Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA XVIII
De la feria. Salterio II
9 de agosto
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. El Señor es bueno,
bendecid su nombre.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: TE DOY GRACIAS SEÑOR.
Te doy gracias, Señor.
¡Tanto estabas enojado conmigo!
Tú eres un Dios de amor,
y ahora soy tu amigo,
te busco a cada instante y te persigo.
Eres tú mi consuelo,
tú eres el Dios que salva y da la vida;
eres todo el anhelo
de esta alma que va herida,
ansiándote sin tasa ni medida.
En mi tierra desierta,
tú de la salvación eres la fuente;
eres el agua cierta
que se vuelve torrente,
y el corazón arrasa dulcemente.
¡Quiero escuchar tu canto!
¡Que tu Palabra abrase mi basura
con alegría y llanto!
¡Que mi vida futura
espejo sea sin fin de tu hermosura! Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Un corazón
quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Un corazón
quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Ant. 2. En Tu juicio,
Señor, acuérdate de la misericordia.
Cántico: JUICIO DE DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. En Tu juicio,
Señor, acuérdate de la misericordia.
Ant. 3. Glorifica al
Señor, Jerusalén.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Glorifica al
Señor, Jerusalén.
LECTURA BREVE Ef 2,13-16
Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los
que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos,
judíos y gentiles, una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los
separaba: el odio. Él ha abolido la ley con sus mandamientos y reglas, haciendo
las paces, para crear en él un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos
pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte en él al
odio.
RESPONSORIO BREVE
V. Invoco al Dios
Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios
Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Desde el cielo me
enviará la salvación.
R. El Dios que hace
tanto por mí.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Invoco al Dios
Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de los Reyes 3, 5-27
ELISEO, PROFETA DE LOS REYES DE DUDA E ISRAEL EN LA GUERRA CONTRA LOS MOABITAS
Cuando murió Ajab, Mesá se rebeló contra Israel. Entonces, el rey Jorán salió
de Samaria, pasó revista a todo Israel y mandó este mensaje a Josafat de Judá:
«El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Quieres venir conmigo a luchar
contra Moab?»
Josafat respondió:
«Sí. Tú y yo, tu ejército y el mío, tu caballería y la mía somos uno.»
Luego preguntó:
«¿Por qué camino subimos?»
Jorán respondió:
«Por el camino del páramo de Edom.»
Así pues, los reyes de Israel, Judá y Edom emprendieron la marcha. Pero después
de un rodeo de siete días, se le acabó el agua al ejército y a las acémilas.
Entonces, el rey de Israel exclamó:
«¡El Señor nos ha reunido a tres reyes para entregarnos en poder de Moab!»
Pero Josafat preguntó:
«¿No hay aquí algún profeta para consultar al Señor?» Uno de los oficiales del
rey de Israel respondió: «Aquí está Eliseo, hijo de Safat, el que vertía agua
en las manos de Elías.»
Josafat comentó:
«¡La palabra del Señor está con él!»
Entonces, el rey de Israel, Josafat y el rey de Edom bajaron a ver a Eliseo.
Pero Eliseo dijo al rey de Israel:
«¡Déjame en paz! ¡Vete a consultar a los profetas de tu padre y de tu madre! »
El rey de Israel repuso:
«Mira, es que el Señor nos ha reunido a tres reyes para entregarnos en poder de
Moab.»
Eliseo dijo entonces:
«¡Vive el Señor de los ejércitos, a quien sirvo! Si no fuera en consideración a
Josafat de Judá, ni siquiera te miraría a la cara. Traedme, pues, un músico.»
Y, mientras el músico tañía, vino sobre Eliseo la mano del Señor, y dijo:
«Así dice el Señor: "Abrid zanjas en toda la vaguada." Porque así
dice el Señor: "No veréis viento, ni veréis lluvia, pero esta vaguada se
llenará de agua y beberéis vosotros, vuestros ejércitos y vuestras
acémilas." Y, por si esto fuera poco, el Señor os pondrá en las manos a
Moab: conquistaréis sus plazas fuertes, talaréis su mejor arbolado, cegaréis
las fuentes y llenaréis de piedras los mejores campos.»
En efecto, a la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, vino una riada de la
parte de Edom, y se inundó de agua toda la zona. Mientras tanto, los moabitas,
sabiendo que los reyes iban a atacarlos, habían hecho una movilización general,
desde los que estaban en edad militar para arriba, y se habían apostado en la
frontera. Madrugaron. El sol reververaba sobre el agua, y al verla de lejos,
roja como la sangre, los moabitas exclamaron:
« ¡Es sangre! Los reyes se han acuchillado, se han matado unos a otros. ¡Al
saqueo, Moab! »
Pero cuando llegaron al campamento israelita, Israel se levantó y derrotó a
Moab, que huyó ante ellos. Los israelitas penetraron en territorio de Moab y lo
devastaron: destruyeron las ciudades, cada uno tiró una piedra a los campos
mejores hasta llenarlos, cegaron las fuentes y talaron los árboles mejores,
hasta dejar solamente a Quir Jareset, a la que cercaron y atacaron los
honderos.
Cuando el rey de Moab vio que llevaba las de perder, tomó consigo setecientos
hombres armados de espada para abrirse paso hacia el rey de Siria, pero no
pudo. Entonces, cogió a su hijo primogénito, el que debía sucederle en el
trono, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla.
RESPONSORIO Sir 48, 13. 15
R. Eliseo recibió dos tercios del espíritu de Elías; vida no temió a
ninguno. * Nadie pudo sujetar su espíritu.
V. En vida hizo maravillas y en muerte obras brocas.
R. Nadie pudo sujetar su espíritu.
SEGUNDA LECTURA
Del Cántico espiritual de san Juan de la Cruz, presbítero
(Canción 39, declaración)
TE DESPOSARE CONMIGO PARA SIEMPRE
En la transformación que el alma tiene en esta vida, pasa la misma aspiración
de Dios al alma y del alma a Dios con mucha frecuencia, con subidísimo deleite
de amor en el alma, aunque no en revelado y manifiesto grado, como en la otra. Porque
esto es lo que entiendo quiso decir san Pablo cuando dijo: Por cuanto sois
hijos de Dios, envió Dios en vuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
clamando al Padre. Lo cual en los beatíficos de la otra vida y en los perfectos
de ésta es en las dichas maneras.
Y no hay que tener por imposible que el alma pueda una cosa tan alta, que el
alma aspire en Dios como Dios aspira en ella por modo participado. Porque dado
que Dios le haga merced de unirla en la Santísima Trinidad, en que el alma se
hace deiforme y Dios por participación, ¿qué increíble cosa es que obre ella
también su obra de entendimiento, noticia y amor, o, por mejor decir, la tenga
obrada en la Trinidad juntamente con ella como la misma Trinidad?
Y cómo esto sea, no hay más saber ni poder para decirlo, sino dar a entender
cómo el Hijo de Dios nos alcanzó este alto estado y nos mereció este subido
puesto de poder ser hijos de Dios, como dice san Juan, y así lo pidió al Padre
diciendo: Padre, quiero que los que me has dado, que donde yo estoy también
ellos estén conmigo, para que vean la claridad que me diste; es a saber, que
hagan por participación en nosotros la misma obra que yo por naturaleza, que es
aspirar el Espíritu Santo. Y dice más: No ruego, Padre, solamente por estos
presentes, sino también por aquellos que han de creer por su doctrina en mí;
que todos ellos sean una misma cosa. Y yo la claridad que me has dado he dado a
ellos para que sean una misma cosa, como nosotros somos una misma cosa, yo en
ellos y tú en mí, porque sean perfectos en uno; porque conozca el mundo que tú
me enviaste, y los amaste como me amaste a mí, que es comunicándoles el mismo
amor que al Hijo, aunque no naturalmente como al Hijo, sino, como habemos
dicho, por unidad y transformación de amor. Como tampoco se entiende aquí
quiere decir el Hijo al Padre, que sean los santos una cosa esencial y
naturalmente como lo son el Padre y el Hijo; sino que lo sean por unión de
amor, como el Padre y el Hijo están en unidad de amor.
De donde las almas esos mismos bienes poseen por participación que él por
naturaleza; por lo cual verdaderamente son dioses por participación, iguales y
compañeros suyos de Dios. De donde san Pedro dijo: Gracia y paz sea cumplida y
perfecta en vosotros en el conocimiento de Dios y de Jesucristo nuestro Señor,
de la manera que nos son dadas todas las cosas de su divina virtud para la vida
y la piedad, por el conocimiento de aquel que nos llamó con su propia gloria y
virtud, por el cual muy grandes y preciosas promesas nos dio, para que por estas
cosas seamos hechos compañeros de la divina naturaleza. Hasta aquí son palabras
de san Pedro, en las cuales da claramente a entender que el alma participará al
mismo Dios, que será obrando en él, acompañadamente con él, la obra de la
Santísima Trinidad, de la manera que habemos dicho, por causa de la unión
sustancial entre el alma y Dios. Lo cual, aunque se cumple perfectamente en la
otra vida, todavía en ésta, cuando se llega al estado perfecto, como decimos ha
llegado aquí el alma, se alcanza gran rastro y sabor de ella.
¡Oh, almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas!, ¿qué hacéis?,
¿en qué os entretenéis? ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma; pues
para tanta luz estáis ciegos y para tan grandes voces sordos!
RESPONSORIO 1Jn 3, la. 2
R. Mirad qué amor nos ha tenido el Padre * para llamarnos hijos de
Dios, pues ¡lo somos!
V. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque
lo veremos tal cual es.
R. Para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!
Viernes, 9
de agosto de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,24-28):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo,
que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere
salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué
le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá
dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la
gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro
que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al
Hijo del hombre con majestad.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1,
68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto.
PRECES
Adoremos a Cristo, que se ofreció a Dios como sacrificio sin mancha para
purificar nuestras conciencias de las obras muertas, y digámosle con fe:
En tu voluntad, Señor, encontramos nuestra paz.
Tú que nos has dado la luz del nuevo día,
concédenos también caminar durante sus horas por sendas de vida nueva.
Tú que todo lo has creado con tu poder y con tu providencia lo conservas,
ayúdanos a descubrirte presente en todas tus creaturas.
Tú que has sellado con tu sangre una alianza nueva y eterna,
haz que, obedeciendo siempre tus mandatos, permanezcamos fieles a esa alianza.
Tú que colgado en la cruz quisiste que de tu costado manara sangre y agua,
purifica con esta agua nuestros pecados y alegra con este manantial a la ciudad
de Dios.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Ya que Dios nos ha adoptado como hijos, oremos al Padre como nos enseñó
Jesucristo:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Señor, Dios todopoderoso, te pedimos nos concedas que del mismo modo que hemos
cantado tus alabanzas en esta celebración matutina así también las podamos
cantar plenamente en la asamblea de tus santos por toda la eternidad. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
En Italia se le profesa gran veneración, sobre todo porque
se le considera protector contra los terremotos. Por la misma razón, su culto
se ha popularizado mucho en los últimos años en las ciudades de Los Angeles y
San Francisco, zonas donde también se suceden fuertes y frecuentes movimientos
telúricos. Según las "actas" Emigdio era un alemán originario de
Treveris. Después de su conversión al cristianismo, se trasladó a Roma en la
época del Papa Marcelo I. Lleno de celo por la fe, Emigdio entró a un templo
pagano y derribó una estatua de Esculapio. Ello enfureció tanto a los paganos,
que el Papa Marcelo I para protegerlo le ordenó sacerdote, le consagró obispo y
le envió a evangelizar el territorio de Ascoli Piceno.
Ahí trabajó el santo con gran éxito y logró numerosas
conversiones. Fue decapitado durante la persecución de Dioclesiano, junto con
los santos Eupolo, Germán y Valentín. Dado que San Marcelo ciñó la tiara
pontificia en el año 308, es imposible que él haya ordenado a San Emigdio, pero
la tradición popular no respeta la cronología. La fiesta de San Emigdio se
celebra en Italia no sólo el 9 de agosto, sino también en otras fechas, según
las diversas tradiciones locales.
Edith Stein nació en Breslau, Alemania, (hoy
Broklaw, Polonia) el 12 de octubre de 1891. Fue la última de 11 hermanos de una
familia judía devota. Ella murió en una cámara de gas de Auschwitz el 9 de
agosto de 1942.
Fue una estudiante brillante, quien en un comienzo
se incorporó a la Universidad de Breslau en 1911 y luego se trasladó a la
Universidad de Göttingen para continuar sus estudios bajo la tutela del famoso
fundador de la fenomenología Edmund Husserl. El filósofo escogió a Edith Stein
para ser su asistente de cátedra en la Universidad de Freiburg y declaró que
ella era la mejor estudiante de doctorado que nunca había tenido, incluso fue
más capaz que Heidegger quien también fue su pupilo al mismo tiempo que Edith.
En 1916, culminó su tesis y obtuvo el Doctorado en Filosofía con el grado de
summa cum laude.
Luego de que muchos de sus amigos fueran enrolados
para servir en la Primera Guerra Mundial, Edith se enroló de voluntaria junto
con otras estudiantes mujeres para trabajar en hospitales militares. Así,
obtuvo trabajo en hospitales de enfermedades infecciosas y cuidó
caritativamente del ejército austríaco, donde campeaba la tifoidea, la
disentería y el cólera. Al término de su período como voluntaria en el hospital
militar obtuvo la medalla de valor en reconocimiento a su servicio generoso.
Tras retornar de la experiencia de la guerra,
retomó su vida de estudiante, pero las dudas profundas, el insaciable hambre de
verdad volcado a la filosofía y el testimonio de muchos cristianos comenzaron a
socavar en ella su hasta entonces radical ateísmo. Los diálogos con el filósofo
Max Scheller -que paradójicamente se había apartado de la Iglesia-, pero sobre
todo la lectura de la vida de Santa Teresa de Jesús, terminaron completando la
obra que Dios había iniciado en ella: su conversión al catolicismo. El 1 de
enero de 1922 recibió el bautismo.
Por este tiempo, Edith dejó su carrera como
estudiante y aceptó el puesto de profesora de Alemán en el Colegio de las
Hermanas Dominicas en Speyer. Allí, trabajó por 8 años como profesora y dividía
su día entre el trabajo y la oración. Era conocida por ser una benévola y
servicial profesora que trabajaba duro por trasmitir su material de manera
clara y sistemática y su preocupación iba más allá de trasmitir conocimientos,
incluía la formación a toda la persona, pues estaba convencida que la educación
era un trabajo apostólico.
A lo largo de este período, Edith continuó sus
escritos y traducciones de filosofía y asumió el compromiso de dar conferencias,
que la llevó a Heidelberg, Zurich, Salzburg y otras ciudades. En el transcurso
de sus conferencias, frecuentemente abordaba el papel y significado de la mujer
en la vida contemporánea, hablando de temas como: "Ethos de las mujeres
que trabajan", "Diferentes vocaciones de hombres y mujeres de acuerdo
con Dios y la naturaleza" , "La Espiritualidad de la mujer
cristiana", "Los principios fundamentales de la Educación de la
mujer", "Problemas en la Educación de la Mujer", "La
Iglesia, la mujer y la juventud" " y "El significado intrínseco
del valor de la mujer en la vida nacional". Una lectura de sus textos
revela claramente su oposición radical al feminismo y su fuerte compromiso al
reconocimiento y desarrollo de la mujer, así como al valor de la madurez de la
vida cristiana en la mujer como una respuesta para el mundo.
En 1931, Edith deja la escuela del convento para
dedicarse a tiempo completo a la escritura y publicación de sus trabajos. En
1932, aceptó la cátedra en la Universidad de Münster, pero un año después le
dijeron que debería dejar su puesto por su antecedente judío. Una caritativa
universidad de administración le sugirió que trabajase en sus proyectos hasta
que la situación de Alemania mejore, pero ella se negó. También recibió otra
oferta de América del Sur, pero después de pensar bien la situación, Edith se
convenció que había llegado el tiempo de entrar al convento. El 14 de octubre
de 1933, a la edad de 42 años, Edith Stein ingresa al convento carmelita en
Cologne tomando el nombre de Teresa Benedicta y reflejando su especial devoción
a la pasión de Cristo y su gratitud a Teresa de Avila por su amparo espiritual.
En el convento, Edith continuó sus estudios y
escritos completando los textos de su libro "La Finitud y el Ser", su
obra cumbre.
En 1938 la situación en Alemania empeoró, y el
ataque de las temidas S.S. el 8 de noviembre a las sinagogas (la Kristallnacht
o "Noche de los Cristales") despejó toda duda acerca del estado
verdadero de los ciudadanos judíos. El convento de los priores preparó el
traslado de Edith al convento de Dutch en Echt y en Año Nuevo, el 31 de
diciembre de 1938, Edith Stein fue llevada a Holanda. Allá en el convento de
Echt, Edith compuso 3 hermosos actos de oblación, ofreciéndolos por el pueblo
judío, por el evitamiento de la guerra y por la santificación de la Familia
Carmelita. Después, reorganizó su vida enseñando Latín a las postulantes y
escribiendo un libro acerca de San Juan de la Cruz.
Como la incineración y los cuartos de gas
aumentaron en el Este, Edith, como miles de judíos en Holanda, empezó a recibir
citaciones de la S.S. en Maastricht y del Consejero para los Judíos en
Amsterdam.
Edith pidió una visa a Suiza junto con su hermana
Rosa, con quien había vivido en Echt, para ser transferidas al Convento de
Carmelitas de Le Paquier. La comunidad de Le Paquier informó a la Comunidad de
Echt que podía aceptar a Edith pero no a Rosa.
Para Edith fue inaceptable y por eso se rehusó ir a
Suiza y prefirió quedarse con su hermana Rosa en Echt. Decidida a terminar
"La Ciencia de la Cruz", Edith usó todo momento para investigar,
incluso hasta quedar exhausta.
En la Comunidad Holandesa de Echt, la protección de
Edith Stein en contra de la persecución de los judíos fue temporal. Mientras la
policía nazi que exterminaba a los judíos era rápidamente implementada cuando
Holanda fue ocupada, los judíos que profesaban la fe católica fueron
inicialmente dejados en paz. Sin embargo, cuando el Obispo de Netherlands
redactó una carta pastoral en donde protestaban severamente en contra de la
deportación de los judíos, las reglas nazis reaccionaron ordenando la
exterminación de los bautizados judíos.
Por esa razón, el domingo 2 de agosto a las 5 p.m.,
después de que Edith Stein había pasado su día como siempre, rezando y
trabajando en su interminable manuscrito de su libro sobre San Juan de la Cruz,
los oficiales de la S.S. fueron al convento y se la llevaron junto con Rosa.
Asustada por la multitud y por no poder hacer nada ante la situación, Rosa se
empezó a desorientar. Un testigo relató que Edith tomó de la mano a Rosa y le
dijo tranquilamente: "Ven Rosa, vamos a ir por nuestra gente". Juntas
caminaron hacia la esquina y entraron en el camión de la policía que las
esperaba.
Hay muchos testigos que cuentan del comportamiento
de Edith durante esos días de prisión en Amersfoort y Westerbork, el campamento
central de detención en el norte de Holanda; cuentan de su silencio, su calma,
su compostura, su autocontrol, su consuelo para otras mujeres, su cuidado para con
los más pequeños, lavándolos y cepillando sus cabellos y cuidando de que estén
alimentados.
En medio de la noche, antes del amanecer del 7 de
agosto de 1942, los prisioneros de Westerbork, incluyendo a Edith Stein, fueron
llevados a los trenes y deportados a Auschwitz. En 1950, la Gazette Holandesa
publicó la lista oficial con los nombres de los judíos que fueron deportados de
Holanda el 7 de agosto de 1942. No hubo sobrevivientes. He aquí lo que decía
lacónicamente la lista de los deportados:Número 44070 : Edith Theresa Hedwig
Stein, Nacida en Breslau el 12 de Octubre de 1891, Muerta el 9 de Agosto de
1942.