Musica Para el Alma

martes, 14 de mayo de 2019

COMPLETA ORACIÓN ANTES DE IR A LA CAMA

Completas

Notas

  • Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas.
  • Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
  • Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Examen

Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestros pecados.
  • Formula 1
  • Formula 2
  • Formula 3
Yo confieso ante Dios Todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno

    Salmodia

    Antífona 1: Aleluya, aleluya, aleluya.
    Salmo 30, 2-6
    Súplica confiada de un afligido
    Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. (Lc 23,46)
    A ti, Señor, me acojo:
    no quede yo nunca defraudado;
    tú, que eres justo, ponme a salvo,
    inclina tu oído hacia mí;

    ven a prisa a librarme,
    sé la roca de mi refugio,
    un baluarte donde me salve,
    tú que eres mi roca y mi baluarte;

    por tu nombre dirígeme y guíame:
    sácame de la red que me han tendido,
    porque tú eres mi amparo.

    A tus manos encomiendo mi espíritu:
    tú, el Dios leal me librarás.
    Antífona 2: Aleluya, aleluya, aleluya.
    Salmo 129
    Desde lo hondo a ti grito, Señor
    Él salvará a su pueblo de los pecados. (Mt 1,21)
    Desde los hondo a ti grito, Señor;
    + Señor, escucha mi voz;
    estén tus oídos atentos
    a la voz de mi súplica.

    Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
    ¿quién podrá resistir?
    Pero de ti procede el perdón,
    y así infundes respeto.

    Mi alma espera en el Señor,
    espera en su palabra;
    mi alma aguarda al Señor,
    más que el centinela a la aurora.

    Aguarde Israel al Señor,
    como el centinela a la aurora;
    porque del Señor viene la misericordia,
    la redención copiosa;
    y él redimirá a Israel
    de todos sus delitos.

    Lectura Breve

    Ef 4,26-27
    No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis resquicio al diablo.

    Responsorio Breve

    R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. * Aleluya, aleluya. A tus manos.
    V. Tú, el Dios leal, nos librarás. * Aleluya. aleluya. Gloria al Padre. A tus manos.

    Canto Evangélico

    Antifona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T.P. Aleluya)
    Nunc dimittis Lc 2, 29-32
    Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
    Ahora, Señor, según tu promesa,
    puedes dejar a tu siervo irse en paz.

    Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
    a quien has presentado ante todos los pueblos:

    luz para alumbrar a las naciones
    y gloria de tu pueblo Israel.

    Gloria al Padre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Oración

    Oremos:
    Señor Jesucristo, que eres manso y humilde de corazón y ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera, dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado; que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén.

    Bendición

    V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
    R. Amén.

    Antífonas finales de la Santísima Virgen María

    • Antifona 1
    • Antifona 2
    • Antifona 3
    • Antifona 4
    • Antifona 5
    Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
    vida, dulzura y esperanza nuestra;
    Dios te salve.

    A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
    a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
    en este valle de lágrimas.

    Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
    vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
    y, después de este destierro,
    muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

    ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

    VÍSPERAS ORACIÓN AL FINAL DEL DÍA

    Vísperas

    Invocación

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

    Himno

    • Himno 1
    • Himno 2
    • Himno 3
    • Himno 4
    Nuestra Pascua inmolada, aleluya,
    es Cristo el Señor, aleluya, aleluya.
    Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,
    el mundo renovado
    canta un himno a su Señor.
    Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz!
    La muerte, derrotada,
    ha perdido su aguijón.
    Pascua sagrada,

    ¡oh noche bautismal!
    Del seno de las aguas
    renacemos al Señor.
    Pascua sagrada, ¡eterna novedad!
    Dejad al hombre viejo,
    revestíos del Señor.
    Pascua sagrada. La sala del festín
    se llena de invitados
    que celebran al Señor.
    Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!
    Vivamos la alegría
    dada a luz en el dolor.

    Salmodia

    Antífona 1: La noche será clara como el día. Aleluya.
    Salmo 138,1-12
    Dios está en todas partes y lo ve todo
    ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? (Rm 11,34)
    Señor, tú me sondeas y me conoces;
    me conoces cuando me siento o me levanto,
    de lejos penetras mis pensamientos;
    distingues mi camino y mi descanso,
    todas mis sendas te son familiares.

    No ha llegado la palabra a mi lengua,
    y ya, Señor, te la sabes toda.
    Me estrechas detrás y delante,
    me cubres con tu palma.
    Tanto saber me sobrepasa,
    es sublime, y no lo abarco.

    ¿Adónde iré lejos de tu aliento,
    adónde escaparé de tu mirada?
    Si escalo el cielo, allí estás tú;
    si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

    si vuelo hasta el margen de la aurora,
    si emigro hasta el confín del mar,
    allí me alcanzará tu izquierda,
    me agarrará tu derecha.

    Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
    que la luz se haga noche en torno a mí»,
    ni la tiniebla es oscura para ti,
    la noche es clara como el día.
    Antífona 2: Yo conozco a mis ovejas, y las mías me conocen. Aleluya.
    Salmo 138,13-18.23-24
    Tú has creado mis entrañas,
    me has tejido en el seno materno.
    Te doy gracias,
    porque me has escogido portentosamente,
    porque son admirables tus obras;
    conocías hasta el fondo de mi alma,
    no desconocías mis huesos.

    Cuando, en lo oculto, me iba formando,
    y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
    tus ojos veían mis acciones,
    se escribían todas en tu libro;
    calculados estaban mis días
    antes que llegase el primero.

    ¡Qué incomparables encuentro tus designios,
    Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
    Si me pongo a contarlos, son más que arena;
    si los doy por terminados, aún me quedas tú.

    Señor, sondéame y conoce mi corazón,
    ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
    mira si mi camino se desvía,
    guíame por el camino eterno.
    Antífona 3: Su resplandor eclipsa el cielo, la tierra se llena de su alabanza. Aleluya.
    Col 1,12-20
    Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos
    Damos gracias a Dios Padre,
    que nos ha hecho capaces de compartir
    la herencia del pueblo santo en la luz.

    Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
    y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
    por cuya sangre hemos recibido la redención,
    el perdón de los pecados.

    Él es imagen de Dios invisible,
    primogénito de toda criatura;
    porque por medio de él
    fueron creadas todas las cosas:
    celestes y terrestres, visibles e invisibles,
    Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
    todo fue creado por él y para él.

    Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
    Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
    Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
    y así es el primero en todo.

    Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
    Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
    los del cielo y los de la tierra,
    haciendo la paz por la sangre de su cruz.

    Lectura Breve

    Hb 7, 24-27
    Jesús, como permanece para siempre, tiene un sacerdocio eterno. De aquí que tiene
    poder para llevar a la salvación definitiva a cuantos por él se vayan acercando a Dios,
    porque vive para siempre para interceder por ellos. Y tal era precisamente el sumo
    sacerdote que nos convenía: santo, sin maldad, sin mancha, excluido del número de los
    pecadores y exaltado más alto que los cielos. No tiene necesidad, como los sumos
    sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día, primero por sus propios pecados y luego por los
    del pueblo. Esto lo hizo una vez por todas, ofreciéndose a sí mismo.

    Responsorio Breve

    V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

    R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
    V. Al ver al Señor.
    R. Aleluya, aleluya.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

    Canto Evangélico

    Antifona: Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo
    por medio de él. Aleluya.
    Magnificat Lc 1, 46-55
    Alegría del alma en el Señor
    Proclama mi alma la grandeza del Señor,
    se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
    porque ha mirado la humillación de su esclava.

    Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
    porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
    su nombre es santo,
    y su misericordia llega a sus fieles
    de generación en generación.

    Él hace proezas con su brazo:
    dispersa a los soberbios de corazón,
    derriba del trono a los poderosos
    y enaltece a los humildes,
    a los hambrientos los colma de bienes
    y a los ricos los despide vacíos.

    Auxilia a Israel, su siervo,
    acordándose de la misericordia
    —como lo había prometido a nuestros padres—
    en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Preces

    Imploremos a Dios Padre, que por la resurrección de su Hijo de entre los muertos nos ha
    abierto el camino de la vida eterna, y digámosle:
    Por la victoria de Cristo, salva, Señor, a tus redimidos.
    Dios de nuestros padres, que has glorificado a tu Hijo Jesús, resucitándolo de entre los
    muertos,
    — convierte nuestros corazones, para que vivamos la nueva vida de tu Hijo resucitado.
    Tú que nos has devuelto al Pastor y guardián de nuestras vidas, cuando éramos ovejas
    descarriadas,
    — consérvanos en fidelidad a tu Evangelio, bajo la guía de los obispos de tu Iglesia.
    Tú que elegiste a los primeros discípulos de tu Hijo de entre el pueblo de Israel,
    — revela a los hijos de este pueblo el cumplimiento de las promesas que hiciste a sus
    padres.
    Acuérdate, Señor, de los huérfanos, de las viudas, de los esposos que viven separados y
    de todos nuestros hermanos abandonados,
    — y no permitas que vivan en la soledad los que fueron reconciliados por la muerte de tu
    Hijo.
    Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
    Tú que llamaste a ti a Esteban, el cual confesó que Jesús estaba a tu derecha,
    — recibe a nuestros hermanos difuntos que esperaron tu venida en la fe y en el amor.
    Digamos ahora todos juntos la oración que nos enseñó el mismo Jesús: Padre nuestro.

    Padre Nuestro

    Padre nuestro, que estás en el cielo,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino,
    hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
    Danos hoy nuestro pan de cada día,
    perdona nuestras ofensas,
    como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en tentación,
    y líbranos del mal.

    Oración

    Señor, tú que eres la vida de los fieles, la gloria de los humildes y la felicidad de los
    santos, escucha nuestras súplicas y sacia con la abundancia de tus dones a los que tienen
    sed de tus promesas. Por Jesucristo nuestro Señor.
    Amén.

    Conclusión

    Si preside el obispo, es conveniente que éste bendiga al pueblo con la bendición solemne:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
    R. Amén.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
    V. El Señor esté con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
    R. Amén.
    Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:
    V. Podéis ir en paz.
    R. Demos gracias a Dios.
    En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.

    NONA ORACIÓN DE MEDIA TARDE

    Nona

    Notas

    • En la Hora intermedia nunca se hace mención de las memorias de los santos.

    Invocación

    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, Y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. (T. P. Aleluya).

    Himno

    • Himno 1
    • Himno 2
    • Himno 3
    Fundamento de todo lo que existe,
    de tu pueblo elegido eterna roca,
    de los tiempos Señor, que prometiste
    dar tu vigor al que con fe te invoca.

    Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
    tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
    para amarte y servirte en esta vida
    y gozarte después de santa muerte.

    Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
    en este atardecer que se avecina,
    serena claridad y dulce brisa
    será tu amor que todo lo domina. Amén.

    Salmodia

    Antífona 1: El Señor será mi alcázar y mi roca de refugio.
    Salmo 125
    Dios, alegría y esperanza nuestra
    Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo. (2Co 1,7)
    Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
    nos parecía soñar:
    la boca se nos llenaba de risas,
    la lengua de cantares.

    Hasta los gentiles decían:
    «El Señor ha estado grande con ellos.»
    El Señor ha estado grande con nosotros,
    y estamos alegres.

    Que el Señor cambie nuestra suerte,
    como los torrentes del Negueb.
    Los que sembraban con lágrimas
    cosechan entre cantares.

    Al ir, iba llorando,
    llevando la semilla;
    al volver, vuelve cantando,
    trayendo sus gavillas.
    Antífona 2: El Señor será mi alcázar y mi roca de refugio.
    Salmo 126
    El esfuerzo humano es inútil sin Dios
    Sois edificio de Dios. (1Co 3,9)
    Si el Señor no construye la casa,
    en vano se cansan los albañiles;
    si el Señor no guarda la ciudad,
    en vano vigilan los centinelas.

    Es inútil que madruguéis,
    que veléis hasta muy tarde,
    que comáis el pan de vuestros sudores:
    ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

    La herencia que da el Señor son los hijos;
    su salario, el fruto del vientre:
    son saetas en mano de un guerrero
    los hijos de la juventud.

    Dichoso el hombre que llena
    con ellas su aljaba:
    no quedará derrotado cuando litigue
    con su adversario en la plaza.
    Antífona 3: El Señor será mi alcázar y mi roca de refugio.
    Salmo 127
    Paz doméstica en el hogar del justo
    «Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia. (Arnobio)
    Dichoso el que teme al Señor
    + y sigue sus caminos.

    Comerás del fruto de tu trabajo,
    serás dichoso, te irá bien;
    tu mujer, como parra fecunda,
    en medio de tu casa;

    tus hijos, como renuevos de olivo,
    alrededor de tu mesa:
    ésta es la bendición del hombre
    que teme al Señor.

    Que el Señor te bendiga desde Sión,
    que veas la prosperidad de Jerusalén
    todos los días de tu vida;
    que veas a los hijos de tus hijos.
    ¡Paz a Israel!

    Lectura Breve

    Cf. Ef 4, 23-24
    Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana, creada
    a imagen de Dios: Justicia y santidad verdaderas.
    V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
    R. Porque ya es tarde. Aleluya.

    Responsorio Breve

    V. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa.
    R. Mi suerte está en tu mano.

    Oración

    Oremos:
    Señor, tú que eres la vida de los fieles, la gloria de los humildes y la felicidad de los
    santos, escucha nuestras súplicas y sacia con la abundancia de tus dones a los que tienen
    sed de tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
    Amén.

    Conclusión

    Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
    V. Bendigamos al Señor.
    R. Demos gracias a Dios.

    REINA DEL CIELO


    Regina Coeli o Reina del Cielo

    Benedicto XIV estableció, en 1742, que durante el tiempo Pascual (desde la Resurrección del Señor hasta el día de Pentecostés) se sustituyera el rezo del Ángelus por la antífona "Regina Coeli".

    G: Reina del cielo, alégrate, aleluya.
    T: Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya.
    G: Ha resucitado según su palabra, aleluya.
    T: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
    G: Goza y alégrate Virgen María, aleluya.
    T: Porque en verdad ha resucitado el Señor, aleluya. 
    Oremos:
    Oh Dios, que por la resurrección de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a los gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.
    Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen. (Tres veces)

    EL ROSARIO
    .Misterios Gloriosos (MIERCOLES Y DOMINGOS)
    .
    Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
    .1º La Resurrección del Señor (MATEO  28,1-10)
    .2º La Ascensión de Nuestro Señor a los cielos (HECHOS 1,3-11)
    .3º La Venida del Espíritu Santo (HECHOS  2,1-13)
    4º La Asunción de Nuestra Señora (De la Constitución Apostólica Deus del papa Pío XXII )
    .5º La Coronación de Nuestra Señora, como Reina de cielo y tierra. (Constitución Dogmática Sobre la Iglesia. Lumen Gentium 59)
    .
    Oremos:
    Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

    Misterios Gozosos (LUNES Y SABADOS)

    .Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
    .1º La Encarnación del Hijo de Dios. (Lc 1, 26-38)
     2º La Visitación de María a su prima Isabel. (Lc 1, 39-56)
     3º El Nacimiento del niño Dios.  (Lc 2, 1-20)
     4º Presentación del Niño en el Templo. (Lc 2,21-35)
     5º El niño perdido y hallado en el templo. (Lc 2,41-52)

    .Oremos:  
    Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


    .Misterios Dolorosos (MARTES Y VIERNES)

    .Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
    .1º La oración del huerto. (LUCAS  22,39-46)
    .2º La Flagelación de nuestro Señor. (Jn 18,33-19,1)
    .3º La Coronación de espinas. (MARCOS 15,16-20)
    .4º Jesús con la Cruz a cuestas. (LUCAS  23,26-32)
    .5º La Crucifixión y muerte. (MARCOS 15,22-39)

    Oremos:
    Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

    .Misterios Luminosos (JUEVES)
    .
    Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
    .1º El Bautismo del Señor (MATEO  3, 13-17)  
    .2º La Boda de Caná (JUAN  2,1-11)
    .3º La Proclamación del Reino de Dios (MARCOS  1, 14-15)
    .4º La Transfiguración (MATEO  17,1-5)
    .5º La Institución de la Eucaristía (MATEO  26, 26-28)
    .
    Oremos:  
    Dios todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la tierra se llene de tu gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor de tu luz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

    La Coronilla de la Divina Misericordia

    Se utiliza un rosario común de cinco decenas.
    1 Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.

    2 Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) decir:
    "Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo,
    la Sangre, el Alma y la Divinidad
    de Tu Amadísimo Hijo,
    Nuestro Señor Jesucristo,
    para el perdón de nuestros
    pecados y los del mundo entero."
    .
    3. En las cuentas pequeñas del Ave María:
    "Por Su dolorosa Pasión,
    ten misericordia de nosotros
    y del mundo entero."

    Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres
    veces
    :
    "Santo Dios, Santo Fuerte,
    Santo Inmortal, ten piedad de
    nosotros y del mundo entero."

    *El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO*

    GOTAS DE MISERICORDIA


    JUAN 12,44-50 CICLO C. LO QUE ME DICE EL EVANGELIO


    Miércoles, 15 de mayo de 2019
    Lo que me dice el Evangelio de Juan 12,44-50. Ciclo C («Yo he venido al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas»). *Hoy puedo ver al Señor como un enviado, que viene a traerme la luz. El Señor no ha venido a juzgarme, el no viene a tomar el puesto de Dios, sino a iluminar mi vida, para que yo pueda ver y seguir el camino correcto, si no tengo luz puedo caer en un abismo profundo e inmenso y eso es lo que me quiere evitar el Señor, para que no siga en las tiniebla, cometiendo los mismo errores. Para mí, vivir en la luz no es más, que sentir las caricias de la palabra de Dios en las partes oscuras de mi vida, que tanto me hacen sufrir, en tantas ocasiones quiero que sea el otro que cambie para yo no sufrir, pero yo no hago ni el más mínimo esfuerzo de cambiar, y de vivir como hijo de la luz. El  Señor viene en mi ayuda para que yo pueda llegar a vivir como hijo de la luz*. 

    *El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO*

    EVANGELIO


    San Isidro Labrador
    Miércoles, 15 de mayo de 2019
    Evangelio
    Lectura del santo evangelio según san Juan (12,44-50):

    En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre."

    Palabra del Señor

    LAUDES MIÉRCOLES 15 ORACIÓN PARA INICIAR EL DÍA


    Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

    Laudes - SAN ISIDRO, LABRADOR 2019
    Memoria
    A finales del siglo XI nace san Isidro en Madrid, en cuya parroquia de san Andrés fue bautizado. Contrajo matrimonio en Torrelaguna con María de la Cabeza. Trabajó como jornalero agricultor. Murió muy anciano. La tradición popular conservó la memoria de su espíritu de oración y de generosidad con los necesitados. Es patrono del campo español. Fue canonizado por Gregorio XV el año 1622. Su cuerpo se conserva incorrupto en la catedral de Madrid.

    El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas para SAN ISIDRO, LABRADOR el día miércoles, 15 de mayo de 2019. Otras celebraciones del día: MIÉRCOLES IV SEMANA DE PASCUA .

    Invitatorio

    V. Señor, ábreme los labios.
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

    Antifona: Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.

    Salmo 94
    Invitación a la alabanza divina
    Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
    Venid, aclamemos al Señor,
    demos vítores a la Roca que nos salva;
    entremos a su presencia dándole gracias,
    aclamándolo con cantos.

    (Se repite la antífona)

    Porque el Señor es un Dios grande,
    soberano de todos los dioses:
    tiene en su mano las simas de la tierra,
    son suyas las cumbres de los montes;
    suyo es el mar, porque él lo hizo,
    la tierra firme que modelaron sus manos.

    (Se repite la antífona)

    Entrad, postrémonos por tierra,
    bendiciendo al Señor, creador nuestro.
    Porque él es nuestro Dios,
    y nosotros su pueblo,
    el rebaño que él guía.

    (Se repite la antífona)

    Ojalá escuchéis hoy su voz:
    «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
    como el día de Masá en el desierto;
    cuando vuestros padres me pusieron a prueba
    y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

    (Se repite la antífona)

    Durante cuarenta años
    aquella generación me asqueó, y dije:
    “Es un pueblo de corazón extraviado,
    que no reconoce mi camino;
    por eso he jurado en mi cólera
    que no entrarán en mi descanso.”»

    (Se repite la antífona)

    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    (Se repite la antífona)
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

    Himno

    Ofrezcan los cristianos
    ofrendas de alabanza
    a gloria de la Víctima
    propicia de la Pascua.
    Cordero sin pecado
    que a las ovejas salva,
    a Dios y a los culpables
    unió con nueva alianza.
    Lucharon vida y muerte
    en singular batalla
    y, muerto el que es la Vida,
    triunfante se levanta.
    ¿Qué has visto de camino,
    María, en la mañana?
    A mi Señor glorioso,

    la tumba abandonada,
    los ángeles testigos,
    sudarios y mortaja.
    ¡Resucitó de veras
    mi amor y mi esperanza!
    Venid a Galilea,
    allí el Señor aguarda;
    allí veréis los suyos
    la gloria de la Pascua.
    Primicia de los muertos,
    sabemos por tu gracia
    que estás resucitado;
    la muerte en ti no manda.
    Rey vencedor, apiádate
    de la miseria humana
    y da a tus fieles parte
    en tu victoria santa. Amén. Aleluya

    Salmodia

    Antífona 1: El Señor les concedió una gloria eterna y su nombre no será nunca olvidado.

    Salmo 62, 2-9
    El alma sedienta de Dios
    Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.

    Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
    mi alma está sedienta de ti;
    mi carne tiene ansia de ti,
    como tierra reseca, agostada, sin agua.

    ¡Cómo te contemplaba en el santuario
    viendo tu fuerza y tu gloria!
    Tu gracia vale más que la vida,
    te alabarán mis labios.

    Toda mi vida te bendeciré
    y alzaré las manos invocándote.

    Me saciaré como de enjundia y de manteca,
    y mis labios te alabarán jubilosos.

    En el lecho me acuerdo de ti
    y velando medito en ti,
    porque fuiste mi auxilio,
    y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
    mi alma está unida a ti,
    y tu diestra me sostiene.

    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén

    Antífona 1: El Señor les concedió una gloria eterna y su nombre no será nunca olvidado

    Antífona 2: Siervos del Señor, bendecid al Señor eternamente.
    Dn 3,57-88.56
    Toda la creación alabe al Señor
    Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)

    Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
    ensalzadlo con himnos por los siglos.

    Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
    cielos, bendecid al Señor.

    Aguas del espacio, bendecid al Señor;
    ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

    Sol y luna, bendecid al Señor;
    astros del cielo, bendecid al Señor.

    Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
    vientos todos, bendecid al Señor.

    Fuego y calor, bendecid al Señor;
    fríos y heladas, bendecid al Señor.

    Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
    témpanos y hielos, bendecid al Señor.

    Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
    noche y día, bendecid al Señor.

    Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
    rayos y nubes, bendecid al Señor.

    Bendiga la tierra al Señor,
    ensálcelo con himnos por los siglos.

    Montes y cumbres, bendecid al Señor;
    cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

    Manantiales, bendecid al Señor;
    mares y ríos, bendecid al Señor;
    Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
    aves del cielo, bendecid al Señor.

    Fieras y ganados, bendecid al Señor,
    ensalzadlo con himnos por los siglos.

    Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
    bendiga Israel al Señor.

    Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
    siervos del Señor, bendecid al Señor.

    Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
    santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

    Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
    ensalzadlo con himnos por los siglos.

    Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
    ensalcémoslo con himnos por los siglos.

    Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
    alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

    Antífona 2: Siervos del Señor, bendecid al Señor eternamente

    Antífona 3: Que los santos festejen su gloria y canten jubilosos en filas.

    Salmo 149

    Alegría de los santos
    Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)

    Cantad al Señor un cántico nuevo,
    resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
    que se alegre Israel por su Creador,
    los hijos de Sión por su Rey.

    Alabad su nombre con danzas,
    cantadle con tambores y cítaras;
    porque el Señor ama a su pueblo
    y adorna con la victoria a los humildes.

    Que los fieles festejen su gloria
    y canten jubilosos en filas:
    con vítores a Dios en la boca
    y espadas de dos filos en las manos:

    para tomar venganza de los pueblos
    y aplicar el castigo a las naciones,
    sujetando a los reyes con argollas,
    a los nobles con esposas de hierro.

    Ejecutar la sentencia dictada
    es un honor para todos sus fieles.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén

    Antífona 3: Que los santos festejen su gloria y canten jubilosos en filas

    Lectura Breve

    Rom 12, 1-2
    Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.

    Responsorio Breve

    V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
    R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
    V. Y sus pasos no vacilan.
    R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.


    Primera Lectura

    Del libro del Apocalipsis 14, 14-15, 4
    LA COSECHA DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

    Yo, Juan, tuve otra visión:
    Vi una nube blanca, y sentado sobre ella alguien semejante a un Hijo de hombre, con una corona de oro sobre su cabeza y con una hoz afilada en la mano, y salió otro ángel del templo, gritando con potente voz al que estaba sentado sobre la nube: «Empuña la hoz y siega, porque ya es la hora de la siega y está madura la mies de la tierra.»
    El que estaba sentado sobre la nube metió su hoz a la tierra, y la tierra quedó segada. Salió otro ángel del templo celeste, llevando también él en su mano una hoz afilada. Y otro más salió del altar, y tenía poder sobre el fuego, y gritaba con poderosa voz al que tenía la hoz afilada: «Empuña tu hoz afilada, y corta los racimos de la viña de la tierra, porque sus uvas están maduras.» El ángel metió su hoz a la tierra, y vendimió la viña de la tierra, echando los racimos en el gran lagar de la cólera de Dios. Fue pisada la uva del lagar, fuera de la ciudad; y salió sangre del lagar hasta llegar a cubrir los frenos de los caballos en un espacio de mil seiscientos estadios.

    Vi luego en el cielo otra señal grande y maravillosa: Eran siete ángeles portadores de siete plagas, las últimas, porque con ellas se consuma la cólera de Dios. Vi como un mar de vidrio mezclado con fuego; y los que habían vencido a la bestia y a su imagen y a la cifra que daba su nombre estaban de pie junto al mar de vidrio, portando las cítaras de Dios. Y cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! ¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.»

    Responsorio Ap 15, 3; Ex 15, 11

    R. Cantaban el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, * justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!» Aleluya.
    V. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos, autor de maravillas?
    R. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! Aleluya.

    Segunda Lectura

    Del tratado de san Hilario, obispo, sobre la Trinidad (Libro 8,13-16: PL 10, 246-249)

    LA ENCARNACIÓN DEL VERBO Y EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA NOS HACEN PARTÍCIPES DE LA NATURALEZA DIVINA

    Si es verdad que la Palabra se hizo carne y que nosotros, en la cena del Señor, comemos esta Palabra hecha carne, ¿cómo no será verdad que habita en nosotros con su naturaleza aquel que, por una parte, al nacer como hombre, asumió la naturaleza humana como inseparable de la suya y, por otra, unió esta misma naturaleza a su naturaleza eterna en el sacramento en que nos dio su carne? Por eso todos nosotros llegamos a ser uno, porque el Padre está en Cristo y Cristo está en nosotros; por ello, si Cristo está en nosotros y nosotros estamos en él, todo lo nuestro está, con Cristo, en Dios.
    Hasta qué punto estamos nosotros en él por el sacramento de la comunión de su carne y de su sangre, nos lo atestigua él mismo al decir: El mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Porque yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo, y yo con vosotros. Si hubiera querido que esto se entendiera solamente de la unidad de la voluntad, ¿por qué señaló como una especie de gradación y de orden en la realización de esta unidad? Lo hizo, sin duda, para que creyéramos que él está en el Padre por su naturaleza divina, mientras que nosotros estamos en él por su nacimiento
    humano y él está en nosotros por la celebración del sacramento: así se manifiesta la perfecta unidad realizada por el Mediador, porque nosotros habitamos en él y él habita en el Padre y, permaneciendo en el Padre, habita también en nosotros. Así es como vamos avanzando hacia la unidad con el Padre, pues, en virtud de la naturaleza divina, Cristo está en el Padre y, en virtud de la naturaleza humana, nosotros estamos en Cristo y Cristo está en nosotros.
    El mismo Señor habla de lo natural que es en nosotros esta unidad cuando afirma: El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí, y yo en él. Nadie podrá, pues, habitar en él, sino aquel en quien él haya habitado, es decir, Cristo asumirá solamente la carne de quien haya comido la suya.
    Ya con anterioridad había hablado el Señor del misterio de esta perfecta unidad al decir: El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el queme come vivirá por mí. Él vive, pues, por el Padre, y, de la misma manera que él vive por el Padre, nosotros vivimos por su carne.
    Toda comparación trata de dar a entender algo, procurando que el ejemplo propuesto ayude a la comprensión de la cuestión. Aquí, por tanto, trata el Señor de hacernos comprender que la causa de nuestra vida está en que Cristo, por su carne, habita en nosotros, seres carnales, para que por él nosotros lleguemos a vivir de modo semejante a como él vive por el Padre.

    Responsorio Jn 6, 57; cf. Dt 4, 7

    R. El que come mi carne y bebe mi sangre * permanece en mí, y yo en él. Aleluya.
    V. ¿Cuál de las naciones grandes tiene unos dioses tan cercanos a ellas como el Señor, nuestro Dios, lo está de nosotros?
    R. Permanece en mí, y yo en él. Aleluya.

    San Isidro Labrador
    Miércoles, 15 de mayo de 2019
    Evangelio
    Lectura del santo evangelio según san Juan (12,44-50):

    En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre."

    Palabra del Señor

    Canto Evangélico

    Antifona: El que obra la verdad va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.

    Benedictus Lc 1, 68-79
    El Mesías y su precursor

    + Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha visitado y redimido a su pueblo,
    suscitándonos una fuerza de salvación
    en la casa de David, su siervo,
    según lo había predicho desde antiguo,
    por boca de sus santos profetas.

    Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
    y de la mano de todos los que nos odian;
    realizando la misericordia
    que tuvo con nuestros padres,
    recordando su santa alianza
    y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

    Para concedernos que, libres de temor,
    arrancados de la mano de los enemigos,
    le sirvamos con santidad y justicia,
    en su presencia, todos nuestros días.

    Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
    porque irás delante del Señor
    a preparar sus caminos,
    anunciando a su pueblo la salvación,
    el perdón de sus pecados.

    Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
    nos visitará el sol que nace de lo alto,
    para iluminar a los que viven en tinieblas
    y en sombra de muerte,
    para guiar nuestros pasos
    por el camino de la paz.
    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Antifona: El que obra la verdad va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios

    Preces

    Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:

    Tú solo eres santo, Señor.

    Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado, — compadécete de nuestras debilidades.

    Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor, — danos el progresar por caminos de santidad.

    Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo, — ilumina nuestras vidas con tu propia luz.

    Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir, — haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.

    Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser, — haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.


    Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

    Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús: Padre nuestro.

    Padre Nuestro

    Padre nuestro, que estás en el cielo,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino,
    hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
    Danos hoy nuestro pan de cada día,
    perdona nuestras ofensas,
    como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en tentación,
    y líbranos del mal.

    Oración
    Oremos:

    Confesamos, Señor, que sólo tú eres santo y que sin ti nadie es bueno, y humildemente te pedimos que la intercesión de San Isidro venga en nuestra ayuda para que de tal forma vivamos en el mundo que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

    Amén.
    V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
    R. Amén.
    San Isidro labrador
    (Año 1130)
     San Isidro bendito: ruega por nuestros campos y por nuestros agricultores.
    Es el patrono de los agricultores del mundo. Le pusieron ese nombre en honor de San Isidoro, un santo muy apreciado en España.
    Sus padres eran unos campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la escuela. Pero en casa le enseñaron a tener temor a ofender a Dios y gran amor de caridad hacia el prójimo y un enorme aprecio por la oración y por la Santa Misa y la Comunión.
    Huérfano y solo en el mundo cuando llegó a la edad de diez años Isidro se empleó como peón de campo, ayudando en la agricultura a Don Juan de Vargas un dueño de una finca, cerca de Madrid. Allí pasó muchos años de su existencia labrando las tierras, cultivando y cosechando.

    Se casó con una sencilla campesina que también llegó a ser santa y ahora se llama Santa María de la Cabeza (no porque ese fuera su apellido, sino porque su cabeza es sacada en procesión en rogativas, cuando pasan muchos meses sin llover).
    Isidro se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la Santa Misa. Varios de sus compañeros muy envidiosos lo acusaron ante el patrón por "ausentismo" y abandono del trabajo. El señor Vargas se fue a observar el campo y notó que sí era cierto que Isidro llegaba una hora más tarde que los otros (en aquel tiempo se trabajaba de seis de la mañana a seis de la tarde) pero que mientras Isidro oía misa, un personaje invisible (quizá un ángel) le guaba sus bueyes y estos araban juiciosamente como si el propio campesino los estuviera dirigiendo.

    Los mahometanos se apoderaron de Madrid y de sus alrededores y los buenos católicos tuvieron que salir huyendo. Isidro fue uno de los inmigrantes y sufrió por un buen tiempo lo que es irse a vivir donde nadie lo conoce a uno y donde es muy difícil conseguir empleo y confianza de las gentes. Pero sabía aquello que Dios ha prometido varias veces en la Biblia: "Yo nunca te abandonaré", y confió en Dios y fue ayudado por Dios.

    Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia (él, su esposa y su hijito). Y hasta para las avecillas tenía sus apartados. En pleno invierno cuando el suelo se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el camino para que las avecillas tuvieran con que alimentarse. Un día lo invitaron a un gran almuerzo. El se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El invitador le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no para los otros. Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos y sobró.

    Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo rezando, asistiendo a misa y escuchando la Palabra de Dios. Otro buen rato visitando pobres y enfermos y por la tarde saliendo a pasear por los campos con su esposa y su hijito. Pero un día mientras ellos corrían por el campo, dejaron al niñito junto a un profundo pozo de sacar agua y en un movimiento brusco del chiquitín, la canasta donde estaba dio vuelta y cayó dentro del hoyo. Alcanzaron a ver esto los dos esposos y corrieron junto al pozo, pero este era muy profundo y no había cómo rescatar al hijo. Entonces se arrodillaron a rezar con toda fe y las aguas de aquel aljibe fueron subiendo y apareció la canasta con el niño y a este no le había sucedido ningún mal. No se cansaron nunca de dar gracias a Dios por tan admirable prodigio.

    Volvió después a Madrid y se alquiló como obrero en una finca, pero los otros peones, llenos de envidia lo acusaron ante el dueño de que trabajaba menos que los demás por dedicarse a rezar y a ir al templo. El dueño le puso entonces como tarea a cada obrero cultivar una parcela de tierra. Y la de Isidro produjo el doble que las de los demás, porque Nuestro Señor le recompensaba su piedad y su generosidad.

    En el año 1130 sintiendo que se iba a morir hizo humilde confesión de sus pecados y recomendando a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios y mucha caridad con el prójimo, murió santamente. A los 43 años de haber sido sepultado en 1163 sacaron del sepulcro su cadáver y estaba incorrupto, como si estuviera recién muerto. Las gentes consideraron esto como un milagro. Poco después el rey Felipe III se hallaba gravísimamente enfermo y los médicos dijeron que se moriría de aquella enfermedad. Entonces sacaron los restos de San Isidro del templo a donde los habían llevado cuando los trasladaron del cementerio. Y tan pronto como los restos salieron del templo, al rey se le fue la fiebre y al llegar junto a él los restos del santo se le fue por completo la enfermedad. A causa de esto el rey intecedió ante el Sumo Pontífice para que declarara santo al humilde labrador, y por este y otros muchos milagros, el Papa lo canonizó en el año 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y San Felipe Neri.