Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA XXIV
De la Feria. Salterio IV
15 de septiembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Pueblo del Señor,
rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pueblo del Señor,
rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.
Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dad gracias al Señor porque es eterna su
misericordia. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE
LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al
Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Ant 2. Aleluya. Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn
3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Ant 3. Todo ser que
alienta, alabe al Señor. Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo ser que
alienta, alabe al Señor. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Tm 2, 8. 11-13
Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre
los muertos. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él,
viviremos también con él. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos
también con él; si rehusamos reconocerle, también él nos rechazará; si le somos
infieles, él permanece fiel; no puede él desmentirse a sí mismo.
RESPONSORIO BREVE
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias,
¡oh Dios!, invocando tu nombre.
V. Pregonando tus
maravillas.
R. Invocando tu
nombre.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias,
¡oh Dios!, invocando tu nombre.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Oseas 8, 1-14
CONTRA EL REY, LA IDOLATRÍA, LA ALIANZA Y EL CULTO
¡Lleva a los labios la trompeta! Porque un águila se cierne sobre el templo del
Señor. Han roto mi alianza, rebelándose contra mi ley. Me gritan: «Te
conocemos, Dios de Israel.» Pero Israel corrompió el bien, el enemigo lo
perseguirá.
Se nombraron un rey sin contar conmigo, se nombraron príncipes sin pedirme
consejo. Con su plata y su oro se hacían ídolos para su perdición. Tu toro,
Samaria, es abominable, contra él arde mi cólera. ¿Hasta cuándo no podréis ser
limpios, hijos de Israel? Un escultor lo hizo, y no es dios; se romperá en
pedazos el toro de Samaría.
Siembran viento y cosechan tempestades; no brotan tallos, las espigas no tienen
harina, y, si la diesen, la comerían extraños. Se han comido a Israel, es para
los pueblos una herramienta inútil. Marcharon a Asiria, como un asno salvaje
que busca su provecho. Efraím ofrece dones de amor; pues aunque los den a las
gentes yo se los quitaré. Les oprimen las cargas del Rey soberano. Efraím
multiplicó sus altares para pecar, para pecar le sirvieron sus altares. Cuando
les escribía mi doctrina, la consideraban extraña. Que sacrifiquen sus
víctimas, y se coman la carne, que al Señor no le agradan. Recordará sus
iniquidades y castigará sus pecados; tendrán que volver a Egipto.
Israel ha olvidado a su Hacedor y construyó palacios, Judá multiplicó sus
plazas fuertes; pero yo enviaré fuego a sus ciudades y devoraré sus palacios.
RESPONSORIO Sal 105, 20-21; Os 8, 14
R. Cambiaron su Gloria por la imagen de un toro que come hierba. * Se
olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios.
V. Israel ha olvidado a su Hacedor y construyó palacios.
R. Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios.
SEGUNDA LECTURA
Comienza el Sermón de san Agustín, obispo, Sobre los pastores
(Sermón 46, 1-2: CCL 41, 529-530)
SOY CRISTIANO Y OBISPO
No es la primera vez que me oís hablar de aquella esperanza, fundada en Cristo,
en la que tenemos nuestra única gloria verdadera y saludable, pues vosotros
formáis parte del rebaño que tiene por pastor a aquel que cuida y apacienta a
Israel. Sin embargo, como no faltan pastores a quienes les gusta el nombre de
pastor, pero no cumplen, en cambio, con las obligaciones del pastor, no estará
mal que recordemos lo que dice el Señor por boca del profeta sobre esos tales.
Escuchadlo con atención, atendamos todos con temor.
El Señor me dirigió la palabra en estos términos: «Hijo de hombre, profetiza
contra los pastores de Israel, diciéndoles.» Acabamos de escuchar la lectura
que se nos ha proclamado, y por ello debo decir algo para comentarla. Dios me
ayudará para que diga cosas verdaderas, si yo, por mi parte, no pretendo
exponer mis propias ideas. Porque si os propusiera mis ideas, también yo sería
de aquellos pastores que, en lugar de apacentar las ovejas, se apacientan a sí
mismos. Si, en cambio, hablo no de mis pensamientos, sino exponiendo la palabra
del Señor, es el Señor quien os apacienta por mediación mía. Esto dice el
Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las
ovejas lo que tienen que apacentar los pastores?; es como si se dijera: «Los
pastores no deben apacentarse a sí mismos, sino a las ovejas.» Ésta es la primera
causa por la que el profeta reprende a tales pastores, porque se apacientan a
sí mismos y no a las ovejas. ¿Y quiénes son, pues, aquellos pastores que se
apacientan a sí mismos? Sin duda alguna son aquellos de los que el Apóstol
afirma: Todos buscan sus intereses personales, no los de Cristo Jesús.
El Señor, no según mis merecimientos, sino según su infinita misericordia, ha
querido que yo ocupara este lugar y me dedicara al ministerio pastoral; por
ello debo tener presente dos cosas, distinguiéndolas bien, a saber: que por una
parte soy cristiano y por otra soy obispo. El ser cristiano se me ha dado como
don propio; el ser obispo, en cambio, lo he recibido para vuestro bien.
Consiguientemente, por mi condición de cristiano debo pensar en mi salvación, en
cambio, por mi condición de obispo debo ocuparme de la vuestra.
En la Iglesia hay muchos que, siendo cristianos pero sin ser prelados, llegan a
Dios; ellos andan, sin duda, por un camino tanto más fácil y con un proceder
tanto menos peligroso cuanto su carga es más ligera. Yo, en cambio, además de
ser cristiano, soy obispo; por ser cristiano deberé dar cuenta a Dios de mi
propia vida, por ser obispo deberé dar cuenta de mi ministerio.
RESPONSORIO Sal 22, 1-2. 3
R. El Señor es mi pastor, nada me falta: * en verdes praderas me hace
recostar.
V. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
R. En verdes praderas me hace recostar.
Domingo, 15
de septiembre de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15,1-32):
EN aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y
los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las
noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la
encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento;
y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que
se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una
lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando
la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice:
“Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido”.
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador
que se convierta».
También les dijo:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un
país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y
empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó
a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían
los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
«Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me
muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le
diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo
tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre
lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al
cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo
tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y
sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y
celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido;
estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó
la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era
aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo
ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí
nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio,
cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres,
le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso
celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha
revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sentencia verdadera y digna de universal adhesión
es ésta: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sentencia
verdadera y digna de universal adhesión es ésta: Cristo Jesús vino al mundo
para salvar a los pecadores. Aleluya.
PRECES
Dios nos ama y sabe lo que nos hace falta;
invoquémosle, pues, diciendo:
Te bendecimos y en ti confiamos, Señor.
Te alabamos, Dios todopoderoso, Rey del universo, porque a nosotros, injustos y
pecadores, nos has llamado al conocimiento de la verdad;
haz que te sirvamos con santidad y justicia.
Vuélvete hacia nosotros, Señor, tú que has querido abrirnos la puerta de tu
misericordia,
y haz que nunca nos apartemos del camino que lleva a la vida.
Ya que hoy celebramos la resurrección del Hijo de tu amor,
haz que este día transcurra lleno de gozo espiritual.
Da, Señor, a tus fieles el espíritu de oración y de alabanza,
para que en toda ocasión te demos gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Movidos ahora todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado acudamos
a Dios, de quien somos verdaderos hijos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas,
vuelve a nosotros tus ojos de bondad y haz que te sirvamos con todo el corazón,
para que experimentemos los efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Por dos veces durante el año, la Iglesia conmemora
los dolores de la Santísima Virgen que es el de la Semana de la Pasión y
también hoy, 15 de setiembre.
La primera de estas conmemoraciones es la más
antigua, puesto que se instituyó en Colonia y en otras partes de Europa en el
siglo XV y cuando la festividad se extendió por toda la Iglesia, en 1727, con
el nombre de los Siete Dolores, se mantuvo la referencia original de la Misa y
del oficio de la Crucifixión del Señor.
En la Edad Media había una devoción popular por los
cinco gozos de la Virgen Madre, y por la misma época se complementó esa
devoción con otra fiesta en honor a sus cinco dolores durante la Pasión. Más
adelante, las penas de la Virgen María aumentaron a siete, y no sólo
comprendieron su marcha hacia el Calvario, sino su vida entera. A los frailes
servitas, que desde su fundación tuvieron particular devoción por los
sufrimientos de María, se les autorizó para que celebraran una festividad en
memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de setiembre de todos los años.
Primer Dolor:
La profecía de Simeón
en la presentación del Niño Jesús
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció
que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y
ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención sería
a base de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo,
haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es
contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Segundo Dolor:
La huida a Egipto con
Jesús y José
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir
precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu
Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que
precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor
. . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las
tentaciones del demonio.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es
contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Tercer Dolor:
La pérdida de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que
sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le
habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de
San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz
que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es
contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Cuarto Dolor:
El encuentro de Jesús
con la cruz a cuestas camino del calvario
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que
sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras
culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era
creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser
condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado
como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de
espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y
ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las
espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor
sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande;
sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado;
te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos
dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es
contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Quinto Dolor:
La crucifixión y la
agonía de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que
sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu
amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a
nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su
pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te
acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás
muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es
contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Sexto Dolor:
La lanzada y el
recibir en brazos a Jesús ya muerto
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que
sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como
si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran
amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros
por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente
y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de
algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este
dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos
amo.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es
contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Séptimo Dolor:
El entierro de Jesús y
la soledad de María
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que
sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el
universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento;
y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era
real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en
todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad
infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó
nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva le
acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de
aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo,
concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es
contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Historia de la Fiesta de Nuestra
Señora de los DoloresLa devoción a Nuestra señora de los dolores viene desde muy
antiguo. Ya en el siglo VIII los escritores eclesiásticos hablaban de la
“Compasión de la Virgen” en referencia a la participación de la Madre de Dios
en los dolores del Crucificado.
Pronto empezaron a surgir las devociones a los 7 dolores de María
y se compusieron himnos con los que los fieles manifestaban su solidaridad con
la Virgen dolorosa.
La fiesta empezó a celebrarse en occidente durante la Edad Media y
por ese entonces se hablaba de la “Transfixión de María”, de la “Recomendación
de María en el Calvario”, y se conmemoraba en el tiempo de Pascua.
En el siglo XII los religiosos servitas celebraban la memoria de
María bajo la Cruz con oficio y Misa especial. Más adelante, por el siglo XVII
se celebraba el domingo tercero de septiembre.
El viernes anterior al Domingo de Ramos también se hacía una
conmemoración a la Virgen Dolorosa, festividad conocida popularmente como
“Viernes de los Dolores”.
Benedicto XIII extendió universalmente la celebración del “Viernes
de Dolores” en 1472 y en 1814 el Papa Pío VII fijó la Fiesta de Nuestra Señora
de los Dolores para el 15 de septiembre, un día después a la Exaltación de la
Santa cruz.
La Santísima Virgen María manifestó a Santa Brígida que concedía
siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y
dolores y rezando siete Avemarías:
·
Pondré paz en sus familias.
·
Serán iluminados en los Divinos Misterios.
·
Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
·
Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad
adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
·
Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo
infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.
·
Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el
rostro de su Madre.
·
He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta
devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la
felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo
y Yo seremos su consolación y alegría.