Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
SÁBADO DE SEMANA VII
Propio del Tiempo. Salterio III. I Vísperas de la Solemnidad de Pentecostés.
8 de junio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el
Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: CONTIGO SUBE EL MUNDO CUANDO SUBES.
Contigo sube el mundo cuando subes,
y al son de tu alegría matutina
nos alzamos los muertos de las tumbas;
salvados respiramos vida pura,
bebiendo de tus labios el Espíritu.
Cuanto la lengua a proferir no alcanza
tu cuerpo nos lo dice, ¡Oh Traspasado!
Tu carne santa es luz de las estrellas,
victoria de los hombres, fuego y brisa,
y fuente bautismal, ¡oh Jesucristo!
Cuanto el amor humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu médula, en tus llagas
vivo está, ¡oh Jesús glorificado!
En ti, Dios fuerte, Hijo primogénito,
callando, el corazón lo gusta y siente.
Lo que fue, lo que existe, lo que viene,
lo que en el Padre es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha heredado y nos lo entrega.
Tú nos haces presente la esperanza,
tú que eres nuestro hermano para siempre.
Cautivos de tu vuelo y exaltados
contigo hasta la diestra poderosa,
al Padre y al Espíritu alabamos;
como espigas que doblan la cabeza,
los hijos de la Iglesia te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mis palabras son espíritu y vida. Aleluya.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mis palabras son
espíritu y vida. Aleluya.
Ant 2. Edificaste, Señor,
un templo y un altar en tu monte santo. Aleluya.
Cántico: DAME SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6. 9-11
Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Edificaste, Señor,
un templo y un altar en tu monte santo. Aleluya.
Ant 3. Yo soy el camino y
la verdad y la vida. Aleluya.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA
DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy el camino y
la verdad y la vida. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 14, 7-9
Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Que si vivimos,
vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morimos. En fin, que tanto
en vida como en muerte somos del Señor. Para esto murió Cristo y retornó a la
vida, para ser Señor de vivos y muertos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por
nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Tercera carta del apóstol san Juan
CAMINEMOS EN LA VERDAD
Yo, el Presbítero, al muy querido Gayo, a quien amo en la verdad.
Carísimo, pido a Dios que en todo prosperes y que goces de buena salud, así
como prospera tu alma. Mucho me he alegrado con la venida de los hermanos y con
las noticias de tu permanencia en la verdad, de cómo caminas en ella. No hay
para mí mayor alegría que oír de mis hijos que caminan en la verdad.
Carísimo, te portas fielmente en todas las obras que haces en favor de los
hermanos, aun de los que son forasteros. Ellos hicieron el elogio de tu caridad
ante la Iglesia.
Harás una buena acción en proveerlos de lo necesario para su viaje, de una
manera digna de Dios. Ellos se han puesto en camino por el nombre del Señor,
sin recibir nada de los paganos. Por eso nosotros debemos acogerlos para ser
cooperadores de sus trabajos por la verdad.
He escrito algunas palabras a la Iglesia; pero Diotrefes, que ambiciona el
primer puesto entre todos, no acata nuestra autoridad. Por esto, cuando vaya,
lo amonestaré, recordándole las malas obras que hace: habla desvergonzadamente
contra nosotros; no contento con ello, rehúsa recibir a los hermanos; y a los
que quieren recibirlos se lo prohíbe, arrojándolos de la Iglesia.
Carísimo, no imites lo malo, sino lo bueno. Quien obra el bien es de Dios.
Quien obra el mal no ha visto a Dios. Por lo que se refiere a Demetrio, todos
hablan con elogio de él, incluso la misma Verdad. También nosotros lo
recomendamos, y nuestra recomendación, como ya lo sabes, es verdadera.
Tengo muchas cosas que escribirte; pero prefiero no confiarlas a la pluma y a
la tinta. Espero verte pronto y hablaremos personalmente. La paz sea contigo.
Te saludan los amigos. Saluda a los amigos, a cada uno en particular.
RESPONSORIO 3Jn 11; 1Pe 2, 19
R. No imites lo malo, sino lo bueno. * Quien obra el bien es de Dios.
Aleluya.
V. A Dios le somos gratos cuando, por causa suya, soportamos penas
injustamente inferidas.
R. Quien obra el bien es de Dios. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de un autor africano del siglo sexto
(Sermón 8, 1-3: PL 65, 743-744)
LA UNIDAD DE LA IGLESIA SE MANIFIESTA EN LA PLURALIDAD DE LENGUAS
Los apóstoles se pusieron a hablar en todas las lenguas. Así quiso Dios, por
aquel entonces, significar la presencia del Espíritu Santo, haciendo que todo
el que lo recibía hablase en todas las lenguas. Hay que entender, queridos
hermanos, que se trata del Espíritu Santo por el cual el amor de Dios se
derrama en nuestros corazones.
Y, ya que el amor había de congregar a la Iglesia de Dios, extendida por todo
el orbe de la tierra, del mismo modo que entonces cada persona que recibía el
Espíritu Santo podía hablar en todas las lenguas, así ahora la unidad de la
Iglesia, congregada por el Espíritu Santo, se manifiesta en la pluralidad de lenguas.
Por tanto, si alguien nos dice: «Has recibido el Espíritu Santo, ¿por qué no
hablas en todas las lenguas?», debemos responderle: «Hablo ciertamente en todas
las lenguas, ya que pertenezco al cuerpo de Cristo, esto es, a la Iglesia, que
habla en todas las lenguas. Lo que Dios quiso entonces significar por la
presencia del Espíritu era que la Iglesia, en el futuro, hablaría en todas las
lenguas.» De este modo se cumplió lo que había prometido el Señor: Nadie echa
el vino nuevo en odres viejos, sino que se ha de echar en odres nuevos; así se
conservan las dos cosas.
Con razón algunos, al oír que los apóstoles hablaban en todas las lenguas,
decían: Están llenos de mosto. Es que se habían convertido ya en odres nuevos,
renovados por la gracia santificadora, para que, llenos del vino nuevo, esto
es, del Espíritu Santo, hablaran llenos de ardor en todas las lenguas,
prefigurando así, por aquel evidentísimo milagro, la catolicidad de la Iglesia,
que había de abarcar a los hombres de toda lengua.
Celebrad, pues, este día, conscientes de que sois miembros del único cuerpo de
Cristo. No lo celebraréis en vano, si procuráis ser lo que celebráis, viviendo
unidos a la Iglesia, a la cual el Señor, llenándola del Espíritu Santo,
reconoce como suya, a medida que se va esparciendo por todo el mundo, Iglesia
que, a su vez, lo reconoce a él como su Señor. Como el esposo no abandona a su
propia esposa ni admite que sea sustituida por otra. A vosotros, hombres de
todas las naciones, que sois miembros de Cristo, que constituís el cuerpo de
Cristo, la Iglesia de Cristo, la esposa de Cristo, os dice el Apóstol:
Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del
Espíritu, con el vinculo de la paz.
Fijaos que al precepto de la mutua tolerancia añade la mención del amor, y
cuando habla de la solicitud por la unidad hace referencia al vínculo de la
paz. Tal ha de ser la casa de Dios, edificada con piedras vivas, para que el
padre de familia se complazca en habitar en ella, y sus ojos no tengan que
contemplar con disgusto su división y su ruina.
RESPONSORIO Hch 15, 8-9; 11, 18
R. Dios, que conoce los corazones, ha dado su Espíritu a todos los
pueblos, igual que a nosotros; * y no ha establecido diferencia alguna entre
ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones por la fe. Aleluya.
V. Así, pues, Dios ha concedido también a los demás pueblos la
conversión que conduce a la vida.
R. y no ha establecido diferencia alguna entre ellos y nosotros, pues
ha purificado sus corazones por la fe. Aleluya.
Sábado, 8
de junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (21,20-25):
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el
discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado
en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a
entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?»
Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú
sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no
moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede
hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de todo
esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas
otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no
cabrían ni en todo el mundo.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del
mundo. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo estaré siempre
con vosotros hasta el fin del mundo. Aleluya.
PRECES
Nosotros, que hemos sido bautizados en el Espíritu
Santo, glorifiquemos al Señor, junto con todos los bautizados, y roguémosle:
Señor Jesús, santifícanos en el Espíritu.
Envíanos, Señor, tu Espíritu Santo,
para que te confesemos ante los hombres como Señor y rey nuestro.
Danos una caridad sincera,
para que nos amemos mutuamente, como buenos hermanos.
Dispón con tu gracia el corazón de los fieles,
para que acojan con amor y alegría los dones del Espíritu.
Danos la fortaleza del Espíritu Santo,
y haz que sane y vigorice lo que en nosotros está enfermo y débil.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Bajo el impulso del Espíritu Santo, que ora en nuestro interior con gemidos
inenarrables, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Dios todopoderoso, seguir siempre
realizando en toda nuestra vida el espíritu de estas fiestas pascuales, que
hemos celebrado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
María Anna Johanna Droste zu Vischering nació el 8
de septiembre de 1863 junto a su hermano mellizo Max, en el día de la
Solemnidad de la Natividad de Nuestra Señora, en Münster - Alemania, hija de
una familia noble que se distinguió por su fidelidad a la Iglesia católica
durante la persecución del Kulturkampf. Sus padres fueron el conde de
Erbdrosten Clemente Heidenreich Franz Droste zu Vischering y la condesa de
Galen Helena von Galen.
Fue bautizada inmediatamente después de su
nacimiento; debido a la salud muy frágil que tenía. Pasó su infancia con su
familia en el Castillo de Darfeld. Desde niña se sintió atraída por el Sagrado
Corazón de Jesús. Para ella, la devoción al Corazón de Cristo siempre va unida
con la devoción al Santísimo Sacramento, como ella dijo: "Nunca
pude separar la devoción al Corazón de Jesús de la devoción al Santísimo
Sacramento y nunca seré capaz de explicar cómo y cuánto el Sagrado Corazón de
Jesús se dignó favorecer a mí en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía".
El 25 de abril de 1875 hizo junto a su hermano
mellizo Max, su Primera Comunión: "Esperé en ese día la gracia de
la vocación religiosa, pero en vano...". Esta gracia lo recibió en el
día 8 de julio del mismo año, pero sólo después de la recepción de la
Confirmación.
En 1878 escuchó un sermón sobre el pasaje bíblico
que dice: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu
alma" y reaccionó de la siguiente manera: "En ese momento
pensé: Tengo que llegar a ser religiosa! Hubiera preferido que mis oídos no lo
hubieran escuchado, pero es imposible resistirse a la voz de Dios".
Durante la primavera de 1879, en los caminos de su
especial devoción al Corazón de Cristo y después de una primera experiencia de
vida religiosa celebrada en el Internado de las Hermanas del Sagrado Corazón en
Riedenburg, llegó a la siguiente conclusión: "[...] Empecé a
entender que sin espíritu de sacrificio el amor al Corazón de Jesús es sólo una
ilusión".
En el año 1883 oyó en su interior una frase de
Jesús que le dijo: "Tú serás la esposa de Mi Corazón". El
5 de agosto de ese mismo año, mientras celebraba las Bodas de Plata del
matrimonio de sus padres, María expresó su deseo definitivo de convertirse en
religiosa y no duró mucho para que esto fuese una realidad.
En 1888, visitó con su madre el Hospital de Darfeld
y allí encontró a una niña que había dado escándalo. María, superando su
timidez y el disgusto de su la madre, se le acercó. Se podría decir que esto
fue su primer contacto con el carisma de las Hermanas del Buen Pastor.
El 21 de noviembre ingresó en el convento del Buen
Pastor en Münster respondiendo a una inspiración del Sagrado Corazón: "De
repente, estando en la iglesia parroquial de Darfeld preparándome para la
confesión, mientras esperaba mi turno, me vino como un relámpago este
pensamiento: Debes entrar en el Buen Pastor, y fue para mí tan claro y preciso
que desde aquel momento no tuve ya ninguna duda". María decidió
entonces entrar en el noviciado del Convento del Buen Pastor de Münster.
Después de tener recibido el hábito blanco de la
Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor recibió el nombre
que se ha convertido para ella en un programa de vida: Hermana María del Divino
Corazón.
Sor María del Divino Corazón pasó sólo cinco años
en Münster, pues la obediencia la llamó una misión especial en Portugal para
donde fue enviada inicialmente como Asistente de la Madre Superiora del
Convento del Buen Pastor de Lisboa. Entre los meses de Febrero y Mayo de 1894
permaneció en la capital portuguesa, pero pronto fue nombrada a su puesto
definitivo como Madre Superiora del Convento de las Hermanas del Buen Pastor de
Oporto.
Entre 1897 y 1898, la Madre María del Divino
Corazón, de acuerdo con las peticiones del mismo Jesús que se le continuó
revelando por medio de locuciones interiores, escribió al Papa León XIII a
pedir la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús. El Papa
León XIII, no sólo accedió a la petición como incluso dijo que éste fue el
mayor acto de su pontificado.
Sor María del Divino Corazón murió santamente en
Oporto el 8 de junio de 1899 después de haber sufrido una parálisis durante
tres años. Su cuerpo fue encontrado incorrupto en la exhumación y está
actualmente expuesto a la veneración pública en la Iglesia del Sagrado Corazón
de Jesús en Ermesinde, Portugal, cerca del Convento de las Hermanas del Buen
Pastor de la misma localidad. También hay reliquias extraídas de su cuerpo y
que están expuestas a la veneración en el Convento de las Hermanas del Buen
Pastor de Oporto, Portugal, y en la Capilla de los Confidentes de Jesús situada
en el Santuario Nacional de Cristo Rey en Almada, cerca de Lisboa, Portugal.
En 1964, Sor María del Divino Corazón, condesa
Droste zu Vischering, recibió oficialmente el título de Venerable por la
Congregación para las Causas de los Santos.
El 1 de noviembre de 1975, solemnidad de Todos los
Santos, fue beatificada por el Papa Paulo VI, justamente al cumplirse el tercer
centenario de las revelaciones del Corazón de Jesús a Santa Margarita María
Alacoque, al lado de la cual se distingue como apóstol de la misericordia del
Corazón de Cristo.
Por tu gran amor al Divino
Corazón de Jesús, Nuestro Señor te consolaba antes de la santa
comunión y en los días de exposición y te enseñaba a llevar la cruz y
a comprender que tus sufrimientos irían aumentando cada vez más,
siguiendo por el camino de la cruz y permaneciendo unida y clavada con
Él”.
Te ruego que en mis momentos de dolor, intercedas por mí ante
Dios para obtener la fuerza de la fe, y demos testimonio del amor a Jesucristo,
que murió por nosotros en la cruz. Que no queramos escapar de esta gracia que
es sufrir y ofrecernos por los que amamos, por su salvación, por su conversión.
Tú que estás viendo la gloria de Dios, haz en mi vida un milagro
para sanar mi alma y la de los que Dios me dio. Y todo sea por la mayor Gloria
de Dios.
Amén.