Musica Para el Alma

lunes, 4 de febrero de 2019

COMPLETA ORACIÓN ANTES DE IR A LA CAMA

Completas - SANTA ÁGUEDA, VIRGEN Y MÁRTIR 2019

Memoria
Padeció el martirio en Catania (Sicilia), probablemente en la persecución de Decio. Desde la antigüedad su culto se extendió por toda la Iglesia y su nombre fue introducido en el Canon romano.
El siguiente es el formulario que corresponde a completas de la liturgia de las horas para SANTA ÁGUEDA, VIRGEN Y MÁRTIR el día de hoy, martes, 5 de febrero de 2019. Otras celebraciones del día: MARTES IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO .

Invitatorio

Completas

Notas

  • Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas.
  • Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
  • Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Examen

Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestros pecados.
  • Formula 1
  • Formula 2
  • Formula 3
Yo confieso ante Dios Todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno

    Salmodia

    Antífona 1: No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
    Salmo 142 (1-11)
    Lamentación y súplica ante la angustia
    El hombre no se justifica por cumplir la ley, sino por creer en Cristo Jesús. (Ga 2,16)
    Señor, escucha mi oración;
    tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;
    tú, que eres justo, escúchame.
    No llames a juicio a tu siervo,
    pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

    El enemigo me persigue a muerte,
    empuja mi vida al sepulcro,
    me confina a las tinieblas
    como a los muertos ya olvidados.
    Mi aliento desfallece,
    mi corazón dentro de mí está yerto.

    Recuerdo los tiempos antiguos,
    medito todas tus acciones,
    considero las obras de tus manos
    y extiendo mis brazos hacia ti:
    tengo sed de ti como tierra reseca.

    Escúchame en seguida, Señor,
    que me falta el aliento.
    No me escondas tu rostro,
    igual que a los que bajan a la fosa.

    En la mañana hazme escuchar tu gracia,
    ya que confío en ti.
    Indícame el camino que he de seguir,
    pues levanto mi alma a ti.

    Líbrame del enemigo, Señor,
    que me refugio en ti.
    Enséñame a cumplir tu voluntad,
    ya que tú eres mi Dios.
    Tu espíritu, que es bueno,
    me guíe por tierra llana.

    Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
    por tu clemencia, sácame de la angustia.

    Lectura Breve

    1P 5,8-9
    Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidles firmes en la fe.

    Responsorio Breve

    R. A tus manos, Señor, * Encomiendo mi espíritu. A tus manos.
    V. Tú, el Dios leal, nos librarás. * Encomiendo. Gloria al Padre. A tus manos.

    Canto Evangélico

    Antifona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T.P. Aleluya)
    Nunc dimittis Lc 2, 29-32
    Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
    Ahora, Señor, según tu promesa,
    puedes dejar a tu siervo irse en paz.

    Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
    a quien has presentado ante todos los pueblos:

    luz para alumbrar a las naciones
    y gloria de tu pueblo Israel.

    Gloria al Padre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Oración

    Oremos:
    Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Jesucristo, nuestro Señor.
    Amén.

    Bendición

    V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
    R. Amén.

    Antífonas finales de la Santísima Virgen María

    • Antifona 1
    • Antifona 2
    • Antifona 3
    • Antifona 4
    • Antifona 5
    Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
    vida, dulzura y esperanza nuestra;
    Dios te salve.

    A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
    a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
    en este valle de lágrimas.

    Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
    vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
    y, después de este destierro,
    muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

    ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

    VÍSPERAS. ORACIÓN AL FINAL DE LA TARDE

    Vísperas - SANTA ÁGUEDA, VIRGEN Y MÁRTIR 2019

    Memoria
    Padeció el martirio en Catania (Sicilia), probablemente en la persecución de Decio. Desde la antigüedad su culto se extendió por toda la Iglesia y su nombre fue introducido en el Canon romano.
    El siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la liturgia de las horas para SANTA ÁGUEDA, VIRGEN Y MÁRTIR el día de hoy, martes, 5 de febrero de 2019. Otras celebraciones del día: MARTES IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO .

    Invitatorio

    Vísperas

    Invocación

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

    Himno

    • Himno 1
    Atardece, anochece, el alma cesa
    de agitarse en el mundo
    como una mariposa sacudida.
    La sombra fugitiva ya se esconde.
    Un temblor vagabundo
    en la penumbra deja su fatiga.
    Y rezamos, muy juntos,
    hacia dentro de un gozo sostenido,
    Señor, por tu profundo
    ser insomne que existe y nos cimienta.
    Señor, gracias, que es tuyo
    el universo aún; y cada hombre
    hijo es, aunque errabundo,
    al final de la tarde, fatigado,
    se marche hacia lo oscuro
    de sí mismo; Señor,
    te damos gracias
    por este ocaso último.
    Por este rezo súbito. Amén.

    Salmodia

    Antífona 1: Quiero ser solamente tuya, oh Cristo esposo, a ti vengo con mi lámpara encendida.
    Salmo 121
    LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
    ¡Qué alegría cuando me dijeron:
    "Vamos a la casa del Señor"!
    Ya están pisando nuestros pies
    tus umbrales, Jerusalén.
    Jerusalén está fundada
    como ciudad bien compacta.
    Allá suben las tribus,
    las tribus del Señor,
    según la costumbre de Israel,
    a celebrar el nombre del Señor;
    en ella están los tribunales de justicia,
    en el palacio de David.
    Desead la paz a Jerusalén:
    "Vivan seguros los que te aman,
    haya paz dentro de tus muros,
    seguridad en tus palacios".
    Por mis hermanos y compañeros,
    voy a decir: "La paz contigo".
    Por la casa del Señor, nuestro Dios,
    te deseo todo bien.
    Antífona 2: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
    Salmo 126
    EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS
    Si el Señor no construye la casa,
    en vano se cansan los albañiles;
    si el Señor no guarda la ciudad,
    en vano vigilan los centinelas.
    Es inútil que madruguéis,
    que veléis hasta muy tarde,
    que comáis el pan de vuestros sudores:
    ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
    La herencia que da el Señor son los hijos;
    su salario, el fruto del vientre:
    son saetas en manos de un guerrero
    los hijos de la juventud.
    Dichoso el hombre que llena
    con ellas su aljaba:
    No quedará derrotado cuando litigue
    con su adversario en la plaza.
    Antífona 3: Mi alma se siente firme, está cimentada en Cristo, el Señor.
    Cántico Ef 1, 3-10
    EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
    Bendito sea Dios,
    Padre de nuestro Señor Jesucristo,
    que nos ha bendecido en la persona de Cristo
    con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
    Él nos eligió en la persona de Cristo,
    antes de crear el mundo,
    para que fuésemos santos
    e irreprochables ante él por el amor.
    Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
    por pura iniciativa suya,
    a ser sus hijos,
    para que la gloria de su gracia,
    que tan generosamente nos ha concedido
    en su querido Hijo,
    redunde en alabanza suya.
    Por este Hijo, por su sangre,
    hemos recibido la redención,
    el perdón de los pecados.
    El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
    ha sido un derroche para con nosotros,
    dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
    Éste es el plan
    que había proyectado realizar por Cristo
    cuando llegase el momento culminante:
    hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
    las del cielo y las de la tierra.

    Lectura Breve

    1 Co 7, 32. 34
    El célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma.

    Responsorio Breve

    V. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.
    R. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.
    V. Van entrando en el palacio real.
    R. Las traen entre alegría.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.

    Canto Evangélico

    Antifona: Señor Jesús, maestro bueno, te doy gracias porque me has hecho vencer los tormentos de mis verdugos; haz, Señor, que llegue felizmente a la felicidad de tu reino eterno.
    Magnificat Lc 1, 46-55
    Alegría del alma en el Señor
    Proclama mi alma la grandeza del Señor,
    se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
    porque ha mirado la humillación de su esclava.

    Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
    porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
    su nombre es santo,
    y su misericordia llega a sus fieles
    de generación en generación.

    Él hace proezas con su brazo:
    dispersa a los soberbios de corazón,
    derriba del trono a los poderosos
    y enaltece a los humildes,
    a los hambrientos los colma de bienes
    y a los ricos los despide vacíos.

    Auxilia a Israel, su siervo,
    acordándose de la misericordia
    —como lo había prometido a nuestros padres—
    en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Preces

    Alabemos con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes, a causa del reino
    de Dios, y supliquémosle diciendo:
    Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.
    Señor Jesucristo, tú que como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia sin mancha
    ni arruga,
    — haz que sea siempre santa e inmaculada.
    Señor Jesucristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus lámparas
    encendidas,
    — no permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las vírgenes que
    se han consagrado a ti.
    Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen guardó siempre fidelidad intacta,
    — concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe.
    Tú que concedes hoy a tu pueblo alegrarse por la fiesta de santa N., virgen,
    — concédele también gozar siempre de su valiosa intercesión.
    Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
    Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas,
    — admite también a nuestros hermanos difuntos en el convite festivo de tu reino.
    Oremos con Jesús, diciendo a nuestro Padre: Padre nuestro.

    Padre Nuestro

    Padre nuestro, que estás en el cielo,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino,
    hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
    Danos hoy nuestro pan de cada día,
    perdona nuestras ofensas,
    como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en tentación,
    y líbranos del mal.

    Oración

    Te rogamos, Señor, que la virgen santa Águeda nos alcancen tu perdón, pues ella fue agradable a tus ojos por la fortaleza que mostró en su martirio y por el mérito de su castidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén.

    Conclusión

    Si preside el obispo, es conveniente que éste bendiga al pueblo con la bendición solemne:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:
    V. Podéis ir en paz.
    R. Demos gracias a Dios.
    En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.

    NONA. ORACIÓN DE MEDIA TARDE

    Nona - MARTES IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2019

    El siguiente es el formulario que corresponde a nona de la liturgia de las horas para el día de hoy, martes, 5 de febrero de 2019. Otras celebraciones del día: SANTA ÁGUEDA, VIRGEN Y MÁRTIR .

    Invitatorio

    Nona

    Notas

    • En la Hora intermedia nunca se hace mención de las memorias de los santos.

    Invocación

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, Y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. (T. P. Aleluya).

    Himno

    • Himno 1
    Tu poder multiplica
    la eficacia del hombre,
    y crece cada día, entre sus manos,
    la obra de tus manos.

    Nos señalaste un trozo de la viña
    y nos dijiste: «Venid y trabajad.»
    Nos mostraste una mesa vacía
    y nos dijiste: «Llenadla de pan.»

    Nos presentaste un campo de batalla
    y nos dijiste: «Construid la paz.»
    Nos sacaste al desierto con el alba
    y nos dijiste: «Levantad la ciudad.»

    Pusiste una herramienta en nuestras manos
    y nos dijiste: «Es tiempo de crear.»
    Escucha a mediodía el rumor del trabajo
    con que el hombre se afana en tu heredad.

    Gloria al Padre, Y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Por los siglos. Amén.

    Salmodia

    Antífona 1: Te pido auxilio, Señor, no me escondas tu rostro.
    Salmo 125
    Dios, alegría y esperanza nuestra
    Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo. (2Co 1,7)
    Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
    nos parecía soñar:
    la boca se nos llenaba de risas,
    la lengua de cantares.

    Hasta los gentiles decían:
    «El Señor ha estado grande con ellos.»
    El Señor ha estado grande con nosotros,
    y estamos alegres.

    Que el Señor cambie nuestra suerte,
    como los torrentes del Negueb.
    Los que sembraban con lágrimas
    cosechan entre cantares.

    Al ir, iba llorando,
    llevando la semilla;
    al volver, vuelve cantando,
    trayendo sus gavillas.
    Antífona 2: Te pido auxilio, Señor, no me escondas tu rostro.
    Salmo 126
    El esfuerzo humano es inútil sin Dios
    Sois edificio de Dios. (1Co 3,9)
    Si el Señor no construye la casa,
    en vano se cansan los albañiles;
    si el Señor no guarda la ciudad,
    en vano vigilan los centinelas.

    Es inútil que madruguéis,
    que veléis hasta muy tarde,
    que comáis el pan de vuestros sudores:
    ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

    La herencia que da el Señor son los hijos;
    su salario, el fruto del vientre:
    son saetas en mano de un guerrero
    los hijos de la juventud.

    Dichoso el hombre que llena
    con ellas su aljaba:
    no quedará derrotado cuando litigue
    con su adversario en la plaza.
    Antífona 3: Te pido auxilio, Señor, no me escondas tu rostro.
    Salmo 127
    Paz doméstica en el hogar del justo
    «Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia. (Arnobio)
    Dichoso el que teme al Señor
    + y sigue sus caminos.

    Comerás del fruto de tu trabajo,
    serás dichoso, te irá bien;
    tu mujer, como parra fecunda,
    en medio de tu casa;

    tus hijos, como renuevos de olivo,
    alrededor de tu mesa:
    ésta es la bendición del hombre
    que teme al Señor.

    Que el Señor te bendiga desde Sión,
    que veas la prosperidad de Jerusalén
    todos los días de tu vida;
    que veas a los hijos de tus hijos.
    ¡Paz a Israel!

    Lectura Breve

    Is 55,10-11
    Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.

    Responsorio Breve

    V. El Señor envía su mensaje a la tierra.
    R. Y su palabra corre veloz.

    Oración

    Oremos:
    Oh Dios, que enviaste un ángel al centurión Cornelio, para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos, incorporados a tu Iglesia, podamos llegar a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
    Amén.

    Conclusión

    Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.

    EL ÁNGELUS


    MARTES Y VIERNES
    El Ángelus. El Santo Rosario. La Coronilla de la Divina Misericordia
    .
    El Ángelus

    V/. El ángel del Señor anunció a María.
    R/. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
    Dios te salve, María…

    V/. He aquí la esclava del Señor.
    R/. Hágase en mí según tu palabra.
    Dios te salve, María…

    V/. Y el Verbo de Dios se hizo carne.
    R/. Y habitó entre nosotros.
    Dios te salve, María…

    V/. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
    R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

    Oración

    Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz, seamos llevados a la gloria de su re­su­rrección. Por Jesucristo nuestro Señor.

    R/. Amén.

    Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.


    EL SANTO ROSARIO

    .Misterios Dolorosos (MARTES Y VIERNES)
    .Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
    .1º La oración del huerto. (LUCAS  22,39-46)
    .2º La Flagelación de nuestro Señor. (Jn 18,33-19,1)
    .3º La Coronación de espinas. (MARCOS 15,16-20)
    .4º Jesús con la Cruz a cuestas. (LUCAS  23,26-32)
    .5º La Crucifixión y muerte. (MARCOS 15,22-39)

    Oremos:
    Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

    La Coronilla de la Divina Misericordia

    Se utiliza un rosario común de cinco decenas.
    1 Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.

    2 Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) decir:
    "Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo,
    la Sangre, el Alma y la Divinidad
    de Tu Amadísimo Hijo,
    Nuestro Señor Jesucristo,
    para el perdón de nuestros
    pecados y los del mundo entero."
    .
    3. En las cuentas pequeñas del Ave María:
    "Por Su dolorosa Pasión,
    ten misericordia de nosotros
    y del mundo entero."

    Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres
    veces
    : "Santo Dios, Santo Fuerte,
    Santo Inmortal, ten piedad de
    nosotros y del mundo entero."


    . *El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser,  SANTO*

    PARA TI


    MARCOS 5,21-43. CICLO C. LO QUE ME DICE EL EVANGELIO


    Martes, 5 de febrero de 2019
    Lo que me dice el Evangelio de Marcos 5,21-43. Ciclo C. («Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».) *Tengo que admirar la valentía y la decisión de esta mujer. Ella savia muy bien que la ley prohíbe que una persona impura este dentro de la persona, ella tenía que mantener una distancia por su impureza. Esta mujer meda la mejor noticia, y esta noticia para mi es que no importa mi impureza que, lo que importa es llegar a los pies del Señor y tocar su manto. Para mi llegar a los pies del Señor es humillarme y  reconocer, mis errores, reconocer mi enfermedad, reconocer que el mundo no tiene la capacidad de curar mi alma. Y tocar el manto para mí es, desear que la fuerza que sale del Señor que, que no es otra cosa más que su amor, que ese amor toque mí heridas, mis sufrimientos, mis dolores. Otra parte importante es que el Señor me hable y que yo pueda escuchar su voz. Algo que me gustó mucho es que el Señor no solo la curó sino que le cambio la vida, esa es la parte más importante para mí, y la que más deseo, no solo que el Señor me sane, sino que haga mi vida agradable para él y para los demás*.      

    *El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO*

    EVANGELIO


    Martes, 5 de febrero de 2019
    Evangelio
    Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,21-43):

    EN aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
    Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
    «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
    Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
    Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
    «Con solo tocarle el manto curaré».
    Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
    «Quién me ha tocado el manto?».
    Los discípulos le contestaban:
    «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”».
    Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
    Él le dice:
    «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
    Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
    «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
    Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
    «No temas; basta que tengas fe».
    No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
    « ¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
    Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
    «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
    La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
    Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

    Palabra del Señor

    LAUDES MARTES 5 DE FEBRERO. ORACIÓN PARA INICIAR EL DÍA


    Laudes - SANTA ÁGUEDA, VIRGEN Y MÁRTIR 2019
    Memoria
    Padeció el martirio en Catania (Sicilia), probablemente en la persecución de Decio. Desde la antigüedad su culto se extendió por toda la Iglesia y su nombre fue introducido en el Canon romano.
    El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas para SANTA ÁGUEDA, VIRGEN Y MÁRTIR el día, martes, 5 de febrero de 2019. Otras celebraciones del día: MARTES IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO .
    Invitatorio
    Notas
    • Si el Oficio ha de ser rezado a solas, puede decirse la siguiente oración:

      Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
    • El Invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.
    • Cuando se reza individualmente, basta con decir la antífona una sola vez al inicio del salmo. Por lo tanto, no es necesario repetirla al final de cada estrofa.
    V. Señor, ábreme los labios.
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
    Antifona: Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes.
    ·         Salmo 94
    ·         Salmo 99
    ·         Salmo 66
    ·         Salmo 23
    Invitación a la alabanza divina
    Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
    Venid, aclamemos al Señor,
    demos vítores a la Roca que nos salva;
    entremos a su presencia dándole gracias,
    aclamándolo con cantos.

    Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes

    Porque el Señor es un Dios grande,
    soberano de todos los dioses:
    tiene en su mano las simas de la tierra,
    son suyas las cumbres de los montes;
    suyo es el mar, porque él lo hizo,
    la tierra firme que modelaron sus manos.

    Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes

    Entrad, postrémonos por tierra,
    bendiciendo al Señor, creador nuestro.
    Porque él es nuestro Dios,
    y nosotros su pueblo,
    el rebaño que él guía.

    Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes

    Ojalá escuchéis hoy su voz:
    «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
    como el día de Masá en el desierto;
    cuando vuestros padres me pusieron a prueba
    y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

    Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes

    Durante cuarenta años
    aquella generación me asqueó, y dije:
    “Es un pueblo de corazón extraviado,
    que no reconoce mi camino;
    por eso he jurado en mi cólera
    que no entrarán en mi descanso.”»

    Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes

    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes
    Laudes

    ·         Himno 1
    Es domingo; una luz nueva
    resucita la mañana
    con su mirada inocente,
    llena de gozo y de gracia.
    Es domingo; la alegría
    del mensaje de la Pascua
    es la noticia que llega
    siempre y que nunca se gasta.
    Es domingo; la pureza
    no sólo la tierra baña,
    que ha penetrado
    en la vida por las ventanas del alma.
    Es domingo; la presencia
    de Cristo llena la casa:
    la Iglesia, misterio y fiesta,
    por él y en él convocada.
    Es domingo; «éste es el día
    que hizo el Señor», es la Pascua,
    día de la creación
    nueva y siempre renovada.
    Es domingo; de su hoguera
    brilla toda la semana
    y vence oscuras tinieblas
    en jornadas de esperanza.
    Es domingo; un canto nuevo
    toda la tierra le canta
    al Padre, al Hijo, al Espíritu,
    único Dios que nos salva. Amén.

    Salmodia
    Antífona 1: Libremente confieso a Cristo; de Cristo está sedienta mi alma; deseo estar por siempre con Cristo.
    Salmo 62, 2-9
    El alma sedienta de Dios
    Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
    Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
    mi alma está sedienta de ti;
    mi carne tiene ansia de ti,
    como tierra reseca, agostada, sin agua.

    ¡Cómo te contemplaba en el santuario
    viendo tu fuerza y tu gloria!
    Tu gracia vale más que la vida,
    te alabarán mis labios.

    Toda mi vida te bendeciré
    y alzaré las manos invocándote.

    Me saciaré como de enjundia y de manteca,
    y mis labios te alabarán jubilosos.

    En el lecho me acuerdo de ti
    y velando medito en ti,
    porque fuiste mi auxilio,
    y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
    mi alma está unida a ti,
    y tu diestra me sostiene.

    Antífona 2: Vírgenes del Señor, bendecid al Señor; el que sembró en vosotras el deseo de la virginidad ha coronado ya su obra.
    Dn 3,57-88.56
    Toda la creación alabe al Señor
    Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
    Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
    ensalzadlo con himnos por los siglos.

    Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
    cielos, bendecid al Señor.

    Aguas del espacio, bendecid al Señor;
    ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

    Sol y luna, bendecid al Señor;
    astros del cielo, bendecid al Señor.

    Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
    vientos todos, bendecid al Señor.

    Fuego y calor, bendecid al Señor;
    fríos y heladas, bendecid al Señor.

    Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
    témpanos y hielos, bendecid al Señor.

    Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
    noche y día, bendecid al Señor.

    Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
    rayos y nubes, bendecid al Señor.

    Bendiga la tierra al Señor,
    ensálcelo con himnos por los siglos.

    Montes y cumbres, bendecid al Señor;
    cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

    Manantiales, bendecid al Señor;
    mares y ríos, bendecid al Señor;
    Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
    aves del cielo, bendecid al Señor.

    Fieras y ganados, bendecid al Señor,
    ensalzadlo con himnos por los siglos.

    Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
    bendiga Israel al Señor.

    Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
    siervos del Señor, bendecid al Señor.

    Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
    santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

    Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
    ensalzadlo con himnos por los siglos.

    Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
    ensalcémoslo con himnos por los siglos.

    Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
    alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

    Antífona 3: Que los santos se alegren en la gloria, pues han conseguido una brillante victoria sobre la carne y la sangre.
    Salmo 149
    Alegría de los santos
    Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)
    Cantad al Señor un cántico nuevo,
    resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
    que se alegre Israel por su Creador,
    los hijos de Sión por su Rey.

    Alabad su nombre con danzas,
    cantadle con tambores y cítaras;
    porque el Señor ama a su pueblo
    y adorna con la victoria a los humildes.

    Que los fieles festejen su gloria
    y canten jubilosos en filas:
    con vítores a Dios en la boca
    y espadas de dos filos en las manos:

    para tomar venganza de los pueblos
    y aplicar el castigo a las naciones,
    sujetando a los reyes con argollas,
    a los nobles con esposas de hierro.

    Ejecutar la sentencia dictada
    es un honor para todos sus fieles.

    Lectura Breve
    Ct 8, 7
    Las aguas torrenciales no podrían apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable.
    Responsorio Breve
    V. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.
    R. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.
    V. Tu rostro buscaré, Señor.
    R. Buscad mi rostro.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.

    Lecturas
    Primera Lectura
    De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 25-40
    LA VIRGINIDAD CRISTIANA
    Hermanos: Respecto al celibato no tengo órdenes del Señor, sino que doy mi parecer como hombre de fiar que soy, por la misericordia del Señor. Estimo que es un bien, por la necesidad actual: quiero decir que es un bien vivir así. ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre? No busques mujer; aunque si te casas, no haces mal; y si una soltera se casa, tampoco hace mal. Pero estos
    tales sufrirán la tribulación de la carne. Yo respeto vuestras razones.
    Os digo esto, hermanos: el momento es apremiante. Queda como solución: que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la presentación de este mundo se termina. Quiero que os ahorréis preocupaciones: el célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones. Si, a pesar de todo, alguien cree faltar a la conveniencia respecto de su doncella, por estar en la flor de su edad, y conviene proceder así, haga lo que quiera, no hace mal; cásense. Mas el que permanece firme en su corazón, y sin presión alguna y en pleno uso de su libertad está resuelto en su interior a guardar a su doncella, hará bien. Así pues, el que casa a su doncella obra bien. Y el que no la casa obra mejor. La mujer está ligada a su marido mientras él viva; mas una vez muerto el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero en el Señor. Sin embargo, será más feliz si permanece así según mi consejo; que yo también creo tener el Espíritu de Dios.
    Responsorio Breve
    R. Prendado está el rey de tu belleza, obra de sus manos; él es tu Dios y tu rey. * Tu rey es al mismo tiempo tu esposo.
    V. Has tomado por esposo al rey y Dios; él te ha dotado, él te ha engalanado, te ha redimido, te ha santificado.
    R. Tu rey es al mismo tiempo tu esposo.

    Segunda Lectura
    Del sermón de san Metodio de Sicilia, obispo, sobre santa Águeda
    (Analecta Bollandiana 68, 76-78)
    SU BONDAD PROVENÍA DEL MISMO DIOS, FUENTE DE TODO BIEN
    Hermanos, como sabéis, la conmemoración anual de esta santa mártir nos reúne en este lugar para celebrar principalmente su glorioso martirio, que pertenece ya al pasado, pero que es también actual, ya que también ahora continúa su victorioso combate por medio de los milagros divinos por los que es coronada de nuevo todos los días y recibe una incomparable gloria. Es una virgen, porque nació del Verbo inmortal (quien también por mi causa gustó de la muerte en su carne) e indiviso Hijo de Dios, como afirma el teólogo Juan: A cuantos le recibieron, les da poder para ser hijos de Dios.
    Esta mujer virgen, la que hoy os ha invitado a nuestro convite sagrado, es la mujer desposada con un solo esposo, Cristo, para decirlo con el mismo simbolismo nupcial que emplea el apóstol Pablo. Una virgen que, con la lámpara siempre encendida, enrojecía y embellecía sus labios, mejillas y lengua con la púrpura de la sangre del verdadero y divino Cordero, y que no dejaba de recordar y meditar continuamente la muerte de su ardiente enamorado, como si la tuviera presente ante sus ojos. De este modo, su mística vestidura es un testimonio que habla por sí mismo a todas las generaciones futuras, ya que lleva en sí la marca indeleble de la sangre de Cristo, de la que está impregnada, como también la blancura resplandeciente de su virginidad.
    Águeda hizo honor a su nombre, que significa «buena»; ella fue en verdad buena por su identificación con el mismo Dios; fue buena para su divino Esposo y lo es también para nosotros, ya que su bondad provenía del mismo Dios, fuente de todo bien.
    En efecto, ¿cuál es la causa suprema de toda bondad, sino aquel que es el sumo bien? Por esto, difícilmente hallaríamos algo que mereciera, como Águeda, nuestros elogios y alabanzas.
    Águeda, buena de nombre y por sus hechos; Águeda, cuyo nombre indica de antemano la bondad de sus obras maravillosas, y, cuyas obras corresponden a la bondad de su nombre; Águeda, cuyo solo nombre es un estímulo para que todos acudan a ella, y que nos enseña también con su ejemplo a que todos pongamos el máximo empeño en llegar sin demora al bien verdadero, que es solo Dios.
    Responsorio Breve
    R. Con la ayuda del Señor, le seré siempre fiel, cantando sus alabanzas; * él me ha salvado y me ha dado la paz.
    V. El Señor ha conservado a su sierva libre de toda mancha y me ha unido a él, movido por su misericordia.
    R. Él me ha salvado y me ha dado la paz.

    Martes, 5 de febrero de 2019
    Evangelio
    Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,21-43):

    EN aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
    Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
    «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
    Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
    Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
    «Con solo tocarle el manto curaré».
    Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
    «Quién me ha tocado el manto?».
    Los discípulos le contestaban:
    «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”».
    Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
    Él le dice:
    «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
    Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
    «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
    Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
    «No temas; basta que tengas fe».
    No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
    « ¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
    Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
    «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
    La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
    Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

    Palabra del Señor

    Canto Evangélico
    Antifona: Contenta y alegre, se dirigía Águeda a la cárcel, como invitada a bodas, y encomendaba al Señor su combate, con oración ferviente.
    Benedictus Lc 1, 68-79
    El Mesías y su precursor
    + Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha visitado y redimido a su pueblo,
    suscitándonos una fuerza de salvación
    en la casa de David, su siervo,
    según lo había predicho desde antiguo,
    por boca de sus santos profetas.

    Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
    y de la mano de todos los que nos odian;
    realizando la misericordia
    que tuvo con nuestros padres,
    recordando su santa alianza
    y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

    Para concedernos que, libres de temor,
    arrancados de la mano de los enemigos,
    le sirvamos con santidad y justicia,
    en su presencia, todos nuestros días.

    Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
    porque irás delante del Señor
    a preparar sus caminos,
    anunciando a su pueblo la salvación,
    el perdón de sus pecados.

    Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
    nos visitará el sol que nace de lo alto,
    para iluminar a los que viven en tinieblas
    y en sombra de muerte,
    para guiar nuestros pasos
    por el camino de la paz.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Preces
    Glorifiquemos a Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y supliquémosle diciendo:
    Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos.
    Señor Jesucristo, a quien las vírgenes amaron como a su único esposo,
    — concédenos que nada nos aparte de tu amor.
    Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos

    Tú que coronaste a María como reina de las vírgenes por su intercesión,
    — concédenos recibirte siempre con pureza de corazón.
    Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos

    Por intercesión de las santas vírgenes que te sirvieron siempre con fidelidad, consagradas
    a ti en cuerpo y alma,
    — ayúdanos, Señor, a que los bienes de este mundo que pasa no nos separen de tu amor eterno.
    Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos

    Señor Jesús, esposo que has de venir y a quien las vírgenes prudentes esperaban,
    — concédenos que aguardemos tu retorno glorioso con una esperanza activa.
    Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos

    Por intercesión de santa N., que fue virgen sensata y una de las prudentes,
    — concédenos, Señor, la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres.
    Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos

    Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

    Con sencillez y humildad digamos la oración que Jesús nos enseñó:
    Padre nuestro.
    Padre Nuestro
    Padre nuestro, que estás en el cielo,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino,
    hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
    Danos hoy nuestro pan de cada día,
    perdona nuestras ofensas,
    como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en tentación,
    y líbranos del mal.
    Oración
    Oremos:
    Te rogamos, Señor, que la virgen santa Águeda nos alcancen tu perdón, pues ella fue agradable a tus ojos por la fortaleza que mostró en su martirio y por el mérito de su castidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén.
    Conclusión
    Si preside el obispo, es conveniente que éste bendiga al pueblo con la bendición solemne:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:
    V. Podéis ir en paz.
    R. Demos gracias a Dios.
    En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.