Musica Para el Alma
lunes, 6 de enero de 2025
MATEO 4,12-17.23-25 CICLO C
Lecturas del Martes después de
la Epifanía.
07 Ene 2025
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (4,12-17.23-25)*
En
aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a
Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el
territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta
Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del
Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una
luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les
brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el
reino de los cielos.»
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio
del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Su fama se extendió
por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de
enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba.
Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania.
Palabra
del Señor
*Que la
Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*
*A
los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló*
*Esta lectura es para mí, una manifestación de amor
al más alto nivel para que estoy necesitado, cargado de problema. En esta
lectura parece como que el Señor se retira; pero este retirarse del Señor no es
más que una avanzada importante hacia mí, hacia mi historia. Él que es la luz,
tiene la misión de llevar esa luz a cada rincón dentro de mi vida, el Señor
sabe que estoy rodeado de tinieblas y que no me permiten ver. Que fácil me
salen las mentiras, y son una excusa para no decir la verdad. Hay personas que
siento que me molesta, pero me cuesta decirle la verdad, son muchas las
oscuridades que hay en mí, que no me doy cuenta hasta que me visita la palabra
del Señor, cargada de su luz. Por eso me llena de mucha alegría está
palabra, "A los que habitaban en tierra y
sombras de muerte, una luz les brilló" es él Señor, que sale con la luz de Su Palabra, a
manifestarse en las tinieblas de mi vida*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL MARTES 7
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*Laudes - 7 DE
ENERO 2025*
El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de
las horas para el día, martes, 7 de enero de 2025. Otras celebraciones del
día: SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT, PRESBÍTERO .
Invitatorio
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: A Cristo,
que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Envíame,
Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42
Deseo del templo
Yo
he venido al mundo como luz. (Jn 12,46)
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Antífona 2: Protégenos,
Señor, todos los días de nuestra vida.
Is 38,10-14.16b-20
Angustias de un moribundo y alegría de la curación
Yo
soy el que vive; estaba muerto, y tengo las llaves de la muerte. (Ap 1,18)
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor, devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Antífona 3: Oh Dios,
tú mereces un himno en Sión.
Salmo 64
Solemne acción de gracias
Cuando
se habla de Sión debe entenderse de la ciudad eterna. (Orígenes)
Oh Dios, tú mereces un himno en Sión,
+ y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
Lectura Breve
Is 9, 6
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros
el señorío y será
llamado: “consejero admirable”, “Dios poderoso”, “Padre sempiterno” y “Príncipe
de la
paz”.
Responsorio Breve
V. Se postrarán ante él todos los
reyes.
R. Se postrarán ante él todos los reyes.
V. Todos los pueblos le servirán.
R. Y todos los reyes.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Se postrarán ante él todos los reyes.
R. Los cielos pregonan la justicia
de Dios.
V. Y todos los pueblos contemplan su gloria.
Lecturas
Primera
Lectura
Del libro del profeta Isaías 61, 1-11
EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE SU SIERVO
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha
enviado para
dar la buena noticia a los pobres, para vendar los corazones desgarrados, para
proclamar
la amnistía a los cautivos, la libertad a los prisioneros, para proclamar el
año de gracia del
Señor, el día del desquite de nuestro Dios, para consolar a los afligidos de
Sión, para
cambiar su ceniza en corona, su traje de luto en perfume de fiesta, su
abatimiento en
cánticos.
Estos serán llamados «Robles de justicia», «Plantación del Señor» para
manifestar su
gloria. Reconstruirán las viejas ruinas, levantarán los edificios caídos,
renovarán las
ciudades desoladas, los escombros de pasadas generaciones. Vendrán extranjeros
a
pastorear vuestros rebaños, y serán forasteros vuestros labradores y viñadores.
Vosotros
seréis llamados «Sacerdotes del Señor», «Ministros de nuestro Dios» se os
llamará.
Comeréis la opulencia de las naciones y tomaréis posesión de sus riquezas.
Por haber sido duplicada su vergüenza y por haber sido su herencia la afrenta y
los
salivazos, por eso en su propia tierra obtendrán una porción doble y
disfrutarán de una
eterna alegría.
Pues yo, el Señor, amo la justicia y detesto la rapiña y el crimen. Yo les daré
su
recompensa con toda fidelidad y haré con ellos una alianza eterna. Su raza será
célebre
entre las naciones y sus vástagos entre los pueblos. Cuantos los vean
reconocerán que
son raza bendita del Señor. Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi
Dios:
porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a
un novio que se pone la corona, o a una novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el
Señor
hará brotar la justicia y los himnos, ante todos los pueblos.
Responsorio
Is 61, 1; Jn 8, 42
R. El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque el Señor me ha ungido; me ha enviado para
dar la buena noticia a los pobres, * para vendar los corazones
desgarrados, para
proclamar la amnistía a los cautivos, la libertad a los prisioneros.
V. Yo procedo y vengo del Padre; no he venido por cuenta propia, sino
que he sido
enviado por él.
R. Para vendar los corazones
desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, la
libertad a los prisioneros.
Segunda
Lectura
De los sermones de san Pedro Crisólogo, obispo
(Sermón 160: PL 52, 620-622)
EL QUE POR NOSOTROS QUISO NACER NO QUISO SER IGNORADO POR NOSOTROS
Aunque en el mismo misterio del nacimiento del Señor se dieron insignes
testimonios
de su divinidad, sin embargo la solemnidad que celebramos manifiesta y revela
de
diversas formas que Dios ha asumido un cuerpo humano, para nuestra
inteligencia,
ofuscada por tantas oscuridades, no pierda por su ignorancia lo que por gracia
ha
merecido recibir y poseer.
Pues el que por nosotros quiso nacer no quiso ser ignorado por nosotros; y por
esto se
manifestó de tal forma que el gran misterio de su bondad no fuera ocasión de un
gran
error.
Hoy el mago encuentra llorando en la cuna a aquel que, resplandeciente, buscaba
en
las estrellas. Hoy el mago contempla claramente entre pañales a aquel que,
encubierto,
buscaba pacientemente en los astros.
Hoy el mago discierne con profundo asombro lo que allí contempla: el cielo en
la tierra,
la tierra en el cielo, el hombre en Dios, y Dios en el hombre; y a aquel que no
puede ser
encerrado en todo el universo incluido en un cuerpo de niño. Y, viendo, cree y
no duda; y
lo proclama con sus dones místicos: el incienso para Dios, el oro para el Rey,
y la mirra
para el que morirá.
Hoy el gentil, que era el último, ha pasado a ser el primero, pues entonces la
fe de los
magos consagró la creencia de las naciones.
Hoy Cristo ha entrado en el cauce del Jordán para lavar el pecado del mundo. El
mismo
Juan atestigua que Cristo ha venido para esto: Éste es el Cordero de Dios, que
quita el
pecado del mundo. Hoy el siervo recibe al Señor, el hombre a Dios, Juan a
Cristo; el que
no puede dar el perdón recibe a quien se lo concederá.
Hoy, como afirma el profeta, la voz del Señor sobre las aguas. ¿Qué voz? Éste
es mi
Hijo, el amado, mi predilecto.
Hoy el Espíritu Santo se cierne sobre las aguas en forma de paloma, para que,
así como
la paloma de Noé anunció el fin del diluvio, de la misma forma ésta fuera signo
de que ha
terminado el perpetuo naufragio del mundo. Pero a diferencia de aquélla, que
sólo llevaba
un ramo de olivo caduco, ésta derramará la enjundia completa del nuevo crisma
en la
cabeza del Autor de la nueva progenie, para que se cumpliera aquello que
predijo el
profeta: Por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre
todos tus
compañeros.
Hoy Cristo, al convertir el agua en vino, comienza los signos celestes. Pero el
agua
había de convertirse en el misterio de la sangre, para que Cristo ofreciese a
los que tienen
sed la pura bebida del vaso de su cuerpo, y se cumpliese lo que dice el
profeta: Y mi copa
rebosa.
Responsorio
R. Tres fueron los dones preciosos
que los magos ofrecieron al Señor en aquel día, y que
encerraban en sí tres divinos misterios: * el oro, que lo reconocía como rey
poderoso; el
incienso, que lo proclamaba como sumo sacerdote; y la mirra, que profetizaba su
muerte
y sepultura.
V. Los magos adoraron en la cuna al autor de nuestra salvación y, de
sus tesoros, le
ofrecieron presentes, llenos de un místico simbolismo.
R. El oro, que lo reconocía como rey poderoso; el incienso, que lo
proclamaba como sumo
sacerdote; y la mirra, que profetizaba su muerte y sepultura.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (4,12-17.23-25):
En aquel
tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de
Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País
de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea
de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los
que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el
reino de los cielos.»
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio
del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Su fama se extendió
por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de
enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba.
Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y
Trasjordania.
Palabra
del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Desde oriente
vinieron unos magos a Belén para adorar al Señor, y, abriendo sus
cofres, le ofrecieron regalos: oro, como a rey soberano; incienso, como a Dios
verdadero;
y mirra, como a hombre mortal. Aleluya.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Aclamemos a Cristo, salvador enviado por Dios, a quien han contemplado
los confines de la tierra, y digámosle:
Gloria a ti, Señor Jesús.
Redentor de todos los pueblos, que al venir al mundo destruiste el muro
que separaba a Israel de las naciones paganas, — haz que desaparezcan del mundo
todas las discriminaciones que atentan contra la dignidad humana.
Tú que por tu encarnación y tu nacimiento quisiste habitar entre
nosotros, — enséñanos a descubrir tu presencia en la Iglesia y en todos los
hombres.
Tú que nos has dado el pleno conocimiento de Dios, nuestro Padre, —
ayúdanos a vivir plenamente de tu palabra por nuestra fe y por nuestras obras.
Tú que eres el «Dios—con—nosotros» que has renovado maravillosamente la
creación entera, — haz que en nosotros todo se renueve también: el corazón, las
palabras y las obras.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
A pesar de que en el mundo existe el odio y la división, oremos a aquel
que nos ha hermanado en Jesucristo, diciendo: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Padre Dios, la eternidad resplandece con la gloria del Verbo que la
Virgen María recibió en
la fragilidad de nuestra carne; te pedimos que Jesús, hecho uno de los nuestros
para dar a
conocer la luz de la verdad, manifieste la plenitud de su poder a favor de la
redención del mundo. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde
de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - 7 DE ENERO 2025
El siguiente es el formulario que
corresponde a vísperas de la liturgia de las horas para el día, martes, 7 de
enero de 2025. Otras celebraciones del día: SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT, PRESBÍTERO .
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
·
Himno 1
Confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.
El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.
Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.
Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.
La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclaman
valiente Juan.
Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de Eucaristía
Caná bebió.
A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.
Salmodia
Antífona 1: No podéis servir a Dios y al dinero.
Salmo 48,2-13
Vanidad de las riquezas
Difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. (Mt 19,23)
Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Antífona 2: «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
Salmo 48,14-21
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Antífona 3: Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Ap 4,11;5,9.10.12
Himno de los redimidos
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.
Lectura
Breve
Cf. 2 Pe 1, 3-4
Cristo, con su divino poder, nos ha
concedido todo lo referente a la vida eterna y a la
verdadera religión, mediante el perfecto conocimiento del que nos convocó por
su propia
gloria y virtud. Por ellas nos ha hecho merced de las preciosas y magníficas
promesas,
para que así seáis partícipes de la naturaleza divina, escapando de la
corrupción existente
en el mundo por causa de la concupiscencia.
Responsorio
Breve
V. Será la bendición de todos los pueblos.
R. Será la bendición de todos los pueblos.
V. Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R. Todos los pueblos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Será la bendición de todos los pueblos.
Canto
Evangélico
Antifona: Al divisar la estrella los magos sintieron grandísimo gozo;
entraron en la casa y
ofrecieron al Señor oro, incienso y mirra.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Bendito sea el Señor Jesucristo, que ha
visitado a los que vivían en tinieblas y en sombra
de muerte a fin de iluminarlos; supliquémosle, diciendo:
Oh Cristo, sol que naces de lo alto, ilumínanos con tu luz.
Señor Jesucristo, que al venir al mundo diste nacimiento a la Iglesia, tu
cuerpo,
— haz que esta Iglesia crezca y se construya en la caridad.
Tú que con tu poder gobiernas el cielo y la tierra,
— haz que los pueblos y sus gobernantes reconozcan y confiesen tu soberanía
divina.
Tú que, al hacerte hombre, has sido constituido sacerdote eterno,
— haz que todos los sacerdotes sean ministros idóneos de tu redención.
Tú que en el seno de María Virgen desposaste místicamente la humanidad con la
divinidad,
— bendice a las vírgenes que se han consagrado a ti para tenerte como su único
y
celestial esposo.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones
libres.
Tú que al unirte a nuestra naturaleza mortal destruiste la muerte introducida
por el
pecado,
— transforma en vida eterna la muerte de nuestros difuntos.
Como Jesucristo, también nosotros somos hijos de Dios; por eso con él nos
atrevemos a
decir: Padre nuestro.
Padre
Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Padre Dios, la eternidad resplandece
con la gloria del Verbo que la Virgen María recibió en
la fragilidad de nuestra carne; te pedimos que Jesús, hecho uno de los nuestros
para dar a
conocer la luz de la verdad, manifieste la plenitud de su poder a favor de la
redención delmundo. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.