TIEMPO ORDINARIO
MARTES DE LA SEMANA V
De la Feria. Salterio I
12 de febrero
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Al Señor, al gran
Rey, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Señor, al gran
Rey, venid, adorémosle.
Himno: AL CANTO DE LOS GALLOS.
Al canto de los gallos
viene la aurora;
los temores se alejan
como las sombras.
¡Dios, Padre nuestro,
en tu nombre dormimos
y amanecemos!
Como luz nos visitas,
Rey de los hombres,
como amor que vigila
siempre de noche;
cuando el que duerme
bajo el signo del sueño
prueba la muerte.
Del sueño del pecado
nos resucitas,
y es señal de tu gracia
la luz amiga.
¡Dios que nos velas!,
tú nos sacas por gracia
de las tinieblas.
Gloria al Padre y al Hijo,
gloria al Espíritu,
al que es paz, luz y vida,
al Uno y Trino;
gloria a su nombre
y al misterio divino
que nos lo esconde. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá
al monte del Señor.
Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares,
El la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El hombre de manos
inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.
Ant 2. Ensalzad con
vuestras obras al rey de los siglos.
Cántico: ESPERANZA DE ISRAEL EN BABILONIA Tb 13,
1-10
Bendito sea Dios, que vive eternamente,
y cuyo reino dura por los siglos:
él azota y se compadece,
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano.
Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles,
porque él nos dispersó entre ellos.
Proclamad allí su grandeza,
ensalzadlo ante todos los vivientes:
que él es nuestro Dios y Señor,
nuestro Padre por todos los siglos.
Él nos azota por nuestros delitos,
pero se compadecerá de nuevo,
y os congregará de entre todas las naciones
por donde estáis dispersados.
Si volvéis a él de todo corazón
y con toda el alma,
siendo sinceros con él,
él volverá a vosotros
y no os ocultará su rostro.
Veréis lo que hará con vosotros,
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los siglos.
Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y su poder
a un pueblo pecador.
Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizá os mostrará benevolencia
y tendrá compasión.
Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo,
y me alegraré de su grandeza.
Anuncien todos los pueblos sus maravillas
y alábenle sus elegidos en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ensalzad con
vuestras obras al rey de los siglos.
Ant 3. El Señor merece la
alabanza de los buenos.
Salmo 32 - HIMNO AL PODER Y A LA PROVIDENCIA DE
DIOS
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando vuestra música con aclamaciones:
que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales,
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano.
Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante él los habitantes del orbe:
porque él lo dijo, y existió;
él lo mandó, y surgió.
El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres;
desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones.
No vence el rey por su gran ejército,
no escapa el soldado por su mucha fuerza,
nada valen sus caballos para la victoria,
ni por su gran ejército se salva.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros esperamos en el Señor:
él es nuestro auxilio y escudo,
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor merece la
alabanza de los buenos.
LECTURA BREVE Rm 13, 11b. 12-13a
Ya es hora que despertéis del sueño. La noche va pasando, el día está encima;
desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de
la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad.
RESPONSORIO BREVE
V. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.
R. Dios mío, mi
escudo y peña en que me amparo.
V. Mi alcázar, mi
libertador.
R. En que me amparo.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Dios mío, mi
escudo y peña en que me amparo.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta a los Corintios 2, 1-16
EL ESPÍRITU PENETRA HASTA LA PROFUNDIDAD DE DIOS
Cuando vine a vosotros, hermanos, a anunciaros el testimonio de Dios, no lo
hice con sublime elocuencia ni sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié
de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a
vosotros, débil y temeroso; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva
sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que
vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de
Dios.
Sin embargo, hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este
mundo, ni de los príncipes de este siglo, que quedan desvanecidos, sino que
enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios
antes de los siglos para nuestra gloria, que no conoció ninguno de los
príncipes de este siglo; pues si la hubieran conocido, nunca hubieran
crucificado al Señor de la gloria. Pero, según está escrito: «Ni el ojo vio, ni
el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los
que le aman.»
Pero a nosotros nos lo ha revelado por su Espíritu: y el Espíritu todo lo
penetra, hasta la profundidad de Dios. En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo
del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie
conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos
recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para
conocer las gracias que Dios nos ha otorgado, de las cuales también hablamos,
no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino aprendidas del
Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales.
El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad
para él. Y no las puede entender, pues sólo el Espíritu puede juzgarlas. En
cambio, el hombre espiritual lo juzga todo; y a él nadie puede juzgarlo. Porque
¿quién conoció el pensamiento del Señor para instruirle? Pero nosotros poseemos
el pensamiento de Cristo.
RESPONSORIO Dn 2, 22. 28; 1Co 2, 9. 10
R. Dios revela los secretos más profundos y conoce lo que ocultan las
tinieblas. * Hay un Dios en el cielo que revela los misterios.
V. Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del
hombre, a nosotros nos lo ha revelado Dios por su Espíritu.
R. Hay un Dios en el cielo que revela los misterios.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de Orígenes, presbítero, sobre el libro del
Génesis
(Homilía 8, 6. 8. 9: PG 12, 206-209)
EL SACRIFICIO DE ABRAHAM
Tomó Abraham la leña del holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac, y él llevaba
el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. El hecho de que llevara Isaac
la leña de su propio holocausto era figura de Cristo, que cargó también con la
cruz; además, llevar la leña del holocausto es función propia del sacerdote.
Así, pues, Cristo es a la vez víctima y sacerdote. Esto mismo significan las
palabras que vienen a continuación: Los dos caminaban juntos. En efecto,
Abraham, que era el que había de sacrificar, llevaba el fuego y el cuchillo,
pero Isaac no iba detrás de él, sino junto a él, lo que demuestra que él
cumplía también una función sacerdotal.
¿Qué es lo que sigue? Isaac -continúa la Escritura- dijo a su padre Abraham:
«Padre.» Ésta es la voz que el hijo pronuncia en el momento de la prueba. ¡Cuán
fuerte tuvo que ser la conmoción que produjo en el padre esta voz del hijo, a
punto de ser inmolado! Y, aunque su fe lo obligaba a ser inflexible, Abraham,
con todo, le responde con palabras de igual afecto: «¿Qué deseas, hijo mío?» El
muchacho dijo: «Tenemos fuego y leña: pero ¿dónde está el cordero para el
holocausto?» Abraham le contestó: «Dios proveerá el cordero para el sacrificio,
hijo mío.»
Resulta conmovedora la cuidadosa y cauta respuesta de Abraham. Algo debía
prever en espíritu, ya que dice, no en presente, sino en futuro: Dios proveerá
el cordero; al hijo que le pregunta acerca del presente le responde con
palabras que miran al futuro. Es que el Señor debía proveerse de cordero en la
persona de Cristo.
Abraham tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le
gritó desde el cielo: «¡Abraham, Abraham!» Él contestó: «Aquí me tienes.» Dios
le ordenó: «No alargues la mano contra tu hijo, ni le hagas nada. Ya he
comprobado que temes a Dios.» Comparemos estas palabras con aquellas otras del
Apóstol, cuando dice que Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó
a la muerte por todos nosotros. Ved cómo Dios rivaliza con los hombres en
magnanimidad y generosidad. Abraham ofreció a Dios un hijo mortal, sin que de
hecho llegara a morir; Dios entregó a la muerte por todos al Hijo inmortal.
Abraham levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en los
matorrales. Creo que ya hemos dicho antes que Isaac era figura de Cristo, mas
también parece serlo este carnero. Vale la pena saber en qué se parecen a
Cristo uno y otro: Isaac, que no fue degollado, y el carnero, que sí fue
degollado. Cristo es la Palabra de Dios, pero la Palabra se hizo carne.
Cristo padeció, pero en la carne; sufrió la muerte, pero quien la sufrió fue su
carne, de la que era figura este carnero, de acuerdo con lo que decía Juan:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. La Palabra
permaneció en la incorrupción, por lo que Isaac es figura de Cristo según el
espíritu. Por esto Cristo es a la vez víctima y pontífice según el espíritu.
Pues el que ofrece el sacrificio al Padre en el altar de la cruz es el mismo
que se ofrece en su propio cuerpo como víctima.
RESPONSORIO Jn 19, 16-17; Gn 22, 6
R. Tomaron a Jesús y lo sacaron; * y, cargando su cruz, salió Jesús
hacia el lugar llamado Calvario.
V. Tomó Abraham la leña del holocausto y la cargó sobre su hijo
Isaac.
R. Y, cargando su cruz, salió Jesús hacia el lugar llamado Calvario.
Martes, 12
de febrero de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,1-13):
En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas
venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras,
es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no
comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición
de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se
aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).
Y los fariseo y los escribas le preguntaron:
«Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen
el pan con manos impuras?».
Él les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan está vacío,
porque la doctrina que enseñan
son preceptos humanos”.
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los
hombres».
Y añadió:
«Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo:
“Honra a tu padre y a tu madre” y “el que maldiga a su padre o a su madre es
reo de muerte”. Pero vosotros decís: “Si uno le dice al padre o a la madre: los
bienes con que podría ayudarte son ‘corbán’, es decir, ofrenda sagrada”, ya no
le permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra de
Dios con esa tradición que os transmitís; y hacéis otras muchas cosas
semejantes».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Nos ha suscitado el Señor una fuerza de salvación,
según lo había predicho por boca de sus santos profetas.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nos ha suscitado
el Señor una fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus
santos profetas.
PRECES
Ya que hemos sido llamados a participar de una
vocación celestial, bendigamos por ello a Jesús, el pontífice de nuestra fe, y
supliquémosle diciendo:
Escúchanos, Señor.
Señor Jesús, que por el bautismo has hecho de nosotros un sacerdocio real,
haz que nuestra vida sea un continuo sacrificio de alabanza.
Escúchanos, Señor
Ayúdanos, Señor, a guardar tus mandatos
para que por la fuerza del Espíritu Santo nosotros permanezcamos en ti y tú en
nosotros.
Escúchanos, Señor
Danos tu sabiduría eterna
para que permanezca con nosotros y con nosotros trabaje.
Escúchanos, Señor
Concédenos ser la alegría de cuantos nos rodean
y fuente de esperanza para los decaídos.
Escúchanos, Señor
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que
Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Escucha, Señor, nuestra oración matutina y con la
luz de tu misericordia alumbra la oscuridad de nuestro corazón: para que,
habiendo sido iluminados por tu claridad, no andemos nunca tras las obras de
las tinieblas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.