Musica Para el Alma

sábado, 2 de mayo de 2020

GOTAS DE MISERICORDIA


ORACIÓN DOMINICAL


*Mi casa y yo serviremos al Señor*
*Oración dominical*

*Como hacer “La Oración Dominical” en familia*
1. *Reunida la familia se inicia con una oración*
2. *A continuación se lee el Evangelio del Domingo*
3. *Invitar a que comente algo sobre la lectura del Evangelio*
4. *El padre o la Madre les explica un poco la lectura del evangelio según sus posibilidades*
5. *Luego los que desean pueden hacer una oración*
6. *Sedan un saludo de paz como signo de unión familiar*
7. *Se termina con el Padre nuestro y el avemaría*

Nota: *Tiempo de 10 a 15 minutos*

Domingo, 3 de mayo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):

   1 «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador;
   2 pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas.
   3 A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera.
   4 Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
   5 Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.» 
   6 Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.
   7 Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas.
   8 Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon.
   9 Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto.
   10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Palabra del Señor

*(Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará)*.

*El Señor me hace un llamado a encontrarme con el entrando por la puerta de la humildad. Y para entrar por esa puerta, mis oídos tienen que estar pendiente para saber escuchar la voz de mi pastor y mis ojos abiertos para poder seguir el camino por donde me quiere él me quiere conducir. Y si me entretengo o me descuido por el camino, puedo utilizar mi voz y llamar a mi pastor. El Señor me invita a estar pendiente porque existen lobos que desean que no sigua la voz del pastor. Si en alguna ocasión ciento que me estoy alejando, que no lo estoy viendo, que me estoy perdiendo. Que recuerde que si me pierdo por el camino el Señor es mi pastor y vendrá en mi ayuda. La buena noticia para mi es que el Señor me hace una invitación especial para que me deje conducir por él*

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.


*Recuerda “La Bendición” a los hijos*

LAS LAUDES DEL DOMINGO 3 ORACIÓN PARA INICIAR EL DIA


Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

Laudes - DOMINGO IV DE PASCUA 2020
Domingo, 3 de mayo de 2020.

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antifona: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

(Se repite la antífona)

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

(Se repite la antífona)

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

(Se repite la antífona)

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

(Se repite la antífona)

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antifona: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Himno
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,

la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa. Amén. Aleluya

Salmodia
Antífona 1: No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Aleluya.
Salmo 117
Himno de acción de gracias después de la victoria
Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;

me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

—Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

—Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

—Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.

—Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Aleluya.


Antífona 2: Bendito tu nombre, santo y glorioso. Aleluya.
Dn 3,52-57
Que la creación entera alabe al Señor
¡Bendito el Creador por siempre! (Rm 1,25)
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo;
a ti honor y alabanza por los siglos.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Bendito tu nombre, santo y glorioso. Aleluya.

Antífona 3: Dad gloria a nuestro Dios; sus obras son perfectas, sus caminos son justos. Aleluya.
Salmo 150
Alabad al Señor
Salmodiad con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir, glorificad a Dios con el cuerpo y con el alma. (Hesiquio)
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta alabe al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Dad gloria a nuestro Dios; sus obras son perfectas, sus caminos son justos. Aleluya.

Lectura Breve Hch 10, 40-43
Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó de entre los muertos. Y él nos mandó
predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.

Responsorio Breve
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.

R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.

V. Tú que has resucitado de entre los muertos.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.

Primera Lectura
De los Hechos de los apóstoles 12, 1-23
PEDRO ES LIBERADO DE LA CÁRCEL POR UN ÁNGEL
Por aquel tiempo, el rey Herodes se apoderó de algunos fieles de la Iglesia con el fin de hacerles daño, e hizo morir por la espada a Santiago, hermano de Juan. Y, viendo que esto era del agrado de los judíos, resolvió prender también a Pedro. Era por los días de los
panes ázimos. Una vez que se apoderó de él, lo hizo meter en la cárcel y lo puso bajo la vigilancia de cuatro escuadras de cuatro soldados cada una. Tenía el propósito de hacerlo comparecer en juicio ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba detenido en la cárcel, la Iglesia oraba incesantemente por él.
La noche anterior al día en que Herodes iba a hacerlo comparecer en su tribunal, se hallaba Pedro atado con dos cadenas y durmiendo entre dos soldados. Mientras tanto, los
centinelas hacían guardia ante las puertas de la cárcel. De repente, se presentó un ángel del Señor, y el calabozo se llenó de luz. El ángel tocó a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: «Levántate en seguida.» Y, al momento, cayeron las cadenas de sus manos. Le dijo el ángel: «Ponte el ceñidor y las sandalias.» Él obedeció. En seguida el ángel añadió: «Envuélvete en tu manto y sígueme.»
Salió Pedro fuera, detrás de él; pero no se daba cuenta de si era realidad lo que estaba haciendo el ángel; le parecía que estaba viendo un sueño. Después de atravesar la primera y segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad; la puerta se abrió por sí misma. Salieron y avanzaron por una calle, y, de pronto, el ángel desapareció. Pedro, dándose cuenta de la realidad, exclamó: «Ahora comprendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de las garras de
Herodes y de todo lo que el pueblo judío esperaba.»
Después de pensar un momento, se dirigió a casa de María, la madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde había muchos fieles reunidos en oración. Golpeó la puerta del vestíbulo, y salió a abrir una criada, llamada Rode. Ésta, al reconocer la voz de Pedro,
fuera de sí de alegría, no abrió la puerta, sino que entró corriendo a avisar que Pedro estaba en el vestíbulo. Ellos le dijeron: «Tú estás loca.» Pero ella afirmaba con insistencia que era verdad. Entonces dijeron: «Será su ángel.» Mientras tanto, Pedro seguía llamando. Le abrieron por fin y, al verlo, quedaron estupefactos. Haciéndoles señas con la mano de que callasen, les contó cómo el Señor lo
había sacado de la cárcel. Luego añadió: «Comunicad esto a Santiago y a los demás hermanos.» Y se marchó a otro lugar. Cuando se hizo de día, se produjo gran alarma entre los
soldados, porque no sabían qué había sido de Pedro. Herodes lo hizo buscar y, al no hallarlo, sometió a interrogatorio a los guardias y los mandó ajusticiar. Luego, bajó de Judea a Cesarea y se quedó allí. Estaba muy irritado contra los tirios y los sidonios. Éstos, de común acuerdo, vinieron a presentarse ante él, y, por medio de Blasto, tesorero real, a quien se habían ganado con dinero, pidieron hacer las paces; pues el país de los tirios y los sidonios dependía económicamente del territorio real de Herodes. El día señalado,
Herodes, vestido regiamente y sentado en su trono, les dirigió una alocución. Y el pueblo allí reunido comenzó a decir a grandes voces: «Es un dios, no un hombre, el que está hablando.» Pero, al instante, lo hirió un ángel del Señor, porque no había dado gloria a
Dios; y luego, comido de gusanos, expiró.

Responsorio Cf. Hch 12, 7
R. Levántate, Pedro, y vístete; recibe la fortaleza para salvar a las naciones. * Porque han caído las cadenas de tus manos. Aleluya.
V. Se presentó un ángel del Señor, y el calabozo se llenó de luz. El ángel tocó a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: «Levántate en seguida.»
R. Porque han caído las cadenas de tus manos. Aleluya.

Segunda Lectura
De las homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los evangelios
(Homilía 14, 3-6: PL 76,1129-1130)
CRISTO, EL BUEN PASTOR
Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas, es decir, que las amo, y las mías me conocen. Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: «Los que me aman vienen tras de mí». Pues el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía.
Acabáis de escuchar, queridos hermanos, el riesgo que corren los pastores; calibrad también, en las palabras del Señor, el que corréis también vosotros. Mirad si sois, en verdad, sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad. Si le conocéis,
digo, no sólo por la fe sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino también por las obras. Porque el mismo Juan Evangelista que nos dice lo que acabamos de oír, añade también: Quien dice «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un
mentiroso. Por ello dice también el Señor en el texto que comentamos: Igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre yo doy mi vida por las ovejas. Como si dijera claramente «La prueba de que conozco al Padre y el Padre me conoce a mí está en que entrego mi vida por mis ovejas; es decir: en la caridad con que muero por mis ovejas, pongo de manifiesto mi amor por el Padre.»
Y de nuevo vuelve a referirse a sus ovejas, diciendo: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna. Y un poco antes había dicho: Quien entre por mí se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrar pastos. O sea, tendrá
acceso a la fe, y pasará luego de la fe a la visión, de la credulidad a la contemplación, y encontrará pastos en el eterno descanso.
Sus ovejas encuentran pastos, porque quienquiera que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá con un alimento de eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto, los pastos de estas ovejas, sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable? Los pastos de los
elegidos son la visión del rostro de Dios, con cuya plena contemplación la mente se sacia eternamente.
Busquemos, por tanto, hermanos queridísimos, estos pastos, en los que podremos disfrutar en compañía de tan gran asamblea de santos. El mismo aire festivo de los que ya se alegran allí nos invita. Levantemos, por tanto, nuestros ánimos, hermanos; vuelva a
enfervorizarse nuestra fe, ardan nuestros anhelos por las cosas del cielo, porque amar de esta forma ya es ponerse en camino.
Que ninguna adversidad pueda alejarnos del júbilo de la solemnidad interior, puesto que, cuando alguien desea de verdad ir a un lugar, las asperezas del camino, cualesquiera que sean, no pueden impedírselo. Que tampoco ninguna prosperidad, por sugestiva que sea, nos seduzca, pues no deja de ser estúpido el caminante que, ante el espectáculo de una campiña atractiva en medio de su viaje, se olvida de la meta a la que se dirigía.

Responsorio Cf. Jn 10, 14. 15; 1 Co 5, 7
R. Resucitó el buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas; * él se dignó morir por su rebaño. Aleluya.
V. Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.
R. Él se dignó morir por su rebaño. Aleluya.

Domingo, 3 de mayo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):

   1 «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador;
   2 pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas.
   3 A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera.
   4 Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
   5 Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.» 
   6 Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.
   7 Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas.
   8 Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon.
   9 Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto.
   10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Palabra del Señor

Canto Evangélico
Antifona: Yo soy el Pastor de las ovejas; yo soy el camino, la verdad y la vida; yo soy el buen Pastor, y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Aleluya.

Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces
Invoquemos a Dios, Padre todopoderoso, que resucitó a Jesús, nuestro jefe y salvador, y aclamémoslo, diciendo:

*Ilumínanos, Señor, con la luz de Cristo*.

Padre santo, que hiciste pasar a tu Hijo amado de las tinieblas de la muerte a la luz de tu gloria, — haz que podamos llegar también nosotros a tu luz admirable.

Tú que nos has salvado por la fe, — haz que vivamos hoy según la fe que profesamos en nuestro bautismo.

Tú que quieres que busquemos las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a tu derecha, — líbranos de la seducción del pecado.

Haz que nuestra vida, oculta en ti con Cristo, brille en el mundo, — para que aparezcan los cielos nuevos y la tierra nueva.

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en
nuestra boca: Padre nuestro.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección
de Jesucristo, concédenos también la alegría eterna del reino de tus elegidos para que asíel débil rebaño de tu Hijo tenga parte en la admirable victoria de su Pastor. Él que vive y
reina contigo.

Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.


LAS LECTURAS DEL DOMINGO 3 DE MAYO 2020


Lecturas de la 4º Semana de Pascua - Ciclo A
Domingo, 3 de mayo de 2020
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,14a.36-41):

EL día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y declaró:
«Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».
Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?»
Pedro les contestó:
«Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro».
Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo:
«Salvaos de esta generación perversa».
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 22,1-3a.3b-4.5

R/.
 El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Preparas una mesa ante mi,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (2,20-25):

Queridos hermanos:
Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien,
eso es una gracia de parte de Dios.
Pues para esto habéis sido llamados,
porque también Cristo padeció por vosotros,
dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca.
Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban;
sufriendo no profería amenazas;
sino que se entregaba al que juzga rectamente.
Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño,
para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia.
Con sus heridas fuisteis curados.
Pues andabais errantes como ovejas,
pero ahora os habéis convertido
al pastor y guardián de vuestras almas.

Palabra de Dios

Domingo, 3 de mayo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):

   1 «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador;
   2 pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas.
   3 A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera.
   4 Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
   5 Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.» 
   6 Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.
   7 Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas.
   8 Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon.
   9 Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto.
   10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Palabra del Señor

*(Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará)*.

*El Señor me hace un llamado a encontrarme con el entrando por la puerta de la humildad. Y para entrar por esa puerta, mis oídos tienen que estar pendiente para saber escuchar la voz de mi pastor y mis ojos abiertos para poder seguir el camino por donde me quiere él me quiere conducir. Y si me entretengo o me descuido por el camino, puedo utilizar mi voz y llamar a mi pastor. El Señor me invita a estar pendiente porque existen lobos que desean que no sigua la voz del pastor. Si en alguna ocasión ciento que me estoy alejando, que no lo estoy viendo, que me estoy perdiendo. Que recuerde que si me pierdo por el camino el Señor es mi pastor y vendrá en mi ayuda. La buena noticia para mi es que el Señor me hace una invitación especial para que me deje conducir por él*

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.