Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
VIERNES DE SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV
17 de mayo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha
resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha
resucitado el Señor. Aleluya.
Himno: TU CUERPO ES LAZO DE AMORES
Tu cuerpo es lazo de amores,
de Dios y el hombre atadura;
amor que a tu cuerpo acude
como tu cuerpo perdura.
Tu cuerpo, surco de penas,
hoy es de luz y rocío;
que lo vean los que lloran
con ojos enrojecidos.
Tu cuerpo espiritual
es la Iglesia congregada;
tan fuerte como tu cruz,
tan bella como tu Pascua.
Tu cuerpo sacramental
es de tu carne y tu sangre,
y la Iglesia, que es tu Esposa,
se acerca para abrazarte. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cristo se ha entregado como oblación y víctima por
nosotros. Aleluya.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo se ha
entregado como oblación y víctima por nosotros. Aleluya.
Ant 2. Jerusalén, ciudad
de Dios, brillarás con zafiros y esmeraldas. Aleluya.
Cántico: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN DEL
PUEBLO - Tb 13, 10-15. 17-19
Anuncien todos los pueblos sus maravillas
y alábenle sus elegidos en Jerusalén,
la ciudad del Santo;
por las obras de tus hijos te azotará,
pero de nuevo se compadecerá
de los hijos de los justos.
Confiesa dignamente al Señor
y bendice al Rey de los siglos,
para que de nuevo sea en ti
edificado su tabernáculo con alegría,
para que alegre en ti a los cautivos
y muestre en ti su amor hacia los desdichados,
por todas las generaciones y generaciones.
Brillarás cual luz de lámpara
y todos los confines de la tierra vendrán a ti.
Pueblos numerosos vendrán de lejos
al nombre del Señor, nuestro Dios,
trayendo ofrendas en sus manos,
ofrendas para el rey del cielo.
Las generaciones de las generaciones
exultarán en ti.
Y benditos para siempre todos los que te aman.
Alégrate y salta de gozo por los hijos de los justos,
que serán congregados,
y al Señor de los justos bendecirán.
Dichosos los que te aman;
en tu paz se alegrarán.
Dichosos cuantos se entristecieron por tus azotes,
pues en ti se alegrarán
contemplando toda tu gloria,
y se regocijarán para siempre.
Bendice, alma mía, a Dios, rey grande,
porque Jerusalén con zafiros y esmeraldas
será reedificada,
con piedras preciosas sus muros
y con oro puro sus torres y sus almenas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jerusalén, ciudad
de Dios, brillarás con zafiros y esmeraldas. Aleluya.
Ant 3. Vi la nueva
Jerusalén que descendía del cielo. Aleluya.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vi la nueva
Jerusalén que descendía del cielo. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 5, 30-32
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis
colgándole de un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y
salvador, para otorgar a Israel la conversión, el perdón de los pecados.
Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le
obedecen.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por
nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 17, 1-18
BABILONIA LA GRANDE
Yo, Juan, tuve otra visión:
Vi a uno de los siete ángeles portadores de las siete copas y, hablando
conmigo, me dijo:
«Ven, voy a mostrarte el juicio contra la gran Ramera, la que está sentada
sobre muchas aguas, con la que han fornicado los reyes de la tierra, y con la
que se han embriagado los moradores de la tierra, con el vino de su
prostitución.»
Llevóme en espíritu a un desierto, y vi a una mujer sentada sobre una bestia
roja, llena de nombres blasfemos, que tenía siete cabezas y diez cuernos. La
mujer estaba vestida de púrpura y grana; iba adornada de oro, de piedras
preciosas y de perlas; y tenía en su mano una copa de oro, rebosante de
abominaciones y de las inmundicias de su prostitución. Sobre su frente llevaba
escrito un nombre misterioso: «Babilonia la grande, la madre de las rameras y
de las abominaciones de la tierra.» Vi a la mujer embriagándose con la sangre
de los santos y con la sangre de los testigos de Jesús; y a su vista me asombré
grandemente. El ángel me dijo:
«¿De qué te admiras? Yo te declararé el misterio de la mujer y de la Bestia que
la lleva, de la Bestia de siete cabezas y diez cuernos. La Bestia que has visto
era, pero ya no es; está a punto de subir del abismo pero va a su perdición.
Quedarán atónitos los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están
escritos en el libro de la vida desde la creación del mundo, cuando vean
aparecer la Bestia que era y que no es, y que reaparecerá.
Aquí se requiere inteligencia, tener sabiduría. Las siete cabezas son las siete
montañas sobre las que está sentada la mujer. Son también siete reyes. Cinco de
ellos han caído ya; uno permanece aún; el otro no ha venido todavía. Pero,
cuando venga, permanecerá poco tiempo. La Bestia que era y que ya no es hace el
octavo rey; y es uno de los siete, pero va a su perdición.
Los diez cuernos que viste son diez reyes, que todavía no han recibido su
reino; pero recibirán autoridad como de reyes por una hora, juntamente con la
Bestia. No tienen más que una intención: entregar a la Bestia su poder y su
autoridad. Lucharán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es
Señor de señores y Rey de reyes; y vencerán también los que con él están, los convocados,
los elegidos, los fieles.»
Y continuó el ángel:
«Las aguas que has visto, sobre las cuales está sentada la Ramera, son los
pueblos, multitudes, naciones y lenguas. Los diez cuernos que has visto y la
Bestia van a aborrecer a la Ramera, la dejarán despojada y desnuda, comerán sus
carnes y la consumirán con fuego. Dios ha movido sus corazones para que
ejecuten su designio, obrando bajo el mismo y único designio de Dios, y
entregarán su soberanía a la Bestia, hasta que se cumplan los oráculos divinos.
La mujer que has visto es la gran Ciudad que ejerce la soberanía sobre todos
los reyes de la tierra.»
RESPONSORIO Ap 17, 14; 6, 2
R. Los reyes de la tierra lucharán contra el Cordero, pero el Cordero
los vencerá, * porque él es Señor de señores y Rey de reyes. Aleluya.
V. Le fue dada una corona, y salió como vencedor para alcanzar más
victorias.
R. Porque él es Señor de señores y Rey de reyes. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios
(Cap. 36, 1-2; 37-38: Funk 1, 145-149)
MUCHOS SON LOS SENDEROS, PERO UNO SOLO ES EL CAMINO
Éste es, amados hermanos, el camino por el que llegamos a la salvación,
Jesucristo, el sumo sacerdote de nuestras oblaciones, sostén y ayuda de nuestra
debilidad.
Por él, podemos elevar nuestra mirada hasta lo alto de los cielos; por él,
vemos como en un espejo el rostro inmaculado y excelso de Dios; por él, se
abrieron los ojos de nuestro corazón; por él, nuestra mente, insensata y
entenebrecida, se abre al resplandor de la luz; por él, quiso el Señor que
gustásemos el conocimiento inmortal, ya que él es el resplandor de su gloria y
ha llegado a ser tanto mayor que los ángeles, cuanto es más augusto que el de
ellos el nombre que ha recibido en herencia.
Militemos, pues, hermanos, con todas nuestras fuerzas, bajo sus órdenes
irreprochables.
Fijémonos en los soldados que prestan servicio bajo las órdenes de nuestros
gobernantes: su disciplina, su obediencia, su sometimiento en cumplir las
órdenes que reciben. No todos son generales ni comandantes ni centuriones ni
oficiales ni todos tienen alguna graduación; sin embargo, cada cual, en el
sitio que le corresponde, cumple lo que le manda el rey o cualquiera de sus
jefes. Ni los grandes podrían hacer nada sin los pequeños, ni los pequeños sin
los grandes; la efectividad depende precisamente de la conjunción de todos.
Tomemos como ejemplo a nuestro cuerpo. La cabeza sin los pies no es nada, como
tampoco los pies sin la cabeza; los miembros más ínfimos de nuestro cuerpo son
necesarios y útiles a la totalidad del cuerpo; más aún, todos ellos se
coordinan entre sí para el bien de todo el cuerpo. Procuremos, pues, conservar
la integridad de este cuerpo que formamos en Cristo Jesús, y que cada uno se
ponga al servicio de su prójimo según la gracia que le ha sido asignada por
donación de Dios.
El fuerte sea protector del débil, el débil respete al fuerte; el rico dé al
pobre, el pobre dé gracias a Dios por haberle deparado quien remedie su
necesidad. El sabio manifieste su sabiduría no con palabras, sino con buenas
obras; el humilde no dé testimonio de sí mismo, sino deje que sean los demás
quienes lo hagan. El que es casto en su cuerpo no se gloríe de ello, sabiendo
que es otro quien le otorga el don de la continencia.
Consideremos, pues, hermanos, de qué materia fuimos hechos, cuáles éramos al
entrar en este mundo; de qué sepulcro y tinieblas nos sacó nuestro Creador,
para introducirnos en su mundo, donde ya de antemano, antes de nuestra
existencia, nos tenía preparados sus dones.
Por esto debemos dar gracias a aquel de quien nos vienen todos estos bienes, al
cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO Col 1, 18; 2, 12b. 9-10. 12a
R. Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia; él es el principio, el
primogénito de entre los muertos; * con él resucitasteis mediante la fe en el
poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos. Aleluya.
V. En él, en su cuerpo glorificado, habita toda la plenitud de la
divinidad e, incorporados a él, alcanzáis también vosotros esa plenitud en él,
al ser sepultados con él en el bautismo.
R. Con él resucitasteis mediante la fe en el poder de Dios, que lo
resucitó de entre los muertos. Aleluya.
Viernes, 17
de mayo de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,1-6):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa
de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a
prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré
conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya
sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Voy a prepararos un lugar, pero volveré otra vez,
para tomaros y llevaros conmigo, para que donde yo esté, estéis también
vosotros. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Voy a prepararos
un lugar, pero volveré otra vez, para tomaros y llevaros conmigo, para que
donde yo esté, estéis también vosotros. Aleluya.
PRECES
Dirijamos nuestra oración a Dios Padre, que por el
Espíritu resucitó a Jesús de entre los muertos y vivificará también nuestros
cuerpos mortales; digámosle:
Vivifícanos, Señor, con tu Espíritu Santo.
Padre santo, tú que al resucitar a tu Hijo de entre los muertos manifestaste
que habías aceptado su sacrificio,
acepta también la ofrenda de nuestro día y condúcenos a la plenitud de la vida.
Bendice, Señor, las acciones de nuestro día
y ayúdanos a buscar en ellas tu gloria y el bien de nuestros hermanos.
Que el trabajo de hoy sirva para la edificación de un mundo nuevo
y nos conduzca también a tu reino eterno.
Te pedimos, Señor, que nos hagas ser siempre solícitos del bien de los hombres
y que nos ayudes a amarnos mutuamente.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos ahora al Padre nuestra oración con las mismas palabras que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios, autor de nuestra salvación y de nuestra
liberación, escucha nuestras súplicas, y a quienes redimiste por la sangre de
tu Hijo concédeles poder vivir para ti, y en ti gozar de la felicidad eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Su más grande amor durante toda la vida fue la
Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca en el cual trabajaba como
pastor, que el mejor regalo que le podía ofrecer al Niño Pascual era permitirle
asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba
las ovejas de su amo, alcanzaba a ver la torre del pueblo y de vez en cuando se
arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento, desde esas lejanías. En esos
tiempos se acostumbraba que al elevar la Hostia el sacerdote en la Misa, se
diera un toque de campanas. Cuando el pastorcito Pascual oía la campana, se
arrodillaba allá en su campo, mirando hacia el templo y adoraba a Jesucristo
presente en la Santa Hostia.
Un día otros pastores le oyeron gritar: "¡Ahí
viene!, ¡allí está!". Y cayó de rodillas. Después dijo que había visto a
Jesús presente en la Santa Hostia.
De niño siendo pastor, ya hacía mortificaciones.
Por ejemplo andar descalzo por caminos llenos de piedras y espinas. Y cuando
alguna de las ovejas se pasaba al potrero del vecino, le pagaba al otro el
pasto que la oveja se había comido con el escaso sueldo que le pagaban.
A los 24 años pidió ser admitido como hermano
religioso entre los franciscanos. Al principio le negaron la aceptación por su
poca instrucción, pues apenas había aprendido a leer. Y el único libro que leía
era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus ovejas y
allí le encantaba leer especialmente las oraciones a Jesús Sacramentado y a la
Sma. Virgen.
Como religioso franciscano sus oficios fueron
siempre los más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero su gran
especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la
Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para
estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús
Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento.
Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por
la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la
capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor.
Pascual compuso varias oraciones muy hermosas al
Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó
admirado: "Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el
cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría
divina que Dios concede a los humildes".
Sus superiores lo enviaron a Francia a llevar un
mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de protestantes. Un día un hereje
le preguntó: "¿Dónde está Dios?". Y él respondió: "Dios está en
el cielo", y el otro se fue. Pero enseguida el santo fraile se puso a
pensar: "¡Oh, me perdí la ocasión de haber muerto mártir por Nuestro
Señor! Si le hubiera dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me
habrían matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese honor". Llegado a
Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un grupo de
protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús sí está en la
Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si sabía leer y
escribir, habló de tal manera bien de la presencia de Jesús en la Eucaristía,
que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue
apedrearlo.
Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada
Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por el Espíritu Santo y hablaba muy
hermosamente. Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como
cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario
del altar.
Pascual murió en la fiesta de Pentecostés de 1592,
el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas: Pascua de Navidad, Pascua de
Resurrección y Pascua de Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a
la libertad). Y parece que el regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le
concedió fue su inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía.
Cuando estaba moribundo, en aquel día de
Pentecostés, oyó una campana y preguntó: "¿De qué se trata?".
"Es que están en la elevación en la Santa Misa". "¡Ah que
hermoso momento!", y quedó muerto plácidamente.
Después durante su funeral, tenían el ataúd
descubierto, y en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la misa, los
presentes vieron con admiración que abría y cerraba por dos veces sus ojos.
Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían
ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración del
público por tres días seguidos.
Fue declarado santo en 1690