Musica Para el Alma
martes, 11 de abril de 2023
LUCAS 24,13-35 CICLO A
*Lecturas del Miércoles de
la Octava de Pascua*
Miércoles,
12 de abril de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,13-35)*
Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban
caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta
estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras
conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con
ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba
Cleofás, le respondió:
«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos
días?».
Él les dijo:
«¿Qué».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante
Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros
jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos
que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día
desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han
sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana la sepulcro, y no habiendo
encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición
de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al
sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo
vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era
necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria».
Y, comenzado por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que
se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando;
pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron
los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba
las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero
a vuestros corazones antes que mis palabras*
«¿No
ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las
Escrituras?».
*Como
Cleofás, camino contigo, Señor, en todas las formas; pero no siempre te
reconozco. Abre las escrituras para mí, muéstrame tu rostro en aquellos con los
que voy caminando, pon algo de cobijo en mi corazón. La gente en la sala de
espera de una cita médica, hablan todo tipo de detalles acerca de ellos mismos
y sus hijos. Era lo mismo para esa caminada del domingo de los discípulos. Los
discípulos en un mal momento de sus vidas en el camino, conocen a un extraño
quien le dio algo de sentido a sus problemas. Jesús le dio sentido a sus
angustias con su palabra y presencia. Una buena charla puede sanar un mal día.
Una buena oración puede hacer lo mismo*
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL MIERCOLES 12
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*MIERCOLES
SEMANA*
*De la octava
de pascua*
LAUDES
(Oración
de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Señor abre mis labios
R.
Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo
94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque
el Señor es un Dios grande,
soberano
de todos los dioses:
tiene
en su mano las simas de la tierra,
son
suyas las cumbres de los montes;
suyo
es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es
un pueblo de corazón extraviado,
que
no reconoce mi camino;
por
eso he jurado en mi cólera
que
no entrarán en mi descanso»
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno:
GLORIOSA AURORA DE ESTE NUEVO DÍA
Gloriosa
aurora de este nuevo día,
despierta
en nuestras almas la alegría
de
ver nuestro Señor glorificado,
vencidos
ya la muerte y el pecado.
Jesús
llena de luz el mundo entero;
de
cuantos vivirán, él el primero
entró
en la luz de eternas claridades,
glorioso
ya sin fin de eternidades.
Torrente
de alegría, salte y fluya
el
grito jubiloso de aleluya,
los
hombres y los pueblos lo repitan,
sus
vidas en el Cristo resucitan.
Jesús,
presente y vivo en tus hermanos,
acoge
nuestras manos en tus manos,
conduce
el caminar de nuestras vidas
por
sendas de vivir ya redimidas.
Recibe,
Padre santo, la alabanza
del
pueblo que te aclama en la esperanza
de
ser junto a tu Hijo eternamente
reunido
por tu Espíritu clemente. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su
sangre. Aleluya.
SALMO
62 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh
Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi
alma está sedienta de ti;
mi
carne tiene ansia de ti,
como
tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo
te contemplaba en el santuario
viendo
tu fuerza y tu gloria!
Tu
gracia vale más que la vida,
te
alabarán mis labios.
Toda
mi vida te bendeciré
y
alzaré las manos invocándote.
Me
saciaré de manjares exquisitos,
y
mis labios te alabarán jubilosos.
En
el lecho me acuerdo de ti
y
velando medito en ti,
porque
fuiste mi auxilio,
y
a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi
alma está unida a ti,
y
tu diestra me sostiene.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su
sangre. Aleluya.
Ant
2. Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor,
nuestro Dios. Aleluya.
TODA
LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,57-88.56
Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Ángeles
del Señor, bendecid al Señor;
cielos,
bendecid al Señor.
Aguas
del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos
del Señor, bendecid al Señor.
Sol
y luna, bendecid al Señor;
astros
del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia
y rocío, bendecid al Señor;
vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego
y calor, bendecid al Señor;
fríos
y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos
y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos
y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas
y nieves, bendecid al Señor;
noche
y día, bendecid al Señor.
Luz
y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos
y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga
la tierra al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos.
Montes
y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto
germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares
y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos
y peces, bendecid al Señor;
aves
del cielo, bendecid al Señor.
Fieras
y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Hijos
de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga
Israel al Señor.
Sacerdotes
del Señor, bendecid al Señor;
siervos
del Señor, bendecid al Señor.
Almas
y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos
y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Bendigamos
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo
con himnos por los siglos.
Bendito
el Señor en la bóveda del cielo,
alabado
y glorioso y ensalzado por los siglos.
No
se dice Gloria al Padre.
Ant.
Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor,
nuestro Dios. Aleluya.
Ant
3. Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había anunciado. Aleluya.
Salmo
149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
resuene
su alabanza en la asamblea de los fieles;
que
se alegre Israel por su Creador,
los
hijos de Sión por su Rey.
Alabad
su nombre con danzas,
cantadle
con tambores y cítaras;
porque
el Señor ama a su pueblo
y
adorna con la victoria a los humildes.
Que
los fieles festejen su gloria
y
canten jubilosos en filas:
con
vítores a Dios en la boca
y
espadas de dos filos en las manos:
para
tomar venganza de los pueblos
y
aplicar el castigo a las naciones,
sujetando
a los reyes con argollas,
a
los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar
la sentencia dictada
es
un honor para todos sus fieles.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había anunciado. Aleluya.
LECTURA
BREVE Rm 6, 8-11
Si
verdaderamente hemos muerto con Cristo, tenemos fe de que también viviremos con
él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no
muere; la muerte no tiene ya poder sobre él. Su muerte fue un morir al pecado
de una vez para siempre, mas su vida es un vivir para Dios. Así también,
considerad vosotros que estáis muertos al pecado, pero que vivís para Dios en
unión con Cristo Jesús.
RESPONSORIO
BREVE
En
lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo.
Aleluya.
V. Dios
resucitó al Señor. Aleluya.
R. Y nos resucitará también a nosotros por su
poder. Aleluya.
PRIMERA
LECTURA AÑO (I)
De la primera carta del apóstol san Pedro 2, 11-25
LOS CRISTIANOS SOMOS PEREGRINOS EN EL MUNDO
Hermanos, os exhorto a que, como forasteros y
peregrinos que sois, os abstengáis de las pasiones terrenas que hacen guerra al
alma. Observad entre los gentiles una conducta ejemplar. Así, por aquello mismo
en que os calumnian como a malhechores, darán gloria a Dios, cuando vean y
consideren vuestras buenas obras, el día en que él venga a «visitarlos» con su
gracia.
Sed sumisos a toda humana autoridad a causa del Señor: ya sea al soberano, en
cuanto que tiene el mando; o bien a los gobernadores, como delegados suyos que
son para castigar a los malhechores y para alabanza de los hombres de bien.
Porque ésta es la voluntad de Dios: que, obrando el bien, hagáis callar a la
ignorancia de los hombres insensatos, Portaos en esto como hombres libres, no
como quienes se sirven de la libertad sólo para ocultar su maldad, sino como
conviene a los que son siervos de Dios. Sed deferentes con todos, amad a
vuestros hermanos, temed a Dios y honrad al soberano.
Los sirvientes sean sumisos con todo respeto a sus amos, no sólo a los buenos y
comprensivos, sino también a los difíciles.
A Dios le somos gratos cuando, por causa suya, soportamos penas injustamente
inferidas. Porque, ¿qué mérito es el vuestro, si soportáis el castigo que os
infligen por vuestras faltas? Pero padecer por haber hecho el bien y soportarlo
con paciencia, eso es grato a los ojos de Dios. Para eso habéis sido llamados,
ya que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que
sigamos sus huellas. Él «no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca»;
cuando le insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería
amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con
nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la
justicia. Sus heridas nos han curado. Erais como ovejas descarriadas, pero
ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas.
RESPONSORIO Cf. 1Pe 2, 21. 24
R. Cristo
padeció por nosotros, * dejándonos
un ejemplo para que sigamos sus huellas. Aleluya.
V. Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
R. Dejándonos un ejemplo para que sigamos sus
huellas. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De
una Homilía pascual de un autor antiguo
(Sermón
35, 6-9: PL 17 [edición 1879], 696-697)
CRISTO
AUTOR DE LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
El
apóstol Pablo, recordando la dicha de la salvación restaurada, exclama: Del
mismo modo que por Adán la muerte entró en el mundo, así también por Cristo ha
sido restablecida la salvación en el mundo; y también: El primer hombre, hecho
de tierra, era terreno; el segundo es del cielo.
Y
aun añade: Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, esto es, del hombre
viejo, pecador, seremos también imagen del hombre celestial, esto es, del
reconocido por Dios, del redimido, del restaurado. Esforcémonos, por tanto, en
conservar la salvación que nos viene de Cristo, ya que el mismo Apóstol dice:
Primero, Cristo, esto es, el autor de la resurrección y la vida; después, los
de Cristo, esto es, los que, imitando el ejemplo de su vida íntegra, tendrán
una esperanza cierta, basada en la resurrección del Señor, de la futura
posesión de la misma gloria celestial que él posee, como dice el mismo Señor en
el Evangelio: El que me sigue no perecerá, sino que pasará de la muerte a la
vida.
Así,
pues, la pasión del Salvador es la salvación de la vida humana. Para esto quiso
morir por nosotros, para que nosotros, creyendo en él, viviéramos para siempre.
Quiso hacerse como nosotros en el tiempo, para que nosotros, alcanzando la
eternidad que él nos promete, viviéramos con él para siempre.
Éste,
digo, es aquel don gratuito de los misterios celestiales, esto es lo que nos da
la Pascua, esto significa la ansiada solemnidad anual, éste es el principio de
la nueva creación.
Por
esto los neófitos que la santa Iglesia ha dado a luz mediante el baño de vida
hacen resonar los balidos de una conciencia inocente con sencillez de recién
nacidos. Por esto unos castos padres y unas madres honestas alcanzan por la fe
una nueva e innumerable progenie.
Por
esto, bajo el árbol de la fe, brilla el resplandor de los cirios en la fuente
bautismal inmaculada. Por esto los que han nacido a esta nueva vida son
santificados con el don celestial y alimentados con el solemne misterio del
sacramento espiritual.
Por
esto la comunidad de los fieles, alimentada en el regazo maternal de la
Iglesia, formando un solo pueblo, adora al Dios único en tres personas,
cantando el salmo de la festividad por excelencia: Éste es el día en que actuó
el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo.
¿De
qué día se trata? De aquel que nos da el principio de vida, que es el origen y
el autor de la luz, esto es, el mismo Señor Jesucristo, quien afirma de sí
mismo: Yo soy el día; quien camina de día no tropieza, esto es, quien sigue a
Cristo en todo llegará, siguiendo sus huellas, hasta el trono de la luz eterna;
según aquello que él mismo pidió al Padre por nosotros, cuando vivía aún en su
cuerpo mortal: Padre, quiero que todos los que han creído en mí estén conmigo
allí donde yo esté; para que, así como tú estás en mí y yo en ti, estén ellos
en nosotros.
RESPONSORIO
1Co 15, 47. 49. 48
R.
El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo es del cielo. *
Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del
hombre celestial. Aleluya.
V.
Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son
los hombres celestiales.
R.
Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del
hombre celestial. Aleluya.
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):
AQUEL mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban
caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta
estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras
conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con
ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba
Cleofás, le respondió:
«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos
días?».
Él les dijo:
«¿Qué».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante
Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros
jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos
que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día
desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han
sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana la sepulcro, y no habiendo
encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición
de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al
sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo
vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era
necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria».
Y, comenzado por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que
se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando;
pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron
los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba
las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, Jesús les fue
explicando todos los pasajes de la Escritura que a él se referían. Aleluya.
Cántico
de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque
ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en
la casa de David, su siervo,
según
lo había predicho desde antiguo
por
boca de sus santos profetas:
Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y
de la mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le
sirvamos con santidad y justicia,
en
su presencia, todos nuestros días.
Y
a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque
irás delante del Señor
a
preparar sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el
perdón de sus pecados.
Por
la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y
en sombra de muerte,
para
guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, Jesús les fue
explicando todos los pasajes de la Escritura que a él se referían. Aleluya.
PRECES
Oremos
a Cristo, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra
justificación, y aclamémoslo, diciendo:
Por
tu victoria, sálvanos, Señor.
Salvador
nuestro, Señor Jesús, que con tu victoria sobre la muerte nos has alegrado y
con tu resurrección nos has exaltado y nos has enriquecido,
ilumina
hoy nuestras mentes y santifica nuestra jornada con la gracia de tu Espíritu
Santo.
Tú
que en el cielo eres glorificado por los ángeles y en la tierra eres adorado
por los hombres,
recibe
la adoración que en espíritu y verdad te tributamos en estas fiestas de tu
resurrección.
Sálvanos,
Señor Jesús, muestra tu amor y tu misericordia al pueblo que confía en tu
resurrección
y,
compadecido de nosotros, defiéndenos hoy de todo mal.
Rey
de la gloria y vida nuestra, haz que, cuando te manifiestes al mundo,
podamos
aparecer también nosotros juntamente contigo en la gloria.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos
nuestra oración, diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro maestro:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
nuestro, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección
del Señor, concédenos que la celebración de estas fiestas aquí en la tierra nos
lleve a gozar de la eterna alegría en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
VÍSPERAS
(Oración
de la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno:
HOY ROMPE LA CLAUSURA
Hoy
rompe la clausura
del
surco empedernido
el
grano en él hundido
por
nuestra mano dura;
y
hoy da su flor primera
la
rama sin pecado
del
árbol mutilado
por
nuestra mano fiera.
Hoy
triunfa el buen Cordero
que,
en esta tierra impía,
se
dio con alegría
por
el rebaño entero;
y
hoy junta su extraviada
majada
y la conduce
al
sitio en que reluce
la
luz resucitada.
Hoy
surge, viva y fuerte,
segura
y vencedora,
la
Vida que hasta ahora
yacía
en honda muerte;
y
hoy alza del olvido
sin
fondo y de la nada
al
alma rescatada
y
al mundo redimido. Amén.
SALMODIA
Ant
1. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.
Salmo
109, 1-5, 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo
del Señor a mi Señor:
«Siéntate
a mi derecha,
y
haré de tus enemigos
estrado
de tus pies.»
Desde
Sión extenderá el Señor
el
poder de tu cetro:
somete
en la batalla a tus enemigos.
«Eres
príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre
esplendores sagrados;
yo
mismo te engendré, como rocío,
antes
de la aurora.»
El
Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú
eres sacerdote eterno
según
el rito de Melquisedec.»
El
Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará
a los reyes.
En
su camino beberá del torrente,
por
eso levantará la cabeza.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.
Ant
2. Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya.
Salmo
113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando
Israel salió de Egipto,
los
hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá
fue su santuario,
Israel
fue su dominio.
El
mar, al verlos, huyó,
el
Jordán se echó atrás;
los
montes saltaron como carneros;
las
colinas, como corderos.
¿Qué
te pasa, mar, que huyes,
y
a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y
a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas,
que saltáis como corderos?
En
presencia del Señor se estremece la tierra,
en
presencia del Dios de Jacob;
que
transforma las peñas en estanques,
el
pedernal en manantiales de agua.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya.
Ant
3. Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, que
allí me verán.» Aleluya.
Cántico:
LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El
cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio
es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya
sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La
salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R.
Aleluya)
porque
sus juicios son verdaderos y justos.
R.
Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad
al Señor sus siervos todos.
(R.
Aleluya)
Los
que le teméis, pequeños y grandes.
R.
Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque
reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R.
Aleluya)
Alegrémonos
y gocemos y démosle gracias.
R.
Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó
la boda del cordero.
(R.
Aleluya)
Su
esposa se ha embellecido.
R.
Aleluya, (aleluya).
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí
me verán.» Aleluya.
LECTURA
BREVE Hb 7, 24-27
Jesús,
como permanece para siempre, tiene un sacerdocio eterno. De aquí que tiene
poder para llevar a la salvación definitiva a cuantos por él se vayan acercando
a Dios, porque vive para siempre para interceder por ellos. Y tal era
precisamente el sumo sacerdote que nos convenía: santo, sin maldad, sin mancha,
excluido del número de los pecadores y exaltado más alto que los cielos. No
tiene necesidad, como los sumos sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día,
primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Esto lo hizo una
vez por todas, ofreciéndose a sí mismo.
RESPONSORIO
BREVE
En
lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo.
Aleluya.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Entró Jesús y se quedó con ellos; y, estando juntos a la mesa, tomó el pan y,
rezada la bendición, lo partió y se lo dio. Aleluya.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su
nombre es santo,
y
su misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El
hace proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a
los hambrientos los colma de bienes
y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como
lo había prometido a nuestros padres-
en
favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Entró Jesús y se quedó con ellos; y, estando juntos a la mesa, tomó el pan y,
rezada la bendición, lo partió y se lo dio. Aleluya.
PRECES
Oremos
a Cristo, que resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del
Padre, y digámosle:
Cristo,
que vives por siempre para interceder por los hombres, escucha nuestra oración.
Acuérdate,
Señor, de los que se han consagrado a tu servicio,
que
sean para tu pueblo ejemplo de santidad.
Concede,
Señor, el espíritu de justicia a los que gobiernan las naciones
y
haz que trabajen en bien de la paz, para que todos podamos vivir según tu ley.
Concede
la paz a nuestros días
y
multiplica los bienes de la tierra, para que los pobres puedan gozar de las
riquezas de tu bondad.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres
Cristo
salvador, que con tu triunfo has iluminado el mundo entero y con tu resurrección
has dado a los hombres una prenda de su inmortalidad,
concede
la luz eterna a nuestros hermanos difuntos.
Terminemos
nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios
nuestro, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección
del Señor, concédenos que la celebración de estas fiestas aquí en la tierra nos
lleve a gozar de la eterna alegría en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
COMPLETAS
(Oración
antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN
INICIAL
V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN
DE CONCIENCIA
Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo
confieso ante Dios todopoderoso
y
ante vosotros, hermanos,
que
he pecado mucho
de
pensamiento, palabra, obra y omisión:
por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a
los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V.
El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.
Himno:
EL CORAZÓN SE DILATA
El
corazón se dilata
sin
noche en tu santo cuerpo,
oh
morada iluminada,
mansión
de todo consuelo.
Por
tu muerte sin pecado,
por
tu descanso y tu premio,
en
ti, Jesús, confiamos,
y
te miramos sin miedo.
Como
vigilia de amor
te
ofrecemos nuestro sueño;
tú
que eres el paraíso,
danos
un puesto en tu reino. Amén.
SALMODIA
Ant
1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo
4 - ACCIÓN DE GRACIAS.
Escúchame
cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú
que en el aprieto me diste anchura,
ten
piedad de mí y escucha mi oración.
Y
vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis
la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo:
el Señor hizo milagros en mi favor,
y
el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad
y no pequéis, reflexionad
en
el silencio de vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y
confiad en el Señor.
Hay
muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si
la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»
Pero
tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que
si abundara en trigo y en vino.
En
paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque
tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y
ahora bendecid al Señor,
los
siervos del Señor,
los
que pasáis la noche
en
la casa del Señor:
Levantad
las manos hacia el santuario,
y
bendecid al Señor.
El
Señor te bendiga desde Sión:
el
que hizo cielo y tierra.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA
BREVE Dt 6,4-7
Escucha
Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con
todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy
te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de
ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO
BREVE
En
lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo.
Aleluya.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO
DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora,
Señor, según tu promesa,
puedes
dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a
quien has presentado ante todos los pueblos
luz
para alumbrar a las naciones
y
gloria de tu pueblo Israel.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con
Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos,
Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, nos
llene de gozo la celebración de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina
por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V.
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R.
Amén.
ANTIFONA
FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Reina
del cielo, alégrate, aleluya,
porque
Cristo,
a
quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha
resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega
al Señor por nosotros, aleluya.