Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA XVIII
Del Común de un mártir. I Vísperas del domingo XIX
10 de agosto
SAN LORENZO, diácono y mártir. (FIESTA).
Era diácono de la Iglesia de Roma y murió mártir en la
persecución de Valeriano, cuatro días después de Sixto II, papa, y sus
compañeros, los cuatro diáconos romanos. Su sepulcro se halla junto a la vía
Tiburtina, en el «ager Veranus»; Constantino Magno erigió una basílica en aquel
lugar. Su culto se había difundido en la Iglesia ya en el siglo IV.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los
mártires.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: PALABRA DEL SEÑOR YA RUBRICADA.
Palabra del Señor ya rubricada
es la vida del mártir ofrecida
como prueba fiel de que la espada
no puede ya truncar la fe vivida.
Fuente de fe y de luz es su memoria,
coraje para el justo en la batalla
del bien, de la verdad, siempre victoria
que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla.
Martirio es el dolor de cada día,
si en Cristo y con amor es aceptado,
fuego lento de amor que, en la alegría
de servir al Señor, es consumado.
Concédenos, oh Padre, sin medida,
y tú, Señor Jesús crucificado,
el fuego del Espíritu de vida
para vivir el don que nos has dado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi alma está unida a ti, ya que por ti, Dios mío,
ha sido quemada mi carne con el fuego.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi alma está unida
a ti, ya que por ti, Dios mío, ha sido quemada mi carne con el fuego.
Ant 2. El Señor ha
enviado a su ángel y me ha librado del fuego; así no he sentido el ardor.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,
57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. El Señor ha
enviado a su ángel y me ha librado del fuego; así no he sentido el ardor.
Ant 3. El bienaventurado
Lorenzo oraba, diciendo: «Te doy gracias, Señor, porque he merecido entrar en
tu reino.»
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El bienaventurado
Lorenzo oraba, diciendo: «Te doy gracias, Señor, porque he merecido entrar en
tu reino.»
LECTURA BREVE 2 Co 1, 3-5
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y
Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder
nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con
que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los
sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa
nuestro consuelo.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es mi fuerza y mi energía.
R. El Señor es mi
fuerza y mi energía.
V. Él es mi
salvación.
R. Y mi
energía.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi
fuerza y mi energía.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los apóstoles 6, 1-6; 8, 1. 4-8
LOS APÓSTOLES ELIGEN SIETE AYUDANTES
Por aquellos días, habiendo aumentado el número de los discípulos, se levantaron
quejas de los helenistas contra los hebreos, porque se atendía mal a sus viudas
en la asistencia diaria. Los Doce convocaron entonces a la asamblea de los
discípulos y dijeron:
«No está bien que nosotros descuidemos la palabra de Dios por atender al
servicio de las mesas. Elegid, pues, hermanos, de entre vosotros, a siete
hombres llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encomendar
este servicio. Nosotros, por nuestra parte, nos dedicaremos a la oración en
común y al ministerio de la palabra.»
Y pareció bien esta proposición a toda la comunidad. Y eligieron a Esteban,
hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón,
Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Los presentaron a los apóstoles,
quienes, después de orar, les impusieron las manos.
Sucedió que una violenta persecución se desencadenó contra la Iglesia de
Jerusalén, y todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las
regiones de Judea y Samaría. Y, así, los que se habían dispersado fueron
anunciando por todas partes la Buena Nueva de la palabra de Dios. Tal fue el
caso de Felipe, que bajó a la ciudad de Samaría y predicó a Cristo. La gente,
con asentimiento general, al oír y ver los prodigios que obraba Felipe, ponía
mucha atención a sus palabras. De muchos posesos salían los espíritus inmundos,
dando grandes alaridos; y muchos paralíticos y cojos quedaron curados. Con esto
reinaba un gran júbilo en aquella ciudad.
RESPONSORIO Mt 10, 32; Jn 12, 26
R. A todo aquel que me reconozca ante los hombres -dice el Señor- *
lo reconoceré yo también ante mi Padre que está en los cielos.
V. Si alguno quiere ponerse a mi servicio, que me siga; y donde yo
esté, allí estará también mi servidor.
R. Lo reconoceré yo también ante mi Padre que está en los cielos.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 304, 1-4: PL 38, 1395-1397)
ADMINISTRÓ LA SANGRE SAGRADA DE CRISTO
La Iglesia de Roma nos invita hoy a celebrar el triunfo de san Lorenzo, que
superó las amenazas y seducciones del mundo, venciendo así la persecución
diabólica. Él, como ya se os ha explicado más de una vez, era diácono de
aquella Iglesia. En ella administró la sangre sagrada de Cristo, en ella
también derramó su propia sangre por el nombre de Cristo. El apóstol san Juan
expuso claramente el significado de la Cena del Señor, con aquellas
palabras: Como Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros
debemos dar nuestra vida por los hermanos. Así lo entendió san
Lorenzo; así lo entendió y así lo practicó; lo mismo que había tomado de la
mesa del Señor, eso mismo preparo. Amó a Cristo durante su vida, lo imitó en su
muerte.
También nosotros, hermanos, si lo amamos de verdad, debemos imitarlo. La mejor
prueba que podemos dar de nuestro amor es imitar su ejemplo, porque Cristo
padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Según
estas palabras de san Pedro, parece como si Cristo sólo hubiera padecido por
los que siguen sus huellas, y que la pasión de Cristo sólo aprovechara a los
que siguen sus huellas. Lo han imitado los santos mártires hasta el
derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo han imitado
los mártires, pero no sólo ellos. El puente no se ha derrumbado después de
haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber bebido ellos.
Tenedlo presente, hermanos: en el huerto del Señor no sólo hay las rosas de los
mártires, sino también los lirios de las vírgenes y las yedras de los casados,
así como las violetas de las viudas. Ningún hombre, cualquiera que sea su
género de vida, ha de desesperar de su vocación: Cristo ha sufrido por todos.
Con toda verdad está escrito de él:Nuestro Salvador quiere que todos los
hombres se salven y lleguen al pleno conocimiento de la verdad.
Entendamos, pues, de qué modo el cristiano ha de seguir a Cristo, además del
derramamiento de sangre, además del martirio. El Apóstol, refiriéndose a
Cristo, dice: A pesar de su condición divina, no hizo alarde de su
categoría de Dios. ¡Qué gran majestad! Al contrario, se
anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. ¡Qué
gran humildad!
Cristo se rebajó: esto es, cristiano, lo que debes tú
procurar. Cristo se sometió: ¿cómo vas tú a enorgullecerte?
Finalmente, después de haber pasado por semejante humillación y haber vencido
la muerte, Cristo subió al cielo: sigámoslo. Oigamos lo que dice el
Apóstol: Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de
arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios.
RESPONSORIO
R. San Lorenzo exclamó: «Yo adoro a mi Dios y sólo a él le sirvo; *
por eso no temo tus tormentos.»
V. El Señor es mi roca en que me amparo.
R. Por eso no temo tus tormentos.
Lecturas del San Lorenzo
Sábado, 10
de agosto de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (12,24-26):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que si el grano de
trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este
mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y
donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo
premiará.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hijo mío, no temas, que contigo estoy yo; cuando
pases por el fuego, no te quemarás, la llama no te abrasará.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hijo mío, no
temas, que contigo estoy yo; cuando pases por el fuego, no te quemarás, la
llama no te abrasará.
PRECES
Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo
fiel, y al recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la
palabra de Dios, aclamémosle diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.
Por la intercesión de los santos mártires que
entregaron libremente su vida como testimonio de la fe,
concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar
su sangre,
concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus
pasos,
concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre
del Cordero,
concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que inflamaste con el fuego de tu
amor a san Lorenzo, para que brillara por la fidelidad a su servicio diaconal y
por la gloria de un heroico martirio, haz que nosotros te amemos siempre como
él te amó y practiquemos lo que él enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Su nombre significa: "coronado de laurel".
Los datos acerca de este santo los ha narrado San Ambrosio, San
Agustín y el poeta Prudencio.
Lorenzo era uno de los siete diáconos de Roma, o sea uno de los
siete hombres de confianza del Sumo Pontífice. Su oficio era de gran
responsabilidad, pues estaba encargado de distribuir las ayudas a los pobres.
En el año 257 el emperador Valeriano publicó un decreto de
persecución en el cual ordenaba que todo el que se declarara cristiano sería
condenado a muerte. El 6 de agosto el Papa San Sixto estaba celebrando la santa
Misa en un cementerio de Roma cuando fue asesinado junto con cuatro de sus
diáconos por la policía del emperador. Cuatro días después fue martirizado su
diácono San Lorenzo.
La antigua tradición dice que cuando Lorenzo vio que al Sumo
Pontífice lo iban a matar le dijo: "Padre mío, ¿te vas sin llevarte a tu
diácono?" y San Sixto le respondió: "Hijo mío, dentro de pocos días
me seguirás". Lorenzo se alegró mucho al saber que pronto iría a gozar de
la gloria de Dios.
Entonces Lorenzo viendo que el peligro llegaba, recogió todo el
dinero y demás bienes que la Iglesia tenía en Roma y los repartió entre los
pobres. Y vendió los cálices de oro, copones y candelabros valiosos, y el
dinero lo dio a las gentes más necesitadas.
El alcalde de Roma, que era un pagano muy amigo de conseguir
dinero, llamó a Lorenzo y le dijo: "Me han dicho que los cristianos
emplean cálices y patenas de oro en sus sacrificios, y que en sus celebraciones
tienen candelabros muy valiosos. Vaya, recoja todos los tesoros de la Iglesia y
me los trae, porque el emperador necesita dinero para costear una guerra que va
a empezar".
Lorenzo le pidió que le diera tres días de plazo para reunir todos
los tesoros de la Iglesia, y en esos días fue invitando a todos los pobres,
lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos
que él ayudaba con sus limosnas. Y al tercer día los hizo formar en filas, y
mandó llamar al alcalde diciéndole: "Ya tengo reunidos todos los tesoros
de la iglesia. Le aseguro que son más valiosos que los que posee el
emperador".
Llegó el alcalde muy contento pensando llenarse de oro y plata y
al ver semejante colección de miseria y enfermedad se disgustó enormemente,
pero Lorenzo le dijo: "¿por qué se disgusta? ¡Estos son los tesoros más
apreciados de la iglesia de Cristo!"
El alcalde lleno de rabia le dijo: "Pues ahora lo mando
matar, pero no crea que va a morir instantáneamente. Lo haré morir poco a poco
para que padezca todo lo que nunca se había imaginado. Ya que tiene tantos
deseos de ser mártir, lo martirizaré horriblemente".
Y encendieron una parrilla de hierro y ahí acostaron al diácono
Lorenzo. San Agustín dice que el gran deseo que el mártir tenía de ir junto a
Cristo le hacía no darle importancia a los dolores de esa tortura.
Los cristianos vieron el rostro del mártir rodeado de un esplendor
hermosísismo y sintieron un aroma muy agradable mientras lo quemaban. Los
paganos ni veían ni sentían nada de eso.
Después de un rato de estarse quemando en la parrilla ardiendo el
mártir dijo al juez: "Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan
hacia el otro lado para quedar asado por completo". El verdugo mandó que
lo voltearan y así se quemó por completo. Cuando sintió que ya estaba
completamente asado exclamó: "La carne ya está lista, pueden comer".
Y con una tranquilidad que nadie había imaginado rezó por la conversión de Roma
y la difusión de la religión de Cristo en todo el mundo, y exhaló su último
suspiro. Era el 10 de agosto del año 258.
El poeta Pruedencio dice que el martirio de San Lorenzo sirvió
mucho para la conversión de Roma porque la vista del valor y constancia de este
gran hombre convirtió a varios senadores y desde ese día la idolatía empezó a
disminuir en la ciudad.
San Agustín afirma que Dios obró muchos milagros en Roma en favor
de los que se encomendaban a San Lorenzo.
El santo padre mandó construirle una hermosa Basílica en Roma,
siendo la Basílica de San Lorenzo la quinta en importancia en la Ciudad Eterna.
El Laicado y el
Diaconado
¿Qué somos? La constitución Lumen gentium del
Concilio Vaticano II, en su número 33 dice: "Los laicos reunidos en pueblo
de Dios y formando el único Cuerpo de Cristo bajo la única cabeza, están
llamados todos, como miembros vivos, a contribuir al crecimiento y
santificación incesante de la Iglesia con todas sus fuerzas, recibidas por
favor del creador y la gracia del Redentor" (Lumen gentium 33).
En las últimas décadas el laicado ha tomado gran
ascendencia en la Iglesia. Después de las definiciones del Concilio Vaticano I
sobre el Papado y sobre el Episcopado en el Concilio Vaticano II, ha surgido un
llamado del mismo Vaticano II al laicado, no sólo como objeto de especulación
teológica y como partícipe en el apostolado jerárquico de la Iglesia (SS Pío
XI) sino como miembro de la Iglesia con una misión evangelizadora en el mundo.
A fines del primer milenio ya había decaído el diaconado de occidente y en
muchos lugares existía solamente como un paso al presbiterado. Vemos que el
Concilio Vaticano II exhorta a todos los fieles a contribuir al crecimiento de
la Iglesia.
Hoy por hoy, esparcidos por el mundo, seglares de
ambos sexos, como ministros extraordinarios, administran la comunión dentro y
fuera del templo; leen desde el ambón, cantan y dirigen la música, anuncian las
peticiones de la Oración Universal y hacen todo tipo de moniciones durante la
liturgia. Hay laicos y personas de vida consagrada que son cancilleres
diocesanos, que administran parroquias, y que están a cargo de las caridades
diocesanas. En algunos lugares de misión hay religiosas que bautizan
solemnemente y otros religiosos y laicos son testigos oficiales del sacramento
del matrimonio. En una palabra, esto y mucho más indica que ha llegado la hora
en que los laicos participen más plenamente en la Nueva Evangelización.