven, Vara santa de Jesé,
contigo el pueblo a lo que fue
volver espera, pues aún gime
bajo el cruel yugo que lo oprime.
Ven, Llave de David, que al fin
el cielo abriste al hombre ruin
que hoy puede andar libre su vía,
con la esperanza del gran día.
Aurora tú eres que, al nacer,
nos trae nuevo amanecer,
y, con tu luz, viva esperanza
el corazón del hombre alcanza.
Rey de la gloria, tu poder
al enemigo ha de vencer,
y, al ayudar nuestra flaqueza,
se manifiesta tu grandeza. Amén.
Primer Salmo
Salmo 117: Himno de acción de gracias después
de la victoria
Ant: Tocad la trompeta en Sión, porque está cerca el día del Señor.
Mirad: viene a salvarnos. Aleluya.
Jesús es la piedra que desechasteis vosotros,
los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular (Hch 4,11)
Dad gracias
al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
"la diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa."
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
-Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
-Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
-Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.
-Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Tocad la trompeta en Sión, porque está cerca el día del Señor.
Mirad: viene a salvarnos. Aleluya.
Cántico AT
Daniel 3,52-57: Que la creación entera alabe
al Señor
Ant: Vendrá el Señor, salid a su encuentro, diciendo: «Grande es tu
origen, y tu reino no tendrá fin: Dios fuerte, dominador, príncipe de la paz.»
Aleluya.
¡Bendito el Creador por siempre! (Rm 1,25)
Bendito
eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Vendrá el Señor, salid a su encuentro, diciendo: «Grande es tu origen,
y tu reino no tendrá fin: Dios fuerte, dominador, príncipe de la paz.» Aleluya.
Segundo Salmo
Salmo 150: Alabad al Señor
Ant: Tu Palabra omnipotente, Señor, vendrá desde su trono real.
Aleluya.
Salmodiad con el espíritu, salmodiad con toda vuestra
mente, es decir, glorificad a Dios con el cuerpo y con el alma (Hesiquio)
Alabad al
Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Tu Palabra omnipotente, Señor, vendrá desde su trono real.
Aleluya.
Lectura Bíblica
Rm 13,11b-12
Ya
es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca
que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima:
dejemos las actividades de las tinieblas, y pertrechémonos con las armas de la
luz.
V/. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R/. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V/. Tú que has
de venir al mundo
R/. Ten piedad
de nosotros.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Escuchad,
naciones, la palabra del Señor.
R. Y
proclamadla en todos los confines de la tierra.
Lecturas
Primera Lectura
Del libro del profeta Isaías 49, 14-50, 1
RESTAURACIÓN DE SIÓN
Dice Sión:
«El Señor me ha abandonado, el Señor me ha
olvidado.»
¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus
entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido.
Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada, tus muros están ante mí
perpetuamente. Apresúrense los que te reedifican, y salgan de ti los que te
arruinaron y
demolieron.
Alza en torno los ojos y mira: todos ellos se han reunido y han venido a ti.
¡Por mi vida!
—oráculo del Señor— que con todos ellos como con velo nupcial te vestirás, y te
ceñirás
con ellos como una novia. Porque tus ruinas y desolaciones y tu tierra arrasada
van a ser
ahora demasiado estrechas para tanto morador, y se habrán alejado tus
devoradores.
Todavía te dirán al oído los hijos de que fuiste privada: «El lugar es estrecho
para mí,
cédeme sitio para alojarme.» Y dirás para ti misma: «¿Quién me ha dado a luz
éstos?
Pues yo había quedado sin hijos y estéril, desterrada y aparte, y a éstos
¿quién los crió?
He aquí que yo había quedado sola, pues éstos ¿dónde estaban?»
Así dice el Señor:
«He aquí que yo voy a alzar hacia las gentes de mi mano, y hacia los pueblos
voy a
levantar mi bandera; traerán a tus hijos en brazos, y tus hijas serán llevadas
a hombros.
Reyes serán tus tutores, y sus princesas, nodrizas tuyas. Rostro en tierra se
postrarán ante
ti, y el polvo de tus pies lamerán. Y sabrás que yo soy el Señor; no se
avergonzarán los
que en mí esperan. ¿Se arrebata al valiente la presa, o se escapa el prisionero
del
guerrero?»
Pues así dice el Señor:
«Sí, al valiente se le quitará el prisionero, y la presa del guerrero se le
escapará; con
tus litigantes yo litigaré, y a tus hijos yo salvaré.»
Haré comer a tus opresores su propia carne, como con vino nuevo, con su sangre
se
embriagarán. Y sabrá todo el mundo que yo, el Señor, soy el que te salva, y el
que te
rescata, el Fuerte de Jacob.
Así dice el Señor:
«¿Dónde está esa carta de divorcio de vuestra madre a quien repudié? ¿O a cuál
de mis
acreedores os vendí? Mirad que por vuestras culpas fuisteis vendidos, y por
vuestras
rebeldías fue repudiada vuestra madre.»
Responsorio Is 49, 15; cf. Sal 26, 10
R. ¿Puede
una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus
entrañas? *
Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.
V. Si mi padre y mi madre me abandonan, tú, Señor, me recogerás.
R. Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.
Segunda Lectura
De la Exposición de san Beda el Venerable,
presbítero, sobre el evangelio de san Lucas (Libro 1, 46-55: CCL 120, 37-39)
MAGNIFICAT
María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador.
«El Señor —dice— me ha engrandecido con un don tan inmenso y tan inaudito, que
no
hay posibilidad de explicarlo con palabras, ni apenas el afecto más profundo
del corazón
es capaz de comprenderlo; por ello ofrezco todas las fuerzas del alma en acción
de
gracias, y me dedico con todo mi ser, mis sentidos y mi inteligencia a
contemplar con
agradecimiento la grandeza de aquel que no tiene fin, ya que mi espíritu se
complace en
la eterna divinidad de Jesús, mi salvador, con cuya temporal concepción ha
quedado
fecundada mi carne.»
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
Se refiere al comienzo del himno, donde había dicho: Proclama mi alma la
grandeza del
Señor. Porque sólo aquella alma a la que el Señor se digna hacer grandes
favores puede
proclamar la grandeza del Señor con dignas alabanzas y dirigir a quienes
comparten los
mismos votos y propósitos una exhortación como ésta: Proclamad conmigo la
grandeza
del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Pues quien, una vez que haya conocido al Señor, tenga en menos el proclamar su
grandeza y santificar su nombre en la medida de sus fuerzas será el menos
importante en
el reino de los cielos. Ya que el nombre del Señor se llama santo, porque con
su singular
poder trasciende a toda criatura y dista ampliamente de todas las cosas que ha
hecho.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia. Bellamente llama a
Israel
siervo del Señor, ya que efectivamente el Señor lo ha acogido para salvarlo por
ser
obediente y humilde, de acuerdo con lo que dice Oseas: Israel es mi siervo, y
yo lo amo.
Porque quien rechaza la humillación tampoco puede acoger la salvación, ni
exclamar
con el profeta: Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida, y el que se haga
pequeño
como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
Como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su
descendencia
por siempre. No se refiere a la descendencia carnal de Abrahán, sino a la
espiritual, o sea,
no habla de los nacidos solamente de su carne, sino de los que siguieron las
huellas de su
fe, lo mismo dentro que fuera de Israel. Pues Abrahán había creído antes de la
circuncisión, y su fe le fue tenida en cuenta para la justificación.
De modo que el advenimiento del Salvador se le prometió a Abrahán y a su
descendencia por siempre, o sea, a los hijos de la promesa, de los que se dice:
Si sois de
Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.
Con razón, pues, fueron ambas madres quienes anunciaron con sus profecías los
nacimientos del Señor y de Juan, para que, así como el pecado empezó por medio
de las
mujeres, también los bienes comiencen por ellas, y la vida que pereció por el
engaño de
una sola mujer sea devuelta al mundo por la proclamación de dos mujeres que
compiten
por anunciar la salvación.
Responsorio Lc 1, 48-50
R. Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones, * porque el Poderoso ha hecho
obras grandes por mí: su nombre es santo.
V. Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
R. Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es
santo.
Evangelio
*Lectura del santo Evangelio según San Lucas
(1,39-45)*
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la
montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su
vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo
para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha
creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Palabra del Señor
Cántico Evangélico
Ant: El Salvador del mundo aparecerá como el sol naciente, y como la
lluvia que empapa la tierra descenderá al seno de la Virgen. Aleluya.
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Salvador del mundo aparecerá como el sol naciente, y como la
lluvia que empapa la tierra descenderá al seno de la Virgen. Aleluya.
Preces
Roguemos, hermanos, al Señor Jesús, juez de
vivos y muertos, y digámosle:
Ven, Señor Jesús
- Señor Jesucristo, que viniste a salvar a
los pecadores,
líbranos de caer en la tentación.
-
Tú que vendrás con gloria para juzgar a tu pueblo,
muestra en nosotros tu poder salvador.
-
Ayúdanos a cumplir con fortaleza de espíritu los preceptos de tu ley,
para que podamos esperar tu venida sin temor.
-
Tú que eres bendito por los siglos,
concédenos por tu misericordia, que, llevando ya desde
ahora una vida sobria y religiosa, esperemos con gozo tu gloriosa aparición.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Movidos
ahora todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado, acudamos a
Dios, de quien somos verdaderos hijos, diciendo:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga
a nosotros tu reino;
hágase
tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No
nos dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Derrama,
Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido
la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la
gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
Amén.
Si el que
preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
Vísperas
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Alegría de
nieve
por los caminos.
Todo espera la gracia
del Bien Nacido.
En desgracia los hombres,
dura la tierra.
Cuanta más nieve cae,
más cielo cerca.
La tierra tan dormida
ya se despierta.
Y hasta el hombre más muerto
se despereza.
Ya los montes se allanan
y las colinas,
y el corazón del hombre
vuelve a la vida. Amén.
Primer Salmo
Salmo 109,1-5.7: El Mesías, Rey y Sacerdote
Ant: Contemplad cuán glorioso es el que viene a salvar a todos los
pueblos.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de
sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15,25)
Oráculo del
Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Contemplad cuán glorioso es el que viene a salvar a todos los
pueblos.
Segundo Salmo
Salmo 111: Felicidad del justo
Ant: Lo torcido se enderezara, lo escabroso se iguala; ven, Señor, y no
tardes. Aleluya.
Caminad como hijos de la luz: toda bondad,
justicia y verdad son el fruto de la luz (Ef 5,8-9)
Dichoso
quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Lo torcido se enderezara, lo escabroso se iguala; ven, Señor, y no
tardes. Aleluya.
Cántico NT
Apocalipsis 19,1-7: Las bodas del Cordero
Ant: Se dilatará su principado con una paz sin límites. Aleluya.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Aleluya.
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
Aleluya.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Se dilatará su principado con una paz sin límites. Aleluya.
Lectura Bíblica
Flp 4,4-5
Estad
siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la
conozca todo el mundo. El Señor esta cerca.
V/. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
R/. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
V/. Danos
tu Salvación.
R/. Tu
misericordia.
V/. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
Cántico Evangélico
Ant: Oh renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los
pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones,
ven a librarnos, no tardes más.
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Oh renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los
pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones,
ven a librarnos, no tardes más.
Preces
Oremos,
hermanos, a Cristo, el Señor, que viene a salvar a todos los hombres y
digámosle confiadamente:
Ven, Señor, Jesús
· -
Señor Jesucristo, que por el misterio de la encarnación manifestaste al mundo
la gloria de tu divinidad,
vivifica al mundo con tu venida.
· -
Tú que participaste de nuestra debilidad,
concédenos tu misericordia.
· -
Tú que viniste humildemente para salvar al mundo de sus pecados,
cuando vuelvas de nuevo con gloria y majestad,
absuélvenos de todas las culpas.
· -
Tú que lo gobiernas todo con tu poder,
ayúdanos, por tu bondad, a alcanzar la herencia eterna.
· -
Tú que estás sentado a la derecha del Padre,
alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos
difuntos.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Unidos
entre nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre unos a
otros, dirijamos al Padre nuestra súplica confiada:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga
a nosotros tu reino;
hágase
tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No
nos dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Derrama,
Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido
la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la
gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
Amén.
Si el que
preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.