Musica Para el Alma
domingo, 28 de diciembre de 2025
LUCAS 2,22-35 CICLO A
Lecturas
del Día V dentro de la Octava de la Natividad del Señor
29 Dic 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,22-35)*
Cuando llegó el tiempo de la purificación,
según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para
presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo
primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como
dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en
Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el
consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo
del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.
Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus
padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y
bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu
siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has
presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de
tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía
del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así
quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará
el alma.»
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
(Y he aquí que había en Jerusalén un hombre
llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de
Israel)
*Las cualidades de
Simeón están escritas en esta lectura para que pueda imitarlas. Simeón era
Justo, Piado, lleno de Esperanza y esperaba el consuelo para su pueblo. El
justo es aquel que se ajusta a las normas y precepto del Señor, no por miedo,
sino por amor. Las personas piadosas tienen una virtud que implica devoción
hacia el Señor. Simeón aguarda, con una paciencia probada en el amor, es un
hombre que tiene el poder de llenarse de Esperanza y al mismo tiempo provoca
que los que están cercanos a él también se llenen de Esperanza, se convierte en
una fuente inagotable, que de su interior brotan los buenos deseos de bienestar
de los demás*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAUDES Y VISPERAS DEL LUNES 29
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*29 DE DICIEMBRE JUEVES DÍA V DE LA OCTAVA DE NAVIDAD*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido,
venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis
obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno: NO LLORÉIS, MIS OJOS
No lloréis, mis ojos,
Niño Dios, callad;
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar?
Vuestra Madre hermosa,
que cantando está,
llorará también,
si ve que lloráis.
O es fuego o es frío
la causa que os dan:
si es amor, mis ojos,
muy pequeño amáis.
Enjugad las perlas,
nácar celestial;
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar?
Los ángeles bellos
cantan que les dais
a los cielos gloria
y a la tierra paz.
De aquestas montañas
descendiendo van
pastores, cantando
por daros solaz.
Niño de mis ojos,
ea, no haya más;
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar? Amén.
SALMODIA
Ant 1. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha
aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles
alabando al Señor.» Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha
aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles
alabando al Señor.» Aleluya.
Ant 2. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os
ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al
Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al
Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al
Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los
siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha
nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Ant 3. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los
fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 1, 1-2
A través de muchas etapas y de muchas
maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros antepasados por ministerio de los
profetas; en estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado por medio de su
Hijo, a quien ha constituido heredero de todas las cosas y por quien creó los
mundos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
V. Los confines de la tierra la han
contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
V. Cuando los pastores vieron al Niño.
R. Dieron a conocer cuánto se les había
dicho acerca de él.
PRIMERA LECTURA
Comienza la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1,1-14
ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN
Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad
de Dios, y el hermano Timoteo, a los consagrados a Dios y fieles hermanos en
Cristo que están en Colosas: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro
Padre.
Damos gracias a Dios, Padre de nuestro
Señor Jesucristo, en todo momento, rezando por vosotros, al oír hablar de
vuestra fe en Jesucristo y del amor que tenéis a todos los santos, por la
esperanza que os está reservada en los cielos, sobre la cual oísteis hablar por
la palabra verdadera de la Buena Noticia, que se os hizo presente, y está dando
fruto y prosperando en todo el mundo igual que entre vosotros, desde el día en
que la escuchasteis y conocisteis la gracia de Dios en toda su verdad, lo cual
os fue enseñado por Epafras, nuestro querido compañero de servidumbre, que hace
nuestras veces como fiel ministro de Cristo, y que fue quien nos informó acerca
de vuestra caridad infundida por el Espíritu.
Por eso también nosotros, desde el día en
que fuimos informados de ello, no hemos dejado de rogar incesantemente por
vosotros, pidiendo a Dios que os haga llegar a la plenitud en el conocimiento
de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. Así caminaréis
según el Señor se merece y le agradaréis enteramente, dando fruto en toda clase
de obras buenas y creciendo en el conocimiento de Dios. Fortalecidos en toda
fortaleza, según el poder de su gloria, podréis resistir y perseverar en todo con
alegría y constancia, y daréis con gozo gracias a Dios Padre, que nos ha hecho
capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado
del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
RESPONSORIO Col 1, 12. 13; St 1, 17
R. Damos gracias a Dios Padre, * que nos ha
sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo
querido.
V. Toda dádiva preciosa y todo don
excelente provienen de lo alto, del Creador de los astros.
R. Que nos ha sacado del dominio de las
tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 1, En la Epifanía del Señor, 1-2: PL 133, 141-143)
CUANDO LLEGÓ LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS, SE NOS DIO TAMBIÉN LA PLENITUD DE
LA DIVINIDAD
Dios, nuestro Salvador, hizo aparecer su
misericordia y su amor por los hombres. Demos gracias a Dios, pues por él
abunda nuestro consuelo en esta nuestra peregrinación, en este nuestro
destierro, en esta vida tan llena aún de miserias.
Antes de que apareciera la humanidad de
nuestro Salvador, la misericordia de Dios estaba oculta; existía ya, sin duda,
desde el principio, pues la misericordia del Señor es eterna, pero al hombre le
era imposible conocer su magnitud. Ya había sido prometida, pero el mundo aún
no la había experimentado y por eso eran muchos los que no creían en ella. Dios
había hablado, ciertamente, de muchas maneras por ministerio de los profetas. Y
había dicho: Sé muy bien lo que pienso hacer con vosotros: designios de paz y
no de aflicción. Pero, con todo, ¿qué podía responder el hombre, que únicamente
experimentaba la aflicción y no la paz? «¿Hasta cuándo -pensaba- iréis
anunciando: "Paz, paz", cuando no hay paz?» Por ello los mismos
mensajeros de paz lloraban amargamente, diciendo: Señor, ¿quién ha dado fe a
nuestra predicación? Pero ahora, en cambio, los hombres pueden creer, por lo
menos, lo que ya contemplan sus ojos; ahora los testimonios de Dios se han
hecho sobremanera dignos de fe, pues, para que este testimonio fuera visible,
incluso a los que tienen la vista enferma, el Señor le ha puesto su tienda al
sol.
Ahora, por tanto, nuestra paz no es
prometida, sino enviada; no es diferida, sino concedida; no es profetizada,
sino realizada: el Padre ha enviado a la tierra algo así como un saco lleno de
misericordia; un saco, diría, que se romperá en la pasión, para que se derrame
aquel precio de nuestro rescate, que él contiene; un saco que, si bien es
pequeño, está ya totalmente lleno. En efecto, un niño se nos ha dado, pero en
este niño habita toda la plenitud de la divinidad. Esta plenitud de la
divinidad se nos dio después que hubo llegado la plenitud de los tiempos. Vino
en la carne para mostrarse a los que eran de carne y, de este modo, bajo los
velos de la humanidad, fue conocida la misericordia divina; pues, cuando fue
conocida la humanidad de Dios, ya no pudo quedar oculta su misericordia. ¿En
qué podía manifestar mejor el Señor su amor a los hombres sino asumiendo
nuestra propia carne? Pues fue precisamente nuestra carne la que asumió, y no
aquella carne de Adán que antes de la culpa era inocente.
¿Qué cosa manifiesta tanto la misericordia
de Dios como el hecho de haber asumido nuestra miseria? ¿Qué amor puede ser más
grande que el del Verbo de Dios, que por nosotros se ha hecho como la hierba
débil del campo? Señor, ¿qué es el hombre para que le des importancia, para que
te ocupes de él? Que comprenda, pues, el hombre hasta qué punto Dios cuida de
él; que reflexione sobre lo que Dios piensa y siente de él. No te preguntes ya,
oh hombre, por qué tienes que sufrir tú; pregúntate más bien por qué sufrió él.
De lo que quiso sufrir por ti puedes deducir lo mucho que te estima; a través
de su humanidad se te manifiesta el gran amor que tiene para contigo. Cuanto
menor se hizo en su humanidad, tanto mayor se mostró en el amor que te tiene, y
cuanto más se anonadó por nosotros, tanto más digno es de nuestro amor. Dios,
nuestro salvador -dice el Apóstol-, hizo aparecer su misericordia y su amor por
los hombres. ¡Qué grande y qué manifiesta es esta misericordia y este amor de
Dios a los hombres! Nos ha dado una grande prueba de su amor al querer que el
nombre de Dios fuera añadido al título de hombre.
RESPONSORIO Ef 1, 5-6b; Rm 8, 29
R. Dios nos ha destinado en la persona de
Cristo a ser sus hijos, * por pura iniciativa suya, para que la gloria de su
gracia redunde en su alabanza.
V. A los que había escogido, Dios los
predestinó a ser imagen de su Hijo.
R. Por pura iniciativa suya, para que la
gloria de su gracia redunde en su alabanza.
*Lecturas del Día V dentro
de la Octava de Navidad*
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas
(2,22-35)*
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres
de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo
escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor»,
y para entregar la oblación, corno dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o
dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre
justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo
moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la
muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al
templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto
por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor,
según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han
visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para
alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así
quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará
el alma.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos a Belén a ver el suceso
que nos ha dado a conocer el Señor.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1,
68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros
enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo
con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre
Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del
Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro
Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos a Belén a ver el suceso
que nos ha dado a conocer el Señor.»
PRECES
Ya que Dios en su misericordia nos ha
enviado a Cristo, príncipe de la paz, digamos con toda confianza:
*Concede, Señor, la paz a todos los hombres*.
Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor
Jesucristo, en estos días en que celebramos tu amor que salva a los hombres,
recibe las alabanzas que te tributa la
Iglesia.
Tú que desde el principio prometiste que,
por Cristo, darías tu victoria a los hombres,
haz que todos los pueblos sean iluminados
por la luz del Evangelio.
Para gloria de tu Hijo, cuyo día Abraham
contempló lleno de alegría, los patriarcas esperaron, los profetas anunciaron y
todos los pueblos desearon,
haz que el pueblo de Israel alcance la
salvación.
Tú que quisiste que el nacimiento de tu
Hijo fuera anunciado por los espíritus celestiales y celebrado por los
apóstoles, los mártires y los fieles de todos los siglos,
concede a la tierra aquella paz que
anunciaron los ángeles.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con el deseo de que la luz de Cristo
ilumine a todos los hombres y que su amor se extienda por toda la tierra,
pidamos al Padre que su reino venga a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, Dios invisible, que con
la venida de tu Hijo has disipado las tinieblas del mundo, míranos con amor y
ayúdanos a celebrar con nuestros cantos y alabanzas la gloria del nacimiento de
tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL MAL SE DESTIERRA
El mal se destierra,
ya vino el consuelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el mundo es trasunto
del eterno bien,
pues está en Belén
todo el cielo junto.
Ya no habrá más guerra
entre cielo y suelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya baja a ser hombre
porque suba yo,
ya están hombre y Dios
en un solo nombre.
Ya el hombre no tiene
sueños de grandeza,
porque el Dios que viene
viene en la pobreza.
Ya nadie se encierra
en su propio miedo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Eres príncipe desde el día de tu
nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes
de la aurora.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y
SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu
nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Eres príncipe desde el día de tu
nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes
de la aurora.
Ant 2. Del Señor viene la misericordia y la
redención copiosa.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO,
SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Del Señor viene la misericordia y la
redención copiosa.
Ant 3. En el principio, antes de los
siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del
mundo.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE
TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las
tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo
querido,
por cuya sangre hemos recibido la
redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas
las cosas:
celestes y terrestres, visibles e
invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados,
Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene
en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la
Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre
los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda
plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas
las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de
la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En el principio, antes de los siglos,
la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.
LECTURA BREVE 1Jn 1, 1-3
Lo que existía desde un principio, lo que
hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y lo que
tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida (porque la vida se ha
manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos esta vida
eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado): lo que hemos visto
y oído os lo anunciamos, a fin de que viváis en comunión con nosotros. Y esta
nuestra comunión de vida es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Rey del cielo ha querido nacer de
una Virgen, para llevar a su reino al hombre que se había extraviado.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL
SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su
esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por
siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Rey del cielo ha querido nacer de
una Virgen, para llevar a su reino al hombre que se había extraviado.
PRECES
Acudamos a Dios Padre, que ungió a su
Unigénito con el Espíritu Santo, para que anunciara la salvación a los pobres,
y digámosle:
Dios de misericordia, ten piedad de
nosotros.
Dios eterno y lleno de misericordia, que
quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad,
te damos gracias porque has enviado a tu Hijo al mundo
y te pedimos que llenes de alegría a todos
los hombres por su nacimiento.
Tú que has enviado a Cristo para anunciar
la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y para proclamar un
tiempo de gracia,
concede al mundo entero la libertad y la
paz.
Tú que iluminaste a los sabios de Oriente y
los encaminaste para que adoraran a tu Hijo,
ilumina nuestra fe y acepta la ofrenda de
nuestra oración.
Tú que convocas a todos los hombres y,
sacándolo del dominio de las tinieblas, los trasladas al reino de tu Hijo
querido, para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble,
haz que seamos siempre testigos de tu Buena
Noticia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que quisiste que Cristo, nacido en
Belén, fuera luz para alumbrar a las naciones,
haz que la luz eterna brille sobre nuestros
difuntos.
Ya que somos la familia de Dios, digamos
con grande confianza a nuestro Padre del cielo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, Dios invisible, que con
la venida de tu Hijo has disipado las tinieblas del mundo, míranos con amor y
ayúdanos a celebrar con nuestros cantos y alabanzas la gloria del nacimiento de
tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



