TIEMPO PASCUAL
MIÉRCOLES DE LA SEMANA II
Del Común de apóstoles.
3 de mayo
SANTOS FELIPE Y SANTIAGO, apóstoles (FIESTA).
Felipe nació en Betsaida; fue primero discípulo del
Bautista y más tarde siguió a Cristo. Santiago, primo hermano del Señor, hijo
de Alfeo, fue obispo de Jerusalén, escribió una carta canónica. Llevó una vida
de gran mortificación y convirtió a muchos judíos. Recibió la corona del
martirio el año 62.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Aleluya. Venid,
adoremos al Señor, rey de los apóstoles. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. Venid,
adoremos al Señor, rey de los apóstoles. Aleluya.
Himno: CON EL GOZO PASCUAL
Con el gozo pascual,
el sol de nuevo brilla
cuando ven los apóstoles
que Jesús resucita.
En la carne de Cristo
ven claras las heridas
y paladinamente
que está vivo predican.
Cristo, rey clementísimo,
nuestras almas habita
para que te celebremos
por siempre en nuestra vida.
Sé, Jesús, de las almas
la pascual alegría,
que, en gracia renacidos,
tu triunfo nos anima.
A ti, Jesús, la gloria,
que, la muerte vencida,
abres por los apóstoles
nuevas sendas de vida. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, muéstranos al Padre, y eso nos bastará.
Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, muéstranos
al Padre, y eso nos bastará. Aleluya.
Ant 2. Tanto tiempo hace
que estoy con vosotros y ¿no me acabas de conocer? Felipe, el que me ve ve
también a mi Padre. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,
57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Tanto tiempo hace
que estoy con vosotros y ¿no me acabas de conocer? Felipe, el que me ve ve
también a mi Padre. Aleluya.
Ant 3. No se aflija
vuestro corazón: tened fe viva en Dios y tenedla también en mi; en la casa de
mi Padre hay muchas moradas. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No se aflija
vuestro corazón: tened fe viva en Dios y tenedla también en mi; en la casa de
mi Padre hay muchas moradas. Aleluya.
LECTURA BREVE Ef 2, 19-22
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de
Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de
los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él
todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo
consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la
construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.
RESPONSORIO BREVE
V. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
Aleluya, aleluya.
R. Los nombrarás
príncipes sobre toda la tierra. Aleluya, aleluya.
V. Harán memorable tu
nombre, Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los nombrarás
príncipes sobre toda la tierra. Aleluya, aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los apóstoles 5, 12-32
LOS APÓSTOLES EN LA IGLESIA PRIMITIVA
En aquellos días, los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del
pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás
no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más
aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al
Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle y los ponía en catres y
camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra por lo menos cayera sobre alguno.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén llevando enfermos y poseídos
de espíritu inmundo; y todos se curaban.
Entonces el sumo sacerdote y los de su partido -la secta de los saduceos-,
llenos de coraje, mandaron prender a los apóstoles y meterlos en la cárcel
común. Pero por la noche el ángel del Señor les abrió las puertas y los sacó
fuera, diciéndoles:
«Id al templo y explicadle allí al pueblo este modo de vida.» Entonces ellos
entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el
sumo sacerdote con los de su partido, convocaron el Consejo y el pleno del
senado israelita y mandaron por los presos a la cárcel. Fueron los guardias,
pero no los encontraron en la celda, y volvieron a informar:
«Hemos encontrado la cárcel cerrada, con las barras echadas, y a los centinelas
guardando las puertas; pero al abrir no encontramos a nadie dentro.»
El comisario del templo y los sumos sacerdotes no atinaban a explicarse qué
había pasado con los presos.
Uno se presentó avisando:
«Los hombres que metisteis en la cárcel están ahí en el templo y siguen
enseñando al pueblo.»
El comisario salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por
miedo a que el pueblo los apedrease. Los guardias condujeron a los apóstoles a
presencia del Consejo, y el sumo sacerdote les interrogó:
«¿No os habíamos prohibido expresamente enseñar en nombre de ése? En cambio,
habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables
de la sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles replicaron:
«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres
resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un madero. La
diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la
conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el
Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.»
RESPONSORIO Cf. Hch 4, 33. 31b
R. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor con
mucho valor. * Todos eran muy bien vistos. Aleluya.
V. Los llenó a todos el Espíritu Santo y anunciaban con valentía la
palabra de Dios.
R. Todos eran muy bien vistos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de Tertuliano, presbítero, Sobre la prescripción de
los herejes
(Cap. 20, 1-9; 21, 3; 22, 8-10: CCL 1, 201-204)
LA PREDICACIÓN APOSTÓLICA
Cristo Jesús, nuestro Señor, durante su vida terrena, iba enseñando por sí
mismo quién era él, qué había sido desde siempre, cuál era el designio del
Padre que él realizaba en el mundo, cuál ha de ser la conducta del hombre para
que sea conforme a este mismo designio; y lo enseñaba unas veces abiertamente
ante el pueblo, otras aparte a sus discípulos, principalmente a los doce que
había elegido para que estuvieran junto a él, y a los que había destinado como
maestros de las naciones.
Y así, después de la defección de uno de ellos, cuando estaba para volver al
Padre, después de su resurrección, mandó a los otros once que fueran por el
mundo a adoctrinar a los hombres y bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo.
Los apóstoles -palabra que significa «enviados»-, después de haber elegido a
Matías, echándolo a suertes, para sustituir a Judas y completar así el número
de doce (apoyados para esto en la autoridad de una profecía contenida en un
salmo de David), y después de haber obtenido la fuerza del Espíritu Santo para
hablar y realizar milagros, como lo había prometido el Señor, dieron primero en
Judea testimonio de la fe en Jesucristo e instituyeron allí Iglesias, después
fueron por el mundo para proclamar a las naciones la misma doctrina y la misma
fe.
De modo semejante, continuaron fundando Iglesias en cada población, de manera
que las demás Iglesias fundadas posteriormente, para ser verdaderas Iglesias,
tomaron y siguen tomando de aquellas primeras Iglesias el retoño de su fe y la
semilla de su doctrina. Por esto también aquellas Iglesias son consideradas
apostólicas, en cuanto que son descendientes de las Iglesias apostólicas.
Es norma general que toda cosa debe ser referida a su origen. Y, por esto, toda
la multitud de Iglesias son una con aquella primera Iglesia fundada por los
apóstoles, de la que proceden todas las otras. En este sentido son todas
primeras y todas apostólicas, en cuanto que todas juntas forman una sola. De
esta unidad son prueba la comunión y la paz que reinan entre ellas, así como su
mutua fraternidad y hospitalidad. Todo lo cual no tiene otra razón de ser que
su unidad en una misma tradición apostólica.
El único medio seguro de saber qué es lo que predicaron los apóstoles, es
decir, qué es lo que Cristo les reveló, es el recurso a las Iglesias fundadas
por los mismos apóstoles, las que ellos adoctrinaron de viva voz y, más tarde,
por carta.
El Señor había dicho en cierta ocasión: Tendría aún muchas cosas que deciros,
pero no estáis ahora en disposición de entenderlas; pero añadió a continuación:
Cuando venga el Espíritu de verdad, os conducirá a la verdad completa; con
estas palabras demostraba que nada habían de ignorar, ya que les prometía que
el Espíritu de verdad les daría el conocimiento de la verdad completa. Y esta
promesa la cumplió, ya que sabemos por los Hechos de los apóstoles que el
Espíritu Santo bajó efectivamente sobre ellos.
RESPONSORIO Jn 12, 21-22; Rm 9, 26
R. Se acercaron a Felipe algunos gentiles y le hicieron este ruego:
«Señor, queremos ver a Jesús.» * Felipe fue a decírselo a Andrés; y en seguida
Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. Aleluya.
V. Ahí donde se dijo: «No sois mi pueblo», serán llamados «hijos del
Dios vivo».
R. Felipe fue a decírselo a Andrés; y en seguida Andrés y Felipe se
lo dijeron a Jesús. Aleluya.
Fiesta de San Felipe y Santiago, apóstoles
Viernes, 3
de mayo de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,6-14):
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.
Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi
Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.»
Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?
Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al
Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os
digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus
obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las
obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago,
y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo
haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi
nombre, yo lo haré.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Felipe se encontró con Natanael, y le dijo: «Hemos encontrado
a aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas: a Jesús de
Nazaret, el hijo de José.» Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Felipe se encontró
con Natanael, y le dijo: «Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés
en la ley y los profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José.» Aleluya.
PRECES
Demos gracias a nuestro Padre que está en los
cielos, porque por medio de los apóstoles nos ha dado parte en la herencia de
los elegidos, y aclamémosle diciendo:
El coro de los apóstoles te alaba, Señor.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado la mesa de
tu cuerpo y de tu sangre:
en ella encontramos nuestra fuerza y nuestra vida.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has preparado la mesa
de tu palabra:
por ella crecemos en el conocimiento de la verdad y se acrecienta nuestro gozo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia:
por ella nos edificas en la unidad de tu pueblo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado el bautismo
y la penitencia:
por ellos nos purificas de todas nuestras culpas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que nos alegras todos los años con esta
fiesta de los santos apóstoles Felipe y Santiago, concédenos, por su
intercesión, que, viviendo ahora íntimamente unidos a la muerte y resurrección
de tu Hijo, podamos, en la eternidad, contemplar la gloria de tu rostro. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.