Musica Para el Alma

viernes, 24 de diciembre de 2021

GOTAS DE MISERICORDIA


 

JUAN 1,1-18 CICLO C

*Lecturas del Solemnidad de la Natividad del Señor*

Sábado, 25 de diciembre de 2021

Evangelio

*Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18)*

EN el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio d él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor

 

(La luz brilla en las tiniebla, y la tiniebla no la recibió).

 

*Esta palabra me invitan a vivir en la Luz. Hay lugares dentro de mí que están invadido de una especie de insecto, parecidos a los murciélagos, que disfrutan de vivir en la oscuridad. En mi vida tengo lugares, escondrijo y sitios que no he dejado que la Palabra del Señor, llegue, penetre y toque esos lugares por miedo a que mi vida pueda cambiar demasiado, por eso muchas veces tengo miedo reconocer mis errores, porque siento que es como humillarme frente al otro. Esta palabra me llena de fuerza y de esperanza, porque siento que el Señor, me está acompañando con su Palabra, para que no tenga miedo a la humillación, que no tenga miedo de vivir en la luz, que no tenga miedo hacer sincero en todo y con todos, y que no tenga miedo de amar y dejarme amar*.

 

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.


R. Amén.

 

LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL SABADO 25. NATIVIDAD DEL SEÑOR

*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*

 

Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

 

 

*Natividad del Señor, solemnidad*

 

Laudes

 

Inicio

 

(se hace la señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)

 

V/. -Señor, Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.

 

 

Salmo 94: Invitación a la alabanza divina

 

Ant: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.

 

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)

 

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

-se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

-se repite la antífona

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

-se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

-se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

-se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.


Himno

 

Hermanos, Dios ha nacido
sobre un pesebre. Aleluya.
Hermanos, cantad conmigo:
"Gloria a Dios en las alturas."

Desde su cielo ha traído
mil alas hasta su cuna.
Hermanos, cantad conmigo:
"Gloria a Dios en las alturas."

Hoy mueren todos los odios
y renacen las ternuras.
Hermanos, cantad conmigo:
"Gloria a Dios en las alturas."

El corazón más perdido
ya sabe que alguien le busca.
Hermanos, cantad conmigo:
"Gloria a Dios en las alturas."

El cielo ya no está solo
la tierra ya no está a oscuras.
Hermanos, cantad conmigo:
"Gloria a Dios en las alturas." Amén.

 

Primer Salmo

Salmo 62,2-9: El alma sedienta de Dios

 

Ant: «¿A Quién habéis visto pastores? Hablad, contádnoslo. ¿Quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.

 

Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas

 

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant: «¿A Quién habéis visto pastores? Hablad, contádnoslo. ¿Quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.

 

Cántico AT

Daniel 3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor

 

Ant: El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría; hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.

 

 

Alabad al Señor, sus siervos todos (Ap 19,5)

 

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

 

Ant: El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría; hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.

 

Segundo Salmo

Salmo 149: Alegría de los santos

 

Ant: Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios fuerte. Aleluya.

 

Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio)

 

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant: Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios fuerte. Aleluya.

 

Lectura Bíblica

Hb 1,1-2

 

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo.

 

V/. El Señor ha revelado, Aleluya. Aleluya.

R/. El Señor ha revelado, Aleluya. Aleluya.

V/. Su salvación.

R/. Aleluya. Aleluya.

V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R/. El Señor ha revelado, Aleluya. Aleluya.

 

 

Lectura Bíblica

 

V/. La Palabra se hizo carne. Aleluya.

R/. Y acampó entre nosotros. Aleluya.

 

 

La raíz de Jesé

Is 11,1-10

 

Aquel día,

brotará un renuevo del tronco de Jesé,

y de su raíz florecerá un vástago.

Sobre él se posará el espíritu del Señor:

espíritu de prudencia y sabiduría,

espíritu de consejo y valentía,

espíritu de ciencia y temor del Señor.

Le inspirará el temor del Señor.

No juzgará por apariencias

ni sentenciará sólo de oídas;

juzgará a los pobres con justicia,

con rectitud a los desamparados.

Herirá al violento con la vara de su boca,

y al malvado con el aliento de sus labios.

La justicia será cinturón de sus lomos,

y la lealtad, cinturón de sus caderas.

Habitará el lobo con el cordero,

la pantera se tumbará con el cabrito,

el novillo y el león pacerán juntos:

un muchacho pequeño los pastorea.

La vaca pastará con el oso,

sus crías se tumbarán juntas;

el león comerá paja con el buey.

El niño jugará en la hura del áspid,

la criatura meterá la mano

en el escondrijo de la serpiente.

No harán daño ni estrago

por todo mi monte santo:

porque está lleno el país

de ciencia del Señor,

como las aguas colman el mar.

Aquel día, la raíz de Jesé

se erguirá como enseña de los pueblos:

la buscarán los gentiles,

y será gloriosa su morada.

 

R/. Hoy, por nosotros, se ha dignado nacer de la Virgen el Rey de los cielos, para restituir al hombre a los reinos celestiales. Se alegra el ejército de los ángeles, porque se ha mostrado la salvación del linaje humano.

V/. Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

R/. Se alegra el ejército de los ángeles, porque se ha mostrado la salvación del linaje humano.

 

Lectura Patrística

Reconoce, cristiano, tu dignidad


San León Magno, papa y doctor de la Iglesia

Sermón en la Natividad del Señor 1,1-3

 

Hoy, queridos hermanos, ha nacido nuestro Salvador; alegrémonos. No puede haber lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida; la misma que acaba con el temor de la mortalidad, y nos infunde la alegría de la eternidad prometida.

Nadie tiene por qué sentirse alejado de la participación de semejante gozo, a todos es común la razón para el júbilo: porque nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, como no ha encontrado a nadie libre de culpa, ha venido para liberarnos a todos. Alégrese el santo, puesto que se acerca a la victoria; regocíjese el pecador, puesto que se le invita al perdón; anímese el gentil, ya que se le llama a la vida.

Pues el Hijo de Dios, al cumplirse la plenitud de los tiempos, establecidos por los inescrutables y supremos designios divinos, asumió la naturaleza del género humano para reconciliarla con su Creador, de modo que el demonio, autor de la muerte, se viera vencido por la misma naturaleza gracias a la cual había vencido.

Por eso, cuando nace el Señor, los ángeles cantan jubilosos: Gloria a Dios en el cielo, y anuncian: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Pues están viendo cómo la Jerusalén celestial se construye con gentes de todo el mundo; ¿cómo, pues, no habrá de alegrarse la humildad de los hombres con tan sublime acción de la piedad divina, cuando tanto se entusiasma la sublimidad de los ángeles?

Demos, por tanto, queridos hermanos, gracias a Dios Padre por medio de su Hijo, en el Espíritu Santo, puesto que se apiadó de nosotros a causa de la inmensa misericordia con que nos amó; estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo, para que gracias a él fuésemos una nueva creatura, una nueva creación.

Despojémonos, por tanto, del hombre viejo con todas sus obras y, ya que hemos recibido la participación de la generación de Cristo, renunciemos a las obras de la carne.

Reconoce, cristiano, tu dignidad y, puesto que has sido hecho partícipe de la naturaleza divina, no pienses en volver con un comportamiento indigno a las antiguas vilezas. Piensa de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro. No olvides que fuiste liberado del poder de las tinieblas y trasladado a la luz y al reino de Dios.

Gracias al sacramento del bautismo te has convertido en templo del Espíritu Santo; no se te ocurra ahuyentar con tus malas acciones a tan noble huésped, ni volver a someterte a la servidumbre del demonio: porque tu precio es la sangre de Cristo.

 

R/. Hoy nos ha descendido del cielo la paz verdadera. Hoy, en todo el mundo, los cielos destilan miel.

V/. Hoy brilla para nosotros el día de la redención nueva, largo tiempo preparada, el día de la felicidad eterna.

R/. Hoy, en todo el mundo, los cielos destilan miel.

 

 

*Lecturas del Solemnidad de la Natividad del Señor*

Sábado, 25 de diciembre de 2021

Evangelio

*Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18)*

EN el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio d él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor

 

Cántico Evangélico

 

Ant: Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Aleluya.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant: Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Aleluya.

 

Preces

 

Glorifiquemos a Cristo, Palabra eterna del Padre, engendrado antes de los siglos y nacido por nosotros en el tiempo, y aclamémosle, diciendo:

 

Que se goce la tierra, Señor, con tu venida

 

·     - Cristo, Palabra eterna, que al venir al mundo anunciaste la alegría a la tierra,
alegra nuestros corazones con la gracia de tu visita.

·     - Salvador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la fidelidad de Dios,
haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro bautismo.

·     - Rey del Cielo y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la paz a los hombres,
conserva nuestras vidas en tu paz.

·     - Señor, tú que viniste para ser la vid verdadera que nos diera el fruto de vida,
haz que permanezcamos siempre en ti y demos fruto abundante.

·      

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

 

Con la misma confianza que tienen los hijos con su padres, acudamos nosotros a nuestro Dios, diciéndole:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

 

Final

 

Concede, Señor todopoderoso, a los que vivimos inmersos en la luz de tu Palabra hecha carne, que resplandezca en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestro espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 

Amén.

 

Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

 

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

 

 

 

Natividad del Señor, solemnidad

 

Vísperas

 

Inicio

 

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

 

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya


Himno

 

Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.

Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.

Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizá con gotas de sangre.

Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.

Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.

Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro valle! Amén.

 

Primer Salmo

Salmo 109,1-5.7: El Mesías, Rey y Sacerdote

 

Ant: Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

 

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15,25)

 

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora».

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant: Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

 

Segundo Salmo

 

Salmo 129: Desde lo hondo, a ti grito, Señor

 

Ant: Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

 

 

Él salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1,21)

 

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant: Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

 

Cántico NT

 

Colosenses 1,12-20: Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos

 

Ant: En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

 

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de Él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por Él y para Él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant: En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

 

Lectura Bíblica

1Jn 1,1-3

 

Lo que existía desde el principio, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Esto que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

 

V/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.

R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.

V/. Y acampó entre nosotros.

R/. Aleluya, Aleluya.

V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.

 

Cántico Evangélico

 

Ant: Hoy ha nacido Jesucristo; hoy ha aparecido el Salvador; hoy en la tierra cantan los ángeles, se alegran los arcángeles; hoy saltan de gozo los justos, diciendo: «Gloria a Dios en el Cielo.» Aleluya

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant: Hoy ha nacido Jesucristo; hoy ha aparecido el Salvador; hoy en la tierra cantan los ángeles, se alegran los arcángeles; hoy saltan de gozo los justos, diciendo: «Gloria a Dios en el Cielo.» Aleluya

 

Preces

Aclamemos alegres a Cristo, ante cuyo nacimiento los ángeles anunciaron la paz a la tierra, y supliquémosle, diciendo:

 

Que tu nacimiento, Señor, traiga la paz a todos los hombres

 

·     - Tú que con el misterio de Navidad consuelas a la Iglesia,
cólmala también de todos tus bienes.

·     - Tú que has venido como pastor supremo y guardián de nuestras vidas,
haz que el papa y todos los obispos sean buenos administradores de la múltiple gracia de Dios.

·     - Rey de la eternidad, que al nacer quisiste experimentar las limitaciones humanas sometiéndote a la brevedad de una vida como la nuestra,
haz que nosotros, que somos caducos y mortales, participemos de tu vida eterna.

·     - Tú que, esperado durante largos siglos, viniste en el momento culminante de la historia,
manifiesta tu presencia a los que aún te están esperando.

·     - Tú que, hecho carne, restauraste la naturaleza humana corrompida por la muerte,
concede la plena salvación a los difuntos.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

 

Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó:

 

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

 

Final

 

Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza, y de un modo más admirable todavía restableciste su dignidad por Jesucristo, concédenos compartir la vida divina de aquel que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 

Amén.

 

Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

 

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.