Musica Para el Alma
domingo, 23 de mayo de 2021
EVANGELIO DE JUAN 19,25-34 CICLO B
*Bienaventurada Virgen María Madre
de la Iglesia*
Lunes, 24 de mayo 2021
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según
san Juan (19,25-34)*
25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la
hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena.
26 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien
amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
27 Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde
aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido,
para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.»
29 Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama
de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca.
30 Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E
inclinando la cabeza entregó el espíritu.
31 Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no
quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne
- rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran.
32 Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del
primero y del otro crucificado con él.
33 Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le
quebraron las piernas,
34 sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una
lanza y al instante salió sangre y agua.
Palabra del Señor
(Junto a la cruz de Jesús estaban su madre)
*Esta
lectura es para que yo pueda sentir cercanía del dolor de Cristo y el dolor de
su Madre. Que puedo yo aprender de todo esto, que la Cruz es el lugar donde se
encuentran dos corazones destrozado por el dolor y la angustia, aquí en esta
tierra, pero son dos corazones rebosados de amor eterno y como el gran Goliat
del odio busca de una manera desesperada romper o traspasar el amor de estos
dos corazones, que se hicieron en un instante uno en el amor. En ellos el
dolor, la angustia y la tristeza no dieron lugar a que pudiera penetrar el
odio, sino que en “La Cruz Gloriosa brilló El Gran Amor” y fue el lugar
donde recibí, donde me entregaron a la Madre de mi señor. Y esto viene a
traer a mi vida paz, amor, tranquilidad y reposo a mi corazón*.
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VÍSPERAS DEL LUNES 24. SANTA MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*LAS LAUDES SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA*
Lunes 24
de mayo 2021
*Santa María, Madre de la
Iglesia, memoria obligatoria*
Común
de Santa María Virgen
Salterio:
lunes de la primera semana
Memoria
de la bienaventurada Virgen María, madre de la Iglesia, a quien Cristo
encomendó sus discípulos para que, perseverando en la oración al Espíritu
Santo, cooperaran en el anuncio del Evangelio.
Inicio
Si Oficio
de Lecturas es la primera oración del día se reza el Invitatorio
†
(Se hace la señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor, Ábreme los labios.
R/. -Y
mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo
94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Venid, adoremos a Cristo, hijo de María
Virgen.
o bien: Aclamemos al Señor en esta
fiesta de María Virgen.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid, adoremos a Cristo, hijo de María
Virgen.
o bien: Aclamemos al Señor en esta
fiesta de María Virgen.
Himno
Quién podrá tanto alabarte
según es tu merecer;
quién sabrá también loarte
que no le falte saber;
pues que para nos valer
tanto vales,
da remedio a nuestros males.
¡Oh Madre de Dios y hombre!
¡Oh concierto de concordia!
Tú que tienes por renombre
Madre de misericordia;
pues para quitar discordia
tanto vales,
da remedio a nuestros males.
Tú que estabas ya criada
cuando el mundo se crió;
tú que estabas muy guardada
para quien de ti nació;
pues por ti nos conoció,
si nos vales,
fenecerán nuestros males.
Tú que eres flor de las flores,
tú que del cielo eres puerta,
tú que eres olor de olores,
tú que das gloria muy cierta;
si de la muerte muy muerta
no nos vales,
no hay remedio a nuestros males. Amén.
Salmodia
Salmo
5,2-10.12-13: Oración de la mañana de un justo perseguido
Ant: A ti te suplico, Señor; por la mañana
escucharás mi voz.
Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.
A ti te suplico, Señor;
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.
Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.
Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.
Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.
En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.
Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: A ti te suplico, Señor; por la mañana
escucharás mi voz.
1Cro
29,10-13: Solo a Dios honor y gloria
Ant: Alabamos, Dios nuestro, tu nombre
glorioso.
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
Por eso, Dios nuestro,
nosotros te damos gracias,
alabando tu nombre glorioso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant: Alabamos, Dios nuestro, tu nombre
glorioso.
Salmo
28: Manifestación de Dios en la tempestad
Ant: Postraos ante el Señor en el atrio
sagrado.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria ha tronado,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano.
Hace brincar al Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.
La voz del Señor lanza llamas de fuego,
la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cadés.
La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Postraos ante el Señor en el atrio
sagrado.
Lectura
Bíblica
Is 61,10
(cfr.)
Desbordo de gozo con el Señor, y me
alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en
un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas.
V/. El Señor la eligió y la predestinó.
R/. El Señor la eligió y la predestinó.
V/. La hizo morar en su templo santo.
R/. Y la predestinó.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. El Señor la eligió y la predestinó.
Lectura
Bíblica
V/. Enséñame a cumplir tu voluntad, Señor.
R/. Y a guardarla de todo corazón.
Job
lamenta su desgracia
Jb
29,1-10; 30,1.9-23
Job volvió a entonar sus versos,
diciendo:
¡Quién me diera volver a los viejos
días, cuando Dios velaba sobre mí, cuando su lámpara brillaba encima de mi
cabeza y a su luz cruzaba las tinieblas! ¡Aquellos días de mi otoño, cuando
Dios era un íntimo en mi tienda, el Todopoderoso estaba conmigo y me rodeaban
mis hijos! Lavaba mis pies en leche, y la roca me daba ríos de aceite.
Cuando salía a la puerta de la ciudad y
tomaba asiento en la plaza, los jóvenes, al verme, se escondían, los ancianos
se levantaban y se quedaban en pie, los jefes se abstenían de hablar, tapándose
la boca con la mano, enmudecía la voz de los notables y se les pegaba la lengua
al paladar.
Ahora, en cambio, se burlan de mí
muchachos más jóvenes que yo, a cuyos padres habría rehusado dejar con los perros
de mi rebaño. Ahora, en cambio, me sacan coplas, soy el tema de sus burlas, me
aborrecen, se distancian de mí y aun se atreven a escupirme a la cara. Dios ha
soltado la cuerda de mi arco, y, desenfrenados contra mí, me humillan. A mi
derecha se levanta una canalla que prepara el camino a mi exterminio; deshacen
mi sendero, trabajan en mi ruina y nadie los detiene; irrumpen por una ancha
brecha al asalto, en medio del estruendo.
Se vuelven contra mí los terrores, se
disipa como el aire mi dignidad y pasa como nube mi ventura. Ahora desahogaré
mi alma: Me amenaza de día la aflicción; la noche me taladra hasta los huesos,
pues no duermen las llagas que me roen. Él me agarra con violencia por la ropa,
me sujeta por el cuello de la túnica, me arroja en el fango, y me confundo con
el barro y la ceniza.
Te pido auxilio, y no me haces caso;
espero en ti, y me clavas la mirada. Te has vuelto mi verdugo y me atacas con
tu brazo musculoso. Me levantas en vilo, me paseas, y me sacudes en el huracán.
Ya sé que me devuelves a la muerte, donde se dan cita todos los vivientes.»
R/. La noche me taladra hasta los huesos, pues no
duermen las llagas que me roen. Me arroja en el fango, y me confundo con el
barro y la ceniza.
V/. Déjame, Señor, que mis días son un soplo.
R/. Me arroja en el fango, y me confundo con el barro y
la ceniza.
María,
Madre de la Iglesia
San Pablo VI, papa
De la
alocución en la clausura de la III sesión del Concilio Vaticano II (21 de
noviembre de 1964: AAS 56 [1964], 1015-1016)
La reflexión sobre las estrechas
relaciones de María con la Iglesia, tan claramente establecidas por la actual
Constitución conciliar, nos permite creer que es éste el momento más solemne y
más apropiado para dar satisfacción a un voto que, señalado por Nos al término
de la sesión anterior, han hecho suyo muchísimos padres conciliares, pidiendo
insistentemente una declaración explícita, durante este Concilio de la función
maternal que la Virgen ejerce sobre el pueblo cristiano. A este fin hemos
creído oportuno consagrar, en esta misma sesión pública, un título en honor de
la Virgen, sugerido por diferentes partes del orbe católico, y particularmente
entrañable para Nos, pues con síntesis maravillosa expresa el puesto
privilegiado que este Concilio ha reconocido a la Virgen en la Santa Iglesia.
Así pues, para gloria de la Virgen y
consuelo nuestro, Nos proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia, es
decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los
pastores que la llaman Madre amorosa, y queremos que de ahora en adelante sea
honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título.
Se trata de un título, venerables
hermanos, que no es nuevo para la piedad de los cristianos; antes bien, con
este nombre de Madre, y con preferencia a cualquier otro, los fieles y la
Iglesia entera acostumbran a dirigirse a María. En verdad pertenece a la
esencia genuina de la devoción a María, encontrando su justificación en la
dignidad misma de la Madre del Verbo Encarnado.
La divina maternidad es el fundamento de
su especial relación con Cristo y de su presencia en la economía de la
salvación operada por Cristo, y también constituye el fundamento principal de
las relaciones de María con la Iglesia, por ser Madre de Aquél, que desde el
primer instante de la Encarnación en su seno virginal se constituyó en cabeza
de su Cuerpo Místico, que es la Iglesia. María, pues, como Madre de Cristo, es
Madre también de los fieles y de todos los pastores; es decir, de la Iglesia.
Con ánimo lleno de confianza y amor
filial elevamos a Ella la mirada, a pesar de nuestra indignidad y flaqueza;
Ella, que nos dio con Cristo la fuente de la gracia, no dejará de socorrer a la
Iglesia, que, floreciendo ahora en la abundancia de los dones del Espíritu
Santo, se empeña con nuevos ánimos en su misión de salvación.
Nuestra confianza se aviva y confirma
más considerando los vínculos estrechos que ligan al género humano con nuestra
Madre celestial. A pesar de la riqueza en maravillosas prerrogativas con que
Dios la ha honrado, para hacerla digna Madre del Verbo Encarnado, está muy
próxima a nosotros. Hija de Adán, como nosotros, y, por tanto, hermana nuestra
con los lazos de la naturaleza, es, sin embargo, una criatura preservada del
pecado original en virtud de los méritos de Cristo, y que a los privilegios
obtenidos suma la virtud personal de una fe total y ejemplar, mereciendo el
elogio evangélico “Bienaventurada porque has creído”. En su vida terrena
realizó la perfecta figura del discípulo de Cristo, espejo de todas las
virtudes, y encarnó las bienaventuranzas evangélicas proclamadas por Cristo.
Por lo cual, toda la Iglesia, en su incomparable variedad de vida y de obras,
encuentra en Ella la más auténtica forma de la perfecta imitación de Cristo.
R/. El Espíritu Santo vino sobre María, la fuerza del
Altísimo la cubrió con su sombra.
V/. Nuevamente asociada a la pasión de su Hijo,
entregada como Madre de los redimidos:
R/. La fuerza del Altísimo la cubrió con su sombra.
Santísima
Virgen María, Madre de la Iglesia (Memoria)
Lunes, 24
mayo de 2021
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (19,25-34):
25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y
la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena.
26 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien
amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
27 Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella
hora el discípulo la acogió en su casa.
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para
que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.»
29 Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de
hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca.
30 Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E
inclinando la cabeza entregó el espíritu.
31 Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no
quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne
- rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran.
32 Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y
del otro crucificado con él.
33 Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron
las piernas,
34 sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza
y al instante salió sangre y agua.
Palabra del Señor
Cántico
Evangélico
Ant: Los discípulos perseveraban unánimes en
la oración, con María, la madre de Jesús.
†
(Se hace
la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Los discípulos perseveraban unánimes en
la oración, con María, la madre de Jesús.
Preces
Elevemos nuestras súplicas al Salvador,
que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
Que tu Madre, Señor, interceda por
nosotros
· - Oh Sol
de justicia, a quien la Virgen inmaculada precedía cual aurora luciente,
haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.
·
· - Verbo
eterno del Padre, que elegiste a María como arca incorruptible de tu morada,
líbranos de la corrupción del pecado.
·
· -
Salvador nuestro, que quisiste que tu madre estuviera junto a tu cruz,
por su intercesión, concédenos compartir con alegría tus padecimientos.
·
· - Jesús,
que, colgado en la cruz, diste María a Juan como madre,
haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.
·
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos
enseñó el Señor:
Padre nuestro que estás en el
cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en
el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios misericordioso, que quisiste que tu
Hijo unigénito proclamara desde la cruz como Madre nuestra a su propia Madre, haz
que tu Iglesia, por la mediación y cooperación maternal de la Virgen María,
crezca cada día en santidad y atraiga a su seno a todas las naciones. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que
preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace
la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
Vísperas
Inicio
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Todos te deben servir,
Virgen y Madre de Dios,
que siempre ruegas por nos
y tú nos haces vivir.
Tanta fue tu perfección
y de tanto merecer,
que de ti quiso nacer
quien fue nuestra redención.
El tesoro divinal
en tu vientre se encerró,
tan precioso, que libró
todo el linaje humanal.
Tú sellaste nuestra fe
con el sello de la cruz,
tu pariste nuestra luz,
Dios de ti nacido fue.
¡Oh clara virginidad,
fuente de toda virtud!
No ceses de dar salud
a toda la cristiandad. Amén.
Salmodia
Salmo
10: El Señor, esperanza del justo
Ant: El Señor se complace en el pobre.
Al Señor me acojo, ¿por qué me decís:
"Escapa como un pájaro al monte,
porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda,
para disparar en la sombra contra los buenos?
Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo?"
Pero el Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres.
El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.
Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado.
Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor se complace en el pobre.
Salmo
14: ¿Quién es justo ante el Señor?
Ant: Dichosos los limpios de corazón, porque
ellos verán a Dios.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dichosos los limpios de corazón, porque
ellos verán a Dios.
Efesios
1, 3-10: El Dios Salvador
Ant: Dios nos ha destinado en la persona de
Cristo a ser sus hijos.
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dios nos ha destinado en la persona de
Cristo a ser sus hijos.
Lectura
Bíblica
Ga 4,4-5
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios
a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que
estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
V/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está
contigo.
R/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está
contigo.
V/. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de
tu vientre.
R/. El Señor está contigo.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está
contigo.
Cántico
Evangélico
Ant: Dijo el Señor a su madre: «Mujer, ahí
tienes a tu Hijo.» Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»
†
(se hace
la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dijo el Señor a su madre: «Mujer, ahí
tienes a tu Hijo.» Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»
Preces
Proclamemos las grandezas de Dios Padre
todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la
madre de su Hijo, y supliquémosle, diciendo:
Que la llena de gracia interceda por
nosotros
· - Oh
Dios, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen
María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,
haz que todos tus hijos deseen esta misma gloria y caminen hacia ella.
· - Tú que
nos diste a María por madre, concede, por su mediación, salud a los enfermos,
consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,
y a todos abundancia de salud y de paz.
· - Tú que
hiciste de María la llena de gracia,
concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.
· - Haz,
Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre
de Jesús.
· - Tú que
coronaste a María como reina del cielo,
haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de
tu reino.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Terminemos nuestra oración con las palabras que nos
enseñó el Señor:
Padre nuestro que estás en el
cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en
el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios misericordioso, que quisiste que tu
Hijo unigénito proclamara desde la cruz como Madre nuestra a su propia Madre,
haz que tu Iglesia, por la mediación y cooperación maternal de la Virgen María,
crezca cada día en santidad y atraiga a su seno a todas las naciones. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que
preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace
la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.