Musica Para el Alma
sábado, 25 de noviembre de 2023
MATEO 25,31-46
*Lecturas
del Domingo 34º del Tiempo Ordinario - Ciclo A*
Domingo, 26 de noviembre de 2023
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (25,31-46)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el
Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su
gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de
otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a
su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su
derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado
para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de
comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve
desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a
verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos
con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos
forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o
en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que
cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo
hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí,
malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque
tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero
y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel
y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo
te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel,
y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no
lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis
conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
《" Y el Rey les dirá: "En
verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos,
más pequeños, conmigo lo hicisteis." 》
*El
Señor me invita a reconocer mis dificultades que las tengo. El Señor se quitó
el traje de Rey y se vistió de humano, se vistió de persona. Hoy esta palabra
me hace ver y reconocer que, cuando insulto a una persona, le murmuro, le hago
juicio, le deseo un mal, lo estoy haciendo con él, y cuándo le retiro la
palabra a una persona se la estoy retirando a él. El Señor me dice que él, se
vistió de persona, para que aprenda a reconocerle en el necesitado, en el
oprimido, en el drogodependiente, en el ladrón y en el enfermo mental, para que
aprenda a querer, a respetar, y a cuidarla a las personas; porque en ellas está
el Señor, aunque no lo pueda ver porque soy un ciego incrédulo. La buena
noticia es que el Señor quiere llenar mis ojos de luz para verle en las
personas*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL DOMINGO 26
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO*
*LAUDES*
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Jesucristo, rey de reyes, venid,
adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA
DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole
gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la
tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus
manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en
Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a
prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto
mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ¡QUÉ HERMOSO EL REY EN LA
CAMPAÑA!
¡Qué hermoso el Rey en la campaña!
Iba vestido de verdad,
y era su espada de conquista
el fuerte amor que vence al mal.
¡Qué hermosa aquella estirpe suya,
desde el divino manantial!
Es rey de la casa de David,
nacido en cuna virginal.
Murió en la cruz ajusticiado
por rey del pueblo de Abraham.
¡Éste es el Rey del universo!;
si Dios lo ha escrito, escrito está.
Rey que desarmas las conciencias,
rey vencedor de Satanás,
sobre las ruinas del pecado
tú solo creas vida y paz.
Oh Jesucristo, mi Señor,
rey poderoso que vendrás,
a tus hermanos pecadores
mira con rostro familiar.
¡Bendito el Rey crucificado,
el Rey de reyes inmortal,
desde la altura de tu Padre
reina con cetro de piedad! Amén.
SALMODIA
Ant 1. He aquí un varón cuyo nombre es
Germen, se sentará en su trono para reinar y proclamará la paz a las naciones.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE
DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti
madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con
júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. He aquí un varón cuyo nombre es
Germen, se sentará en su trono para reinar y proclamará la paz a las naciones.
Ant 2. Se mostrará él grande hasta los
confines de la tierra, y él será nuestra paz.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL
SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al
Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al
Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al
Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al
Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid
al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del
cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los
siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Se mostrará él grande hasta los
confines de la tierra, y él será nuestra paz.
Ant 3. Dios le otorgó el imperio, el
honor y la realeza, y todos los pueblos, naciones y lenguas lo servirán.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de
los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los
humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios le otorgó el imperio, el
honor y la realeza, y todos los pueblos, naciones y lenguas lo servirán.
LECTURA BREVE Ef 4, 15-16
Realizando la verdad en el amor,
hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual
todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas
que lo nutren y actuando a la medida de cada parte, se procura su propio
crecimiento, para construcción de sí mismo en el amor.
RESPONSORIO BREVE
V. Que tus fieles, Señor, proclamen la
gloria de tu reinado.
R. Que tus fieles, Señor, proclamen la
gloria de tu reinado.
V. Y que hablen de tus hazañas.
R. Que proclamen la gloria de tu
reinado.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Que tus fieles, Señor, proclamen la
gloria de tu reinado.
V. Te hago luz de las naciones.
R. Para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 1, 4-6. 10. 12-18; 2, 26. 28; 3, 5b. 12.
20-21
VISIÓN DEL HIJO DEL HOMBRE EN SU MAJESTAD
Gracia y paz a vosotros de
parte de aquel que es, que era y que será; de parte de los siete espíritus que
están ante su trono; y de parte de Jesucristo, el testigo veraz, el primogénito
de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra.
Y a aquel que nos ama, que
nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, que ha hecho de nosotros un
reino y sacerdotes para Dios, su Padre: A él la gloria y el poder por los
siglos de los siglos. Amén.
Un domingo fui arrebatado en
espíritu y oí tras de mí una gran voz como de trompeta. Me volví para ver qué
voz era la que me hablaba y, al volverme, vi siete candelabros de oro y, en
medio de ellos, una figura como de Hijo de hombre, vestido de una túnica talar
y ceñido el pecho con un ceñidor de oro. Sus cabellos y su barba eran blancos
como la blanca lana o como la nieve, sus ojos eran como llamas de fuego, sus
pies parecían de metal precioso acrisolado en el horno y su voz era como el
estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas y de su boca
salía una aguda espada de dos filos; su semblante era como el sol cuando brilla
con toda su fuerza. Así que lo vi, caí como muerto a sus pies. Él puso su
diestra sobre mí y me dijo:
«Yo soy el primero y el
último, el que vive. Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los
siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades.
Al que salga vencedor y me
sea fiel hasta el fin le daré potestad sobre las naciones, como la he recibido
yo de mi Padre, y le daré, además, el lucero del alba. No borraré jamás su
nombre del libro de la vida, sino que lo proclamaré en presencia de mi Padre y
de sus ángeles. Lo haré columna en el templo de mi Dios, y ya nunca saldrá
fuera, y sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi
Dios, de la nueva Jerusalén, que baja del cielo desde mi Dios, y mi nombre
nuevo.
Mira que estoy a la puerta y
llamo; si alguno escucha mi voz y me abre la puerta entraré en su casa, cenaré
con él y él conmigo. Al vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo
que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él.»
RESPONSORIO
Mc 13, 26-27; Sal 97, 9
R. Verán al Hijo del hombre
venir entre nubes con gran poder y gloria, y entonces enviará a sus ángeles, *
y reunirá a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales y desde el extremo de
la tierra hasta el extremo del cielo.
V. Regirá el orbe con
justicia y los pueblos con rectitud.
R. Y reunirá a sus elegidos
de los cuatro puntos cardinales y desde el extremo de la tierra hasta el
extremo del cielo.
SEGUNDA LECTURA
Del Opúsculo de Orígenes, presbítero, Sobre la oración
(Cap. 25: PG 11, 495-499)
VENGA TU REINO
Si, como dice nuestro Señor
y Salvador, el reino de Dios no ha de venir espectacularmente, ni dirán: «Vedlo
aquí o vedlo allí», sino que el reino de Dios está dentro de nosotros, pues
cerca está la palabra, en nuestra boca y en nuestro corazón, sin duda cuando
pedimos que venga el reino de Dios lo que pedimos es que este reino de Dios,
que está dentro de nosotros, salga afuera, produzca fruto y se vaya
perfeccionando. Efectivamente, Dios reina ya en cada uno de los santos, ya que
éstos se someten a su ley espiritual, y así Dios habita en ellos como en una
ciudad bien gobernada. En el alma perfecta está presente el Padre, y Cristo
reina en ella junto con el Padre, de acuerdo con aquellas palabras del
Evangelio: Vendremos a fijar en él nuestra morada.
Este reino de Dios que está
dentro de nosotros llegará, con nuestra cooperación, a su plena perfección
cuando se realice lo que dice el Apóstol, esto es, cuando Cristo, una vez
sometidos a él todos sus enemigos, entregue el reino a Dios Padre, para que
Dios sea todo en todo. Por esto, rogando incesantemente con aquella actitud
interior que se hace divina por la acción del Verbo, digamos a nuestro Padre
que está en los cielos: Santificado sea tu nombre, venga tu reino.
Con respecto al reino de
Dios, hay que tener también esto en cuenta: del mismo modo que no tiene que ver
la justificación con la impiedad, ni hay nada de común entre la luz y las
tinieblas, ni puede haber armonía entre Cristo y Belial, así tampoco pueden
coexistir el reino de Dios y el reino del pecado.
Por consiguiente, si
queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de ningún modo continúe el
pecado reinando en nuestro cuerpo mortal, antes bien, mortifiquemos las
pasiones de nuestro hombre terrenal y fructifiquemos por el Espíritu; de este
modo Dios se paseará por nuestro interior como por un paraíso espiritual y
reinará en nosotros él solo con su Cristo, el cual se sentará en nosotros a la
derecha de aquella virtud espiritual que deseamos alcanzar: se sentará hasta
que todos sus enemigos que hay en nosotros sean puestos por estrado de sus
pies, y sean reducidos a la nada en nosotros todos los principados, todos los
poderes y todas las fuerzas.
Todo esto puede realizarse
en cada uno de nosotros, y el último enemigo, la muerte, puede ser reducido a
la nada, de modo que Cristo diga también en nosotros: ¿Dónde está, muerte, tu
victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? Ya desde ahora este nuestro ser,
corruptible, debe revestirse de santidad y de incorrupción, y este nuestro ser,
mortal, debe revestirse de la inmortalidad del Padre, después de haber reducido
a la nada el poder de la muerte, para que así, reinando Dios en nosotros,
comencemos ya a disfrutar de los bienes de la regeneración y de la
resurrección.
RESPONSORIO
Ap 11, 15; Sal 21, 28-29
R. Ha llegado a este mundo
el reino de nuestro Dios y de su Ungido, * y reinará por los siglos de los
siglos.
V. En su presencia se
postrarán las familias de los pueblos, porque del Señor es el reino.
R. Y reinará por los siglos
de los siglos.
*Lecturas
del Domingo 34º del Tiempo Ordinario - Ciclo A*
Domingo, 26 de noviembre de 2023
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (25,31-46)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el
Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su
gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de
otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a
su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su
derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado
para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de
comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve
desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a
verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos
con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos
forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o
en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que
cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo
hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí,
malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque
tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero
y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel
y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo
te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel,
y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no
lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis
conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Cristo es el primogénito de entre
los muertos y el Príncipe de los reyes de la tierra; él ha hecho de nosotros un
reino para Dios, su Padre. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su
pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos
odian;
ha realizado así la misericordia que
tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre
Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del
Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo
alto,
para iluminar a los que viven en
tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo es el primogénito de entre
los muertos y el Príncipe de los reyes de la tierra; él ha hecho de nosotros un
reino para Dios, su Padre. Aleluya.
PRECES
Hermanos, adoremos a Cristo Rey, el
cual existe antes que todas las cosas, y en quien todas las cosas tienen su
razón de ser. Elevemos a él nuestra voz, clamando:
Que venga tu reino, Señor.
Cristo, salvador nuestro, tú que eres
nuestro Dios y Señor, nuestro rey y pastor,
conduce a tu pueblo a los pastos de
vida.
Buen Pastor, que diste la vida por tus
ovejas,
si tú nos guías en nuestra vida, nada
nos faltará.
Redentor nuestro, que fuiste
constituido rey sobre toda la tierra,
haz que todos los hombres te reconozcan
como cabeza de toda la creación.
Rey del universo, que viniste al mundo
para dar testimonio de la verdad,
haz que todos proclamemos tu absoluta
primacía en todo.
Tú que eres nuestro maestro y modelo, y
que nos has admitido a tu reino,
concédenos llevar desde hoy ante tus
ojos una vida santa, sin mancha y sin culpa.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Pidamos fervientemente al Padre
celestial la llegada del reino de su Hijo a cada uno de los hombres, nuestros
hermanos:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que
quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, rey del universo, haz que
toda creatura, libertada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe
eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH PRÍNCIPE ABSOLUTO DE LOS
SIGLOS
Oh príncipe absoluto de los siglos,
oh Jesucristo, rey de las naciones:
te confesamos árbitro supremo
de las mentes y de los corazones.
En la tierra te adoran los mortales
y los santos te alaban en el cielo,
unidos a sus voces te aclamamos
proclamándote rey del universo.
Oh Jesucristo, príncipe pacífico:
somete a los espíritus rebeldes,
y haz que encuentren el rumbo los
perdidos
y que en un solo aprisco se congreguen.
Para eso pendes de una cruz sangrienta,
y abres en ella tus divinos brazos;
para eso muestras en tu pecho herido
tu ardiente corazón atravesado.
Para eso estás oculto en los altares
tras las imágenes del pan y el vino;
para eso viertes de tu pecho abierto
sangre de salvación para tus hijos.
Por regir con amor el universo,
glorificado seas, Jesucristo,
y que contigo y con tu eterno Padre
también reciba gloria el Santo
Espíritu. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Se sentará sobre el trono de
David para reinar eternamente. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y
SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se
arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su
ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se sentará sobre el trono de David
para reinar eternamente. Aleluya.
Ant 2. Tu reinado es un reinado
perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.
Salmo 144 - HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda
alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la
otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa
bondad,
y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus creaturas.
Que todas tus creaturas te den gracias,
Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;
explicando tus proezas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
Ant 3. Lleva escrito sobre su manto y
en su estandarte este nombre: «Rey de reyes y Señor de señores.» A él la gloria
y el poder por los siglos de los siglos.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap
19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos
los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice
sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada
estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son
de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y
justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que les teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios,
dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle
gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Lleva escrito sobre su manto y en
su estandarte este nombre: «Rey de reyes y Señor de señores.» A él la gloria y
el poder por los siglos de los siglos.
LECTURA BREVE 1Co 15, 25-28
Cristo debe reinar hasta poner todos
sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque
Dios ha sometido todas las cosas bajo sus pies. Mas cuando él dice que «todo
está sometido», es evidente que se excluye a aquel que ha sometido a él todas
las cosas. Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también
el Hijo se someterá a aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios
sea todo en todo.
RESPONSORIO BREVE
V. Tu trono, Señor, permanece para
siempre.
R. Tu trono, Señor, permanece para
siempre.
V. Tu cetro real es cetro de rectitud.
R. Permanece para siempre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Tu trono, Señor, permanece para
siempre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Me ha sido dado todo poder en el
cielo y en la tierra», dice el Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN
EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador;
porque ha mirado la humillación de su
esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros
padres-
en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Me ha sido dado todo poder en el
cielo y en la tierra», dice el Señor.
PRECES
Hermanos, adoremos a Cristo Rey, el
cual existe antes que todas las cosas, y en quien todas las cosas tienen su
razón de ser. Elevemos a él nuestra voz, clamando:
Que venga tu reino, Señor.
Cristo, nuestro rey y pastor, congrega
a tus ovejas de todos los puntos de la tierra
y apaciéntalas en verdes praderas de
pastos abundantes.
Cristo, nuestro salvador y nuestro
guía, reúne a todos los hombres dentro de tu pueblo santo: sana a los enfermos,
busca a los extraviados, conserva a los fuertes,
haz volver a los que se han alejado,
congrega a los dispersos, alienta a los desanimados.
Juez eterno, cuando pongas tu reino en
manos de tu Padre, colócanos a tu derecha
y haz que poseamos el reino que nos ha
sido preparado desde la creación del mundo.
Príncipe de la paz, quebranta las armas
homicidas
e infunde en todas las naciones el amor
a la paz.
Heredero universal de todas las
naciones, haz entrar a la humanidad con todos sus bienes al reino de tu Iglesia
que tu Padre te ha dado,
para que todos, unidos en el Espíritu
Santo, te reconozcan como su cabeza.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Cristo, primogénito de entre los
muertos y primicia de los que duermen,
admite a los fieles difuntos a la
gloria de tu resurrección.
Con la confianza que nos da el ser
participantes de la realeza de Cristo y coherederos de su reino, elevemos
nuestra voz al Padre celestial:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que
quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, rey del universo, haz que
toda creatura, libertada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe
eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.