TIEMPO DE CUARESMA
MARTES DE LA SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV
2 de abril
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.»
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.»
Himno: EDIFICASTE UNA TORRE
Edificaste una torre
para tu huerta florida;
un lagar para tu vino
y, para el vino, una viña.
Y la viña no dio uvas,
ni el lagar buena bebida:
sólo racimos amargos
y zumos de amarga tinta.
Edificaste una torre,
Señor, para tu guarida;
un huerto de dulces frutos,
una noria de aguas limpias,
un blanco silencio de horas
y un verde beso de brisas.
Y esta casa que es tu torre,
este mi cuerpo de arcilla,
esta sangre que es tu sangre
y esta herida que es tu herida
te dieron frutos amargos,
amargas uvas y espinas.
¡Rompe, Señor, tu silencio,
rompe tu silencio y grita!
Que mi lagar enrojezca
cuando tu planta lo pise,
y que tu mesa se endulce
con el vino de tu viña. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el
camino perfecto.
Salmo 100 - PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO
Voy a cantar la bondad y la justicia,
para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino perfecto:
¿Cuándo vendrás a mí?
Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa;
no pondré mis ojos
en intenciones viles.
Aborrezco al que obra mal,
no se juntará conmigo;
lejos de mí el corazón torcido,
no aprobaré al malvado.
Al que en secreto difama a su prójimo
lo haré callar;
ojos engreídos, corazones arrogantes
no los soportaré.
Pongo mis ojos en los que son leales,
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ése me servirá.
No habitará en mi casa
quien comete fraudes;
el que dice mentiras
no durará en mi presencia.
Cada mañana haré callar
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del Señor
a todos los malhechores.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Para ti es mi
música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.
Ant 2. No nos desampares,
Señor, para siempre.
Cántico: ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO Dn 3,
26-27. 29. 34-41
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu nombre.
Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros
y todas tus obras son verdad,
y rectos tus caminos,
y justos todos tus juicios.
Hemos pecado y cometido iniquidad
apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.
Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito,
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados;
que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscamos tu rostro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No nos desampares,
Señor, para siempre.
Ant 3. Te cantaré, Dios
mío, un cántico nuevo.
Salmo 143, 1-10 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA
PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te cantaré, Dios
mío, un cántico nuevo.
LECTURA BREVE Jl 2, 12-13
Convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad
vuestros corazones y no vuestras vestiduras, y convertíos al Señor, vuestro
Dios, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad;
y se arrepiente de las amenazas.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de
la red del cazador.
V. Me cubrirá con su
plumaje.
R. Él me librará de
la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de
la red del cazador.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 8, 1-13
EL SACERDOCIO DE CRISTO EN LA NUEVA ALIANZA
Hermanos: El punto principal de cuanto vamos diciendo es que tenemos un sumo
sacerdote que está sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos.
Él es ministro del santuario y de la verdadera Tienda de Reunión, que fue
fabricada por el Señor y no por hombre alguno. Todo sumo sacerdote es
instituido para ofrecer oblaciones y sacrificios; por tanto, era necesario que
también él tuviese que ofrecer algo.
A la verdad, si él morara aquí en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, porque
ya hay otros que están encargados de ofrecer sacrificios por disposición de la
ley. Estos sacerdotes practican un culto que es imagen y sombra de las
realidades del cielo, según lo reveló Dios a Moisés, cuando éste se disponía a
construir la Tienda de Reunión: «Mira -le dijo-, hazlo todo según el modelo que
te ha sido mostrado en el monte.»
En cambio, nuestro sumo sacerdote ha obtenido un ministerio tanto más
excelente, cuanto mejor es la alianza de que es mediador, y cuanto mejores son
las promesas en que ella se basa. Y así es. Porque, si aquella primera alianza
hubiese sido irreprochable, no habría lugar para una segunda.
Pero Dios le dice a Israel en tono de reproche: «Mirad que vienen días -dice el
Señor- en que yo concertaré una nueva alianza con la casa de Israel y con la
casa de Judá. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la
mano para sacarlos de Egipto, alianza que ellos quebrantaron, por lo cual los
rechacé, sino que así será la alianza que haré con ellos después de aquellos
días -dice el Señor-: Imprimiré mi ley en sus mentes, la escribiré en sus
corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no tendrán ya que
instruirse mutuamente, diciendo: "Reconoce al Señor", porque todos me
conocerán, desde el pequeño al grande, cuando perdone sus crímenes y no
recuerde más sus pecados.»
Al decir «nueva alianza», declara Dios anticuada la primera. Y lo que envejece
y se hace anticuado no tarda mucho en desaparecer.
RESPONSORIO Hb 8, 1-2; 9, 24
R. Tenemos un sumo sacerdote que está sentado a la diestra del trono
de la Majestad en los cielos: él es ministro del santuario y de la verdadera
Tienda de Reunión, * para comparecer ahora ante la faz de Dios en favor
nuestro.
V. Pues no entró Cristo en un santuario levantado por mano de hombre,
figura del verdadero santuario, sino en el mismo cielo.
R. Para comparecer ahora ante la faz de Dios en favor nuestro.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 10 Sobre la Cuaresma, 3-5: PL 54, 299-301)
EXCELENCIA DE LA CARIDAD
Dice el Señor en el evangelio de san Juan: En esto conocerán todos que sois
discípulos míos, en que tenéis caridad unos con otros; y en la carta del mismo
apóstol leemos: Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y
todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios; quien no ama no ha conocido
a Dios, porque Dios es amor.
Que cada uno de los fieles se examine, pues, a sí mismo, esforzándose en
discernir sus más íntimos afectos; y, si descubre en su conciencia frutos de
caridad, tenga por cierto que Dios está en él y procure hacerse más y más capaz
de tan gran huésped, perseverando con más generosidad en las obras de
misericordia.
Pues, si Dios es amor, no podemos poner límite alguno a la caridad, ya que la
Divinidad es infinita.
Así pues, amadísimos, si bien todo tiempo es bueno para ejercitarse en la
virtud de la caridad, estos días cuaresmales nos invitan a ello de un modo más
apremiante; si deseamos llegar a la Pascua santificados en el alma y en el
cuerpo, debemos poner un interés especialísimo en la adquisición de esta
virtud, que contiene en sí a todas las otras y cubre la multitud de los
pecados.
Por esto, ya que nos preparamos para celebrar aquel misterio que excede a todos
los demás, en el que la sangre de Jesucristo borró nuestras iniquidades,
dispongámonos mediante el sacrificio espiritual de la misericordia, de tal
manera que demos de lo que nosotros hemos recibido de la bondad divina, aun a
los mismos que nos han ofendido.
Que nuestra liberalidad para con los pobres y demás necesitados de cualquier
clase sea en este tiempo más generosa, a fin de que sean más numerosos los que
eleven hacia Dios su acción de gracias, y con nuestros ayunos remediemos el
hambre de los indigentes. El acto de piedad más agradable a Dios es
precisamente este dispendio en favor de los pobres, ya que en esta solicitud
misericordiosa reconoce él la imagen de su propia bondad.
Y no temamos la pobreza que nos pueda resultar de esta nuestra largueza, ya que
la misma bondad es una gran riqueza y nunca puede faltarnos con qué dar, pues
Cristo mismo es quien da el alimento y quien lo recibe. En todo este asunto
interviene la mano de aquel que al partir el pan lo aumenta y al repartirlo lo
multiplica. Que el que distribuye limosnas lo haga con despreocupación y
alegría, ya que, cuanto menos se reserve para sí, mayor será la ganancia que
obtendrá, como dice el apóstol san Pablo: Dios, que provee de semilla al
sembrador y de pan para su alimento, os dará también a vosotros semilla en
abundancia y multiplicará los frutos de vuestra justificación, en Cristo Jesús,
nuestro Señor, el cual vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los
siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO Lc 6, 38a; Col 3, 13b
R. Dad y se os dará: * y se os echará en vuestro regazo una medida
abundante, bien apretada y bien colmada hasta rebosar.
V. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
R. y se os echará en vuestro regazo una medida abundante, bien
apretada y bien colmada hasta rebosar.
Martes, 2
de abril de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (5,1-3.5-16):
SE celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en
hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos
enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba
treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba
mucho tiempo, le dice: « ¿Quieres quedar sano?». El enfermo le contestó:
«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua;
para cuando llego yo, otro se me ha adelantado». Jesús le dice: «Levántate,
toma tu camilla y echa a andar». Y al momento el hombre quedó sano, tomó su
camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre
que había quedado sano: «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla». Él
les contestó: «El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y
echa a andar”». Ellos le preguntaron: « ¿Quién es el que te ha dicho que tomes
la camilla y eches a andar?». Pero el que había quedado sano no sabía quién
era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había
alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: «Mira, has quedado
sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor». Se marchó aquel hombre y
dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos
perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El que me curó me dijo: «Toma tu camilla y vete en
paz.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El que me curó me
dijo: «Toma tu camilla y vete en paz.»
PRECES
Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que nos dio a
su Hijo unigénito, Palabra hecha carne, para que vivamos de ella, e
invoquémosle, diciendo:
Que la palabra de Cristo habite en nosotros con
toda su riqueza.
Concédenos escuchar con más frecuencia tu palabra en este tiempo cuaresmal,
para que en la gran solemnidad que se avecina nos unamos con mayor fervor a
Cristo, nuestra Pascua.
Que la palabra de Cristo habite en nosotros con
toda su riqueza
Que tu Espíritu Santo nos asista,
para que seamos testigos de tu verdad y de tu bondad ante los vacilantes y
equivocados.
Que la palabra de Cristo habite en nosotros con
toda su riqueza
Concédenos vivir más profundamente el misterio de Cristo,
para que podamos dar testimonio de él con más fuerza y claridad.
Que la palabra de Cristo habite en nosotros con
toda su riqueza
En este tiempo de penitencia, Señor, renueva y purifica a tu Iglesia,
para que se manifieste con más claridad como signo de salvación.
Que la palabra de Cristo habite en nosotros con
toda su riqueza
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a
decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, que las saludables prácticas de la Cuaresma
dispongan los corazones de tus hijos, para que celebren dignamente el misterio
pascual y extiendan por todas partes el anuncio de tu salvación. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.