Abre, Señor, mi boca para bendecir
tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y
ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna,
atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la
presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Laudes - SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA 2020
Nació el año 370. Practicó la vida monacal. Una vez
ordenado presbítero, acompañó a su tío, obispo de Alejandría, y el año 412 le
sucedió en el cargo. Combatió con energía las enseñanzas de Nestorio y fue la
figura principal del Concilio de Éfeso. Escribió mucho y sabiamente con el fin
de explicar y defender la fe católica. Murió el año 444.
El siguiente es el formulario que corresponde a
laudes de la liturgia de las horas para SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, OBISPO Y
DOCTOR DE LA IGLESIA el sábado, 27 de junio de 2020.
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día,
mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al
Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo
Himno
Es domingo; una luz
nueva
resucita la mañana
con su mirada inocente,
llena de gozo y de gracia.
Es domingo; la alegría
del mensaje de la Pascua
es la noticia que llega
siempre y que nunca se gasta.
Es domingo; la pureza
no sólo la tierra baña,
que ha penetrado
en la vida por las ventanas del alma.
Es domingo; la presencia
de Cristo llena la casa:
la Iglesia, misterio y fiesta,
por él y en él convocada.
Es domingo; «éste es el día
que hizo el Señor», es la Pascua,
día de la creación
nueva y siempre renovada.
Es domingo; de su hoguera
brilla toda la semana
y vence oscuras tinieblas
en jornadas de esperanza.
Es domingo; un canto nuevo
toda la tierra le canta
al Padre, al Hijo, al Espíritu,
único Dios que nos salva. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar
una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de
Dios
Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de
las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar
una ciudad puesta en lo alto de un monte
Antífona 2: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean
vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe
al Señor
Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 2: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean
vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre
Antífona 3: La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que
espada de doble filo.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se
alegran por su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que
espada de doble filo
Lectura Breve
Hb 13, 7-9a
Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron
la palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e ¡mitad su fe.
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre. No os dejéis arrastrar por
doctrinas complicadas y extrañas.
Responsorio Breve
V. Sobre
tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado
centinelas.
V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el
nombre del Señor.
R. He colocado centinelas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado
centinelas.
Versículo
V. Oirás de mi boca una palabra.
R. Y les advertirás de mi parte.
Lecturas
Primera Lectura
De la primera carta del
apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2, 1-13. 19-20
RECORDAD NUESTROS
ESFUERZOS Y FATIGAS
Sabéis muy bien,
hermanos, que vuestra visita no fue inútil.
A pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis,
tuvimos valor –apoyados en nuestro Dios– para predicaros el Evangelio de Dios
en medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de
motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha
confiado el Evangelio, y así lo predicamos no para contentar a los hombres,
sino a Dios, que prueba nuestras intenciones.
Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia
disimulada.
Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los
demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado
autoritariamente; por el contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre
cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo
el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais
ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos,
nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a
nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.
Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo leal, recto e irreprochable que
fue nuestro proceder con vosotros, los creyentes; sabéis perfectamente que
tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre, con sus hijos,
animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha
llamado a su reino y gloria. Esa es la razón por la que no cesamos de dar
gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la
acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de
Dios, que permanece operante en nosotros, los creyentes.
Al fin y al cabo, ¿quién sino vosotros será nuestra esperanza, nuestra alegría
y nuestra honrosa corona ante nuestro Señor Jesús cuando venga? Sí, nuestra
gloria y alegría sois vosotros.
Cf. Hch 20, 28; 1 Co 4, 2
R. Tened cuidado del rebaño que el Espíritu
Santo os ha encargado guardar, * como pastores
de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo.
V. En un administrador lo que se busca es que sea
fiel.
R. Como pastores de la Iglesia de Dios, que él
adquirió con la sangre de su Hijo.
Segunda Lectura
De las cartas de san
Cirilo de Alejandría, obispo
(Carta 1: PG 77,14-18. 27-30)
DEFENSOR DE LA
MATERNIDAD DIVINA DE LA VIRGEN MARÍA
Me extraña, en gran
manera, que haya alguien que tenga duda alguna de si la Santísima Virgen ha de
ser llamada Madre de Dios. En efecto, si nuestro Señor Jesucristo es Dios, ¿por
qué razón la Santísima Virgen, que lo dio a luz, no ha de ser llamada Madre de Dios? Esta es la fe que nos trasmitieron los discípulos del Señor, aunque no
emplearan esta misma expresión. Así nos lo han enseñado también los santos
Padres. Y, así, nuestro padre Atanasio, de ilustre memoria, en el libro que
escribió sobre la santa y consubstancial Trinidad, en la disertación tercera, a cada paso da a la
Santísima Virgen el título de Madre de Dios.
Siento la necesidad de citar aquí sus mismas palabras, que dicen así: "La
finalidad y característica de la sagrada Escritura, como tantas veces hemos
advertido, consiste en afirmar de Cristo, nuestro salvador, estas dos cosas:
que es Dios y que nunca ha dejado de serlo, él, que es el Verbo del Padre, su
resplandor y su sabiduría; como también que él mismo, en estos últimos tiempos,
se hizo hombre por nosotros, tomando un cuerpo de la Virgen María, Madre de
Dios."
Y, un poco más adelante, dice también: "Han existido muchas personas
santas e inmunes de todo pecado: Jeremías fue santificado en el vientre
materno; y Juan Bautista, antes de nacer, al oír la voz de María, Madre de Dios, saltó lleno de
gozo." Y estas palabras provienen de un hombre absolutamente digno de fe,
del que podemos fiarnos con toda seguridad, ya que nunca dijo nada que no
estuviera en consonancia con la sagrada Escritura.
Además, la Escritura inspirada por Dios afirma que el Verbo de Dios se hizo
carne, esto es, que se unió a un cuerpo que poseía un alma racional. Por
consiguiente, el Verbo de Dios asumió la descendencia de Abrahán y,
fabricándose un cuerpo tomado de mujer, se hizo partícipe de la carne y de la
sangre, de manera que ya no es sólo Dios, sino que, por su unión con nuestra
naturaleza, ha de ser considerado también hombre como nosotros.
Ciertamente el Emmanuel consta de estas dos cosas, la divinidad y la humanidad.
Sin embargo, es un solo Señor Jesucristo, un solo verdadero Hijo por
naturaleza, aunque es Dios y hombre a la vez; no un hombre divinizado, igual a
aquellos que por la gracia se hacen partícipes de la naturaleza divina, sino Dios verdadero, que, por nuestra
salvación, se hizo visible en forma humana, como atestigua también Pablo con
estas palabras: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de
una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser
hijos por adopción.
Responsorio Breve
R. Éste sí que realizó ante Dios obras realmente
maravillosas e inundó toda la tierra con su
doctrina. * Que él interceda por nosotros ante el Señor,
nuestro Dios.
V. Éste es el ministro del Señor, que meditó día y
noche en sus preceptos.
R. Que él interceda por nosotros ante el Señor,
nuestro Dios.
Sábado, 27 de junio de 2020
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (8,5-17):
5 Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó
un centurión y le rogó
6 diciendo: «Señor, mi criado yace en casa
paralítico con terribles sufrimientos.»
7 Dícele Jesús: «Yo iré a curarle.»
8 Replicó el centurión: «Señor, no soy digno
de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará
sano.
9 Porque también yo, que soy un subalterno,
tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro:
"Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.»
10 Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a
los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe
tan grande.
11 Y os digo que vendrán muchos de oriente y
occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los
Cielos,
12 mientras que los hijos del Reino serán
echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de
dientes.»
13 Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te
suceda como has creído.» Y en aquella hora sanó el criado.
14 Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la
suegra de éste en cama, con fiebre.
15 Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se
levantó y se puso a servirle.
16 Al atardecer, le trajeron muchos
endemoniados; él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los
enfermos,
17 para que se cumpliera el oráculo del
profeta Isaías: = El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades.
=
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: No seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre
hablará por vosotros.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó
la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores has revelado tu misericordia y
tu amor,
— haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único
pastor de
tu pueblo,
— no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los
cuerpos y
de las almas,
— haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas
de una
vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el
amor de los
santos,
— haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Aquí se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Señor, tú que colocaste a San Cirilo de Alejandría
en el número de los santos pastores y lo hiciste brillar por el ardor de la
caridad y de aquella fe que vence al mundo, haz que también nosotros, por su
intercesión, perseveremos firmes en la fe y arraigados en el amor merezcamos
así participar de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.