Musica Para el Alma

jueves, 1 de junio de 2017

ORACION

viernes, 2 de junio de 2017. Otras celebraciones del día: SAN MARCELINO Y SAN PEDRO, MÁRTIRES .

Invitatorio

Completas

Notas

  • Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas.
  • Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
  • Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Examen

Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestros pecados.
  • Formula 1
  • Formula 2
  • Formula 3
Yo confieso ante Dios Todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno

  • Himno 1
Antes de cerrar los ojos,
los labios y el corazón,
al final de la jornada,
¡buenas noches!, Padre Dios.

Gracias por todas las gracias
que nos ha dado tu amor;
si muchas son nuestras deudas,
infinito es tu perdón.
Mañana te serviremos,
en tu presencia mejor.
A la sombra de tus alas,
Padre nuestro, abríganos.
Quédate junto a nosotros
y danos tu bendición.

Antes de cerrar los ojos,
los labios y el corazón,
al final de la jornada,
¡buenas noches!, Padre Dios.

Gloria al Padre omnipotente,
gloria al Hijo Redentor,
gloria al Espíritu Santo:
tres Personas, sólo un Dios. Amén.

Salmodia

Antífona 1: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 87
Oración de un hombre gravemente enfermo
Ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas. (Lc 22,53)
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
+ llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.

Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho repugnante para ellos:
encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.

Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla,
o tu justicia en el país del olvido?

Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?

Desde niño fui desgraciado y enfermo,
me doblo bajo el peso de tus terrores,
pasó sobre mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:

me rodean como las aguas todo el día,
me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y compañeros:
mi compañía son las tinieblas.

Lectura Breve

Jr 14,9
Tú estás en medio de nosotros, Señor; tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor, Dios nuestro.

Responsorio Breve

R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. * Aleluya, aleluya. A tus manos.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás. * Aleluya. aleluya. Gloria al Padre. A tus manos.

Canto Evangélico

Antifona: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T.P. Aleluya)
Nunc dimittis Lc 2, 29-32
Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre.

Oración

Oremos:
Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, le imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Bendición

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
R. Amén.

Antífonas finales de la Santísima Virgen María

  • Antifona 1
  • Antifona 2
  • Antifona 3
  • Antifona 4
  • Antifona 5
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

VISPERAS

El siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la liturgia de las horas para el día de mañana, viernes, 2 de junio de 2017. Otras celebraciones del día: SAN MARCELINO Y SAN PEDRO, MÁRTIRES .

Invitatorio

Vísperas

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

    Salmodia

    Antífona 1: Yo, el Señor, soy tu salvador y tu redentor. Aleluya.
    Salmo 134,1-12
    Himno a Dios, realizador de maravillas
    Vosotros sois… un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. (1P 2,9)
    Alabad el nombre del Señor,
    alabadlo, siervos del Señor,
    que estáis en la casa del Señor,
    en los atrios de la casa de nuestro Dios.

    Alabad al Señor porque es bueno,
    tañed para su nombre, que es amable.
    Porque él se escogió a Jacob,
    a Israel en posesión suya.

    Yo sé que el Señor es grande,
    nuestro dueño más que todos los dioses.
    El Señor todo lo que quiere lo hace:
    en el cielo y en la tierra,
    en los mares y en los océanos.

    Hace subir las nubes desde el horizonte,
    con los relámpagos desata la lluvia,
    suelta a los vientos de sus silos.

    Él hirió a los primogénitos de Egipto,
    desde los hombres hasta los animales.
    Envió signos y prodigios
    —en medio de ti, Egipto—
    contra el Faraón y sus ministros.

    Hirió de muerte a pueblos numerosos,
    mató a reyes poderosos:
    a Sijón, rey de los amorreos,
    a Hog, rey de Basán,
    y a todos los reyes de Canaán.
    Y dio su tierra en heredad,
    en heredad a Israel, su pueblo.
    Antífona 2: Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. Aleluya.
    Salmo 134,13-21
    Señor, tu nombre es eterno;
    Señor, tu recuerdo de edad en edad.
    Porque el Señor gobierna a su pueblo
    y se compadece de sus siervos.

    Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
    hechura de manos humanas:
    tienen boca y no hablan,
    tienen ojos y no ven,

    tienen orejas y no oyen,
    no hay aliento en sus bocas.
    Sean lo mismo los que los hacen,
    cuantos confían en ellos.

    Casa de Israel, bendice al Señor;
    casa de Aarón, bendice al Señor;
    casa de Leví, bendice al Señor.
    fieles del Señor, bendecid al Señor.

    Bendito en Sión el Señor,
    que habita en Jerusalén.
    Antífona 3: Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.
    Ap 15,3-4
    Himno de adoración
    Grandes y maravillosas son tus obras,
    Señor, Dios omnipotente,
    justos y verdaderos tus caminos,
    ¡oh Rey de los siglos!

    ¿Quién no temerá, Señor,
    y glorificará tu nombre?
    Porque tú solo eres santo,
    porque vendrán todas las naciones
    y se postrarán en tu acatamiento,
    porque tus juicios se hicieron manifiestos.

    Lectura Breve

    Ga 5, 16. 22-23a. 25
    Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. El fruto del
    Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad,
    dominio de sí. Si vivimos por el Espíritu marchemos tras el Espíritu.

    Responsorio Breve

    V. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
    R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
    V. Os lo enseñará todo.

    R. Aleluya, aleluya.
    V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.

    Canto Evangélico

    Antifona: Todos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de María,
    la madre de Jesús. Aleluya.
    Magnificat Lc 1, 46-55
    Alegría del alma en el Señor
    Proclama mi alma la grandeza del Señor,
    se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
    porque ha mirado la humillación de su esclava.

    Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
    porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
    su nombre es santo,
    y su misericordia llega a sus fieles
    de generación en generación.

    Él hace proezas con su brazo:
    dispersa a los soberbios de corazón,
    derriba del trono a los poderosos
    y enaltece a los humildes,
    a los hambrientos los colma de bienes
    y a los ricos los despide vacíos.

    Auxilia a Israel, su siervo,
    acordándose de la misericordia
    —como lo había prometido a nuestros padres—
    en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    Preces

    Bendigamos a Dios Padre, que con tanta generosidad ha derramado los dones del Espíritu
    Santo sobre todos los pueblos, y pidámosle que no cese nunca de derramar su gracia
    sobre el mundo; digamos:
    Que la gracia del Espíritu Santo abunde, Señor, en el mundo.
    Señor, tú que nos has dado a tu Elegido como luz de los pueblos,
    — abre los ojos de los ciegos y libra de toda esclavitud a los que viven en tinieblas.
    Tú que ungiste a Cristo con la fuerza del Espíritu Santo, para que realizara la salvación de
    los hombres,
    — haz que sintamos cómo pasa de nuevo por el mundo, haciendo el bien y curando a
    todos.
    Envía a tu Espíritu, que es la luz de los corazones,
    — para que confirme en la fe a los que viven en medio de incertidumbres y dudas.
    Envía a tu Espíritu, que es descanso en el trabajo,
    — para que reconforte a los que se sienten fatigados y desanimados.
    Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
    Realiza la esperanza de los que ya han muerto,
    — y haz que cuando venga el Señor obtengan una resurrección gloriosa.
    Dirijamos ahora al Padre nuestra oración con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:
    Padre nuestro.

    Padre Nuestro

    Padre nuestro, que estás en el cielo,
    santificado sea tu nombre,
    venga tu reino,
    hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
    Danos hoy nuestro pan de cada día,
    perdona nuestras ofensas,
    como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
    no nos dejes caer en tentación,
    y líbranos del mal.

    Oración

    Oh Dios, que por la glorificación de tu Hijo Jesucristo y la venida del Espíritu Santo nos
    has abierto las puertas de tu reino, haz que la recepción de dones tan grandes nos mueva
    a dedicarnos con mayor empeño a tu servicio y a vivir con mayor plenitud las riquezas de
    nuestra fe. Por Jesucristo nuestro Señor.
    Amén.

    ORACION DE LA TARDE

    Invocación

    Himno

    • Himno 1
    • Himno 2
    • Himno 3
    Fundamento de todo lo que existe,
    de tu pueblo elegido eterna roca,
    de los tiempos Señor, que prometiste
    dar tu vigor al que con fe te invoca.

    Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
    tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
    para amarte y servirte en esta vida
    y gozarte después de santa muerte.

    Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
    en este atardecer que se avecina,
    serena claridad y dulce brisa
    será tu amor que todo lo domina. Amén.

    Salmodia

    Antífona 1: En la presencia del Señor se postrarán las familias de los pueblos.
    Salmo 125
    Dios, alegría y esperanza nuestra
    Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo. (2Co 1,7)
    Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
    nos parecía soñar:
    la boca se nos llenaba de risas,
    la lengua de cantares.

    Hasta los gentiles decían:
    «El Señor ha estado grande con ellos.»
    El Señor ha estado grande con nosotros,
    y estamos alegres.

    Que el Señor cambie nuestra suerte,
    como los torrentes del Negueb.
    Los que sembraban con lágrimas
    cosechan entre cantares.

    Al ir, iba llorando,
    llevando la semilla;
    al volver, vuelve cantando,
    trayendo sus gavillas.
    Antífona 2: En la presencia del Señor se postrarán las familias de los pueblos.
    Salmo 126
    El esfuerzo humano es inútil sin Dios
    Sois edificio de Dios. (1Co 3,9)
    Si el Señor no construye la casa,
    en vano se cansan los albañiles;
    si el Señor no guarda la ciudad,
    en vano vigilan los centinelas.

    Es inútil que madruguéis,
    que veléis hasta muy tarde,
    que comáis el pan de vuestros sudores:
    ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

    La herencia que da el Señor son los hijos;
    su salario, el fruto del vientre:
    son saetas en mano de un guerrero
    los hijos de la juventud.

    Dichoso el hombre que llena
    con ellas su aljaba:
    no quedará derrotado cuando litigue
    con su adversario en la plaza.
    Antífona 3: En la presencia del Señor se postrarán las familias de los pueblos.
    Salmo 127
    Paz doméstica en el hogar del justo
    «Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia. (Arnobio)
    Dichoso el que teme al Señor
    + y sigue sus caminos.

    Comerás del fruto de tu trabajo,
    serás dichoso, te irá bien;
    tu mujer, como parra fecunda,
    en medio de tu casa;

    tus hijos, como renuevos de olivo,
    alrededor de tu mesa:
    ésta es la bendición del hombre
    que teme al Señor.

    Que el Señor te bendiga desde Sión,
    que veas la prosperidad de Jerusalén
    todos los días de tu vida;
    que veas a los hijos de tus hijos.
    ¡Paz a Israel!

    Lectura Breve

    1 Co 5, 7-8
    Tirad fuera la levadura vieja para que seáis una masa nueva, ya que ahora sois panes
    ázimos, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Así, pues, celebremos
    nuestra fiesta no con la vieja levadura ni con levadura de malicia y perversidad, sino con
    los panes ázimos de pureza y verdad.
    V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
    R. Porque ya es tarde. Aleluya.

    Responsorio Breve

    V. Conozca la tierra tus caminos, Señor.
    R. Todos los pueblos tu salvación.

    Oración

    Oremos:
    Oh Dios, que por la glorificación de tu Hijo Jesucristo y la venida del Espíritu Santo nos
    has abierto las puertas de tu reino, haz que la recepción de dones tan grandes nos mueva

    a dedicarnos con mayor empeño a tu servicio y a vivir con mayor plenitud las riquezas de
    nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
    Amén.

    JUAN 21,15-16 LO QUE ME DICE EL EVANGELIO

    Lo que me dice: El Santo Evangelio: Viernes, 2 de junio de 2017
    (Juan 21,15-19).  *Hoy el Señor me sorprende con un examen, de una sola pregunta, y esta pregunta está fundamentada en un solo tema, EL AMOR  ¿Me amas?  No es bueno que yo la responda rápidamente, tengo que dejar que esta pregunta recorra todo mi alma, toda mi mente, todo mi ser y todas mis fuerzas ¿porque me hace esta pregunta el Señor? Yo pienso  que el Señor me quiere totalmente libre para él. Esta pregunta me estremece  profundamente, porque, yo vivo sumergido, en mis afanes diarios, durante el día hasta me olvido de DIOS.  Pero me alegro mucho con esta pregunta, porque veo que el Señor tiene algo especial para mí. Mas el jurado que está a cargo de corregir mi respuesta, está compuesto por: mi mujer, mis hijos y mis enemigos, y estoy muy seguro, que mis jurados quieren, que yo de una buena respuesta, cuándo mi mujer me pregunte ¿Me amas?, cuándo mis hijos me pregunten ¿Me amas?, cuándo las persona que me caen mal me pregunten ¿Me amas? Señor tú me conoces y solo tú sabes que es lo que hay dentro de mí, ayúdame a dar una buena respuesta a esta pregunta, y poder aceptar con amor, la misión a la que me llamas*.

    El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser,

    SANTO

    EVANGELIO

    Viernes, 2 de junio de 2017

    Evangelio


    Lectura del santo evangelio según san Juan (21,15-19):

    Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: 
    «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» 
    Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» 
    Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.» 
    Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» 
    Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» 
    Él le dice: «Pastorea mis ovejas.» 
    Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» 
    Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» 
    Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» 
    Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. 
    Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

    Palabra del Señor

    SALMO

    Viernes, 2 de junio de 2017

    Salmo

    Sal 10,4-7

    R/.
     El Señor puso en el cielo su trono

    Bendice, alma mía, al Señor,
    y todo mi ser a su santo nombre.
    Bendice, alma mía, al Señor,
    y no olvides sus beneficios. R/.

    Como se levanta el cielo sobre la tierra,
    se levanta su bondad sobre sus fieles;
    como dista el oriente del ocaso,
    así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.

    El Señor puso en el cielo su trono,
    su soberanía gobierna el universo.
    Bendecid al Señor, ángeles suyos,
    poderosos ejecutores de sus órdenes. R/.


    Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu  Santo.

    PRIMERA LECTURA

    Viernes, 2 de junio de 2017

    Primera lectura


    Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (25,13-21):

    En aquellos días, el rey Agripa llegó a Cesarea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí bastantes días. 
    Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: «Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, como Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.»

    Palabra de Dios

    UNA LUZ

    Primera Lectura

    Segunda carta del apóstol san Juan
    EL QUE PERMANECE EN LA DOCTRINA DE CRISTO POSEE AL PADRE Y AL HIJO
    Yo, el presbítero, a la señora elegida y a sus hijos, a quienes amo en la verdad (y no
    solamente yo, sino también todos los que han conocido la verdad). Yo os amo por esa
    misma verdad que mora en nosotros y, que en nosotros permanecerá eternamente. La
    gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre,
    estarán con nosotros en la verdad y en el amor.
    Mucho me he alegrado de encontrar a tus hijos caminando en la verdad, conforme al
    mandato que hemos recibido del Padre. Ahora, señora, te ruego no como quien te envía
    un mandamiento nuevo, sino el mandato que teníamos desde un principio, que nos
    amemos unos a otros. Y en esto consiste el amor: en que vivamos conforme a sus
    mandatos. Y éste es el mandamiento, según habéis oído desde un principio, que consiste
    en vivir en el amor.

    Se han levantado en el mundo muchos seductores que niegan que Jesucristo ha venido
    en carne. Ése es el seductor y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, para que no
    perdáis el fruto de vuestros trabajos y para que recibáis una abundante recompensa.
    Quien sale de los justos límites y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios.
    Quien persevera en su doctrina posee al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no
    trae esta doctrina, no lo recibáis en casa ni lo saludéis, pues el que lo saluda se hace
    solidario de sus malas obras.
    Tengo muchas cosas que escribiros, pero prefiero no confiarlas al papel y a la tinta.
    Espero ir a veros y hablar con vosotros de viva voz, a fin de que nuestro gozo sea
    completo. Te saludan los hijos de tu hermana Electa.

    Responsorio Cf. 2 Jn 4. 5. 3; Dt 5, 33

    R. Éste es el mandamiento que hemos recibido del Padre, el cual no es ya un
    mandamiento nuevo, sino que lo tenemos desde un principio: * Vivid en la verdad y en el
    amor. Aleluya.
    V. Seguid el camino que os marcó el Señor, vuestro Dios, y viviréis.
    R. Vivid en la verdad y en el amor. Aleluya.

    Segunda Lectura

    Del tratado de san Hilario, obispo, sobre la Trinidad
    (Libro 2,1, 33. 35: PL 10, 50-51. 73-75)
    EL DON DEL PADRE EN CRISTO
    El Señor mandó bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, esto
    es, en la profesión de fe en el Creador, en el Hijo único y en el que es llamado Don.
    Uno solo es el Creador de todo, ya que uno solo es Dios Padre, de quien procede todo;
    y uno solo el Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, por quien ha sido hecho todo; y uno
    solo el Espíritu, que a todos nos ha sido dado.
    Todo, pues, se halla ordenado según la propia virtud y operación: un Poder del cual
    procede todo, un Hijo por quien existe todo, un Don que es garantía de nuestra esperanza
    consumada. Ninguna falta se halla en semejante perfección; dentro de ella, en el Padre y
    el Hijo y el Espíritu Santo, se halla lo infinito en lo eterno, la figura en la imagen, la
    fruición en el don.
    Escuchemos las palabras del Señor en persona, que nos describe cuál es la acción
    específica del Espíritu en nosotros; dice, en efecto: Muchas cosas me quedan por deciros,
    pero no podéis cargar con ellas por ahora. Os conviene, por tanto, que yo me vaya,
    porque, si me voy, os enviaré al Defensor.
    Y también: Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor, que esté siempre convosotros, el Espíritu de la verdad. Él os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no
    será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará,
    porque recibirá de mí.
    Esta pluralidad de afirmaciones tiene por objeto darnos una mayor comprensión, ya
    que en ellas se nos explica cuál sea la voluntad del que nos otorga su Don, y cuál la
    naturaleza de este mismo Don: pues, ya que la debilidad de nuestra razón nos hace
    incapaces de conocer al Padre y al Hijo y nos dificulta el creer en la encarnación de Dios,
    el Don que es el Espíritu Santo, con su luz, nos ayuda a penetrar en estas verdades.
    Al recibirlo, pues, se nos da un conocimiento más profundo. Porque, del mismo modo
    que nuestro cuerpo natural, cuando se ve privado de los estímulos adecuados, permanece
    inactivo (por ejemplo, los ojos, privados de luz, los oídos, cuando falta el sonido, y el
    olfato, cuando no hay ningún olor, no ejercen su función propia, no por que dejen de
    existir por la falta de estímulo, sino porque necesitan este estímulo para actuar), así
    también nuestra alma, si no recibe por la fe el Don que es el Espíritu, tendrá ciertamente
    una naturaleza capaz de entender a Dios, pero le faltará la luz para llegar a ese
    conocimiento. El Don de Cristo está todo entero a nuestra disposición y se halla en todas
    partes, pero se da a proporción del deseo y de los méritos de cada uno. Este Don está con
    nosotros hasta el fin del mundo; él es nuestro solaz en este tiempo de expectación.

    Responsorio Cf. Jn 14, 1; 17, 9; 16, 7

    R. Ya es tiempo de que yo vuelva al que me envió —dice el Señor—; no os entristezcáis ni
    dejéis que se aflija vuestro corazón; * ruego al Padre por vosotros para que él os cuide.
    Aleluya.
    V. Si no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros; pero, si me voy, os lo enviaré.
    R. Ruego al Padre por vosotros para que él os cuide. Aleluya.

    Oración

    Oremos:
    Oh Dios, que por la glorificación de tu Hijo Jesucristo y la venida del Espíritu Santo nos
    has abierto las puertas de tu reino, haz que la recepción de dones tan grandes nos mueva

    a dedicarnos con mayor empeño a tu servicio y a vivir con mayor plenitud las riquezas de
    nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
    Amén.

    VIERNES 2 LAUDES

    VIERNES 2 DE JUNIO 2017

    Invocación

    Himno

      Salmodia

      Antífona 1: Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.
      Salmo 50
      Misericordia, Dios mío
      Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana. (Ef 4,23-24)
      Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
      por tu inmensa compasión borra mi culpa;
      lava del todo mi delito,
      limpia mi pecado.

      Pues yo reconozco mi culpa,
      tengo siempre presente mi pecado:
      contra ti, contra ti solo pequé,
      cometí la maldad que aborreces.

      En la sentencia tendrás razón,
      en el juicio resultarás inocente.
      Mira, en la culpa nací,
      pecador me concibió mi madre.

      Te gusta un corazón sincero,
      y en mi interior me inculcas sabiduría.
      Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
      lávame: quedaré más blanco que la nieve.

      Hazme oír el gozo y la alegría,
      que se alegren los huesos quebrantados.
      Aparta de mi pecado tu vista,
      borra en mí toda culpa.

      Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
      renuévame por dentro con espíritu firme;
      no me arrojes lejos de tu rostro,
      no me quites tu santo espíritu.

      Devuélveme la alegría de tu salvación,
      afiánzame con espíritu generoso:
      enseñaré a los malvados tus caminos,
      los pecadores volverán a ti.

      Líbrame de la sangre, oh Dios,
      Dios, Salvador mío,
      y cantará mi lengua tu justicia.
      Señor me abrirás los labios,
      y mi boca proclamará tu alabanza.

      Los sacrificios no te satisfacen:
      si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
      Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
      un corazón quebrantado y humillado,
      tú no lo desprecias.

      Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
      reconstruye las murallas de Jerusalén:
      entonces aceptarás los sacrificios rituales,
      ofrendas y holocaustos,
      sobre tu altar se inmolarán novillos.
      Antífona 2: Cristo, cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.
      Jr 14,17-21
      Lamentación del pueblo en tiempo de hambre y guerra
      Está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio. (Mc 1,15)
      Mis ojos se deshacen en lágrimas,
      día y noche no cesan:
      por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
      una herida de fuertes dolores.

      Salgo al campo: muertos a espada;
      entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
      tanto el profeta como el sacerdote
      vagan sin sentido por el país.

      ¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
      ¿Tiene asco tu garganta de Sión?
      ¿Por qué nos has herido sin remedio?
      Se espera la paz y no hay bienestar,
      al tiempo de la cura sucede la turbación.

      Señor, reconocemos nuestra impiedad,
      la culpa de nuestros padres,
      porque pecamos contra ti.

      No nos rechaces, por tu nombre,
      no desprestigies tu trono glorioso;
      recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
      Antífona 3: Entrad a la presencia del Señor con vítores. Aleluya.
      Salmo 99
      Alegría de los que entran en el templo
      El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria. (San Atanasio)
      Aclama al Señor, tierra entera,
      servid al Señor con alegría,
      entrad en su presencia con vítores.

      Sabed que el Señor es Dios:
      que él nos hizo y somos suyos,
      su pueblo y ovejas de su rebaño.

      Entrad por sus puertas con acción de gracias,
      por sus atrios con himnos,
      dándole gracias y bendiciendo su nombre:

      «El Señor es bueno,
      su misericordia es eterna,
      su fidelidad por todas las edades.»

      Lectura Breve

      Hch 5, 30-32
      El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de
      un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la
      conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo,
      que Dios da a los que le obedecen.

      Responsorio Breve

      V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
      R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
      V. El que por nosotros colgó del madero.
      R. Aleluya, aleluya.
      V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

      Canto Evangélico

      Antifona: Cristo Jesús murió y resucitó, y está ahora a la diestra de Dios; él vive para siempre
      para interceder por nosotros, Aleluya.
      Benedictus Lc 1, 68-79
      El Mesías y su precursor
      Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
      porque ha visitado y redimido a su pueblo,
      suscitándonos una fuerza de salvación
      en la casa de David, su siervo,
      según lo había predicho desde antiguo
      por boca de sus santos profetas.
      Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
      y de la mano de todos los que nos odian;
      realizando la misericordia
      que tuvo con nuestros padres,
      recordando su santa alianza
      y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
      Para concedernos que, libres de temor,
      arrancados de la mano de los enemigos,
      le sirvamos con santidad y justicia,
      en su presencia, todos nuestros días.
      Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
      porque irás delante del Señor
      a preparar sus caminos,
      anunciando a su pueblo la salvación,
      el perdón de sus pecados.
      Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
      nos visitará el sol que nace de lo alto,
      para iluminar a los que viven en tinieblas
      y en sombra de muerte,
      para guiar nuestros pasos
      por el camino de la paz.
      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre,
      por los siglos de los siglos. Amén.

      Preces

      Oremos a Dios Padre, a quien pertenece el honor y la gloria por los siglos de los siglos, y
      pidámosle nos conceda ir creciendo en la esperanza por la acción del Espíritu Santo;
      digámosle:
      Ven, Señor, en nuestra ayuda y sálvanos.
      Padre todopoderoso, envía tu Espíritu para que interceda por nosotros,
      — porque no sabemos pedir lo que nos conviene.
      Envíanos tu Espíritu, luz esplendorosa,
      — y haz que penetre hasta lo más íntimo de nuestro ser.
      No nos abandones, Señor, en el abismo en que nos sumergen nuestros pecados,
      — porque somos obra de tus manos.
      Concédenos comprensión para asistir a los débiles y frágiles en la fe,
      — no con impaciencia y resentimiento, sino con auténtica caridad.
      Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
      Dirijamos ahora al Padre nuestra oración con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:
      Padre nuestro.

      Padre Nuestro

      Padre nuestro, que estás en el cielo,
      santificado sea tu nombre,
      venga tu reino,
      hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
      Danos hoy nuestro pan de cada día,
      perdona nuestras ofensas,
      como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
      no nos dejes caer en tentación,
      y líbranos del mal.

      Oración

      Oremos:
      Oh Dios, que por la glorificación de tu Hijo Jesucristo y la venida del Espíritu Santo nos
      has abierto las puertas de tu reino, haz que la recepción de dones tan grandes nos mueva

      a dedicarnos con mayor empeño a tu servicio y a vivir con mayor plenitud las riquezas de
      nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
      Amén.

      VÍSPERAS

      VÍSPERAS
      (Oración de la tarde)

      INVOCACIÓN INICIAL

      V. Dios mío, ven en mi auxilio
      R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

      Himno: OH DIOS, QUE ERES EL PREMIO

      Oh Dios, que eres el premio, la corona
      y la suerte de todos tus soldados,
      líbranos de los lazos de las culpas
      por este mártir a quien hoy cantamos.

      El conoció la hiel que está escondida
      en la miel de los goces de este suelo,
      y, por no haber cedido a sus encantos,
      está gozando los del cielo eterno.

      Él afrontó con ánimo seguro
      lo que sufrió con varonil coraje,
      y consiguió los celestiales dones
      al derramar por ti su noble sangre.

      Oh piadosísimo Señor de todo,
      te suplicamos con humilde ruego
      que, en el día del triunfo de este mártir,
      perdones los pecados de tus siervos.

      Gloria eterna al divino Jesucristo,
      que nació de una Virgen impecable,
      y gloria eterna al Santo Paracleto,
      y gloria eterna al sempiterno Padre. Amén.

      SALMODIA

      Ant 1. El Señor Dios le ha dado el trono de David, su padre. Aleluya.

      Salmo 131 I - PROMESAS A LA CASA DE DAVID.

      Señor, tenle en cuenta a David
      todos sus afanes:
      cómo juró al Señor
      e hizo voto al Fuerte de Jacob:

      «No entraré bajo el techo de mi casa,
      no subiré al lecho de mi descanso,
      no daré sueño a mis ojos,
      ni reposo a mis párpados,
      hasta que encuentre un lugar para el Señor,
      una morada para el Fuerte de Jacob.»

      Oímos que estaba en Efrata,
      la encontramos en el Soto de Jaar:
      entremos en su morada,
      postrémonos ante el estrado de sus pies.

      Levántate, Señor, ven a tu mansión,
      ven con el arca de tu poder:
      que tus sacerdotes se vistan de gala,
      que tus fieles te aclamen.
      Por amor a tu siervo David,
      no niegues audiencia a tu Ungido.

      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

      Ant. El Señor Dios le ha dado el trono de David, su padre. Aleluya.

      Ant 2. Jesucristo es el único Soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores. Aleluya.

      Salmo 131 II.

      El Señor ha jurado a David
      una promesa que no retractará:
      «A uno de tu linaje
      pondré sobre tu trono.

      Si tus hijos guardan mi alianza
      y los mandatos que les enseño,
      también sus hijos, por siempre,
      se sentarán sobre tu trono.»

      Porque el Señor ha elegido a Sión,
      ha deseado vivir en ella:
      «Ésta es mi mansión por siempre,
      aquí viviré, porque la deseo.

      Bendeciré sus provisiones,
      a sus pobres los saciaré de pan;
      vestiré a sus sacerdotes de gala,
      y sus fieles aclamarán con vítores.

      Haré germinar el vigor de David,
      enciendo una lámpara para mi Ungido.
      A sus enemigos los vestiré de ignominia,
      sobre él brillará mi diadema.»

      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

      Ant. Jesucristo es el único Soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores. Aleluya.

      Ant 3. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.

      Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a

      Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
      el que eres y el que eras,
      porque has asumido el gran poder
      y comenzaste a reinar.

      Se encolerizaron las naciones,
      llegó tu cólera,
      y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
      y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
      y a los santos y a los que temen tu nombre,
      y a los pequeños y a los grandes,
      y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

      Ahora se estableció la salud y el poderío,
      y el reinado de nuestro Dios,
      y la potestad de su Cristo;
      porque fue precipitado
      el acusador de nuestros hermanos,
      el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

      Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
      y por la palabra del testimonio que dieron,
      y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
      Por esto, estad alegres, cielos,
      y los que moráis en sus tiendas.

      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

      Ant. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.

      LECTURA BREVE   Ap 7, 14-17

      Ésos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, dándole culto día y noche en su santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed; ya no los molestará el sol ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.

      RESPONSORIO BREVE

      V. Resplandecerán los justos en presencia de Dios. Aleluya, aleluya.
      R. Resplandecerán los justos en presencia de Dios. Aleluya, aleluya.

      V. Y se alegrarán los rectos de corazón.
      R. Aleluya, aleluya.

      V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      R. Resplandecerán los justos en presencia de Dios. Aleluya, aleluya.

      CÁNTICO EVANGÉLICO

      Ant. Un fuego ardiente se apoderó de mi espíritu y el intenso amor de los profetas y de aquellos hombres que son amigos de Cristo invadió mi alma. Aleluya.

      Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

      Proclama mi alma la grandeza del Señor,
      se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
      porque ha mirado la humillación de su esclava.

      Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
      porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
      su nombre es santo,
      y su misericordia llega a sus fieles
      de generación en generación.

      El hace proezas con su brazo:
      dispersa a los soberbios de corazón,
      derriba del trono a los poderosos
      y enaltece a los humildes,
      a los hambrientos los colma de bienes
      y a los ricos los despide vacíos.

      Auxilia a Israel, su siervo,
      acordándose de su misericordia
      -como lo había prometido a nuestros padres-
      en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

      Ant. Un fuego ardiente se apoderó de mi espíritu y el intenso amor de los profetas y de aquellos hombres que son amigos de Cristo invadió mi alma. Aleluya.

      PRECES

      En esta hora en la que el Señor, cenando con sus discípulos, presentó al Padre su propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey de los mártires, diciendo:

      Te glorificamos, Señor.

      Te damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires,
      porque nos amaste hasta el extremo.

      Te damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos
      y les das parte en los premios de tu reino.

      Te damos gracias, Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el perdón de los pecados,
      la sangre de la alianza nueva y eterna.

      Te damos gracias, Señor,
      porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe durante el día que ahora termina.

      Se pueden añadir algunas intenciones libres

      Te damos gracias, Señor,
      porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu muerte.

      Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:

      Padre nuestro...

      ORACION

      Dios nuestro, que enseñaste a san Justino a descubrir en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Jesucristo, concédenos, por la intercesión de éste mártir, la gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos siempre firmes en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

      CONCLUSIÓN

      V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
      R. Amén.

      ORACIÓN DE MEDIA TARDE

      HORA NONA

      INVOCACIÓN INICIAL

      V. Dios mío, ven en mi auxilio
      R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

      Himno: REINA EL SEÑOR ALLÍ DONDE NINGUNO

      Reina el Señor allí donde ninguno
      ciñe corona que haya dado el mundo;
      reina el Señor allí donde la vida
      sin lágrimas es río de delicias.

      Reina el Señor, el compasivo siervo,
      que en sus hombros cargó nuestro madero;
      vive el muerto en la cruz, el sepultado
      y con hierro sellado y custodiado.

      Cruzó el oscuro valle de la muerte
      hasta bajar a tumba de rebeldes;
      fingía que era suya nuestra pena,
      y en silencio escuchó nuestra sentencia.

      Pero reina el Señor, la tierra goza,
      y ya se escuchan los cánticos de boda.
      ¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
      nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.

      SALMODIA

      Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.

      Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

      Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
      nos parecía soñar:
      la boca se nos llenaba de risas,
      la lengua de cantares.

      Hasta los gentiles decían:
      «El Señor ha estado grande con ellos.»
      El Señor ha estado grande con nosotros,
      y estamos alegres.

      Que el Señor cambie nuestra suerte
      como los torrentes del Negueb.
      Los que sembraban con lágrimas
      cosechan entre cantares.

      Al ir, iban llorando,
      llevando la semilla;
      al volver, vuelven cantando,
      trayendo sus gavillas.

      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

      Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

      Si el Señor no construye la casa,
      en vano se cansan los albañiles;
      si el Señor no guarda la ciudad,
      en vano vigilan los centinelas.

      Es inútil que madruguéis,
      que veléis hasta muy tarde,
      los que coméis el pan de vuestros sudores:
      ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

      La herencia que da el Señor son los hijos;
      una recompensa es el fruto de las entrañas:
      son saetas en mano de un guerrero
      los hijos de la juventud.

      Dichoso el hombre que llena
      con ellas su aljaba:
      no quedará derrotado cuando litigue
      con su adversario en la plaza.

      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

      Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

      ¡Dichoso el que teme al Señor
      y sigue sus caminos!

      Comerás del fruto de tu trabajo,
      serás dichoso, te irá bien;
      tu mujer, como una vid fecunda,
      en medio de tu casa;

      tus hijos, como renuevos de olivo,
      alrededor de tu mesa:
      ésta es la bendición del hombre
      que teme al Señor.

      Que el Señor te bendiga desde Sión,
      que veas la prosperidad de Jerusalén
      todos los días de tu vida;
      que veas a los hijos de tus hijos.
      ¡Paz a Israel!

      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

      Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

      LECTURA BREVE   Cf. Col 1, 12-14

      Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

      V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
      R. Porque ya es tarde. Aleluya.

      ORACIÓN

      OREMOS,
      Tu Espíritu, Señor, infunda en nosotros la fuerza de sus dones, para que nuestros pensamientos te sean gratos y nuestra voluntad esté siempre sometida a la tuya. Por Cristo nuestro Señor.
      Amén.

      CONCLUSIÓN

      V. Bendigamos al Señor.
      R. Demos gracias a Dios.

      JUAN 21,15-19 LO QUE ME DICE EL EVANGELIO

      Lo que me dice: El Santo Evangelio: Viernes, 2 de junio de 2017
      (Juan 21,15-19).  *Hoy el Señor me sorprende con un examen, de una sola pregunta, y esta pregunta está fundamentada en un solo tema, EL AMOR  ¿Me amas?  No es bueno que yo la responda rápidamente, tengo que dejar que esta pregunta recorra todo mi alma, toda mi mente, todo mi ser y todas mis fuerzas ¿porque me hace esta pregunta el Señor? Yo pienso  que el Señor me quiere totalmente libre para él. Esta pregunta me estremece  profundamente, porque, yo vivo sumergido, en mis afanes diarios, durante el día hasta me olvido de DIOS.  Pero me alegro mucho con esta pregunta, porque veo que el Señor tiene algo especial para mí. Mas el jurado que está a cargo de corregir mi respuesta, está compuesto por: mi mujer, mis hijos y mis enemigos, y estoy muy seguro, que mis jurados quieren, que yo de una buena respuesta, cuándo mi mujer me pregunte ¿Me amas?, cuándo mis hijos me pregunten ¿Me amas?, cuándo las persona que me caen mal me pregunten ¿Me amas? Señor tú me conoces y solo tú sabes que es lo que hay dentro de mí, ayúdame a dar una buena respuesta a esta pregunta, y poder aceptar con amor, la misión a la que me llamas*.

      El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser,

      SANTO

      EVANGELIO

      Viernes, 2 de junio de 2017

      Evangelio


      Lectura del santo evangelio según san Juan (21,15-19):

      Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: 
      «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» 
      Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» 
      Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.» 
      Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» 
      Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» 
      Él le dice: «Pastorea mis ovejas.» 
      Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» 
      Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» 
      Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» 
      Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. 
      Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

      Palabra del Señor

      SALMO

      Viernes, 2 de junio de 2017

      Salmo

      Sal 10,4-7

      R/.
       El Señor puso en el cielo su trono

      Bendice, alma mía, al Señor,
      y todo mi ser a su santo nombre.
      Bendice, alma mía, al Señor,
      y no olvides sus beneficios. R/.

      Como se levanta el cielo sobre la tierra,
      se levanta su bondad sobre sus fieles;
      como dista el oriente del ocaso,
      así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.

      El Señor puso en el cielo su trono,
      su soberanía gobierna el universo.
      Bendecid al Señor, ángeles suyos,
      poderosos ejecutores de sus órdenes. R/.


      Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu  Santo.

      PRIMERA LECTURA

      Viernes, 2 de junio de 2017

      Primera lectura


      Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (25,13-21):

      En aquellos días, el rey Agripa llegó a Cesarea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí bastantes días. 
      Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: «Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, como Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.»

      Palabra de Dios

      UNA LUZ

      PRIMERA LECTURA

      De la primera carta del apóstol san Juan 5, 13-21

      LA ORACIÓN POR LOS PECADORES

      Queridos hermanos: Os he escrito estas cosas, a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.

      Y ésta es la seguridad y confianza que tenemos en él: que, si le pedimos algo conforme con su voluntad, él nos escucha. Y, si sabemos que nos escucha en todas nuestras peticiones, sabemos que tenemos conseguido todo lo que hayamos pedido. El que vea a su hermano cometiendo pecado que no lleva a la muerte, que ore y le dará vida. (Me refiero a pecados que no llevan a la muerte, pues hay pecado que conduce a la muerte. No me refiero a este caso.) Toda injusticia es pecado. Pero hay pecado que no va a la muerte.

      Sabemos que el que ha nacido de Dios no peca: el Nacido de Dios lo guarda y el maligno no lo toca. Sabemos que somos de Dios, mientras el mundo entero está bajo el influjo del maligno. Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero y para que estemos en él, su verdadero Hijo, el cual es Dios verdadero y es vida eterna. Hijos míos, guardaos de los ídolos.

      RESPONSORIO    1Jn 5, 20; Jn 1, 18

      R. Sabemos que el Hijo de Dios ha venido * y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero. Aleluya.
      V. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
      R. Y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero. Aleluya.

      SEGUNDA LECTURA

      De las Actas del martirio de los santos Justino y compañeros
      (Cap. 1-5: cf. PG 6, 1566-1571)

      HE ABRAZADO LAS VERDADERAS ENSEÑANZAS DE LOS CRISTIANOS

      Aquellos santos varones, una vez apresados, fueron conducidos al prefecto de Roma, que se llamaba Rústico. Cuando estuvieron ante el tribunal, el prefecto Rústico dijo a Justino:
      «Antes que nada, profesa tu fe en los dioses y obedece a los emperadores.»
      Justino respondió:
      «No es motivo de acusación ni de detención el hecho de obedecer a los mandamientos de nuestro Salvador Jesucristo.»
      Rústico dijo:
      «¿Cuáles son las enseñanzas que profesas?»
      Respondió Justino:
      «Yo me he esforzado en conocer toda clase de enseñanzas, pero he abrazado las verdaderas enseñanzas de los cristianos, aunque no sean aprobadas por los que viven en el error.»
      El prefecto Rústico dijo:
      «¿Y tú las apruebas, miserable?»
      Respondió Justino:
      «Así es, ya que las sigo según sus rectos principios.»
      Dijo el prefecto Rústico:
      «¿Y cuáles son estos principios?»
      Justino respondió:
      «Que damos culto al Dios de los cristianos, al que consideramos como el único creador desde el principio y artífice de toda la creación, de todo lo visible y lo invisible, y al Señor Jesucristo, de quien anunciaron los profetas que vendría como mensajero de salvación al género humano y maestro de insignes discípulos. Y yo, que no soy más que un mero hombre, sé que mis palabras están muy por debajo de su divinidad infinita, pero admito el valor de las profecías que atestiguan que éste, al que acabo de referirme, es el Hijo de Dios. Porque sé que los profetas hablaban por inspiración divina al vaticinar su venida a los hombres.»
      Rústico dijo:
      «Luego, ¿eres cristiano?»
      Justino respondió:
      «Así es, soy cristiano.»
      El prefecto dijo a Justino:
      «Escucha, tú que eres tenido por sabio y crees estar en posesión de la verdad: si eres flagelado y decapitado ¿estás persuadido de que subirás al cielo?»
      Justino respondió:
      «Espero vivir en la casa del Señor, si sufro tales cosas, pues sé que, a todos los que hayan vivido rectamente, les está reservado el don de Dios para el fin del mundo.»
      El prefecto Rústico dijo:
      «Tú, pues, supones que has de subir al cielo, para recibir un cierto premio merecido.»
      Justino respondió:
      «No lo supongo, lo sé con certeza.»
      El prefecto Rústico dijo:
      «Dejemos esto y vayamos a la cuestión que ahora interesa y urge. Poneos de acuerdo y sacrificad a los dioses.»
      Justino dijo:
      «Nadie que piense rectamente abandonará la piedad para caer en la impiedad.»
      El prefecto Rústico dijo:
      «Si no hacéis lo que se os manda, seréis atormentados sin piedad.»
      Justino respondió:
      «Nuestro deseo es llegar a la salvación a través de los tormentos sufridos por causa de nuestro Señor Jesucristo, ya que ello será para nosotros motivo de salvación y de confianza ante el tribunal de nuestro Señor y Salvador, que será universal y más temible que éste.»
      Los otros mártires dijeron asimismo:
      «Haz lo que quieras; somos cristianos y no sacrificamos a los ídolos.»
      El prefecto Rústico pronunció la sentencia, diciendo:
      «Por haberse negado a sacrificar a los dioses y a obedecer las órdenes del emperador, serán flagelados y decapitados en castigo de su delito y a tenor de lo establecido por la ley.»
      Los santos mártires salieron, glorificando a Dios, hacia el lugar acostumbrado y allí fueron decapitados, coronando así el testimonio de su fe en el Salvador.

      RESPONSORIO    Cf. Hch 20, 20. 21. 24; Rm 1, 16

      R. No he ahorrado medio alguno al insistiros a creer en nuestro Señor Jesús; * a mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. Aleluya.
      V. No me avergüenzo del Evangelio; es, en verdad, poder de Dios para salvación de todo el que crea, primero de los judíos y luego de los gentiles.
      R. A mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. Aleluya.

      ORACIÓN.

      OREMOS,
      Dios nuestro, que enseñaste a san Justino a descubrir en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Jesucristo, concédenos, por la intercesión de éste mártir, la gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos siempre firmes en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
      Amén

      CONCLUSIÓN

      V. Bendigamos al Señor.
      R. Demos gracias a Dios.