Musica Para el Alma

lunes, 6 de julio de 2020

ORACIONES AL FINAL DEL DIA LAS VISPERAS MARTES 7


Vísperas - MARTES XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2020

 

El siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la liturgia de las horas para el martes, 7 de julio de 2020.

 

Invitatorio

Vísperas

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

·         Himno 1

La noche no interrumpe
tu historia con el hombre;
la noche es tiempo de salvación.
De noche descendía tu escala misteriosa
hasta la misma piedra donde Jacob dormía.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche celebrabas la Pascua con tu pueblo,
mientras en las tinieblas volaba el exterminio.
La noche es tiempo
de salvación.
Abrahán contaba tribus de estrellas cada noche;
de noche prolongabas la voz de la promesa.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche, por tres veces oyó Samuel su nombre;
de noche eran los sueños tu lengua más profunda
La noche es tiempo
de salvación.
De noche, en un pesebre, nacía tu Palabra;
de noche lo anunciaron el ángel y la estrella.
La noche es tiempo
de salvación.
La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro;
la noche vio la gloria de su resurrección.
La noche es tiempo
de salvación.
De noche esperaremos tu vuelta repentina,
y encontrarás a punto la luz de nuestra lámpara.
La noche es tiempo
de salvación. Amén.

 

Salmodia

Antífona 1: No podéis servir a Dios y al dinero.

Salmo 48,2-13

Vanidad de las riquezas

Difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. (Mt 19,23)

 

Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;

mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.

¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?

Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.

Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.

El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.

El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.

 

 

Antífona 2: «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

Salmo 48,14-21

Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.

Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.

No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.

Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.

El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.

 

 

Antífona 3: Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

Ap 4,11;5,9.10.12

Himno de los redimidos

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

 

Lectura Breve

Rm 3,23-25a

Todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien Dios constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre. Así quería Dios demostrar que no fue injusto.

 

Responsorio Breve

 

R. Me saciarás de gozo * En tu presencia, Señor. Me saciarás.
V. De alegría perpetua a tu derecha. * En tu presencia, Señor. Gloria al Padre. Me saciarás.

 

Canto Evangélico

Antifona: Haz con nosotros, Señor, obras grandes, porque eres poderoso, y tu nombre es santo.

Magnificat Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

Alabemos a Cristo, pastor y guardián de nuestras vidas, que vela siempre con amor por su pueblo, y, poniendo en él nuestra esperanza, digámosle suplicantes:


'Protege a tu pueblo, Señor'.

Pastor eterno, protege a nuestro obispo (…)
—y a todos los pastores de la Iglesia.

Mira con bondad a los que sufren persecución
—y líbralos de todas sus angustias.

Compadécete de los pobres y necesitados
—y da pan a los hambrientos.

Ilumina a los cuerpos legislativos de las naciones,
—para que en todo legislen con sabiduría y equidad.

No olvides, Señor, a los difuntos redimidos por tu sangre
—y admítelos en el banquete de las bodas eternas.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos: Padre nuestro.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oración

Dios todopoderoso y eterno, Señor del día y de la noche, humildemente te pedimos que la luz de Cristo, verdadero sol de justicia, ilumine siempre nuestras vidas, para que así merezcamos gozar un día de aquella luz en la que tú habitas eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

 

Amén.

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

ORACION AL MEDIO DIA EL ANGELUS

El Ángelus

V/. El ángel del Señor anunció a María.
R/. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te salve, María…

V/. He aquí la esclava del Señor.
R/. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María…

V/. Y el Verbo de Dios se hizo carne.
R/. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María…

V/. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Oración

Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz, seamos llevados a la gloria de su re­su­rrección. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.

*El que Desea y Quiere amar, con el corazón según El Señor: llegará a ser, Santo*




EL SANTO ROSARIO
.Misterios Gloriosos (MIERCOLES Y DOMINGOS)
.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
.1º La Resurrección del Señor (MATEO  28,1-10)
.2º La Ascensión de Nuestro Señor a los cielos (HECHOS 1,3-11)
.3º La Venida del Espíritu Santo (HECHOS  2,1-13)
4º La Asunción de Nuestra Señora (De la Constitución Apostólica Deus del papa Pío XXII )
.5º La Coronación de Nuestra Señora, como Reina de cielo y tierra. (Constitución Dogmática Sobre la Iglesia. Lumen Gentium 59)
.
Oremos:
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Misterios Gozosos (LUNES Y SABADOS)

.Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
.1º La Encarnación del Hijo de Dios. (Lc 1, 26-38)
 2º La Visitación de María a su prima Isabel. (Lc 1, 39-56)
 3º El Nacimiento del niño Dios.  (Lc 2, 1-20)
 4º Presentación del Niño en el Templo. (Lc 2,21-35)
 5º El niño perdido y hallado en el templo. (Lc 2,41-52)

.Oremos:  
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


.Misterios Dolorosos (MARTES Y VIERNES)

.Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
.1º La oración del huerto. (LUCAS  22,39-46)
.2º La Flagelación de nuestro Señor. (Jn 18,33-19,1)
.3º La Coronación de espinas. (MARCOS 15,16-20)
.4º Jesús con la Cruz a cuestas. (LUCAS  23,26-32)
.5º La Crucifixión y muerte. (MARCOS 15,22-39)

Oremos:
Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

.Misterios Luminosos (JUEVES)
.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
.1º El Bautismo del Señor (MATEO  3, 13-17)   
.2º La Boda de Caná (JUAN  2,1-11)
.3º La Proclamación del Reino de Dios (MARCOS  1, 14-15)
.4º La Transfiguración (MATEO  17,1-5)
.5º La Institución de la Eucaristía (MATEO  26, 26-28)
.
Oremos:  
Dios todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la tierra se llene de tu gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor de tu luz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

GOTAS DE MISERICORDIA


EVANGELIO MATEO 9,32-38 CICLO A


Martes, 7 de julio de 2020

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,32-38):

   32 Salían ellos todavía, cuando le presentaron un mudo endemoniado.

   33 Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: «Jamás se vio cosa igual en Israel.»

   34 Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios.»

   35 Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando todo enfermedad y toda dolencia.

   36 Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor.

   37 Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos.

   38 Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.»



Palabra del Señor

 

(Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias)  

 

*El Señor quiere que yo aprenda y entienda que lo que a él lo hace grande es “La Compasión y La Misericordia” y como él tiene, una mirada de amor y de consuelo, al necesitado, al abatido, al que se siente enfermo, al que se siente triste y abandonado, al que no le encuentra sentido a la vida y su corazón gime en su interior día y noche. El Señor me quiere sanar primero a mí, porque él sabe cuánto me cuesta dedicar a la oración, él sabe cuánto me cuesta sacar tiempo para leer su Palabra, y es ahí donde el me da, la sabiduría, me habla, me corrige, me educa y me enseña. Pero tengo que ser realista y entender que el Señor no me puede sanar si mí consentimiento, y el necesita saber si puede contar conmigo, porque: “La mies es mucha y los obreros pocos. Y hay muchas personas que se sienten, sola, abandonada, abatida, triste, desesperada, y con muchas dificulta y el Desea saber si le puedo entregar mi corazón para el limpiarla, sanarlo para utilizarlo para el bien de los demás, él quiere saber si estoy dispuesto, él me invita no me obliga*. 

 

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

 

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.


R. Amén.

LAS LAUDES DEL MARTES 7 ORACIONES PARA INICIAR EL DIA


Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

 

 

Laudes - MARTES XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2020

El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas para el martes, 7 de julio de 2020.

 

Invitatorio

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

 

Antifona: Venid, adoremos al Señor, Dios grande.

Salmo 94

Invitación a la alabanza divina

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

(Se repite la antífona)

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

(Se repite la antífona)

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

(Se repite la antífona)

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

(Se repite la antífona)

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
.

Antifona: Venid, adoremos al Señor, Dios grande

 

Laudes

Himno 1

Porque, Señor, yo te he visto
y quiero volverte a ver,
quiero creer.
Te vi, sí, cuando era niño
y en agua me bauticé.
y, limpio de culpa vieja,
sin velos te pude ver.
Devuélveme aquellas puras
transparencias de aire fiel,
devuélveme aquellas niñas
de aquellos ojos de ayer.
Están mis ojos cansados
de tanto ver luz sin ver;
por la oscuridad del mundo,
voy como un ciego que ve.
Tú que diste vista al ciego
y a Nicodemo también,
filtra en mis secas pupilas
dos gotas frescas de fe.

 

Salmodia

Antífona 1: Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

Salmo 42

Deseo del templo

Yo he venido al mundo como luz. (Jn 12,46)

Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.

Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

 

Antífona 1: Envíame, Señor, tu luz y tu verdad

 

 

Antífona 2: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

Is 38,10-14.16b-20

Angustias de un moribundo y alegría de la curación

Yo soy el que vive; estaba muerto, y tengo las llaves de la muerte. (Ap 1,18)

Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»

Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.

Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor, devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»

Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.

Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!

Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.

El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.

Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.

Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

 

Antífona 2: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida

 

 

Antífona 3: Oh Dios, tú mereces un himno en Sión.

Salmo 64

Solemne acción de gracias

Cuando se habla de Sión debe entenderse de la ciudad eterna. (Orígenes)

Oh Dios, tú mereces un himno en Sión,
+ y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.

A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.

Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.

Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;

tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.

Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.

Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;

riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;

rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

 

Antífona 3: Oh Dios, tú mereces un himno en Sión

 

Lectura Breve

1Ts 5,4-5

Vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas.

 

Responsorio Breve

R. Señor, escucha mi voz, * He esperado en tus palabras. Señor.
V. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio. * He esperado en tus palabras. Gloria al Padre. Señor.

 

Primera Lectura

Del libro de los Proverbios 8, 1-5. 12-36

ALABANZA DE LA ETERNA SABIDURÍA

 

Oíd, la Sabiduría está llamando, la Prudencia levanta la voz, en la cumbre de las colinas, en los caminos, en los cruces de las veredas, junto a las puertas de la ciudad, en los umbrales de las casas, y dice:
«A vosotros, hombres, os llamo, me dirijo a los hijos de Adán: los inexpertos, adquirid la prudencia; los necios, entrad en razón.
Yo, la Sabiduría, habito con la prudencia y busco la compañía de la reflexión. El temor del Señor odia el mal. Yo detesto el orgullo y la soberbia, el mal camino y la boca falsa, yo poseo el consejo y el buen sentido, son mías la inteligencia y el valor; por mí reinan los
reyes, y los príncipes dan leyes justas; por mí gobiernan los gobernantes, y los soberanos juzgan la tierra.
Yo amo a los que me aman, y los que me buscan con empeño me encuentran; yo traigo riqueza y gloria, fortuna abundante y bien ganada; mi fruto es mejor que el oro puro y mi renta vale más que la plata; camino por senderos justos, por las sendas del derecho, para
legar riquezas a mis amigos y colmar sus tesoros.
El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. Desde la eternidad fui constituida, antes de que Dios asentara los abismos fui engendrada, antes de que hiciera brotar los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban cimentados los montes ni formadas las colinas cuando el Señor me engendró; no había hecho aún la tierra ni la hierba ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo cuando sujetaba el cielo en las alturas e instalaba las fuentes abismales. Cuando ponía un límite al mar, para que las aguas no traspasasen su lindero. cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él como arquitecto; yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba por el orbe de la tierra y ponía mis delicias en estar con los hijos de los hombres.
Por tanto, hijos míos, escuchadme: dichosos los que siguen mis caminos; escuchad la instrucción, no rechacéis la sabiduría: dichoso el hombre que me escucha velando a mi puerta cada día, vigilando la entrada de mi casa. Quien me alcanza encuentra la vida y obtiene el favor del Señor. Quien me pierde se arruina a sí mismo, y los que me odian aman la muerte.»

 

Responsorio Pr 8, 22; Jn 1, 1

R. El Señor me estableció al principio de sus tareas, * al comienzo de sus obras antiquísimas.
V. Ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios.
R. Al comienzo de sus obras antiquísimas.

 

Segunda Lectura

De los comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 32, 29: CCL 38, 272-273)

LOS DE FUERA, LO QUIERAN O NO, SON HERMANOS NUESTROS

 

Hermanos, os exhortamos vivamente a que tengáis caridad, no sólo para con vosotros mismos, sino también para con los de fuera, ya se trate de los paganos, que todavía no creen en Cristo, ya de los que están separados de nosotros, que reconocen a Cristo como
cabeza, igual que nosotros, pero están divididos de su cuerpo. Deploremos, hermanos, su suerte, sabiendo que se trata de nuestros hermanos. Lo quieran o no, son hermanos nuestros. Dejarían de serlo si dejaran de decir: Padre nuestro.
Dijo de algunos el profeta: A los que os dicen: "No sois hermanos nuestros", decidles: "Sois hermanos nuestros." Atended a quiénes se refería al decir esto. ¿Por ventura a los paganos? No, porque, según el modo de hablar de las Escrituras y de la Iglesia, no los llamamos hermanos. ¿Por ventura a los judíos, que no creyeron en Cristo?
Leed los escritos del Apóstol, y veréis que, cuando dice "hermanos", sin más, se refiere únicamente a los cristianos: Tú, ¿por qué juzgas a tu hermano ? o ¿por qué desprecias a tu hermano? Y dice también en otro lugar: Sois injustos y ladrones, y eso con hermanos vuestros.
Ésos, pues, que dicen: "No sois hermanos nuestros", nos llaman paganos. Por esto, quieren bautizarnos de nuevo, pues dicen que nosotros no tenemos lo que ellos dan. Por esto, es lógico su error, al negar que nosotros somos sus hermanos. Mas, ¿por qué nos
dijo el profeta: Decidles: "¿Sois hermanos nuestros”, sino porque admitimos como bueno su bautismo y por esto no lo repetimos? Ellos, al no admitir nuestro bautismo, niegan que seamos hermanos suyos; en cambio, nosotros, que no repetimos su bautismo, porque lo
reconocemos igual al nuestro, les decimos: Sois hermanos nuestros.
Si ellos nos dicen: "¿Por qué nos buscáis, para qué nos queréis?", les respondemos: Sois hermanos nuestros. Si dicen: "Apartaos de nosotros, no tenemos nada que ver con vosotros," nosotros sí que tenemos que ver con ellos: si reconocemos al mismo Cristo,
debemos estar unidos en un mismo cuerpo y bajo una misma cabeza.
Os conjuramos, pues, hermanos, por las entrañas de caridad, con cuya leche nos nutrimos, con cuyo pan nos fortalecemos, os conjuramos por Cristo, nuestro Señor, por su mansedumbre, a que usemos con ellos de una gran caridad, de una abundante
misericordia, rogando a Dios por ellos, para que les dé finalmente un recto sentir, para que reflexionen y se den cuenta que no tienen en absoluto nada que decir contra la verdad; lo único que les queda es la enfermedad de su animosidad, enfermedad tanto más débil cuanto más fuerte se cree. Oremos por los débiles, por los que juzgan según la carne, por los que obran de un modo puramente humano, que son, sin embargo, hermanos nuestros, pues celebran los mismos sacramentos que nosotros, aunque no con nosotros, que responden un mismo Amén que nosotros, aunque no con nosotros; prodigad ante Dios por ellos lo más entrañable de vuestra caridad.

 

Responsorio Cf. Ef 4, 1. 3-4

R. Os ruego, por el Señor, que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. * Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz.
V. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados.
R. Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz.

 

Martes, 7 de julio de 2020

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,32-38):

   32 Salían ellos todavía, cuando le presentaron un mudo endemoniado.

   33 Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: «Jamás se vio cosa igual en Israel.»

   34 Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios.»

   35 Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando todo enfermedad y toda dolencia.

   36 Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor.

   37 Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos.

   38 Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.»



Palabra del Señor

 

 

Canto Evangélico

Antifona: De la mano de todos los que nos odian, sálvanos, Señor.

Benedictus Lc 1, 68-79

El Mesías y su precursor

+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

Bendigamos a nuestro Salvador, que, con su resurrección, ha iluminado al mundo, y digámosle suplicantes:


'Guárdanos, Señor, en tu camino'.

Señor Jesús, al consagrar nuestra oración matinal a la memoria de tu santa resurrección, —te pedimos que la esperanza de participar en tu gloria ilumine todo nuestro día.

Te ofrecemos, Señor, los deseos y proyectos de nuestra jornada:
—dígnate aceptarlos y bendecirlos como primicias de nuestro día.

Concédenos crecer hoy en tu amor, —a fin de que todo sirva para nuestro bien y el de nuestros hermanos.

Haz, Señor, que el ejemplo de nuestra vida resplandezca como una luz ante los hombres, —para que todos den gloria al Padre que está en los cielos.

Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino llegue a nosotros: Padre nuestro. 

 

Padre Nuestro

 

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

 

Oración

Oremos:

Señor Jesucristo, luz verdadera que alumbras a todo hombre y le muestras el camino de la salvación, concédenos la abundancia de tu fuerza, para que preparemos delante de ti caminos de justicia y de paz. Tú que vives y reinas.

 

Amén.

Conclusión

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.