Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XII
De la Solemnidad
24 de junio
EL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA (SOLEMNIDAD)
San Juan Bautista, es el único santo que se conmemora el día de
su nacimiento, porque fue santificado en el vientre de su madre por la visita
del Salvador. Su nacimiento es motivo de inmensa alegría para la humanidad por
el anuncio que trae de la próxima Redención. El arcángel Gabriel anunció a
Zacarías que su mujer estéril, iba a concebir y agregó: «Le darás el nombre de
Juan y será para ti objeto de júbilo y alegría; muchos se regocijarán por su
nacimiento puesto que será grande delante del Señor». Al nacer, Zacarías
proclamó el «Benedictus», que repetimos a diario en el oficio.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al
Cordero de Dios, a quien Juan anunció lleno de alegría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al
Cordero de Dios, a quien Juan anunció lleno de alegría.
Himno: ¿QUÉ SERÁ ESTE NIÑO?
«¿Qué será este niño?», decía la gente
al ver a su padre mudo de estupor.
«¿Si será un profeta?, ¿si será un vidente?»
¡De una madre estéril nace el Precursor!
Antes de nacer, sintió su llegada,
al fuego del niño lo cantó Isabel,
y llamó a la Virgen: «Bienaventurada»,
porque ella era el arca donde estaba él.
El ya tan antiguo y nuevo Testamento
en él se soldaron como en piedra imán;
muchos se alegraron de su nacimiento:
fue ese mensajero que se llamó Juan.
Lo envió el Altísimo para abrir las vías
del que trae al mundo toda redención:
como el gran profeta, como el mismo Elías,
a la faz del Hijo de su corazón.
El no era la luz: vino a ser testigo
de la que ya habita claridad sin fin;
él no era el Señor: vino a ser su amigo,
su siervo, su apóstol y su paladín.
Cántanle los siglos, como Zacarías:
«Y tú serás, niño, quien marche ante él;
eres el heraldo que anuncia al Mesías,
eres la esperanza del nuevo Israel.»
El mundo se llena de gran regocijo,
Juan es el preludio de la salvación;
alabanza al Padre que nos dio tal Hijo,
la gloria al Espíritu que fraguó la acción. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Le pondrás el nombre de Juan y su nacimiento será
motivo de alegría para muchos.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Le pondrás el
nombre de Juan y su nacimiento será motivo de alegría para muchos.
Ant 2. Precederá al Señor
en su venida con el espíritu y el poder de Elías, preparando al Señor un pueblo
bien dispuesto.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,
57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Precederá al Señor
en su venida con el espíritu y el poder de Elías, preparando al Señor un pueblo
bien dispuesto.
Ant 3. A ti, niño, te
llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus
caminos.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A ti, niño, te
llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus
caminos.
LECTURA BREVE Ml 4, 5-6
Mirad, os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande
y terrible. Convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón
de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir yo a destruir la
tierra.
RESPONSORIO BREVE
V. Será grande a los ojos del Señor y estará lleno del
Espíritu Santo.
R. Será grande a los
ojos del Señor y estará lleno del Espíritu Santo.
V. Precederá al Señor
en su venida, preparándole un pueblo bien dispuesto.
R. Y estará lleno del
Espíritu Santo.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Será grande a los
ojos del Señor y estará lleno del Espíritu Santo.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Jeremías 1, 4-10. 17-19
LA VOCACIÓN DEL PROFETA
Recibí esta palabra del Señor:
«Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno
materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles.»
Yo repuse:
«¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.»
El Señor me contestó:
«No digas: "Soy un muchacho", que adonde yo te envíe irás, y lo que
yo te mande lo dirás. No les tengas miedo, yo estoy contigo para librarte
-oráculo del Señor-.»
El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo:
«Mira: yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y
reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y
plantar. Pero tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No
les tengas miedo, que yo no te haré desmayar delante de ellos. Mira: Yo te convierto
hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo
el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la
gente del pueblo; lucharán contra ti, pero no podrán contigo, porque yo estoy
contigo para librarte -oráculo del Señor-.»
RESPONSORIO Jr 1, 5. 9. 10
R. Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras
del seno materno, te consagré: * te nombré profeta de los gentiles.
V. Yo pongo mis palabras en tu boca, yo te establezco sobre pueblos y
reyes.
R. Te nombré profeta de los gentiles.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 293, 1-3: PL 38, 1327-1328)
LA VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO
La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el único de
los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de
Cristo. Ello no deja de tener su significado, y, si nuestras explicaciones no
alcanzaran a estar a la altura de misterio tan elevado, no hemos de perdonar
esfuerzo para profundizarlo y sacar provecho de él.
Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una jovencita virgen. El futuro
padre de Juan no cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo; la Virgen
cree el del nacimiento de Cristo y lo concibe por la fe. Esto es, en resumen,
lo que intentaremos penetrar y analizar; y, si el poco tiempo y las pocas
facultades de que disponemos no nos permiten llegar hasta las profundidades de
este misterio tan grande, mejor os adoctrinará aquel que habla en vuestro interior,
aun en ausencia nuestra, aquel que es el objeto de vuestros piadosos
pensamientos, aquel que habéis recibido en vuestro corazón y del cual habéis
sido hechos templo.
Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo
y el nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice: La ley y los profetas
llegan hasta Juan. Por tanto, él es como la personificación de lo antiguo y el
anuncio de lo nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace de padres ancianos;
porque personifica lo nuevo, es declarado profeta en el seno de su madre. Aún
no ha nacido y, al venir la Virgen María, salta de gozo en las entrañas de su
madre. Con ello queda ya señalada su misión, aun antes de nacer; queda
demostrado de quién es precursor, antes de que él lo vea. Estas cosas
pertenecen al orden de lo divino y sobrepasan la capacidad de la humana
pequeñez. Finalmente, nace, se le impone el nombre, queda expedita la lengua de
su padre. Estos acontecimientos hay que entenderlos con toda la fuerza de su
significado.
Zacarías calla y pierde el habla hasta que nace Juan, el precursor del Señor, y
abre su boca. Este silencio de Zacarías significaba que, antes de la
predicación de Cristo, el sentido de las profecías estaba en cierto modo
latente, oculto, encerrado. Con el advenimiento de aquel a quien se referían
estas profecías, todo se hace claro. El hecho de que en el nacimiento de Juan
se abre la boca de Zacarías tiene el mismo significado que el rasgarse el velo
al morir Cristo en la cruz. Si Juan se hubiera anunciado a sí mismo, la boca de
Zacarías habría continuado muda. Si se desata su lengua es porque ha nacido
aquel que es la voz; en efecto, cuando Juan cumplía ya su misión de anunciar al
Señor, le dijeron: Dinos quién eres. Y él respondió: Yo soy la voz del que clama
en el desierto. Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que existía ya al
comienzo de las cosas. Juan era una voz pasajera, Cristo la Palabra eterna
desde el principio.
RESPONSORIO Lc 1, 76-77
R. A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, * porque irás
delante del Señor a preparar sus caminos.
V. Anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
R. Porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.
Lecturas de la Natividad de san Juan
Bautista
Lunes, 24
de junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66.80):
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron
sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y
la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban
Zacarías, como a su padre.
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió
una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a
Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de
Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este
niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su
carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Zacarías recuperó el uso de la lengua e, inspirado,
dijo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Zacarías recuperó
el uso de la lengua e, inspirado, dijo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel.»
PRECES
Oremos a Cristo, el Señor, que envió a Juan a
preparar sus caminos delante de él, y digámosle:
Visítanos, Sol que naces de lo alto.
Tú que hiciste saltar de gozo a Juan cuando estaba en el vientre de su madre,
haz que siempre nos alegremos de que hayas venido al mundo.
Tú que nos mostraste el camino de la conversión por la palabra y por el ejemplo
del Bautista,
ilumina nuestros corazones, para que se conviertan a las enseñanzas de tu
reino.
Tú que quieres mostrarte a los hombres por la predicación de los hombres,
envía a todo el mundo profetas que anuncien tu Evangelio.
Tú que quisiste ser bautizado por Juan en el Jordán para llevar a término toda
justicia,
haz que trabajemos por la justicia de tu reino.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, que suscitaste a san Juan
Bautista, para que le preparara a Cristo un pueblo bien dispuesto, concede a tu
pueblo el don de la alegría espiritual y guíanos por el camino de la salvación
y de la paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Este es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de
su nacimiento.
San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo (de hoy en
seis meses - el 24 de diciembre - estaremos celebrando el nacimiento de nuestro
Redentor, Jesús).
El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la
siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que
estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril.
Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel
de pie a la derecha del altar.
Al verlo se asustó, mas el ángel le dijo: "No tengas miedo,
Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a
tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No
beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será
lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios".
Pero Zacarías respondió al ángel: "¿Cómo podré asegurarme que
eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?".
El ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, que asisto al trono de
Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has
dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que
todo esto se cumpla".
Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima
Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la
noticia del embarazo de su prima Isabel.
Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para
ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la saludó. En
aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque
acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios
que estaba en el vientre de la Virgen.
También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con
espíritu profético, exclamó: "Bendita tú eres entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que
la Madre de mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la voz de tu
salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar
saltos de júbilo. ¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta
se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor". Y
permaneció la Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que
nació San Juan.
De la infancia de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un
muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios
porque el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su
juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración.
Como vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento,
aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y
principalmente langostas y miel silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de
Dios.
Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del
Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de
penitencia.
Juan no conocía a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le
vería en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera: "Aquel
sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es".
Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar a las gentes
diciéndoles: Haced frutos dignos de penitencia y no estéis confiados diciendo:
Tenemos por padre a Abraham, porque yo os aseguro que Dios es capaz de hacer
nacer de estas piedras hijos de Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la
raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado
al fuego".
Y las gentes le preguntaron: "¿Qué es lo que debemos
hacer?". Y contestaba: "El que tenga dos túnicas que reparta con
quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo"…
"Yo a la verdad os bautizo con agua para moveros a la
penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo
no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. El es el que ha
de bautizaros en el Espíritu Santo…"
Los judíos empezaron a sospechar si el era el Cristo que tenía que
venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle "¿Tu quién eres?" El
confesó claramente: "Yo no soy el Cristo" Insistieron: "¿Pues
cómo bautizas?" Respondió Juan, diciendo: "Yo bautizo con agua, pero
en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de
venir después de mí…"
Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan
para ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo: "¡Yo debo ser
bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual respondió Jesús, diciendo:
"Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda
justicia". Entonces Juan condescendió con El.
Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y
mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que
bajaba en forma de paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una
voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas
mis complacencias".
Al día siguiente vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al
verlo dijo a los que estaban con él: "He aquí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo os dije: Detrás de mí
vendrá un varón, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que
yo".
Entonces Juan atestiguó, diciendo: "He visto al Espíritu en
forma de paloma descender del cielo y posarse sobre El. Yo no le conocía, pero
el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquél sobre quien vieres que baja
el Espíritu Santo y posa sobre El, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu
Santo. Yo lo he visto, y por eso doy testimonio de que El es el Hijo de
Dios".
Herodías era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se
divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le
recriminó diciendo: "No te es lícito tener por mujer a la que es de tu
hermano"; y le echaba en cara las cosas malas que había hecho.
Entonces Herodes, instigado por la adúltera, mandó gente hasta el
Jordán para traerlo preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que
era hombre justo y santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado
por lo que le decía.
Herodías le odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de
quitarlo de en medio, pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la
conciencia y la despidiera siguiendo el consejo de Juan.
Sin comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que
murió en defensa de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio.
Estando Juan en la cárcel y viendo que algunos de sus discípulos
tenían dudas respecto a Jesús, los mandó a El para que El mismo los
fortaleciera en la fe.
Llegando donde El estaba, le preguntaron diciendo: "Juan el
Bautista nos ha enviado a Ti a preguntarte si eres Tú el que tenía que venir, o
esperamos a otro".
En aquel momento curó Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo,
les dijo: "Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído: Los
ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los
pobres se les anuncia el Evangelio…"
Así que fueron los discípulos de Juan, empezó Jesús a decir:
"¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento?
o ¿Qué salisteis a ver? ¿Algún profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y
más que un profeta. Pues de El es de quien está escrito: Mira que yo te envío
mi mensajero delante de Ti para que te prepare el camino. Por tanto os digo:
Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor que Juan el Bautista…"
Llegó el cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando
a muchos personajes importantes. Y al final del banquete entró la hija de
Herodías y bailó en presencia de todos, de forma que agradó mucho a los
invitados y principalmente al propio Herodes.
Entonces el rey juró a la muchacha: "Pídeme lo que quieras y
te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".
Ella salió fuera y preguntó a su madre: "¿Qué le
pediré?" La adúltera, que vio la ocasión de conseguir al rey lo que tanto
ansiaba, le contestó: "Pídele la cabeza de Juan el Bautista". La
muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: "Quiero que me des ahora
mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista".
Entonces se dio cuenta el rey de su error, y se puso muy triste
porque temía matar al Bautista; pero a causa del juramento, no quiso
desairarla, y, llamando a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel,
lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que
ella lo había solicitado.
Juan Bautista: pídele a Jesús que nos envíe muchos profetas y
santos como tú.
FUENTE: www.ewtn.com