Musica Para el Alma
viernes, 26 de septiembre de 2025
LUCAS 9,43b-45 CICLO C
Lecturas
del Sábado de la XXV Semana del Tiempo Ordinario
27 Sep 2025
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (9,43b-45)*
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus
discípulos: «Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a
entregar en manos de los hombres.»
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían
el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Palabra del Señor
*Que la
Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*
(Pero
ellos no entendían lo que les decía; no lo comprendían y temían preguntarle
acerca de este asunto.)
*El lenguaje del sufrimiento siempre es difícil y
oscuro para mí, y no meda deseo de entenderlo, porque siempre quiero estar bien
y no me gusta el sufrimiento, me da miedo. Y sé que mis miedos están en las
cosas que siento que son mías, y las puedo perder. Se que la fe y la esperanza me
dicen que si tengo a Jesús lo tengo todo, que con Jesús soy un ganador. Entre
perder y dejar hay una gran diferencia. Perder es un resultado negativo donde
dejo de poseer algo que lo único que me hace es sufrir, en cambio (Dejar) es
una gracia que me permite soltar y abandonarme a una nueva oportunidad, a un
nuevo comienzo, puedo proponerme (Dejar) que sea el Señor quien guie mi vida.
La relación del Señor conmigo es un amor gratuito donde él, me ama
profundamente y yo pongo muy poco de mi parte. El Señor
quiere que me entregue a él, como él se entre para mí, y entregarme a él, me conviene
porque podré poner mis miedos en él, y él pone su esperanza en mí*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAUDES Y VISPERAS DEL SABADO 27
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
Laudes - SÁBADO XXV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2025
27 de septiembre de 2025.
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy».
(Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Gracias, Señor, por la aurora;
gracias, por el nuevo día;
gracias, por la Eucaristía;
gracias, por nuestra Señora.
Y gracias, por cada hora
de nuestro andar peregrino.
Gracias, por el don divino
de tu paz y de tu amor,
la alegría y el dolor,
al compartir tu camino.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152
XIX (Coph)
Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Antífona 2: Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ex 15,1-4.8-13.17-18
Himno a Dios, después de la victoria del
mar Rojo
Los que habían vencido a la fiera cantaban el cántico de Moisés, el
siervo de Dios. (Ap 15,2-3)
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu nariz, se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento, y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temible por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Antífona 3: Alabad al Señor todas las naciones.
Salmo 116
Invitación universal a la alabanza divina
Los gentiles alaban a Dios por su misericordia (cf. Rm 15,9)
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Lectura Breve
2P 1,10-11
Hermanos, poned cada vez más ahínco en ir
ratificando vuestro llamamiento y elección. Si lo hacéis así, no fallaréis
nunca; y os abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor
y Salvador Jesucristo.
Responsorio Breve
R. A
ti grito, Señor: * Tú eres mi refugio. A ti grito.
V. Y mi lote en el país de la vida. * Tú eres mi refugio. Gloria al
Padre. A ti grito.
Primera Lectura
Comienza el libro del profeta Miqueas 1, 1-9; 2,
1-11
ORÁCULO CONTRA SAMARIA Y JERUSALÉN
Palabra del Señor que recibió Miqueas, el
morastita, durante los reinados de Yotán, Ajaz y Ezequías de Judá. Visión sobre
Samaria y Jerusalén.
Escuchad, pueblos todos; atended, tierra y cuanto hay en ella; sea el Señor
testigo contra vosotros, el Señor desde su santo templo. Mirad al Señor que
sale de su morada y desciende, y camina sobre el dorso de la tierra. Bajo él se
derriten los montes, se hienden como cera junto al fuego, como aguas
precipitadas por la torrentera. Todo esto, por la culpa de Jacob, por el pecado
de Israel.
¿Cuál es el pecado de Jacob?, ¿no es Samaria? ¿Cuál el altozano de ídolos de
Judá?, ¿no es Jerusalén? Reduciré a Samaria a un montón de piedras, plantación
de viñedo, arrastraré al valle sus piedras y desnudaré sus cimientos. Sus
ídolos serán rotos y sus ofrendas quemadas, destruiré sus imágenes; los recibió
como precio de prostitución, y otra vez serán precio de prostitución. Por eso
gimo y me lamento, camino desnudo y descalzo, entono un lamento como de chacal,
aúllo como crías de avestruz. Incurable es la herida que ha sufrido Judá,
alcanzó la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén.
¡Ay de los que planean maldades y traman iniquidades
en sus camas! Al amanecer las cumplen, porque tienen el poder. Codician los
campos y los roban, las casas y se apoderan de ellas; oprimen al hombre y a su
casa, al varón y a sus posesiones. Por eso, así dice el Señor: «Mirad, yo
medito una desgracia contra esa familia. No lograréis apartar el cuello de
ella; no podréis caminar dos, porque será un tiempo calamitoso.»
Aquel día entonarán contra vosotros una sátira, cantarán una elegía: «Han
acabado con nosotros, venden la heredad de mi pueblo; nadie lo impedía,
reparten a extraños nuestra tierra.» Nadie os sortea los lotes en la asamblea
del Señor.
Dejad de babear profecías. ¿No acabarán con sus injurias? ¿Qué andan diciendo
en la casa de Jacob? ¿Se ha terminado el espíritu del Señor o van a ser tales
sus obras? «¿No son buenas mis palabras para el que anda rectamente? Desde hace
tiempo se alza hostilmente mi pueblo, arrancáis la túnica y el manto a los que caminan
confiados volviendo de la guerra. Sacáis de sus amadas casas a las mujeres de
mi pueblo, y a los niños les quitáis para siempre mi honor. Levantaos y
marchad, porque no habitaré aquí: que está profanado por pecados funestos. Si
viniera un profeta de mentiras y engaños, invitándote al vino y al licor, sería
un profeta digno de este pueblo.»
Responsorio Mi 1, 2.
3. 5
R. Escuchad,
pueblos todos; atended, tierra y cuanto hay en ella. * Mirad
al Señor que desciende y camina sobre el dorso de la tierra.
V. Todo esto, por la culpa de Jacob, por el pecado de Israel.
R. Mirad al Señor que desciende y camina sobre el dorso de la tierra.
Segunda Lectura
De los tratados de san Hilario, obispo, sobre los
salmos
(Salmo 64,14-15: CSEL 22, 245-246)
EL CORRER DE LAS ACEQUIAS ALEGRA LA CIUDAD DE DIOS
La acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales.
No hay duda de qué acequia se trata, pues dice el salmista: El correr de las
acequias alegra la ciudad de Dios. Y el mismo Señor dice en los evangelios: El
que beba del agua que yo le daré, de sus entrañas manarán torrentes de agua
viva, que salta hasta la vida eterna. Y en otro lugar: El que cree en mí, como
dice la Escritura, de sus entrañas manarán torrentes de agua viva. Decía esto
refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él. Así,
pues, esta acequia está llena del agua de Dios. Pues, efectivamente, nos
hallamos inundados por los dones del Espíritu Santo, y la corriente que rebosa
del agua de Dios se derrama sobre nosotros desde aquella fuente de vida.
También encontramos ya preparado nuestro alimento.
¿Y de qué alimento se trata? De aquel mediante el cual nos preparamos para la
unión con Dios, ya que, mediante la comunión eucarística de su santo cuerpo,
tendremos, más adelante, acceso a la unión con su cuerpo santo. Y es lo que el
salmo que comentamos da a entender, cuando dice: Preparas los trigales; porque
este alimento ahora nos salva y nos dispone además para la eternidad.
A nosotros, los renacidos por el sacramento del bautismo,
se nos concede un gran gozo, ya que experimentamos en nuestro interior las
primicias del Espíritu Santo, cuando penetra en nosotros la inteligencia de los
misterios, el conocimiento de la profecía, la palabra de sabiduría, la firmeza
de la esperanza, los carismas medicinales y el dominio sobre los demonios
sometidos. Estos dones nos penetran como llovizna y, recibidos, proliferan en
multiplicidad de frutos.
Responsorio Sal 35,
9-10; 64, 5
R. Se sacian con la abundancia de tu casa, les das a beber del
torrente de tus delicias: * porque en ti está la fuente de la vida, y tu luz
nos hace ver la luz.
V. Nos saciaremos de los bienes de tu casa.
R. Porque en ti está la fuente de la vida, y tu luz nos hace ver la
luz.
Lecturas del Sábado de la XXV
Semana del Tiempo Ordinario
27
Sep 2025
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (9,43b-45)*
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus
discípulos: «Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a
entregar en manos de los hombres.»
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían
el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Ilumina,
Señor, a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Bendigamos a Cristo, que, para ser ante Dios el
sumo sacerdote compasivo y fiel, quiso parecerse en todo, menos en el pecado, a
sus hermanos, y supliquémosle, diciendo:
'Concédenos, Señor, los tesoros de tu amor'.
Señor, Sol de justicia, que nos iluminaste en el bautismo,
—te consagramos este nuevo día.
Que sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada
—y glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones.
Tú que tuviste por madre a María, siempre dócil a tu palabra,
—encamina hoy nuestros pasos, para que obremos también, como ella, según tu
voluntad.
Haz que, mientras vivimos aún en este mundo que pasa, anhelemos la vida eterna
—y, por la fe, la esperanza y el amor, gustemos ya anticipadamente las delicias
de tu reino.
Con la misma confianza que tienen los hijos con sus padres, acudamos nosotros a
nuestro Dios, diciéndole: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Te pedimos, Señor, que la claridad de la
resurrección de tu Hijo ilumine las dificultades de nuestra vida; que no
temamos ante la oscuridad de la muerte y podamos llegar un día a la luz que no
tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Conclusión
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ¿QUIÉN ES ÉSTE QUE VIENE?
¿Quién es éste que viene,
recién atardecido,
cubierto por su sangre
como varón que pisa los racimos?
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su elegido.
Este es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos.
Este es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi
sendero. Aleluya.
Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi
sendero. Aleluya.
Ant 2. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
Aleluya.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Ant 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el
cielo y en la tierra. Aleluya.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL -
Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo
y en la tierra. Aleluya.
LECTURA BREVE Col 1, 3-6a
Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
en todo momento, rezando por vosotros, al oír hablar de vuestra fe en
Jesucristo y del amor que tenéis a todos los santos, por la esperanza que os
está reservada en los cielos, sobre la cual oísteis hablar por la palabra
verdadera de la Buena Noticia, que se os hizo presente, y está dando fruto y
prosperando en todo el mundo igual que entre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el
nombre del Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el
nombre del Señor.
V. Su gloria se eleva sobre los cielos.
R. Alabado sea el nombre del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el
nombre del Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
¡Ojalá que todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del
Señor!
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1,
46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ant.
¡Ojalá que todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del
Señor!
PRECES
Demos gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que
se ha escogido como heredad, y recordando su amor para con nosotros
supliquémosle diciendo:
Escúchanos, Señor, que confiamos en ti.
Padre lleno de amor, te pedimos por el papa Francisco y
por nuestro obispo N.;
protégelos con tu fuerza y santifícalos con tu gracia.
Que los enfermos vean en sus dolores una participación de
la pasión de tu Hijo,
para que así tengan también parte en su consuelo.
Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse
y haz que encuentren pronto el hogar que desean.
Dígnate dar y conservar los frutos de la tierra
para que a nadie falte el pan de cada día.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Señor, ten piedad de los difuntos
y ábreles la puerta de tu mansión eterna.
Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la
oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera
admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde
constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos
prometes, consigamos los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.