Musica Para el Alma

miércoles, 19 de junio de 2019

gotas de misericordia


LUCAS 9,11b-17. CICLO C LO QUE ME DICE EL EVANGELIO


Solemnidad del Corpus
Jueves, 20 de junio de 2019
Lo que me dice el Evangelio de Lucas 9,11b-17. Ciclo C (Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado)  *Siento mucha alegría porque en el lenguaje del Señor no existe la palabra (Despedir a la gente). EL Señor tiene todo lo que yo necesito para estar cerca de él. Soy yo quien decido irme del Señor o permanecer cerca del Señor. Señor que bien se está aquí. El Señor les muestra a los discípulos que él no necesita las cosas de este mundo para vivir. Pero si deja ver claramente que este mundo si necesita de el para poder vivir. La buena noticia para mi es que esta lectura que está llena de amor, y lo puedo ver que si el Señor es el centro de mi vida no tengo que ir a buscar cosas fuera de él porque en él está todo lo que yo necesito para vivir*.         

*El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO*

EVANGELIO


Solemnidad del Corpus Chrisis.
Jueves, 20 de junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,11b-17):

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»
Él les contestó: «Dadles vosotros de comer.»
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»
Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

Palabra del Señor

LAUDES JUEVES 19 CORPUS CHRISTI


Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén


Laudes

EL SANTÍSIMO CUERPO
Y SANGRE DE CRISTO.

Solemnidad
INVITATORIO
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Ant A Cristo, el Señor, el pan de vida, venid, adorémosle. 

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Se repite la antífona
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."
Se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."
Se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant A Cristo, el Señor, el pan de vida, venid, adorémosle

HIMNO
Sin dejar la derecha de su Padre,
y para consumar su obra divina,
el sumo Verbo, que ha venido al mundo,
llega al fin la tarde de su vida.
Antes de ser, por uno de los suyos,
dado a quienes la muerte le darían,
en el vital banquete de cenáculo
se dio a los suyos como vianda viva.
Se dio a los suyos bajo dos especies,
en su carne y su sangre sacratísimas,
a fin de alimentar en cuerpo y alma
a cuantos hombres en este mundo habitan.
Se dio, naciendo, como compañero;
comiendo, se entregó como comida;
muriendo, se empeñó como rescate;
reinando, como premio se nos brinda.
Hostia de salvación, que abres las puertas
celestes de la gloria prometida:
fortalece y socorre nuestras almas,
asediadas por fuerzas enemigas.
Gorificada eternamente sea
la perpetua Deidad, que es una y trina,
y que ella finalmente nos conceda,
en la patria sin fin, vida infinita. Amén.

SALMODIA
Ant. 1 Alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles
y les enviaste pan desde el cielo. Aleluya.
- Salmo 62 -
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansias de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a las sombras de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles
y les enviaste pan desde el cielo. Aleluya.

Ant. 2 Los sacerdotes consagrados ofrecen a Dios
incienso y panes. Aleluya.
Cántico.
Dn. 3,57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Angeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieve, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzadlo, por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Los sacerdotes consagrados ofrecen a Dios
incienso y panes. Aleluya.

Ant. 3 Al vencedor le daré del maná escondido y
un nombre nuevo. Aleluya.
-Salmo 149-
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes coa argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Al vencedor le daré del maná escondido y
un nombre nuevo. Aleluya.

LECTURA BREVE
Ml 1, 11
Desde el oriente hasta el poniente es grande mi
nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofre-
será incienso a mi nombre y una oblación pura: por-
que mi nombre es grande entre las naciones --dice
el Señor de los ejércitos--.

RESPONSORIO BREVE
V. Sacas pan de los campos. Aleluya, aleluya.
R. Sacas pan de los campos. Aleluya, aleluya.
V. Y el vino que alegra el corazón del hombre.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sacas pan de los campos. Aleluya, aleluya.


PRIMERA LECTURA
Del libro del Éxodo 
24, 1-11
En aquellos días, dijo Dios a Moisés:
«Sube hacia mí con Aarón, Nadab, Abihú y los se-
tenta ancianos de Israel, y prosternaos a distancia. Des-
pués se acercará Moisés solo, ellos no se acercarán; tam-
poco el pueblo subirá con ellos.»
Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que le había
dicho el Señor, todos sus mandatos, y el pueblo contestó
a una:
«Haremos todo lo que dice el Señor.»
Entonces Moisés puso por escrito todas las palabras
del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la
falda del monte, y doce estelas por las doce tribus de
Israel. Mandó luego a algunos jóvenes israelitas que ofre-
ciesen holocaustos e inmolasen vacas como sacrificio de
comunión para el Señor. Después tomó la mitad de la
sangre y la echó en recipientes, y con la otra roció el
altar. Tomó en seguida el documento del pacto y se lo
leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió:
«Haremos todo lo que manda el Señor y obedece-
remos.»
Moisés tomó el resto de la sangre y roció con ella al
pueblo, diciendo:
«Ésta es la sangre de la alianza que el Señor hace
con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras.»
Subieron Moisés, Aarón, Nadab, Abihú y los setenta
ancianos de Israel, y vieron al Dios de Israel. Bajo sus
pies había como un pavimento de zafiro, tan puro como
el mismo cielo cuando está sereno. Dios no extendió la
mano contra los notables de Israel, los cuales pudieron
contemplar a Dios y después comieron y bebieron.

Responsorio
R. Yo soy el pan de vida; vuestros padres comieron el
maná en el desierto y murieron; * éste es el pan que
baja del cielo para que quien lo coma no muera.
V. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; todo el que coma
de este pan vivirá eternamente.
R. Éste es el pan que baja del cielo para que quien lo
coma no muera.

SEGUNDA LECTURA
De las Obras de santo Tomás de Aquino, presbítero
El Hijo único de Dios, queriendo hacernos partícipes
de su divinidad, tomó nuestra naturaleza, a fin de que,
hecho hombre, divinizase a los hombres.
Además, entregó por nuestra salvación todo cuanto
tomó de nosotros. Porque, por nuestra reconciliación,
ofreció, sobre el altar de la cruz, su cuerpo como vícti-
ma a Dios, su Padre, y derramó su sangre como precio
de nuestra libertad y como baño sagrado que nos lava,
para que fuésemos liberados de una miserable esclavi-
tud y purificados de todos nuestros pecados.
Pero, a fin de que guardásemos por siempre jamás
en nosotros la memoria de tan gran beneficio, dejó a los
fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo,
para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que
fuese nuestra bebida.
¡Oh banquete precioso y admirable, banquete saluda-
ble y lleno de toda suavidad! ¿Qué puede haber, en efec-
to, de más precioso que este banquete en el cual no se
nos ofrece, para comer, la carne de becerros o de ma-
chos cabríos, como se hacía antiguamente, bajo la ley,
sino al mismo Cristo, verdadero Dios?
No hay ningún sacramento más saludable que éste,
pues por él se borran los pecados, se aumentan las vir-
tudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los
dones espirituales.
Se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difun-
tos, para que a todos aproveche, ya que ha sido estable-
cido para la salvación de todos.
Finalmente, nadie es capaz de expresar la suavidad
de este sacramento, en el cual gustamos la suavidad es-
piritual en su misma fuente y celebramos la memoria
del inmenso y sublime amor que Cristo mostró en su
pasión.
Por eso, para que la inmensidad de este amor se
imprimiese más profundamente en el corazón de los
fieles, en la última cena, cuando después de celebrar la
Pascua con sus discípulos iba a pasar de este mundo al
Padre, Cristo instituyó este sacramento como el memo-
rial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las
antiguas figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo
dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas
de su ausencia.

Responsorio
R. Reconoced en el pan al mismo que pendió en la cruz;
reconoced en el cáliz la sangre que brotó de su cos-
tado. Tomad, pues, y comed el cuerpo de Cristo;
tomad y bebed su sangre. * Sois ya miembros de
Cristo.
V. Comed el vínculo que os mantiene unidos, no sea
que os disgreguéis; bebed el precio de vuestra re-
dención, no sea que os depreciéis.
R. Sois ya miembros de Cristo.


Solemnidad del Corpus
Jueves, 20 de junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,11b-17):

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»
Él les contestó: «Dadles vosotros de comer.»
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»
Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

Palabra del Señor

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; todo el
que coma de este pan vivirá eternamente. Aleluya.
Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; todo el
que coma de este pan vivirá eternamente. Aleluya.

PRECES.
Oremos hermanos, al Señor Jesús, pan de vida, y
digamos llenos de gozo:

Dichosos los invitados a comer el pan de tu reino.

Cristo Jesús, sacerdote de la alianza nueva y eterna,
que sobre el altar de la cruz presentaste al Padre el sacrificio perfecto, enséñanos a ofrecerlo contigo en el sacrificio
eucarístico.

Cristo, Señor nuestro, rey supremo de justicia y de
paz, que consagraste el pan y el vino como símbolo
de tu propia oblación, enseñanos a ofrecernos contigo al Padre en el sacrificio eucarístico.

Cristo Jesús, verdadero adorador del Padre, cuyo sacrificio ofrece tu Iglesia desde la salida del sol hasta el ocaso, reúne en tu cuerpo a los que alimentas de un mismo pan.

Cristo, Señor nuestro, maná bajado del cielo, que alimentas a tu Iglesia con tu cuerpo y con tu sangre, fortalécenos con este alimento en nuestro camino hacia el Padre.

Cristo Jesús, huésped invisible de nuestro banquete, que estás junto a la puerta y llamas, entra en nuestra casa y cena con nosotros.

Se pueden añadir algunas intenciones libres 


Pidamos al Padre, como Cristo nos enseñó, nuestro
pan de cada día:

Padre nuestro .............

ORACIÓN.
Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento
admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, con-
cédenos venerar de tal modo los sagrados misterios
de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos
constantemente en nosotros el fruto de tu redención.
Tú que vives y reinas.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.
San Juan de Matera
20 de Junio 
El fundador de la congregación benedictina en Pulsano, nació en Matera, una ciudad de la región de Basilicata, que formaba parte del reino de Nápoles. Cuando era todavía un niño, Juan soñaba con vivir como un ermitaño y, tan pronto como llegó a la mayoría de edad, decidió realizar su sueño: abandonó la casa paterna y viajó hasta una isla, frente a Taranto, donde había un monasterio al que ingresó en calidad de pastor de los rebaños de los monjes. Su carácter adusto, su retraimiento que le impedía unirse a los hermanos en cualquiera de sus diversiones o paseos, le valieron la antipatía y aun la hostilidad de los demás, hasta el grado de verse obligado a abandonar el monasterio y la isla para refugiarse en Calabria y luego en Sicilia. Poco tiempo después, en procura de realizar lo que él consideraba como un llamado divino, regresó a Italia y se quedó en Ginosa durante dos años y medio sin pronunciar una sola palabra y sin revelar su presencia a sus padres que, como consecuencia de las guerras, se habían refugiado en las vecindades de Ginosa. Por aquel entonces tuvo una visión de san Pedro, quien le pidió que reconstruyese una iglesia arruinada que llevaba su nombre y se encontraba a unos tres kilómetros de la ciudad. Gracias a la tenacidad de sus esfuerzos y a la ayuda de algunos compañeros, pudo llevar a cabo con éxito la tarea. Pero entonces se le acusó de haber descubierto un tesoro oculto en la vieja iglesia y de haberse apropiado de él. Los acusadores lo llevaron ante el gobernador de la provincia, quien no quiso creer en su inocencia y le mandó a la cárcel.

A poco de estar en la prisión, escapó en una forma que nadie podía explicarse, por lo que se dijo que había sido liberado por un ángel. Llegó hasta Cápua y tuvo que seguir su camino, porque los pobladores no le permitieron quedarse. En la soledad de la noche, oyó de nuevo la voz interior que le instaba a regresar a su comarca natal y así lo hizo. De nuevo en la Basilicata, consiguió ingresar en la comunidad religiosa de San Guillermo de Vercelli, en Monte Laceno. Ahí permaneció Juan hasta que un incendio destruyó las viviendas de los monjes; la mayoría se trasladó a la abadía de Monte Cagno, pero Juan se fue a Bari, donde comenzó a predicar con maravillosos resultados. Su éxito fue tan grande, que suscitó la envidia y, de nuevo, sus enemigos trataron de combatirlo con acusaciones falsas: aquella vez se le acusó de hereje. Sin embargo, se defendió brillantemente en los tribunales y, a fin de cuentas, salió libre de culpa y cargo entre las aclamaciones triunfales del pueblo. Después regresó a Ginosa, donde sus antiguos discípulos le dispensaron una calurosa bienvenida y, en la iglesia reconstruida de San Pedro, predicó una misión que rindió abundantes frutos. Sus constantes viajes estaban a punto de terminar: siempre dirigido por la misteriosa voz interior, se encaminó al Monte Gargano y, en Pulsano, a poco más de diez kilómetros del sitio bendecido por la aparición de san Miguel Arcángel, se dedicó a construir un monasterio. Desde todas partes acudieron los discípulos a ayudarle y, una vez terminado el edificio, albergó a sesenta monjes que tuvieron por superior a Juan hasta su muerte. Venerado por todos en razón de su ciencia, sus milagros, sus profecías y sus virtudes, pasó a mejor vida el 20 de junio de 1139. Posteriormente, otras casas de religión se afiliaron a la suya y, en una época, la congregación de Monte Pulsano formó parte de la gran familia Benedictina; pero desde hace mucho tiempo desapareció.

LECTURAS DE LA SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTIS


Lecturas del ciclo C. Tiempo Ordinario   
La Romana R. D.
Solemnidad del Corpus Chrisis.
Jueves, 20 de junio de 2019
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (14,18-20):

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abran, diciendo: «Bendito sea Abrahán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.» Y Abran le dio un décimo de cada cosa.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 109,1.2.3.4

R/.
 Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.» R/. 

R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla
a tus enemigos. R/.

R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.» R/. 

R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» R.

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26):

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios

Solemnidad del Corpus Chrisis.
Jueves, 20 de junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,11b-17):

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»
Él les contestó: «Dadles vosotros de comer.»
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»
Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

Palabra del Señor