Musica Para el Alma
lunes, 18 de abril de 2022
JUAN 20,11-18 CICLO C
*Lecturas del Martes de la Octava de Pascua*
Martes, 19 de abril de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (20,11-18)*
En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras
lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados,
uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice.
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, ande, ve a mis
hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios
vuestro”».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
(«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han
puesto»).
*María
Magdalena una mujer que el Señor arrancó de la mano del demonio, y después de
ser curada nunca se apartó del Señor. Ella no durmió en toda la noche, por la
angustia y el dolor y en la madrugada decide ir al lugar donde habían enterrado
a su Señor. Ella que ya viene con el dolor de que murió su Señor, se encuentran
que abrieron la tumba, otro dolor más que llega a su vida, y en medio del dolor
y la tristeza, se llena de valor y reclama el cuerpo de su Señor, dos ángeles
les preguntan ¿por qué lloras? Y el Señor también le pregunta ¿Por qué lloras?
¿A quién buscas? Y la respuesta de esta mujer certifica la fe que tiene en
aquel que expulso de ella sietes demonios, fue tan amorosa su respuesta,
(«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».)
La buena noticia es que el Señor cambio su dolor en gozo y su luto en fiesta
ella resulto ser la mujer encargada de llevar en su corazón, la más grande de
toda la noticia, “El Señor ha Resucitado” y dice que los espera en galilea que
allí lo verán, María Magdalena fue la mujer que llevo la gran Esperanza a
tantos corazones lastimando y triste y el mío es uno de eso corazones que ha
alcanzado esta buena noticia. Cristo ha Resucitado, Aleluya, Aleluya*
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Martes de la octava de
pascua*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Verdaderamente ha
resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA
ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María,
porque era la enamorada.
«¡María!», la voz amada.
«¡Rabbuní!», dice María.
El amor se hizo un abrazo
junto a las plantas benditas;
las llagas glorificadas
ríos de fuego y delicia;
Jesús, esposo divino,
María, esposa cautiva.
Estaba al alba María,
para una unción preparada.
Jesús en las azucenas
al claro del bello día.
En los brazos del Esposo
la Iglesia se regocija.
¡Gloria al Señor encontrado,
gloria al Dios de la alegría,
gloria al Amor más amado,
gloria y paz, y Pascua y dicha! ¡Aleluya!
Estaba al alba María,
es Pascua en la Iglesia santa. ¡Aleluya! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cristo ha resucitado
y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA
SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo
rescatado con su sangre. Aleluya.
Ant 2. Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un
himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN
ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un
himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
Ant 3. Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había
anunciado. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS
SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había
anunciado. Aleluya.
LECTURA BREVE
Hch 13, 30-33
Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días
se apareció a los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos,
efectivamente, dan ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos
la buena nueva: la promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él
ahora con nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el
salmo segundo: «Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»
RESPONSORIO BREVE
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Éste es el día en que actuó el Señor: sea él
nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los
apóstoles 2, 1-21
VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO.
PRIMER DISCURSO DE PEDRO
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un
mismo lugar; de pronto, se oyó un estruendo que venía del cielo, como de un
viento impetuoso que invadió toda la casa donde estaban reunidos. Y aparecieron
unas como lenguas de fuego, que se repartieron y posaron sobre cada uno de
ellos; todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en
lenguas extrañas, según les hacía expresarse el Espíritu.
Vivían a la sazón en Jerusalén judíos, hombres piadosos, que
pertenecían a todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel
estruendo, acudió un gran gentío, y todos quedaban atónitos al oírlos hablar
cada uno en su propia lengua. Maravillados y llenos de estupor, exclamaban:
"Pero, ¿no son galileos todos estos que están hablando? Pues
¿cómo cada uno de nosotros los estamos oyendo hablar nuestra lengua materna?
Partos, medos, elamitas, los que vivimos en Mesopotamia, Judea y Capadocia, en
el Ponto y en el Asia proconsular, en Frigia y Panfilia, en Egipto y tierras de
Libia Cirenaica, forasteros romanos, tanto judíos de raza como prosélitos,
cretenses y árabes, todos los estamos oyendo hablar en nuestras lenguas las
grandezas de Dios.»
Perplejos y llenos de estupor, se preguntaban unos a otros:
"Pero ¿qué es esto?»
Otros se burlaban y decían:
«Están llenos de mosto.»
Pedro, acompañado de los Once, alzó entonces su voz y les dirigió
este discurso:
«Judíos y moradores todos de Jerusalén, prestad atención a mis
palabras y tenedlo bien entendido. No están éstos ebrios de vino, como vosotros
pensáis, pues son todavía las nueve de la mañana. Lo que estáis viendo es el
cumplimiento de esta profecía de Joel:
"En los últimos días -dice Dios-, derramaré mi espíritu sobre
toda carne: profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros jóvenes
tendrán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Hasta sobre los siervos y
las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días. Haré prodigios arriba en el
cielo y señales abajo en la tierra: sangre, fuego, columnas de humo. El sol se
oscurecerá, la luna aparecerá sangrienta, antes de que llegue el día del Señor,
grande y terrible. y cuantos invoquen el nombre del Señor se salvarán."»
RESPONSORIO
Hch 2, 21; cf. 4, 12. 11
R. Cuantos invoquen el nombre del Señor se salvarán. * No hay bajo
el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.
Aleluya.
V. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos,
y que se ha convertido en piedra angular; en ningún otro se encuentra la salud.
R. No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que
nosotros debamos salvarnos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de san
Anastasio de Antioquía, obispo
(Disertación 4, 1-2: PG 89,
1347-1349)
EL MESÍAS TENIA QUE PADECER,
PARA ASÍ ENTRAR EN SU GLORIA
Después que Cristo se había mostrado, a través de sus palabras y
sus obras, como Dios verdadero y Señor del universo, decía a sus discípulos, a
punto ya de subir a Jerusalén: Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del
Hombre será entregado a los gentiles y a los sumos sacerdotes y a los escribas,
para que lo azoten, hagan burla de él y lo crucifiquen. Esto que decía estaba
de acuerdo con las predicciones de los profetas, que habían anunciado de
antemano la muerte que había de padecer en Jerusalén. Las sagradas Escrituras
habían profetizado desde el principio la muerte de Cristo y todo lo que
sufriría antes de su muerte; como también lo que había de suceder con su
cuerpo, después de muerto; con ello predecían que este Dios, al que tales cosas
acontecieron, era impasible e inmortal; y no podríamos tenerlo por Dios, si, al
contemplar la realidad de su encarnación, no descubriésemos en ella el motivo
justo y verdadero para profesar nuestra fe en ambos extremos, a saber, en su
pasión y en su impasibilidad; como también el motivo por el cual el Verbo de
Dios, por lo demás impasible, quiso sufrir la pasión: porque era el único modo
como podía ser salvado el hombre. Cosas, todas éstas, que sólo las conoce él y
aquellos a quienes él se las revela; él, en efecto, conoce todo lo que atañe al
Padre, de la misma manera que el Espíritu penetra la profundidad de los
misterios divinos.
El Mesías, pues, tenía que padecer, y su pasión era totalmente
necesaria, como él mismo lo afirmó cuando calificó de hombres sin inteligencia
y cortos de entendimiento a aquellos discípulos que ignoraban que el Mesías
tenía que padecer para entrar en su gloria. Porque él, en verdad, vino para
salvar a su pueblo, dejando aquella gloria que tenía junto al Padre antes que
el mundo existiese; y esta salvación es aquella perfección que había de
obtenerse por medio de la pasión, y que había de ser atribuida al que nos
guiaba a la salvación, como nos enseña la carta a los Hebreos, cuando dice que
él es el que nos guía a la salvación, perfeccionado por medio del sufrimiento.
Y vemos, en cierto modo, cómo aquella gloria que poseía como
Unigénito, y a la que por nosotros había renunciado por un breve tiempo, le es
restituida a través de la cruz en la misma carne que había asumido; dice, en
efecto, san Juan, en su evangelio, al explicar en qué consiste aquella agua que
dijo el Salvador que brotaría como un torrente del seno del que crea en él:
Esto lo dijo del Espíritu Santo, que habían de recibir los que a él se unieran
por la fe, pues aún no había sido dado el Espíritu, porque Jesús no había sido
glorificado; aquí el evangelista identifica la gloria con la muerte en cruz.
Por esto el Señor, en la oración que dirige al Padre antes de su pasión, le
pide que lo glorifique con aquella gloria que tenía junto a él, antes que el
mundo existiese.
RESPONSORIO
Hb 2, 10; Ap 1, 6; Lc 24, 26
R. Como quisiese Dios, por quien y para quien son todas las cosas,
llevar un gran número de hijos a la gloria, convenía ciertamente que
perfeccionase por medio del sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación. *
A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Aleluya.
V. El Mesías tenía que padecer, para así entrar en su gloria.
R. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
Aleluya.
*Lecturas del Martes de la Octava de Pascua*
Martes, 19 de abril de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (20,11-18)*
En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras
lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados,
uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice.
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, ande, ve a mis
hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios
vuestro”».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Jesús dijo: «¡María!»
Ella, volviéndose, exclamó: «¡Maestro!» Jesús le dijo: «Suéltame, que aún no he
subido al Padre.» Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL
MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Jesús dijo: «¡María!» Ella, volviéndose, exclamó: «¡Maestro!»
Jesús le dijo: «Suéltame, que aún no he subido al Padre.» Aleluya.
PRECES
Alabemos a Cristo, que con su poder reconstruyó el templo destruido
de su cuerpo, y supliquémosle:
Concédenos, Señor, los frutos de tu resurrección.
Cristo Salvador, que en tu resurrección anunciaste la alegría a
las mujeres y a los apóstoles y salvaste al universo entero,
conviértenos en testigos de tu resurrección.
Tú que has prometido la resurrección universal y has anunciado una
vida nueva,
haz de nosotros mensajeros del Evangelio de la vida.
Tú que te apareciste repetidas veces a los apóstoles y les
comunicaste el Espíritu Santo,
renuévanos por el Espíritu consolador.
Tú que prometiste estar con tus discípulos hasta el fin del mundo,
quédate hoy con nosotros y sé siempre nuestro compañero.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración, diciendo juntos las palabras de
Jesús, nuestro maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que nos has proporcionado el remedio de nuestros males
por el misterio pascual, colma a tu pueblo de tus dones celestiales, para que
alcance la perfecta libertad y llegue a gozar plenamente en el cielo de la
alegría que ya ha comenzado a gustar en la tierra. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi
auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESPÍRITU DE DIOS, LA
TIERRA LLENAS
Espíritu de Dios, la tierra llenas,
las mentes de los hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de Dios, divino fuego,
infunde en todo hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cristo, una vez
resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL
PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE
JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere.
Aleluya.
LECTURA BREVE
Cf. Hch 4, 11-12
Jesús es la piedra que desecharon los arquitectos y que se ha
convertido en piedra angular; en ningún otro se encuentra la salud, y no hay
bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos
salvarnos.
V. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.
R. Sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que nos has proporcionado el remedio de nuestros males
por el misterio pascual, colma a tu pueblo de tus dones celestiales, para que
alcance la perfecta libertad y llegue a gozar plenamente en el cielo de la
alegría que ya ha comenzado a gustar en la tierra. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi
auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA
ESTÁ EN SU CUMBRE
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado
para nuestra justificación. Aleluya.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado
para nuestra justificación. Aleluya.
LECTURA BREVE Cf. 1Pe 3, 21-22a
A vosotros os salva el bautismo, el cual no es remoción de las
manchas del cuerpo, sino la petición que hace a Dios una buena conciencia, en
virtud de la resurrección de Jesucristo, que está a la diestra de Dios.
V. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.
R. Sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que nos has proporcionado el remedio de nuestros males
por el misterio pascual, colma a tu pueblo de tus dones celestiales, para que
alcance la perfecta libertad y llegue a gozar plenamente en el cielo de la
alegría que ya ha comenzado a gustar en la tierra. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SALVADOR DEL MUNDO
Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.
Llévanos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de
arriba. Aleluya.
Salmo 118, 1-8 HIMNO A LA REVELACIÓN DE LA LEY
Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.
Tú promulgas tus decretos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus consignas;
entonces no sentiré vergüenza
al mirar tus mandatos.
Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú no me abandones.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Salmo 22 - EL BUEN PASTOR
El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de
arriba. Aleluya.
LECTURA BREVE Col 3, 1-2
Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las
cosas del cielo, no en las de la tierra.
V. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.
R. Sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que nos has proporcionado el remedio de nuestros males
por el misterio pascual, colma a tu pueblo de tus dones celestiales, para que
alcance la perfecta libertad y llegue a gozar plenamente en el cielo de la
alegría que ya ha comenzado a gustar en la tierra. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
Himno: NOS REÚNE DE NUEVO EL MISTERIO
Nos reúne de nuevo el misterio
del Señor que resurge a la vida,
con su luz ilumina a la Iglesia,
como el sol al nacer cada día.
Resucita también nuestras almas,
que tu muerte libró del castigo
y vencieron contigo al pecado
en las aguas del santo bautismo.
Transfigura los cuerpos mortales
que contemplan tu rostro glorioso,
bella imagen del Dios invisible
que ha querido habitar con nosotros.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro,
y a tu lado vivamos por siempre
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro.
Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro.
Aleluya.
Ant 2. Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya.
Ant 3. Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis hermanos que vayan
a Galilea, que allí me verán.» Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados
cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente
decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis hermanos que vayan a
Galilea, que allí me verán.» Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 2, 4-5
Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres,
pero escogida y apreciada por Dios, también vosotros, como piedras vivas,
entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio
sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Éste es el día en que actuó el Señor: sea él
nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Mientras estaba llorando junto al sepulcro, vi a mi Señor.
Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Mientras estaba llorando junto al sepulcro, vi a mi Señor.
Aleluya.
PRECES
Aclamemos alegres a Cristo, que después de ser sepultado en el seno
de la tierra resucitó gloriosamente a vida nueva, y digámosle confiados:
Rey de la gloria, escúchanos.
Te rogamos, Señor, por los obispos, los presbíteros y los
diáconos: que sirvan con celo a tu pueblo
y lo conduzcan por los caminos del bien.
Te rogamos, Señor, por los que sirven a tu Iglesia con el estudio
de tu palabra:
que escudriñen tu doctrina con pureza de corazón y deseo de
adoctrinar a tu pueblo.
Te rogamos, Señor, por todos los fieles de la Iglesia: que
combatan bien el combate de la fe
y, habiendo corrido hasta la meta, alcancen la corona merecida.
Tú que en la cruz cancelaste la nota de cargo de nuestra deuda,
destruye también en nosotros toda clase de esclavitud y líbranos
de toda tiniebla.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que al bajar al lugar de los muertos abriste las puertas del
abismo,
recibe a nuestros hermanos difuntos en tu reino.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que nos has proporcionado el remedio de nuestros males
por el misterio pascual, colma a tu pueblo de tus dones celestiales, para que
alcance la perfecta libertad y llegue a gozar plenamente en el cielo de la
alegría que ya ha comenzado a gustar en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos
ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EN TI, SEÑOR, REPOSAN NUESTRAS VIDAS
En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no
habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor
Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Éste es el día en que actuó el Señor: sea él
nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en
este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno,
descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente
tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una
santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.