Musica Para el Alma
viernes, 11 de septiembre de 2020
EVANGELIO DE LUCAS 6,43-49 CICLO A
Sábado, 12 de septiembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (6,43-49):
43 «Porque no hay árbol
bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno.
44 Cada árbol se conoce por su fruto. No se
recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas.
45 El hombre bueno, del buen tesoro del
corazón saca lo bueno, y el malo, de lo malo saca lo malo. Porque de lo que
rebosa el corazón habla su boca.
46 «¿Por qué me llamáis: "Señor,
Señor", y no hacéis lo que digo?
47 «Todo el que venga a mí y oiga mis
palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante:
48 Es semejante a un hombre que, al edificar
una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una
inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por
estar bien edificada.
49 Pero el que haya oído y no haya puesto en
práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin
cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue
grande la ruina de aquella casa.»
Palabra del Señor
(« ¿Por
qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?)
*Llega
a mi mente en este momento la palabra “Coherencia”. El Señor me invita a ser
sincero conmigo mismo, porque cuando estoy en la oración soy una cosa, pero
cuando estoy dentro de las personas soy muy distinto a cuando estoy en la
oración. Ser coherente es actuar de acuerdo a los principios que el Señor me
quiere enseñar, tener como modelo de vida los valores de vida a los que el
Señor me invita. Existen actitudes en mí que son poco coherente al estilo de
vida del Señor. El estilo de vida que quiero vivir es sin sufrimiento, sin
problema, sin molestia, pero eso no existe, ni corresponde al estilo del Señor.
El Señor me llama a la sencillez de corazón que lo importante es ser contante
en la oración y ser coherente en hacer la voluntad del Señor*
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
ORACION DEL MEDIO DIA EL ANGELUS
LAS LAUDES Y LAS VÍSPERAS DEL SÁBADO 12. ORACIONES DEL DÍA
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
SABADO SEMANA III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CANTEMOS AL SEÑOR CON INDECIBLE GOZO.
Cantemos al Señor con indecible gozo,
él guarde la esperanza de nuestro corazón,
dejemos la inquietud posar entre sus manos,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Dichoso será aquel que siempre en él confía
en horas angustiosas de lucha y de aflicción,
confiad en el Señor si andáis atribulados,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Los justos saben bien que Dios siempre nos ama,
en penas y alegrías su paz fue su bastión,
la fuerza del Señor fue gloria en sus batallas,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Envíanos, Señor, tu luz esplendorosa
si el alma se acongoja en noche y turbación,
qué luz, qué dulce paz en Dios el hombre encuentra;
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Recibe, Padre santo, el ruego y la alabanza,
que a ti, por Jesucristo y por el Consolador,
dirige en comunión tu amada y santa Iglesia;
abramos nuestro espíritu a su infinito amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
Ant 2. Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
Cántico: DAME SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6. 9-11
Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
Ant 3. La fidelidad del Señor dura por siempre.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La fidelidad del Señor dura por siempre.
LECTURA BREVE Flp 2, 14-15
Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis
irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha, en medio de esta
generación mala y perversa, entre la cual aparecéis como antorchas en el mundo.
RESPONSORIO BREVE
V. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V. Mi heredad en el país de la vida.
R. Tú eres mi refugio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
Primera Lectura
De la carta del apóstol san Judas 1-8. 12-13. 17-25
CONTINUAD ORANDO EN EL ESPÍRITU SANTO Y CONSERVAOS EN LA CARIDAD DE
DIOS
Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, a los amados
por Dios Padre y custodiados como posesión de Jesucristo, que han sido convocados:
que Dios os conceda participar cada vez más de su misericordia, de su paz y de
su amor.
Queridos hermanos, tenía sumo interés en escribiros acerca de la salvación que
nos concierne a todos; y ahora me veo obligado a hacerlo. Quiero daros alientos
para que sigáis luchando por conservar intacta la fe, esta fe que ha sido
transmitida de una vez para siempre a los fieles. Es el caso que entre vosotros
se han introducido solapadamente algunos a quienes ya desde hace tiempo tiene
señalados la Escritura para recibir esta sentencia. Son hombres impíos que
convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan al único Dueño y
Señor nuestro, Jesucristo.
Quiero recordaros, aunque ya sabéis perfectamente todo esto, que el Señor,
después de haber salvado de Egipto a su pueblo, hizo luego perecer a los que no
tuvieron fe; que castigó a los ángeles que no conservaron su dignidad, sino que
abandonaron su propia morada, y envolviéndolos en tinieblas y reduciéndolos a
eterna prisión los tiene reservados para el juicio del gran día; y que Sodoma y
Gomorra y las ciudades circunvecinas, que como ellos fornicaron y se fueron
tras una carne diferente, quedaron para escarmiento, sufriendo el castigo de un
fuego eterno.
A pesar de ello, también estos alucinados manchan como ellos su cuerpo,
rechazan el señorío de Cristo e insultan a los seres gloriosos. Son ellos deshonra
de vuestros ágapes, en los cuales banquetean desvergonzadamente, apacentándose
a sí mismos. Son nubes sin agua que el viento arrastra, árboles de final de otoño
que no tienen fruto y están completamente secos y sin raíces, olas furiosas del
mar que arrojan la espuma de su torpeza, estrellas fugaces para las que está
reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre.
Pero vosotros, carísimos, acordaos de las palabras dichas por los apóstoles de
nuestro Señor Jesucristo. Ellos os repetían: «En los últimos tiempos vendrán
hombres sarcásticos que vivirán al capricho de sus pasiones en todo género de
impiedad.» Éstos son los que introducen discordias y no tienen otras miras que
las terrenas, pues no poseen el espíritu de Dios. Pero vosotros, queridos
hermanos, seguid edificándoos sobre el santísimo edificio de vuestra fe,
continuad orando en el Espíritu Santo y conservaos en la caridad de Dios, esperando
la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna. A los que vacilan,
tratad de convencerlos; a otros, salvadlos, arrancándolos del fuego; a otros,
en fin, mostradles misericordia, pero con cautela, teniendo aversión aun a la
túnica contaminada por su cuerpo.
A aquel que puede guardaros inmunes de pecado y haceros comparecer sin mancha y
con verdadero júbilo ante su gloria, al único Dios, salvador nuestro por medio
de Jesucristo nuestro Señor, la gloria, la majestad, el imperio y el poder,
desde antes de los siglos, ahora y por siempre jamás. Amén.
Responsorio Tt 2, 12-13; Hb 10, 24
R. Desechando la impiedad y las ambiciones del mundo, vivamos
con sensatez, justicia y religiosidad en esta vida; * aguardando
la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador
nuestro, Jesucristo.
V. Miremos los unos por los otros, para estimularnos a la
caridad y a las buenas obras.
R. Aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria
del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo.
Segunda Lectura
De los sermones de san Atanasio, obispo
(Sermón sobre la encarnación del Verbo, 10: PG, 25,111-114)
RENUEVA LOS TIEMPOS PASADOS
El Verbo de Dios, Hijo del mejor Padre, no abandonó la naturaleza
humana corrompida. Con la oblación de su propio cuerpo, destruyó la muerte, castigo
en que había incurrido el género humano. Trató de corregir su descuido,
adoctrinándolo, y restauró todas las cosas humanas con su eficacia y poder.
Estas afirmaciones de los teólogos hallan apoyo en el testimonio de los
discípulos del Salvador, como se lee en sus escritos: Nos apremia el amor de
Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Murió por
todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y
resucitó por ellos, nuestro Señor Jesucristo. Y en otro pasaje: Al que Dios
había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de
gloria y honor por su pasión y muerte. Así, por la gracia de Dios, ha padecido la
muerte para bien de todos. Más adelante, la Escritura prueba que el único que
debía hacerse hombre era el Verbo de Dios, cuando dice: Dios, para quien y por
quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar una multitud de hijos a la
gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación. Con
estas palabras, da a entender que el único que debía librar al hombre de su
corrupción era el Verbo de Dios, el mismo que lo había creado desde el
principio.
Prueba además que el Verbo mismo tomó un cuerpo precisamente con el fin de ofrendarse
por los que tenían cuerpos semejantes. Y así lo dice: Los hijos de una familia son
todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también
él; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al
diablo, y libró a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera
como esclavos. Ya que, al inmolar su propio cuerpo, acabó con la ley que pesaba
contra nosotros y renovó el principio de vida con la esperanza de la
resurrección.
Como la muerte había cobrado fuerzas contra los hombres, de los mismos hombres,
por eso, se logró la victoria sobre la muerte y la resurrección para la vida
por el mismo Verbo de Dios, hecho hombre para los hombres, así pudo decir muy
bien aquel hombre lleno de Cristo: Si por un hombre vino la muerte, por un
hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos
volverán a la vida. Y lo demás que pone a continuación. Así que no morimos ya
para ser condenados, sino para ser resucitados de entre los muertos. Esperan la
común resurrección de todos. A su tiempo nos la dará Dios, que la hace y la
comunica.
Responsorio Rom 3, 23-25; 1Cor 15,
22
R. Todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y
son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo
Jesús, * A quien constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe
en su sangre.
V. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la
vida.
R. A quien constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe
en su sangre.
Sábado, 12 de septiembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (6,43-49):
43 «Porque no hay árbol
bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno.
44 Cada árbol se conoce por su fruto. No se
recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas.
45 El hombre bueno, del buen tesoro del
corazón saca lo bueno, y el malo, de lo malo saca lo malo. Porque de lo que
rebosa el corazón habla su boca.
46 «¿Por qué me llamáis: "Señor,
Señor", y no hacéis lo que digo?
47 «Todo el que venga a mí y oiga mis
palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante:
48 Es semejante a un hombre que, al edificar
una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una
inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por
estar bien edificada.
49 Pero el que haya oído y no haya puesto en
práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin
cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue
grande la ruina de aquella casa.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Invoquemos a Dios por intercesión de María, a quien el Señor
colocó por encima de todas las creaturas celestiales y terrenas, diciendo:
Contempla, Señor, a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
Padre de misericordia, te damos gracias porque nos has dado a María como madre
y ejemplo;
santifícanos por su intercesión.
Tú que hiciste que María meditara tus palabras, guardándolas en su corazón, y
fuera siempre fidelísima hija tuya,
por su intercesión haz que también nosotros seamos de verdad hijos tuyos y
discípulos de tu Hijo.
Tú que quisiste que María concibiera por obra del Espíritu Santo,
por intercesión de María otórganos los frutos de este mismo Espíritu.
Tú que diste fuerza a María para permanecer junto a la cruz y la llenaste de
alegría con la resurrección de tu Hijo,
por intercesión de María confórtanos en la tribulación y reanima nuestra
esperanza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestras súplicas con la oración que el mismo Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios misericordioso, fuente y origen de nuestra salvación, haz
que, mientras dure nuestra vida aquí en la tierra, te alabemos constantemente y
podamos así participar un día en la alabanza eterna del cielo. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: HOY ROMPE LA CLAUSURA
Hoy rompe la clausura
del surco empedernido
el grano en él hundido
por nuestra mano dura;
y hoy da su flor primera
la rama sin pecado
del árbol mutilado
por nuestra mano fiera.
Hoy triunfa el buen Cordero
que, en esta tierra impía,
se dio con alegría
por el rebaño entero;
y hoy junta su extraviada
majada y la conduce
al sitio en que reluce
la luz resucitada.
Hoy surge, viva y fuerte,
segura y vencedora,
la Vida que hasta ahora
yacía en honda muerte;
y hoy alza del olvido
sin fondo y de la nada
al alma rescatada
y al mundo redimido. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Desead la paz a Jerusalén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desead la paz a Jerusalén.
Ant 2. Desde la aurora hasta la noche mi alma aguarda al Señor.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde la aurora hasta la noche mi alma aguarda al Señor.
Ant 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Pe 1, 19-21
Tenemos confirmada la palabra profética, a la que hacéis bien en prestar
atención, como a lámpara que brilla en lugar oscuro, hasta que despunte el día
y salga el lucero de la mañana en vuestro corazón. Ante todo habéis de saber
que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada; pues nunca
fue proferida alguna por voluntad humana, sino que, llevados del Espíritu
Santo, hablaron los hombres de parte de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
V. Su gloria se eleva sobre los cielos.
R. Alabado sea el nombre del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Abriré mis labios para hablar en parábolas; declararé cosas que
han estado ocultas desde la creación del mundo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Abriré mis labios para hablar en parábolas; declararé cosas que
han estado ocultas desde la creación del mundo.
PRECES
Invoquemos a Cristo, alegría de cuantos se refugian en él, y
digámosle:
Míranos y escúchanos, Señor.
Testigo fiel y primogénito de entre los muertos, tú que nos purificaste con tu
sangre
no permitas que olvidemos nunca tus beneficios.
Haz que aquellos a quienes elegiste como ministros de tu Evangelio
sean siempre fieles y celosos dispensadores de los misterios del reino.
Rey de la paz, concede abundantemente tu Espíritu a los que gobiernan las
naciones
para que cuiden con interés de los pobres y postergados.
Sé ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación por causa de su
raza, color, condición social, lengua o religión
y haz que todos reconozcan su dignidad y respeten sus derechos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
A los que han muerto en tu amor dales también parte en tu felicidad
con María y con todos tus santos.
Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a
decir:
Padre nuestro...
ORACION
Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu
gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor,
perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
LAS LECTURAS DEL SÁBADO 12 DE SEPTIEMBRE 2020
Lecturas de la 23º Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Sábado, 12 de septiembre de 2020
Primera lectura
Lectura de
la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,14-22):
Amigos míos, no tengáis que ver con la idolatría. Os hablo como a gente
sensata, formaos vuestro juicio sobre lo que digo. El cáliz de la bendición que
bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no
es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque
somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.
Considerad a Israel según la carne: los que comen de las víctimas se unen al
altar. ¿Qué quiero decir? ¿Que las víctimas son algo o que los ídolos son algo?
No, sino que los gentiles ofrecen sus sacrificios a los demonios, no a Dios, y
no quiero que os unáis a los demonios. No podéis beber de los dos cálices, del
del Señor y del de los demonios. No podéis participar de las dos mesas, de la
del Señor y de la de los demonios. ¿Vamos a provocar al Señor? ¿Es que somos
más fuertes que él?
Palabra de Dios
Salmo
Sal
115,12-13.17-18
R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.
R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
R/. Te
ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza
Sábado, 12 de septiembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (6,43-49):
43 «Porque no hay árbol
bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno.
44 Cada árbol se conoce por su fruto. No se
recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas.
45 El hombre bueno, del buen tesoro del
corazón saca lo bueno, y el malo, de lo malo saca lo malo. Porque de lo que
rebosa el corazón habla su boca.
46 «¿Por qué me llamáis: "Señor,
Señor", y no hacéis lo que digo?
47 «Todo el que venga a mí y oiga mis
palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante:
48 Es semejante a un hombre que, al edificar
una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una
inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por
estar bien edificada.
49 Pero el que haya oído y no haya puesto en
práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin
cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue
grande la ruina de aquella casa.»
Palabra del Señor
(« ¿Por
qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?)
*Llega
a mi mente en este momento la palabra “Coherencia”. El Señor me invita a ser
sincero conmigo mismo, porque cuando estoy en la oración soy una cosa, pero
cuando estoy dentro de las personas soy muy distinto a cuando estoy en la
oración. Ser coherente es actuar de acuerdo a los principios que el Señor me
quiere enseñar, tener como modelo de vida los valores de vida a los que el
Señor me invita. Existen actitudes en mí que son poco coherente al estilo de
vida del Señor. El estilo de vida que quiero vivir es sin sufrimiento, sin
problema, sin molestia, pero eso no existe, ni corresponde al estilo del Señor.
El Señor me llama a la sencillez de corazón que lo importante es ser contante
en la oración y ser coherente en hacer la voluntad del Señor*
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.