TIEMPO DE CUARESMA
SÁBADO DE LA SEMANA II
Propio del Tiempo. Salterio II
23 de marzo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros
fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle
Himno: LOS HOMBROS TRAIGO CARGADOS.
Los hombros traigo cargados
de graves culpas, mi Dios;
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Yo soy quien ha de llorar,
por ser acto de flaqueza;
que no hay en naturaleza
más flaqueza que el pecar.
Y, pues andamos trocados,
que yo peco y lloráis vos,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Vos sois quien cargar se puede
estas mis culpas mortales,
que la menor destas tales
a cualquier peso excede;
y, pues que son tan pesados
aquestos yerros, mi Dios,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y
de noche tu fidelidad.
Salmo 91 - ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y
JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.
Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por la mañana
proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Ant 2. Dad gloria a
nuestro Dios.
Cántico: BENEFICIOS DE DIOS PARA CON SU PUEBLO Dt
32, 1-12
Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como sereno sobre el césped;
voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.
Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿no es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?
Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte de su heredad.
Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.
Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.
El Señor solo los condujo
no hubo dioses extraños con él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gloria a
nuestro Dios.
Ant 3. ¡Qué admirable es
tu nombre, Señor, en toda la tierra!
Salmo 8 MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué admirable es
tu nombre, Señor, en toda la tierra!
LECTURA BREVE Is 1, 16-18
«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de
obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al
oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y
litigaremos -dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como la grana,
blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos
como lana.»
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de
la red del cazador.
V. Me cubrirá con su
plumaje.
R. Él me librará de
la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de
la red del cazador.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Deuteronomio 32, 48-52; 34, 1-12
MUERTE DE MOISÉS
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:
«Sube al monte Nebo, de las montañas de Abarim en tierra de Moab, frente a
Jericó, y contempla la tierra que voy a dar en propiedad a los hijos de Israel.
Después morirás en el monte y te reunirás a los tuyos, lo mismo que tu hermano
Aarón murió en el monte Hor y se reunió a los suyos. Por haberme sido infieles
en medio de los israelitas, en la fuente de Meribá, en Cadés, en el desierto de
Sin, y no haber manifestado mi santidad en medio de ellos, por eso, sólo de
lejos verás la tierra que voy dar a los hijos de Israel, pero no entrarás en
ella.»
Moisés subió de la estepa de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, que mira
a Jericó; y el Señor le mostró toda la tierra: Galaad hasta Dan, el territorio
de Neftalí, de Efraím y de Manasés, el de Judá hasta el mar Occidental, el
Negueb y la comarca del valle de Jericó (la ciudad de las palmeras) hasta Soar;
y le dijo:
«Ésta es la tierra que prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciéndoles:
"Se la daré a tu descendencia." Te la he hecho ver con tus propios
ojos, pero no entrarás en ella.»
Y allí murió Moisés, siervo del Señor, en Moab, como había dicho el Señor. Lo
enterraron en el valle de Moab, frente a Bet Fegor; y hasta el día de hoy nadie
ha conocido el lugar de su tumba. Moisés murió a la edad de ciento veinte años:
no había perdido vista ni había decaído su vigor. Los israelitas lloraron a
Moisés en la estepa de Moab treinta días, hasta que terminó el tiempo del duelo
por Moisés.
Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le
había impuesto las manos. Los hijos de Israel lo obedecieron, cumpliendo lo que
el Señor había mandado a Moisés.
No ha vuelto a surgir en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor
trataba cara a cara; ni semejante a él en los signos y prodigios que el Señor
le mandó realizar en Egipto contra el Faraón y contra su corte y su país; ni en
la mano poderosa y grandes portentos que obró Moisés en presencia de todo
Israel.
RESPONSORIO Jn 1, 14. 16. 17; Sir 24,33
R. La Palabra puso su morada entre nosotros, llena de gracia y de
verdad, y de su plenitud todos hemos recibido; porque la ley se nos dio por
mediación de Moisés, * pero la gracia y la verdad nos han venido por
Jesucristo.
V. La ley nos la dio Moisés como herencia para la comunidad de Jacob.
R. Pero la gracia y la verdad nos han venido por Jesucristo.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Ambrosio, obispo, Sobre la huida del mundo
(Cap. 6, 36; 7, 44; 8, 45; 9, 52: CSEL 32, 192. 198-199. 204)
ADHERIRSE A DIOS, ÚNICO BIEN VERDADERO
Donde está el corazón del hombre, allí está también su tesoro; pues Dios no
acostumbra a negar la dádiva buena a los que se la piden. Por eso, porque Dios
es bueno y porque es bueno sobre todo para los que esperan en él, adhirámonos a
él, unámonos a él con toda el alma, con todo el corazón, con todas nuestras
fuerzas, para estar así en su luz y ver su gloria y gozar del don de los
deleites celestiales; elevemos nuestro corazón y permanezcamos y vivamos
adheridos a este bien que supera todo lo que podamos pensar o imaginar y que
confiere una paz y tranquilidad perpetuas, esta paz que está por encima de toda
aspiración de nuestra mente.
Éste es el bien que todo lo penetra, y todos en él vivimos y de él dependemos;
nada hay que esté por encima de él, porque es divino; sólo Dios es bueno, por
tanto, todo lo que es bueno es divino y todo lo que es divino es bueno; por
esto dice el salmo: Abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente; de
la bondad divina, en efecto, nos vienen todos los bienes, sin mezcla de mal
alguno.
Estos bienes los promete la Escritura a los fieles, cuando dice: Lo sabroso de
la tierra comeréis. Hemos muerto con Cristo, llevamos en nuestros cuerpos la
muerte de Cristo, para que también la vida de Cristo se manifieste en nosotros.
Por consiguiente, no vivimos ya nuestra propia vida, sino la vida de Cristo,
vida de inocencia, de castidad, de sinceridad y de todas las virtudes. Puesto
que hemos resucitado con Cristo, vivamos con él, subamos con él, para que la
serpiente no encuentre en la tierra nuestro talón para morderlo.
Huyamos de aquí. Puedes huir en espíritu, aunque te quedes con el cuerpo;
puedes permanecer aquí y al mismo tiempo estar con el Señor, si a él está
adherida tu alma, si tu pensamiento está fijo en él, si sigues sus caminos
guiado por la fe y no por la visión, si te refugias en él, ya que él es refugio
y fortaleza, como dice el salmista: A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca
defraudado.
Así, pues, ya que Dios es refugio y ya que Dios está en lo más alto de los
cielos, hay que huir de aquí abajo hacia allá arriba, donde se halla la paz y el
descanso de nuestras fatigas, donde podemos festejar el gran reposo sabático,
como dijo Moisés: El reposo sabático de la tierra será para vosotros ocasión de
festín. Descansar en Dios y contemplar su felicidad es, en efecto, algo digno
de ser celebrado, algo lleno de felicidad y de tranquilidad. Huyamos, como
ciervos, a la fuente de las aguas; que nuestra alma experimente aquella misma
sed del salmista. ¿De qué fuente se trata? Escucha su respuesta: En ti está la
fuente viva. Digámosle a esta fuente: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Pues la fuente es el mismo Dios.
RESPONSORIO Mt 22, 37-38; Dt 10, 12
R. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y
con toda tu mente: * éste es el principal y el primero de los mandamientos.
V. ¿Qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu
Dios, y lo ames, que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda
el alma.
R. Éste es el principal y el primero de los mandamientos.
Sábado, 23 de marzo de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15,1-3.11-32):
EN aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a
escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: «Ese acoge a los
pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos
hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de
la fortuna”. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo
menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su
fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y
empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y se contrató con uno de los
ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba
saciarse de las algarrobas que comían ¡os cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen
abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré
en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus
jornaleros”. Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba
lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr,
se le echó al cuello y lo cubrió de besos. Su hijo le dijo: “Padre, he pecado
contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre
dijo a sus criados: “Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un
anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y
sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba
muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”. Y empezaron a
celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó
la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era
aquello. Este le contestó: “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado e!
ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”. Él se indignó y no quería
entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Entonces él respondió a su
padre: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden
tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos;
en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas
mujeres, le matas el ternero cebado”. El padre le dijo: “Hijo, tú estás siempre
conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y
alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido
y lo hemos encontrado”».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Padre mío, he pecado contra el cielo y contra ti;
ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Padre mío, he
pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo,
trátame como a uno de tus jornaleros.
PRECES
Demos gracias siempre y en todo lugar a Cristo,
nuestro Salvador, y supliquémosle, diciendo:
Ayúdanos, Señor, con tu gracia.
Concédenos guardar sin mancha nuestros cuerpos,
para que el Espíritu Santo pueda habitar en ellos.
Ayúdanos, Señor, con tu gracia
Desde el comienzo del día acrecienta en nosotros el amor a nuestros
hermanos
y el deseo de cumplir tu voluntad en todas las acciones de esta jornada.
Ayúdanos, Señor, con tu gracia
Danos hambre del alimento que perdura y da vida eterna,
y que tú diariamente nos proporcionas.
Ayúdanos, Señor, con tu gracia
Que interceda por nosotros tu santísima Madre, refugio de pecadores,
para que obtengamos el perdón de nuestros pecados.
Ayúdanos, Señor, con tu gracia
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Pidamos al Padre que nos libre de todo mal, repitiendo la oración que Cristo
nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que por medio de tus admirables
sacramentos nos concedes participar, ya desde este mundo, de los bienes
celestiales, guíanos tú mismo en el camino de la vida, para que alcancemos un
día aquella luz en la que habitas con tus santos. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.