Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO DE ADVIENTO
DOMINGO
DE LA SEMANA II
Del propio del Tiempo. Salterio II
Domingo 8 de diciembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Himno: UNA CLARA VOZ RESUENA.
Una clara voz resuena
que las tinieblas repudia,
el sueño pesado ahuyéntase,
Cristo en el cielo fulgura.
Despierte el alma adormida
y sus torpezas sacuda,
que para borrar los males
un astro nuevo relumbra.
De arriba llega el Cordero
que ha de lavar nuestras culpas;
con lágrimas imploremos
el perdón que nos depura,
porque en su nueva venida
que aterroriza y conturba,
no tenga que castigarnos,
más con piedad nos acuda.
Al Padre eterno la gloria,
loor al Hijo en la altura,
y al Espíritu Paráclito
por siempre alabanza suma. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ella
murallas y baluartes; abrid las puertas que con nosotros está Dios. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ella
murallas y baluartes; abrid las puertas que con nosotros está Dios. Aleluya.
Ant 2. Sedientos todos, acudid por agua; buscad al Señor mientras se le
encuentra. Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sedientos todos, acudid por agua; buscad al Señor mientras se le
encuentra. Aleluya.
Ant 3. Mirad: el Señor vendrá con poder para iluminar los ojos de sus
siervos. Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mirad: el Señor vendrá con poder para iluminar los ojos de sus
siervos. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 13, 11b-12
Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando
abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues,
de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que has de venir al mundo.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
PRIMERA
LECTURA
Del libro del profeta Isaías 22, 8b-23
CONTRA LA SOBERBIA DE JERUSALÉN Y DE SOBNA, MAYORDOMO DE PALACIO
Aquel día, inspeccionasteis el arsenal en la Casa del bosque, y descubristeis
cuántas brechas tenía la ciudad de David; recogisteis el agua del aljibe de
abajo, hicisteis recuento de las casas de Jerusalén y demolisteis algunas de
ellas para reforzar la muralla; entre los dos muros hicisteis un depósito para
el agua del aljibe viejo. Pero no volvisteis los ojos al Autor de todo esto, ni
mirasteis al que desde antiguo lo formó.
El Señor de los ejércitos os invitaba aquel día al llanto y al luto, a raparos
y a ceñiros de saco; mas lo que hubo fue alegría y fiesta, matanza de vacas y
degüello de corderos, comer carne y beber vino, según aquello de «a comer y a
beber, que mañana moriremos». Entonces el Señor de los ejércitos me reveló esto
al oído:
«Juro que no se expiará este pecado hasta que muráis -lo ha dicho el Señor de
los ejércitos-.»
Así dice el Señor de los ejércitos:
«Anda, ve a ese mayordomo de palacio, a Sobna, que se labra en lo alto un sepulcro
y excava en la piedra una morada: "¿Qué es tuyo aquí, o a quién tienes
aquí para que te labres aquí un sepulcro? Mira: el Señor te aferrará con fuerza
y te arrojará con violencia, te hará dar vueltas y vueltas como un arco sobre
la llanura dilatada. Allí morirás, allí pasarán tus carrozas de gala, oh tú,
vergüenza de la casa de tu Señor.
Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi
siervo, a Eliacín, hijo de Helcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda,
le daré tus poderes: será él un padre para los habitantes de Jerusalén, para el
pueblo de Judá. Pondré en su hombro la llave del palacio de David: lo que él
abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un
clavo en sitio firme, y dará un trono glorioso a la casa de su padre."»
RESPONSORIO Ap 3, 7. 8
R. Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de
David: * «He abierto ante ti una puerta que nadie puede cerrar.»
V. Has guardado mi palabra y no has renegado de mi nombre.
R. He abierto ante ti una puerta que nadie puede cerrar.
SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de Eusebio de Cesarea, obispo, sobre el profeta
Isaías
(Cap. 40: PG 24, 366-367)
UNA VOZ CLAMA EN EL DESIERTO
Una voz clama en el desierto: «Preparad el camino del Señor, enderezad las
sendas para nuestro Dios.» El profeta afirma claramente que no es en Jerusalén,
sino en el desierto, donde se cumplirá esta profecía, es decir, la
manifestación de la gloria del Señor y el anuncio de la salvación de Dios a
todos los hombres.
Estas cosas se cumplieron en la historia y a la letra cuando Juan Bautista
predicó la venida salvadora de Dios en el desierto del Jordán, donde se reveló
la salvación de Dios. Porque Cristo se manifestó y su gloria se hizo patente a
todos cuando, en su bautismo, se abrieron los cielos y el Espíritu Santo,
descendiendo en forma de paloma, permaneció sobre él y se oyó la voz del Padre
que daba testimonio de su Hijo: Éste es mi Hijo muy amado, escuchadlo.
Estas cosas se dijeron porque Dios iba a venir a un desierto que había estado
siempre cerrado e inaccesible: todas las naciones estaban privadas del
conocimiento de Dios, y los justos y los profetas evitaban el trato con ellas.
Por eso aquella voz manda preparar un camino a la Palabra de Dios y enderezar
las sendas, para que cuando llegue nuestro Dios pueda avanzar sin obstáculos.
Preparad el camino del Señor: este camino es la proclamación de la Buena
Noticia que trae a todos un nuevo consuelo, que desea ardientemente hacer
llegar a todos los hombres el conocimiento de la salvación de Dios.
Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de
Jerusalén. Estas palabras que acabamos de citar están cuidadosamente ordenadas
y hacen una oportuna mención de los evangelistas: después de haber hablado de
la voz que clama en el desierto, anuncian la llegada de Dios a los hombres. A
la profecía sobre Juan Bautista sigue muy lógicamente la mención de los
evangelistas.
¿Cuál es esta Sión sino la que antes fue llamada Jerusalén? Pues también aquélla
era un monte, como dice la Escritura: El monte Sión donde pusiste tu morada, y
el Apóstol: Os habéis acercado al monte de Sión. ¿No aludirá acaso al coro de
los apóstoles, elegidos de entre aquel primer pueblo de la circuncisión?
Es esta Sión y Jerusalén la que ha recibido la salvación de Dios y que ha sido
edificada sobre el monte de Dios, es decir, sobre el Verbo unigénito. Y es a
ésta a quien Dios manda subir al monte alto y anunciar la palabra de la
salvación. ¿Quién es el que lleva la Buena Noticia sino el coro de los que
proclaman el Evangelio? ¿Qué significa llevar la Buena Noticia? Predicar a
todos los hombres, y en primer lugar a las ciudades de Judá, la venida de
Cristo a la tierra.
RESPONSORIO Cf. Mt 11, 11. 9
R. Ha venido el Precursor del Señor, acerca del cual el mismo Señor
da este testimonio: * «Entre los nacidos de mujer no ha surgido nadie mayor que
Juan Bautista.»
V. Es éste un profeta, y más que un profeta, es aquel de quien dice
el Salvador:
R. Entre los nacidos de mujer no ha surgido nadie mayor que Juan
Bautista.
8 de diciembre de 2019
1 Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el
desierto de Judea:
2 «Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos.»
3 Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice:
Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus
sendas.
4 Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un
cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre.
5 Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región
del Jordán,
6 y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus
pecados.
7 Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo,
les dijo: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente?
8 Dad, pues, fruto digno de conversión,
9 y no creáis que basta con decir en vuestro interior:
"Tenemos por padre a Abraham"; porque os digo que puede Dios de estas
piedras dar hijos a Abraham.
10 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo
árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
11 Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene
detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El
os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
12 En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá
su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Mira, yo envío a mi Mensajero para que prepare mi camino delante
de ti.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mira, yo envío a mi Mensajero para que prepare mi camino delante
de ti.
PRECES
Roguemos, hermanos, al Señor Jesús, juez de vivos y muertos, y
digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesucristo, tú que viniste a salvar a los pecadores,
líbranos de caer en la tentación.
Tú que vendrás con gloria para juzgar a tu pueblo,
muestra en nosotros tu poder salvador.
Ayúdanos a cumplir con fortaleza de espíritu los preceptos de tu ley,
para que podamos esperar tu venida sin temor.
Tú que eres bendito por los siglos,
concédenos, por tu misericordia, que llevando ya desde ahora una vida sobria y
religiosa esperemos con gozo tu gloriosa aparición.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque Jesucristo mismo nos lo enseñó, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Dios misericordioso, que en nuestra alegre marcha
hacia el encuentro de tu Hijo no tropecemos en impedimentos terrenos, sino que,
guiados por la sabiduría celestial, merezcamos participar de la gloria de aquel
que vive y reina contigo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.