Musica Para el Alma
viernes, 24 de septiembre de 2021
EVANGELIO DE LUCAS 9,43b-45 CICLO B
*Lecturas del Sábado de la 25ª semana del Tiempo Ordinario*
Sábado, 25 de septiembre de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (9,43b-45)*
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus
discípulos: «Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a
entregar en manos de los hombres.»
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían
el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Palabra del Señor
(Pero ellos no
entendían lo que les decía; no lo comprendían y temían preguntarle acerca de
este asunto.)
*El lenguaje del sufrimiento siempre es difícil y
oscuro, y con poco deseo de entenderlo, porque no me gusta el sufrimiento, me
da mucho miedo. Y sé que mi miedo esta en las cosas que siento que son mías,
porque pienso en las cosas que puedo perder, y eso no es cierto. Entre perder y
dejar hay una gran diferencia. Dejar es algo que luego podre tener. La relación
mía con el Señor es un amor gratuito donde el Señor me ama profundamente, pero
si me voy a vivir una vida de pecado el Señor no me ha dejado de amar, pero yo
si he perdido el camino del amor, yo he perdido, pero el Señor no me ha dejado.
La buena noticia para mi es que el Señor quiere que yo esté muerto al pecado,
pero vivo para el Señor*.
*El que desea y
quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL SÁBADO 25. SAN CARLOS DE SEZZE FRANCISCANO
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Carlos de Sezze,
Franciscano*
25 de Setiembre
SABADO SEMANA I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Himno: EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.
Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
silabeas el alba igual que una palabra,
tú pronuncias el mar como sentencia.
Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y amarga de sudores.
Y tú te regocijas, oh Dios, y tu prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas,
y estáis de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.
¡Bendita la mañana que trae la noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío,
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15,
1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tu, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE 2Pe 1, 10-11
Hermanos, poned más empeño todavía en consolidar vuestra vocación y elección.
Si hacéis así, nunca jamás tropezaréis; de este modo se os concederá
generosamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y salvador
Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V. Mi heredad en el país de la vida.
R. Tú eres mi refugio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
Primera Lectura
Comienza el libro del profeta Miqueas 1, 1-9; 2, 1-11
ORÁCULO CONTRA SAMARIA Y JERUSALÉN
Palabra del Señor que recibió Miqueas, el morastita, durante los
reinados de Yotán, Ajaz y Ezequías de Judá. Visión sobre Samaria y Jerusalén.
Escuchad, pueblos todos; atended, tierra y cuanto hay en ella; sea el Señor
testigo contra vosotros, el Señor desde su santo templo. Mirad al Señor que
sale de su morada y desciende, y camina sobre el dorso de la tierra. Bajo él se
derriten los montes, se hienden como cera junto al fuego, como aguas
precipitadas por la torrentera. Todo esto, por la culpa de Jacob, por el pecado
de Israel.
¿Cuál es el pecado de Jacob?, ¿no es Samaria? ¿Cuál el altozano de ídolos de
Judá?, ¿no es Jerusalén? Reduciré a Samaria a un montón de piedras, plantación
de viñedo, arrastraré al valle sus piedras y desnudaré sus cimientos. Sus
ídolos serán rotos y sus ofrendas quemadas, destruiré sus imágenes; los recibió
como precio de prostitución, y otra vez serán precio de prostitución. Por eso
gimo y me lamento, camino desnudo y descalzo, entono un lamento como de chacal,
aúllo como crías de avestruz. Incurable es la herida que ha sufrido Judá,
alcanzó la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén.
¡Ay de los que planean maldades y traman iniquidades en sus camas! Al amanecer
las cumplen, porque tienen el poder. Codician los campos y los roban, las casas
y se apoderan de ellas; oprimen al hombre y a su casa, al varón y a sus
posesiones. Por eso, así dice el Señor: «Mirad, yo medito una desgracia contra
esa familia. No lograréis apartar el cuello de ella; no podréis caminar dos,
porque será un tiempo calamitoso.»
Aquel día entonarán contra vosotros una sátira, cantarán una elegía: «Han acabado
con nosotros, venden la heredad de mi pueblo; nadie lo impedía, reparten a
extraños nuestra tierra.» Nadie os sortea los lotes en la asamblea del Señor.
Dejad de babear profecías. ¿No acabarán con sus injurias? ¿Qué andan diciendo
en la casa de Jacob? ¿Se ha terminado el espíritu del Señor o van a ser tales
sus obras? «¿No son buenas mis palabras para el que anda rectamente? Desde hace
tiempo se alza hostilmente mi pueblo, arrancáis la túnica y el manto a los que
caminan confiados volviendo de la guerra. Sacáis de sus amadas casas a las
mujeres de mi pueblo, y a los niños les quitáis para siempre mi honor.
Levantaos y marchad, porque no habitaré aquí: que está profanado por pecados
funestos. Si viniera un profeta de mentiras y engaños, invitándote al vino y al
licor, sería un profeta digno de este pueblo.»
Responsorio Mi 1, 2. 3. 5
R. Escuchad, pueblos todos; atended, tierra y cuanto hay en
ella. * Mirad al Señor que desciende y camina sobre el dorso de la
tierra.
V. Todo esto, por la culpa de Jacob, por el pecado de Israel.
R. Mirad al Señor que desciende y camina sobre el dorso de la
tierra.
Segunda Lectura
De los tratados de san Hilario, obispo, sobre los salmos
(Salmo 64,14-15: CSEL 22, 245-246)
EL CORRER DE LAS ACEQUIAS ALEGRA LA CIUDAD DE DIOS
La acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales. No hay
duda de qué acequia se trata, pues dice el salmista: El correr de las acequias
alegra la ciudad de Dios. Y el mismo Señor dice en los evangelios: El que beba
del agua que yo le daré, de sus entrañas manarán torrentes de agua viva, que
salta hasta la vida eterna. Y en otro lugar: El que cree en mí, como dice la
Escritura, de sus entrañas manarán torrentes de agua viva. Decía esto
refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él. Así,
pues, esta acequia está llena del agua de Dios. Pues, efectivamente, nos
hallamos inundados por los dones del Espíritu Santo, y la corriente que rebosa
del agua de Dios se derrama sobre nosotros desde aquella fuente de vida.
También encontramos ya preparado nuestro alimento.
¿Y de qué alimento se trata? De aquel mediante el cual nos preparamos para la
unión con Dios, ya que, mediante la comunión eucarística de su santo cuerpo,
tendremos, más adelante, acceso a la unión con su cuerpo santo. Y es lo que el
salmo que comentamos da a entender, cuando dice: Preparas los trigales; porque
este alimento ahora nos salva y nos dispone además para la eternidad.
A nosotros, los renacidos por el sacramento del bautismo, se nos concede un
gran gozo, ya que experimentamos en nuestro interior las primicias del Espíritu
Santo, cuando penetra en nosotros la inteligencia de los misterios, el conocimiento
de la profecía, la palabra de sabiduría, la firmeza de la esperanza, los carismas
medicinales y el dominio sobre los demonios sometidos. Estos dones nos penetran
como llovizna y, recibidos, proliferan en multiplicidad de frutos.
Responsorio Sal 35, 9-10; 64, 5
R. Se sacian con la abundancia de tu casa, les das a beber del
torrente de tus delicias: * porque en ti está la fuente de
la vida, y tu luz nos hace ver la luz.
V. Nos saciaremos de los bienes de tu casa.
R. Porque en ti está la fuente de la vida, y tu luz nos hace
ver la luz.
*Lecturas del Sábado de la 25ª semana del Tiempo Ordinario*
Sábado, 25 de septiembre de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (9,43b-45)*
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus
discípulos: «Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a
entregar en manos de los hombres.»
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían
el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Bendigamos a Cristo que para ser ante Dios el pontífice misericordioso
y fiel de los hombres se hizo en todo semejante a nosotros, y supliquémosle
diciendo:
Muéstranos, Señor, los tesoros de tu amor.
Señor, sol de justicia, que nos iluminaste en el bautismo,
te consagramos este nuevo día.
Que sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada
y glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones.
Tú que tuviste por madre a María, siempre dócil a tu palabra,
encamina hoy nuestros pasos para que obremos también como ella según tu
voluntad.
Haz que mientras vivimos aún en este mundo que pasa anhelemos la vida eterna
y por la fe, la esperanza y el amor vivamos ya contigo en tu reino.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con la misma confianza que tienen los hijos con su padre, acudamos nosotros a
nuestro Dios, diciéndole:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor, que la claridad de la resurrección de tu Hijo
ilumine las dificultades de nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de
la muerte y podamos llegar un día a la luz que no tiene fin. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*San Carlos de Sezze, Franciscano*
Este humilde hermano franciscano escribió por orden expresa de sus
superiores los recuerdos de hechos especiales que le sucedieron en su vida. Son
los siguientes. Nació en 1620 en el pueblo italiano de Sezze.
De familia pobre, cuando empezó a asistir a la escuela, un día por
no dar una lección, el maestro le dio una paliza tan soberana que lo mandó a
cama. Entonces los papás lo enviaron a trabajar en el campo y allá pensaba
vivir para siempre.
Pero sucedió que un día una bandada de aves espantó a los bueyes
que Carlos dirigía cuando estaba arando, y estos arremetieron contra él con
gravísimo peligro de matarlo. Cuando sintió que iba a perecer en el accidente,
prometió a Dios que si le salvaba la vida se haría religioso. Y milagrosamente
quedó ileso, sin ninguna herida.
Entonces otro día al ver pasar por allí unos religiosos
franciscanos les pidió que le ayudaran a entrar en su comunidad. Ellos lo
invitaron a que fuera a Roma a hablar con el Padre Superior, y con su recomendación
se fue allá con tres compañeros más.
El superior para probar si en verdad tenían virtud, los recibió
muy ásperamente y les dijo que eran unos haraganes que sólo buscaban
conseguirse el alimento gratuitamente, y los echó para afuera. Pero ellos se pusieron
a comentar que su intención era buena y que deberían insistir. Y entraron por
otra puerta del convento y volvieron a suplicar al superior que los recibiera.
Este, haciéndose el bravo, les dijo que esa noche les permitía dormir allí como
limosneros pero que al día siguiente tendrían que irse definitivamente. Los
cuatro aceptaron esto con toda humildad, pero al día siguiente en vez de
despacharlos les dijeron que ya habían pasado la prueba preparatoria y que
quedaban admitidos como aspirantes.
En el noviciado el maestro lo mandó a que sembrara unos repollos,
pero con la raíz hacia arriba. Él obedeció prontamente y los repollos retoñaron
y crecieron. Después el superior del noviciado empezó a humillarlo y
humillarlo. Él aguantaba todo con paciencia, pero al fin viendo que iba a
estallar en ira, se fue donde el maestro de novicios a decirle que se volvía
otra vez al mundo porque ya no resistía más. El sacerdote le agradeció que le
hubiera confiado sus problemas y le arregló su situación y pudo seguir tranquilo
hasta ser admitido como franciscano.
Ya religioso, un día entraron a la huerta del convento unos toros
bravos que embestían sin compasión a todo fraile que se les presentara. El
superior, para probar qué tan obediente era el hermano Carlos, le ordenó:
"Vaya, amarre esos toros y sáquelos de aquí". El se llevó un lazo,
les echó la bendición a los feroces animales y todos se dejaron atar de los
cachos y lo fueron siguiendo como si fueran mansos bueyes. La gente se quedó
admirada ante semejante cambio tan repentino, y consideraron este prodigio como
un premio a su obediencia.
Para que no se volviera orgulloso a causa de las cosas buenas que
le sucedían, permitió Dios que le sucedieran también cosas muy desagradables.
Lo pusieron de cocinero y los platos se le caían de la mano y se le rompían, y
esto le ocasionaba tremendos regaños. Una noche dejó el fogón a medio apagar y
se quemó la cocina y casi se incendia todo el convento. Entonces fue destituido
de su cargo de cocinero y enviado a cultivar la huerta. A un religioso que le
preguntaba por qué le sucedían hechos tan desagradables, le respondió:
"Los permite Dios para que no me llene de orgullo y me mantenga siempre
humilde".
Después lo nombraron portero del convento y admitía a todo
caminante pobre que pidiera hospedaje en las noches frías. Y repartía de
limosna cuanto la gente traía. Al principio el superior del convento le
aceptaba esto, pero después lo llamó y le dijo: "De hoy en adelante no
admitiremos a hospedarse sino a unas poquísimas personas, y no repartiremos
sino unas pocas limosnas, porque estamos dando demasiado". Él obedeció,
pero sucedió entonces que dejaron de llegar las cuantiosas ayudas que llevaban
los bienhechores. El superior lo llamó para preguntarle: "¿Cuál será la
causa por la que han disminuido tanto las ayudas que nos trae la gente?"
"La causa es muy sencilla –le respondió el hermano Carlos-. Es que dejamos
de dar a los necesitados, y Dios dejó de darnos a nosotros. Porque con la
medida con la que repartamos a los demás, con esa medida nos dará Dios a
nosotros".
Desde ese día recibió permiso para recibir a cuanto huésped pobre
llegara, y de repartir las limosnas que la gente llevaba, y Dios volvió a
enviarles cuantiosas donativos.
Tuvo que hacer un viaje muy largo acompañado de un religioso y en
plena selva se perdieron y no hallaban qué hacer. Se pusieron a rezar con toda
fe y entonces apareció una bandada de aves que volaban despacio delante de
ellos y los fueros guiando hasta lograr salir de tan tupida arboleda.
El director de su convento empezó a tratarlo con una dureza
impresionante. Lo regañaba por todo y lo humillaba delante de los demás. Un día
el hermano Carlos sintió un inmenso deseo de darle el golpe e insultarlo. Fue
una tentación del demonio. Se dominó, se mordió los labios, y se quedó
arrodillado delante del otro, como si fuera una estatua, y no le dijo ni le
hizo nada. Era un acto heroico de paciencia.
¿Qué era lo que había sucedido? Que el Superior Provincial había
enviado una carta muy fuerte al director diciéndole que le había escrito
contándole faltas de él. Y éste al pasar por la celda de Carlos había visto
varias veces que estaba escribiendo. Entonces se imaginó que era él quien lo
estaba acusando. Su apatía llegó a tal grado que le hizo echar de ese convento
y fue enviado a otra casa de la comunidad.
Al llegar a aquel convento el provincial, le dijo al tal superior
que no era Carlos quien le había escrito. Y averiguaron qué era lo que este
religioso escribía y vieron que era una serie de consejos para quienes deseaban
orar mejor. El irritado director tuvo que ofrecerle excusas por su injusto
trato y sus humillaciones. Pero con esto el sencillo hermano había crecido en
santidad.
Las gentes le pedían que redactara algunas normas para orar mejor
y crecer en santidad. Él lo hizo así y permitió que le publicara el folleto.
Esto le trajo terribles regaños y casi lo expulsan de la comunidad. El pobre
hombre no sabía que para esas publicaciones se necesitan muchos permisos.
Humillado se arrodilló ante un crucifijo para contarle sus angustias, y oyó que
Nuestro Señor le decía: "Animo, que estas cosas no te van a impedir entrar
en el paraíso".
La petición más frecuente del hermano Carlos a Dios era esta:
"Señor, enciéndeme en amor a Ti". Y tanto la repitió que un día
durante la elevación de la santa hostia en la Misa, sintió que un rayo de luz
salía de la Sagrada Forma y llegaba a su corazón. Desde ese día su amor a Dios
creció inmensamente.
Al fin los superiores se convencieron de que este sencillo
religioso era un verdadero hombre de Dios y le permitieron escribir su
autobiografía y publicar dos libros más, uno acerca de la oración y otro acerca
de la meditación.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ¿QUIÉN ES ÉSTE QUE VIENE?
¿Quién es éste que viene,
recién atardecido,
cubierto por su sangre
como varón que pisa los racimos?
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su elegido.
Este es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos.
Este es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Ant 2. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Ant 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
LECTURA BREVE Col 1, 3-6a
Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento,
rezando por vosotros, al oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que
tenéis a todos los santos, por la esperanza que os está reservada en los
cielos, sobre la cual oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena
Noticia, que se os hizo presente, y está dando fruto y prosperando en todo el
mundo igual que entre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
V. Su gloria se eleva sobre los cielos.
R. Alabado sea el nombre del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón.
PRECES
Demos gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha
escogido como heredad, y recordando su amor para con nosotros supliquémosle
diciendo:
Escúchanos, Señor, que confiamos en ti.
Padre lleno de amor, te pedimos por el papa Francisco y por nuestro
obispo N.;
protégelos con tu fuerza y santifícalos con tu gracia.
Que los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo,
para que así tengan también parte en su consuelo.
Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse
y haz que encuentren pronto el hogar que desean.
Dígnate dar y conservar los frutos de la tierra
para que a nadie falte el pan de cada día.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Señor, ten piedad de los difuntos
y ábreles la puerta de tu mansión eterna.
Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a
la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los
gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
LAS LECTURAS DEL SÁBADO 25 DE SEPTIEMBRE 2021
*Lecturas del Sábado de la 25ª semana del Tiempo Ordinario*
Sábado, 25 de septiembre de 2021
Primera
lectura
Lectura de
la profecía de Zacarías (2,5-9.14-15a):
Alcé la vista y vi a un hombre con un cordel de medir. Pregunté: «¿Adónde vas?»
Me contestó: «A medir Jerusalén, para comprobar su anchura y longitud.»
Entonces se adelantó el ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al
encuentro, diciéndole: «Corre a decirle a aquel muchacho: "Por la multitud
de hombres y ganado que habrá, Jerusalén será ciudad abierta; yo la rodearé
como muralla de fuego y mi gloria estará en medio de ella –oráculo del Señor–."»
«Alégrate y goza, hija de Sión, que yo vengo a habitar dentro de ti –oráculo
del Señor–. Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos, y serán pueblo mío, y
habitaré en medio de ti.»
Palabra de Dios
Salmo
Jr
31,10.11-12ab.13
R/. El Señor nos
guardará como un pastor a su rebaño
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño.» R/.
«Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R/.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R/.
*Lecturas del Sábado de la 25ª semana del Tiempo Ordinario*
Sábado, 25 de septiembre de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (9,43b-45)*
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus
discípulos: «Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a
entregar en manos de los hombres.»
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían
el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Palabra del Señor
(Pero ellos no
entendían lo que les decía; no lo comprendían y temían preguntarle acerca de
este asunto.)
*El lenguaje del sufrimiento siempre es difícil y
oscuro, y con poco deseo de entenderlo, porque no me gusta el sufrimiento, me
da mucho miedo. Y sé que mi miedo esta en las cosas que siento que son mías,
porque pienso en las cosas que puedo perder, y eso no es cierto. Entre perder y
dejar hay una gran diferencia. Dejar es algo que luego podre tener. La relación
mía con el Señor es un amor gratuito donde el Señor me ama profundamente, pero
si me voy a vivir una vida de pecado el Señor no me ha dejado de amar, pero yo
si he perdido el camino del amor, yo he perdido, pero el Señor no me ha dejado.
La buena noticia para mi es que el Señor quiere que yo esté muerto al pecado,
pero vivo para el Señor*.
*El que desea y
quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.