Musica Para el Alma
martes, 1 de febrero de 2022
LUCAS 2,22-40 CICLO C
*Presentación del Señor*
Miércoles, 2 de febrero de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (2,22-40)*
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres
de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo
escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor»,
y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o
dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre
justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo
moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la
muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al
templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto
por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor,
según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han
visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para
alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para
que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así
quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará
el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una
mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda
hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a
Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios
y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y,
cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a
Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se
llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Palabra del Señor
*(Luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel)*
*Las cosas que me ofrece un niño, “Paz
Y Salvación”. Las cosas que se ofrecen por este niño, un par de tórtola, que
para mí simboliza, La humildad. También a mí el Señor me pide que ofrezca, mi
pobreza, mi angustia, mi desesperanza. Yo sé que un día el Señor, me ayudara a
decir como Simeón, ahora Señor, que te he visto y te siento, permite que tu
siervo pueda descansar en paz; y así yo pueda quedar iluminado por Su Palabra,
y una vez que este iluminado por la palabra, luego yo pueda iluminar, a otros
que están buscando la luz y el camino que conduce a ti*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a
ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL MIERCOLES 2. PRESENTACION DEL SEÑOR
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
2 de febrero
*LA
PRESENTACIÓN DEL SEÑOR. (FIESTA)*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y
mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Mirad,
el Señor llega a su templo santo, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mirad,
el Señor llega a su templo santo, venid, adorémosle.
Himno: ESTÁS AQUÍ, SEÑOR, BIEN LO
PROCAMAN.
Estás aquí, Señor, bien lo proclaman
los justos que de siempre han esperado
estar cerca de ti, porque te aman
y luchan por el mundo que has salvado.
Estás aquí, mi Dios, humilde hermano,
presencia ante mis ojos revelada,
Salvador eternal del pueblo humano,
Luz de la Luz que brilla en tu mirada.
Bienvenido, Mesías esperado;
que deje el corazón toda amargura
porque Dios, siendo Dios, nos ha salvado
en locura de amor y de ternura.
Demos gracias al Padre que ha querido
darnos el Hijo eterno y bien amado,
todo el pueblo de Dios le cante unido
al Fuego del amor que lo ha engendrado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Simeón, hombre recto y piadoso, esperaba
la consolación de Israel y el Espíritu Santo moraba en él.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Simeón,
hombre recto y piadoso, esperaba la consolación de Israel y el Espíritu Santo
moraba en él.
Ant 2. Simeón
tomó al Niño en sus brazos y, dando gracias, bendijo a Dios.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR -
Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Simeón
tomó al Niño en sus brazos y, dando gracias, bendijo a Dios.
Ant 3. Luz
para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Luz
para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
LECTURA BREVE Ml 3, 1
Mirad, yo os envío a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí, y
pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero
de la alianza que vosotros deseáis.
RESPONSORIO BREVE
V. Postraos ante el Señor en el atrio
sagrado.
R. Postraos
ante el Señor en el atrio sagrado.
V. Aclamad
la gloria y el poder del Señor.
R. En
el atrio sagrado.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Postraos
ante el Señor en el atrio sagrado.
V. Oh Dios, meditamos tu misericordia.
R. En
medio de tu templo.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Éxodo 13, 1-3a.11-16
CONSAGRACIÓN DEL PRIMOGÉNITO
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés:
«Conságrame todo primogénito israelita; el primer parto, lo mismo de hombres
que de ganados, me pertenece.»
Dijo, pues, Moisés al pueblo:
«Cuando el Señor te introduzca en la tierra de los cananeos, como juró a ti y a
tus padres, y te la haya entregado, dedicarás al Señor todos los primogénitos.
El primer parto de tus animales, si es macho, pertenece también al Señor. La
primera cría de asno la rescatarás con un cordero; si no la rescatas la desnucarás.
Pero los primogénitos de entre tus hijos los rescatarás siempre.
Y cuando mañana tu hijo te pregunte: "¿Qué significa esto?", le
responderás: "Con mano fuerte el Señor nos sacó de Egipto, de la
esclavitud. El Faraón se había obstinado en no dejarnos salir; entonces el
Señor dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, lo mismo de hombres que de
animales. Por eso yo sacrifico al Señor todo primogénito macho de los animales.
Pero los primogénitos de los hombres los rescato."
Este rito será para ti como señal sobre tu brazo y como recordatorio ante tus
ojos, de que con mano fuerte te sacó de Egipto el Señor.»
RESPONSORIO
R. Adorna
tu tálamo, oh Sión, y recibe a Cristo, tu rey: * a quien la Virgen concibió y dio a
luz, permaneciendo virgen después del parto; ella adoró a quien había
engendrado.
V. Simeón
tomó al Niño en sus brazos y, dando gracias, bendijo al Señor.
R. A
quien la Virgen concibió y dio a luz, permaneciendo virgen después del parto;
ella adoró a quien había engendrado.
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de san Sofronio,
obispo
(Disertación 3, Sobre el Hipapanté, 6. 7: PG 87, 3, 3291-3293)
ACOJAMOS LA LUZ CLARA Y ETERNA
Corramos todos al encuentro del Señor los que con fe celebramos y veneramos su
misterio, vayamos todos con alma bien dispuesta. Nadie deje de participar en
este encuentro, nadie deje de llevar su luz.
Llevamos en nuestras manos cirios encendidos, ya para significar el resplandor
divino de aquel que viene a nosotros -el cual hace que todo resplandezca y,
expulsando las negras tinieblas, lo ilumina todo con la abundancia de la luz
eterna-, ya, sobre todo, para manifestar el resplandor con que nuestras almas
han de salir al encuentro de Cristo.
En efecto, del mismo modo que la Virgen Madre de Dios tomó en sus brazos la luz
verdadera y la comunicó a los que yacían en tinieblas, así también nosotros,
iluminados por él y llevando en nuestras manos una luz visible para todos,
apresurémonos a salir al encuentro de aquel que es la luz verdadera.
Sí, ciertamente, porque la luz ha venido al mundo, para librarlo de las
tinieblas en que estaba envuelto y llenarlo de resplandor, y nos ha visitado el
sol que nace de lo alto, llenando de su luz a los que vivían en tinieblas: esto
es lo que nosotros queremos significar. Por esto avanzamos en procesión con
cirios en las manos, por esto acudimos llevando luces, queriendo representar la
luz que ha brillado para nosotros, así como el futuro resplandor que,
procedente de ella, ha de inundarnos. Por tanto, corramos todos a una, salgamos
al encuentro de Dios.
Ha llegado ya aquella luz verdadera que viniendo a este mundo ilumina a todo
hombre. Dejemos, hermanos, que esta luz nos penetre y nos transforme.
Ninguno de nosotros ponga obstáculos a esta luz y se resigne a permanecer en la
noche; al contrario, avancemos todos llenos de resplandor; todos juntos,
iluminados, salgamos a su encuentro y, con el anciano Simeón, acojamos aquella
luz clara y eterna; imitemos la alegría de Simeón y, como él, cantemos un himno
de acción de gracias al Engendrador y Padre de la luz, que ha arrojado de
nosotros las tinieblas y nos ha hecho partícipes de la luz verdadera.
También nosotros, representados por Simeón, hemos visto la salvación de Dios,
que él ha presentado ante todos los pueblos y que ha manifestado para gloria de
nosotros, los que formamos el nuevo Israel; y, así como Simeón, al ver a
Cristo, quedó libre de las ataduras de la vida presente, así también nosotros
hemos sido liberados del antiguo y tenebroso pecado.
También nosotros, acogiendo en los brazos de nuestra fe a Cristo, que viene
desde Belén hasta nosotros, nos hemos convertido de gentiles en pueblo de Dios
(Cristo es, en efecto, la salvación de Dios Padre) y hemos visto, con nuestros
ojos, al Dios hecho hombre; y de este modo, habiendo visto la presencia de Dios
y habiéndola aceptado, por decirlo así, en los brazos de nuestra mente, somos
llamados el nuevo Israel. Esto es lo que vamos celebrando año tras año, porque
no queremos olvidarlo.
RESPONSORIO Ez 43, 4-5;
cf. Lc 2, 27
R. La
gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental, * y llenó el templo la gloria del
Señor.
V. Llevaron
sus padres al niño Jesús al templo.
R. Y
llenó el templo la gloria del Señor.
Lecturas
de la Presentación del Señor
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (2,22-40):
22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos,
según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor,
23
como está escrito en la Ley del Señor: = Todo varón primogénito será consagrado
al Señor =
24
y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a
lo que se dice en la Ley del Señor.
25
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era
justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el
Espíritu Santo.
26
Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de
haber visto al Cristo del Señor.
27
Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al
niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él,
28
le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
29
«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;
30
porque han visto mis ojos tu salvación,
31
la que has preparado a la vista de todos los pueblos,
32
luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»
33
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él.
34
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y
elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -
35
¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al
descubierto las intenciones de muchos corazones.»
36
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad
avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido,
37
y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo,
sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.
38
Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a
todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
39
Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea,
a su ciudad de Nazaret.
40
El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios
estaba sobre él.
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Cuando entraban sus padres con el niño
Jesús, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cuando
entraban sus padres con el niño Jesús, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a
Dios.
PRECES
Adoremos a Cristo, nuestro salvador
presentado en el templo, y supliquémosle, diciendo:
Que nuestros ojos vean tu salvación.
Señor Jesús, tú que quisiste ser presentado al Padre en el templo, según estaba
prescrito por la ley,
enséñanos a ofrecernos contigo al Padre en el sacrificio de tu Iglesia.
Consolador de Israel, a cuyo encuentro en el templo acudió el justo Simeón,
haz que también nosotros salgamos a tu encuentro, acogiéndote en cada uno de
nuestros hermanos.
Esperado de las naciones, de quien la profetisa Ana habló a todos los que
esperaban la redención de Israel,
haz que también nosotros hablemos dignamente de ti y anunciemos tu nombre a
nuestros hermanos.
Piedra angular del reino de Dios, que has sido predestinado como signo de
contradicción,
haz que los hombres encuentren en ti, por la fe y el amor, su resurrección y no
su ruina.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue al mundo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, en este día
en que tu Hijo único fue presentado en el templo con un cuerpo como el nuestro,
te pedimos nos concedas a nosotros poder ser presentados ante ti, plenamente
renovados en nuestro espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de
los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LA
PRESENTACIÓN DEL SEÑOR.
Significado de la fiesta
La fiesta de la Presentación celebra una
llegada y un encuentro; la llegada del anhelado Salvador, núcleo de la vida
religiosa del pueblo, y la bienvenida concedida a él por dos representantes
dignos de la raza elegida, Simeón y Ana. Por su provecta edad, estos dos
personajes simbolizan los siglos de espera y de anhelo ferviente de los hombres
y mujeres devotos de la antigua alianza. En realidad, ellos representan la
esperanza y el anhelo de la raza humana.
Al revivir este misterio en la fe, la
Iglesia da de nuevo la bienvenida a Cristo. Ese es el verdadero sentido de la
fiesta. Es la "Fiesta del Encuentro", el encuentro de Cristo y su
Iglesia. Esto vale para cualquier celebración litúrgica, pero especialmente
para esta fiesta.
La liturgia nos invita a dar la
bienvenida a Cristo y a su madre, como lo hizo su propio pueblo de antaño:
"Oh Sión, adorna tu cámara nupcial y da la bienvenida a Cristo el Rey;
abraza a María, porque ella es la verdadera puerta del cielo y te trae al
glorioso Rey de la luz nueva".
Al dramatizar de esta manera el recuerdo
de este encuentro de Cristo con Simeón, la Iglesia nos pide que profesemos
públicamente nuestra fe en la Luz del mundo, luz de revelación para todo pueblo
y persona.
En la bellísima introducción a la
bendición de las candelas y a la procesión, el celebrante recuerda cómo Simeón
y Ana, guiados por el Espíritu, vinieron al templo y reconocieron a Cristo como
su Señor. Y concluye con la siguiente invitación: "Unidos por el Espíritu,
vayamos ahora a la casa de Dios a dar la bienvenida a Cristo, el Señor. Le
reconoceremos allí en la fracción del pan hasta que venga de nuevo en
gloria".
Se alude claramente al encuentro
sacramental, al que la procesión sirve de preludio. Respondemos a la
invitación: "Vayamos en paz al encuentro del Señor"; y sabemos que
este encuentro tendrá lugar en la eucaristía, en la palabra y en el sacramento.
Entramos en contacto con Cristo a través de la liturgia; por ella tenemos
también acceso a su gracia. San Ambrosio escribe de este encuentro sacramental
en una página insuperable: "Te me has revelado cara a cara, oh Cristo. Te
encuentro en tus sacramentos".
Función de María. La fiesta de la
presentación es, como hemos dicho, una fiesta de Cristo antes que cualquier
otra cosa. Es un misterio de salvación. El nombre "presentación"
tiene un contenido muy rico. Habla de ofrecimiento, sacrificio. Recuerda la
autooblación inicial de Cristo, palabra encarnada, cuando entró en el mundo:
"Heme aquí que vengo a hacer tu voluntad". Apunta a la vida de
sacrificio y a la perfección final de esa autooblación en la colina del
Calvario.
Dicho esto; tenemos que pasar a
considerar el papel de María en estos acontecimientos salvíficos. Después de
todo, ella es la que presenta a Jesús en el templo; o, más correctamente, ella
y su esposo José, pues se menciona a ambos padres. Y preguntamos: ¿Se trataba
exclusivamente de cumplir el ritual prescrito, una formalidad practicada por
muchos otros matrimonios? ¿O encerraba una significación mucho más profunda que
todo esto? Los padres de la Iglesia y la tradición cristiana responden en
sentido afirmativo.
Para María, la presentación y ofrenda de
su hijo en el templo no era un simple gesto ritual. Indudablemente, ella no era
consciente de todas las implicaciones ni de la significación profética de este
acto. Ella no alcanza a ver todas las consecuencias de su fiat en la
anunciación. Pero fue un acto de ofrecimiento verdadero y consciente.
Significaba que ella ofrecía a su hijo para la obra de la redención con la que
él estaba comprometido desde un principio. Ella renunciaba a sus derechos
maternales y a toda pretensión sobre él; y lo ofrecía a la voluntad del Padre.
San Bernardo ha expresado muy bien esto: "Ofrece a tu hijo, santa Virgen,
y presenta al Señor el fruto bendito de tu vientre. Ofrece, para reconciliación
de todos nosotros, la santa Víctima que es agradable a Dios'.
Hay un nuevo simbolismo en el hecho de
que María pone a su hijo en los brazos de Simeón. Al actuar de esa manera, ella
no lo ofrece exclusivamente al Padre, sino también al mundo, representado por
aquel anciano. De esa manera, ella representa su papel de madre de la
humanidad, y se nos recuerda que el don de la vida viene a través de María.
Existe una conexión entre este
ofrecimiento y lo que sucederá en el Gólgota cuando se ejecuten todas las
implicaciones del acto inicial de obediencia de María: "Hágase en mi según
tu palabra". Por esa razón, el evangelio de esta fiesta cargada de alegría
no nos ahorra la nota profética punzante: "He aquí que este niño está
destinado para ser caída y resurgimiento de muchos en Israel; será signo de
contradicción, y una espada atravesará tu alma, para que sean descubiertos los
pensamientos de muchos corazones" (Lc 2,34-35).
El encuentro futuro. La fiesta de hoy no
se limita a permitirnos revivir un acontecimiento pasado, sino que nos proyecta
hacia el futuro. Prefigura nuestro encuentro final con Cristo en su segunda
venida. San Sofronio, patriarca de Jerusalén desde el año 634 hasta su muerte,
acaecida en el año 638, expresó esto con elocuencia: "Por eso vamos en
procesión con velas en nuestras manos y nos apresuramos llevando luces;
queremos demostrar que la luz ha brillado sobre nosotros y significar la gloria
que debe venirnos a través de él. Por eso corramos juntos al encuentro con
Dios".
La procesión representa la peregrinación
de la vida misma. El pueblo peregrino de Dios camina penosamente a través de
este mundo del tiempo, guiado por la luz de Cristo y sostenido por la esperanza
de encontrar finalmente al Señor de la gloria en su reino eterno. El sacerdote
dice en la bendición de las candelas: "Que quienes las llevamos para
ensalzar tu gloria caminemos en la senda de bondad y vengamos a la luz que
brilla por siempre".
La candela que sostenemos en nuestras
manos recuerda la vela de nuestro bautismo. Y la admonición del sacerdote dice:
"Ojalá guarden la llama de la fe viva en sus corazones. Que cuando el
Señor venga salgan a su encuentro con todos los santos en el reino
celestial". Este será el encuentro final, la presentación postrera, cuando
la luz de la fe se convierta en la luz de la gloria. Entonces será la
consumación de nuestro más profundo deseo, la gracia que pedimos en la
poscomunión de la misa:
Por estos sacramentos que hemos recibido,
llénanos de tu gracia, Señor, tú que has colmado plenamente la esperanza de
Simeón; y así como a él no le dejaste morir sin haber tenido en sus brazos a
Cristo, concédenos a nosotros, que caminamos al encuentro del Señor, merecer el
premio de la vida eterna.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor,
date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: DE UNA VIRGEN HERMOSA
De una Virgen hermosa
celos tiene el sol,
porque vio en sus brazos
otro Sol mayor.
Cuando del oriente
salió el sol dorado,
y otro Sol helado
miró tan ardiente,
quitó de la frente
la corona bella,
y a los pies de la Estrella
su lumbre adoró,
porque vio en sus brazos
otro Sol mayor.
«Hermosa María
-dice el sol, vencido-,
de vos ha nacido
el Sol que podía
dar al mundo el día
que ha deseado.»
Esto dijo, humillado,
a María el sol,
porque vio en sus brazos
otro Sol mayor.
Al Padre y al Hijo
gloria y bendición,
y al Espíritu Santo
por los siglos honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Espíritu Santo había revelado a
Simeón que no moriría sin haber visto antes al Ungido del Señor.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El
Espíritu Santo había revelado a Simeón que no moriría sin haber visto antes al
Ungido del Señor.
Ant 2. Ofrecieron
por él al Señor un par de tórtolas o de pichones.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO,
SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ofrecieron
por él al Señor un par de tórtolas o de pichones.
Ant 3. Mis
ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE
TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mis
ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.
LECTURA BREVE Hb 4, 15-16
No tenemos un sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, al
contrario, él mismo pasó por todas las pruebas a semejanza nuestra, fuera del
pecado. Acerquémonos, pues, con seguridad y confianza a este trono de la
gracia. Aquí alcanzaremos misericordia y hallaremos gracia para ser socorridos
en el momento oportuno.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela su salvación.
R. El
Señor revela su salvación.
V. Que
presentó ante todos los pueblos.
R. Su
salvación.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El
Señor revela su salvación.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hoy la Virgen María presentó al niño
Jesús en el templo, y Simeón, lleno del Espíritu Santo, lo tomó en sus brazos y
bendijo a Dios.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL
SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy
la Virgen María presentó al niño Jesús en el templo, y Simeón, lleno del
Espíritu Santo, lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios.
PRECES
Adoremos a Cristo, nuestro salvador
presentado en el templo, y supliquémosle, diciendo:
Que nuestros ojos vean tu salvación.
Cristo salvador, tú que eres la luz para alumbrar las naciones,
ilumina a los que aún te desconocen y haz que crean en ti, Dios verdadero.
Redentor nuestro y gloria de tu pueblo Israel,
haz que tu Iglesia sea la luz de las naciones.
Señor Jesucristo, deseado de todos los pueblos y contemplado por los ojos del
justo Simeón,
haz que todos los hombres puedan alcanzar tu salvación.
Señor, que dispusiste que, al ser tú presentado en el templo, el justo Simeón
anunciara a tu madre que una espada atravesaría su alma,
fortifica a quienes sufren tribulaciones a causa de tu servicio.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Cristo, felicidad de los santos, a quien Simeón pudo contemplar antes de la
muerte como tanto había deseado,
haz que los difuntos que desean contemplar tu rostro se sacien de tu visión.
Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue al mundo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, en este día
en que tu Hijo único fue presentado en el templo con un cuerpo como el nuestro,
te pedimos nos concedas a nosotros poder ser presentados ante ti, plenamente
renovados en nuestro espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de
los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LECTURAS DEL MIERCOLES 2 DE FEBRERO. PRESENTACION DEL SEÑOR
*Presentación del Señor*
Miércoles, 2 de febrero de 2022
Primera
lectura
Lectura del
libro de Malaquías (3,1-4):
Así dice el Señor: «Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino
ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis,
el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar –dice el Señor de
los ejércitos–. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en
pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se
sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a
los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces
agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados,
como en los años antiguos.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 23
R/. El Señor, Dios de
los ejércitos, es el Rey de la gloria.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R/.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R/.
Segunda
lectura
Lectura de
la carta a los Hebreos (2,14-18):
Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y
de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al
que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que
por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos. Notad que tiende
una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse
en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a
Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la
prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.
Palabra de Dios
*Lecturas del Presentación del Señor*
Miércoles, 2 de febrero de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (2,22-40)*
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres
de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo
escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor»,
y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o
dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre
justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo
moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la
muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al
templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto
por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor,
según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han
visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para
alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para
que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así
quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará
el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una
mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda
hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a
Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios
y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y,
cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a
Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se
llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Palabra del Señor
*(Luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel)*
*Las cosas que me ofrece un niño, “Paz
Y Salvación”. Las cosas que se ofrecen por este niño, un par de tórtola, que
para mí simboliza, La humildad. También a mí el Señor me pide que ofrezca, mi
pobreza, mi angustia, mi desesperanza. Yo sé que un día el Señor, me ayudara a
decir como Simeón, ahora Señor, que te he visto y te siento, permite que tu
siervo pueda descansar en paz; y así yo pueda quedar iluminado por Su Palabra,
y una vez que este iluminado por la palabra, luego yo pueda iluminar, a otros
que están buscando la luz y el camino que conduce a ti*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a
ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.