Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA XII
De la solemnidad.
29 de junio
SANTOS PEDRO Y PABLO, APÓSTOLES. (SOLEMNIDAD).
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al
Señor, rey de los apóstoles.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al
Señor, rey de los apóstoles.
Himno: CUANDO EL GALLO, TRES VECES.
Cuando el gallo, tres veces
negaste a tu Maestro;
y él tres veces te dijo:
«¿Me amas más que éstos?»
Se te puso muy triste
tu llanto y tu silencio:
pero la Voz te habló de apacentar corderos.
Tu pecado quemante
se convirtió en incendio,
y abriste tus dos brazos
al madero sangriento.
La cabeza hacia abajo
y el corazón al cielo:
porque, cuando aquel gallo,
negaste a tu Maestro. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Sé en quien he puesto mi fe, y estoy seguro que es
poderoso para guardar hasta el último día lo que yo le he confiado.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sé en quien he
puesto mi fe, y estoy seguro que es poderoso para guardar hasta el último día
lo que yo le he confiado.
Ant 2. La gracia de Dios
no quedó infecunda en mí, sino que su gracia permanece siempre en mí.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,
57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. La gracia de Dios
no quedó infecunda en mí, sino que su gracia permanece siempre en mí.
Ant 3. He combatido bien
mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. He combatido bien
mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
LECTURA BREVE 1Pe 4, 13-14
Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo,
para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por
el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el
Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. Consagraron sus vidas al servicio de nuestro Señor
Jesucristo.
R. Consagraron sus
vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
V. Salieron contentos
de haber merecido aquel ultraje.
R. Al servicio de
nuestro Señor Jesucristo.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Consagraron sus
vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 1, 15-2, 10
ETAPA DE CONVIVENCIA ENTRE PEDRO Y PABLO
Hermanos: Cuando aquel que me eligió desde el seno de mi madre me llamó por su
gracia y tuvo a bien revelarme a su Hijo para que lo anunciara a los gentiles,
en seguida, sin pedir consejo a hombre alguno y sin subir a Jerusalén para
hablar con los que eran apóstoles antes que yo, partí hacia Arabia, de donde
luego volví a Damasco. Tres años más tarde, subí a Jerusalén a visitar a Cefas,
y estuve con él quince días. No vi a ninguno otro de los apóstoles, fuera de
Santiago, el hermano del Señor. Por el Dios que me está viendo, que no miento
en lo que os escribo.
Después vine a las regiones de Siria y de Cilicia, pero las Iglesias de Judea,
que están en Cristo, no me conocían personalmente. Sólo oían decir: «El que
antaño nos perseguía ahora va anunciando la Buena Nueva de la fe, que en otro
tiempo quería destruir.» Y glorificaban a Dios, reconociendo su obra en mí.
Luego, al cabo de catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando
también a Tito. Y subí por motivo de una revelación. Les expuse el Evangelio
que predico entre los gentiles y traté en particular con los más calificados,
no fuera a ser que hubiese corrido en vano.
Pues bien, ni siquiera a Tito, mi compañero, con todo y que era griego, lo
obligaron a circuncidarse. Y esto a pesar de los intrusos, de los falsos
hermanos, que solapadamente se habían infiltrado, para espiar arteramente la
libertad de que gozamos en Cristo Jesús, y que querían esclavizarnos. Pero
nosotros ni por un momento cedimos terreno para someternos a ellos, a fin de salvaguardar
firmemente para vosotros la verdad del Evangelio.
Las personas de más consideración -nada me interesa lo que hubieran sido antes,
pues en Dios no hay acepción de personas- no me impusieron ninguna nueva
obligación.
Al contrario, reconocieron que yo había recibido la misión de predicar el
Evangelio a los gentiles, como Pedro la de predicarlo a los judíos; porque
aquel que dio poder a Pedro para ejercer el apostolado entre los judíos me lo
dio a mí para ejercerlo entre los gentiles. De este modo reconocieron que Dios
me había dado esa gracia. Y Santiago, Cefas y Juan, los considerados como
columnas, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de comunión y
conformidad: nosotros nos dirigiríamos a los gentiles, ellos a los judíos. Sólo
nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, cosa que he procurado yo
cumplir con toda solicitud.
RESPONSORIO Mt 16, 18-19
R. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los
poderes del infierno no la derrotarán; * yo te daré las llaves del reino de los
cielos.
V. Todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo
lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo.
R. Yo te daré las llaves del reino de los cielos.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 295, 1-2. 4. 7-8: PL 38, 1348-1352)
ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN, DABAN TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN
VISTO
El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de
los santos apóstoles Pedro y Pablo. No nos referimos, ciertamente, a unos
mártires desconocidos. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites
del orbe su lenguaje. Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo
que habían visto y, con un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta
morir por ella.
San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que
llegó a oír de él estas palabras: Y yo te digo que tú eres Pedro. Él había
dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Cristo le replicó: «Y
yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre
esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta afirmación que tú
has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia.
Porque tú eres Pedro.» «Pedro» es una palabra que se deriva de «piedra», y no
al revés. «Pedro» viene de «piedra», del mismo modo que «cristiano» viene de
«Cristo».
El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los
que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó
la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él
solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar
estas palabras: Yo te daré las llaves del reino de los cielos. Porque estas
llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la
excelencia de la persona de Pedro, en cuanto que él representaba la
universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego,
tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la
Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que el
Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a
continuación: Quedan perdonados los pecados a quienes los perdonéis; quedan
retenidos a quienes los retengáis.
En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también
a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los
discípulos que tuviera el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que
Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la
unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es
porque Pedro es el primero entre los apóstoles.
No te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde tres.
Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor
venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces
habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el temor.
A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y por tercera vez encomendó
el Señor sus ovejas a Pedro.
En un solo día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos eran
en realidad una sola cosa, aunque fueran martirizados en días diversos. Primero
lo fue Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para
nosotros, por la sangre de los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus
trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina.
RESPONSORIO
R. Apóstol san Pablo, predicador de la verdad y maestro de los
gentiles, * verdaderamente que eres digno de ser glorificado.
V. Por ti conocieron la gracia de Dios todas las naciones.
R. Verdaderamente que eres digno de ser glorificado.
Lecturas del San Pedro y san Pablo, apóstoles
Sábado, 29
de junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a
sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías
o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te
digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder
del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo
que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dijo Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tu
tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres
el Santo de Dios.» Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dijo Simón Pedro:
«Señor, ¿a quién vamos a ir? Tu tienes palabras de vida eterna. Y nosotros
hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» Aleluya.
PRECES
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que quiso
edificar su Iglesia sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y digámosle
confiados:
Bendice, Señor, a tu Iglesia.
Tú que rogaste por Pedro para que no se apagara su fe,
da firmeza a la fe de tu Iglesia.
Tú que, después de la resurrección, te apareciste a Simón Pedro y te revelaste
a Saulo,
ilumina nuestras mentes para que confesemos tu resurrección.
Tú que elegiste al apóstol Pablo para que anunciara tu nombre a los paganos,
haz de nosotros verdaderos apóstoles de tu Evangelio.
Tú que misericordiosamente perdonaste las negaciones de Pedro,
perdónanos también nuestras culpas y pecados.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que nos llenas de santa alegría con
la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, haz que tu Iglesia se
mantenga siempre fiel a las enseñanzas de estos apóstoles, de quienes recibió
el primer anuncio de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Tan atrás como en
el siglo cuarto se celebraba una fiesta en memoria de los Santos Pedro y Pablo
en el mismo día, aunque el día no era el mismo en Oriente que en Roma. El
Martirologio Sirio de fines del siglo cuarto, que es un extracto de un catálogo
Griego de santos del Asia Menor, indica las siguientes fiestas en conexión con
la Navidad (25 de diciembre): 26 dic. San Estéban; 27 dic. Santos Santiago y
Juan; 28 dic. Santos Pedro y Pablo.
La fiesta principal de los Santos Pedro y Pablo se
mantuvo en Roma el 29 de junio tan atrás como en el tercero o cuarto siglo. La
lista de fiestas de mártires en el Cronógrafo de Filócalo coloca esta nota en
la fecha - "III. Kal. Jul. Petri in Catacumbas et Pauli Ostiense Tusco et
Basso Cose." (=el año 258) . El "Martyrologium Hieronyminanum"
tiene, en el Berne MS., la siguiente nota para el 29 de junio: "Romae via
Aurelia natale sanctorum Apostolorum Petri et Pauli, Petri in Vaticano, Pauli
in via Ostiensi, utrumque in catacumbas, passi sub Nerone, Basso et Tusco
consulibus" (ed. de Rossi--Duchesne, 84).
La fecha 258 en las notas revela que a parir de ese
año se celebraba la memoria de los dos Apóstoles el 29 de junio en la Vía Apia
ad Catacumbas (cerca de San Sebastiano fuori le mura), pues en esta fecha los
restos de los Apóstoles fueron trasladado allí (ver arriba). Más tarde, quizá
al construirse la iglesia sobre las tumbas en el Vaticano y en la Vía
Ostiensis, los restos fueron restituidos a su anterior lugar de descanso: los
de Pedro a la Basílica Vaticana y los de Pablo la iglesia en la Vía Ostiensis.
En el sitio Ad Catacumbas se construyó, tan atrás
como en el siglo cuarto, una iglesia en honor de los dos Apóstoles. Desde el
año 258 se guardó su fiesta principal el 29 de junio, fecha en la que desde
tiempos antiguos se celebraba el Servicio Divino solemne en las tres iglesias
arriba mencionadas (Duchesne, "Origines du culte chretien", 5ta ed.,
París, 1909, 271 sqq., 283 sqq.; Urbano, "Ein Martyrologium der christl. Gemeinde zu Rom an Anfang
des 5. Jahrh.", Leipzig, 1901, 169 sqq.; Kellner, "Heortologie",
3ra ed., Freiburg, 1911, 210 sqq.). La leyenda procuró
explicar que los Apóstoles ocupasen temporalmente el sepulcro Ad Catacumbas
mediante la suposición que, enseguida de la muerte de ellos los Cristianos del
Oriente deseaban robarse sus restos y llevarlos al Este. Toda esta historia es
evidentemente producto de la leyenda popular.
Una tercera festividad de los Apóstoles tiene lugar
el 1 de agosto: la fiesta de las Cadenas de San Pedro. Esta fiesta era
originariamente la de dedicación de la iglesia del Apóstol, erigida en la
Colina Esquilina en el siglo cuarto. Un sacerdote titular de la iglesia,
Filipo, fue delegado papal al Concilio de Éfeso en el año 431. La iglesia fue
reconstruida por Sixto II (432) a costa de la familia imperial Bizantina. La
consagración solemne pudo haber sido el 1 de agosto, o este fue el día de la
dedicación de la anterior iglesia. Quizá este día fue elegido para sustituir
las fiestas paganas que se realizaban el 1 de agosto. En esta iglesia, aún en
pié (S. Pietro en Vincoli), probablemente se preservaron desde el siglo cuarto
las cadenas de San Pedro que eran muy grandemente veneradas, siendo
considerados como reliquias apreciadas los pequeños trozos de su metal.
De tal modo, la iglesia desde muy antiguo recibió
el nombre in Vinculis, convirtiéndose la fiesta del 1 de agosto en fiesta de
las cadenas de San Pedro (Duchesne, op. cit., 286 sqq.; Kellner, loc. cit., 216
sqq.). El recuerdo de ambos Pedro y Pablo fue más tarde relacionado con dos
lugares de la antigua Roma: la Vía Sacra, en las afueras del Foro, adonde se
decía que fue arrojado al suelo el mago Simón ante la oración de Pedro y la
cárcel Tullianum, o Carcer Mamertinus, adonde se supone que fueron mantenidos
los Apóstoles hasta su ejecución.
También en ambos lugares se erigieron santuarios de
los Apóstoles y el de la cárcel Mamertina aún permanece en casi su estado
original desde la temprana época Romana. Estas conmemoraciones locales de los
Apóstoles están basadas en leyendas y no hay celebraciones especiales en las
dos iglesias. Sin embargo, no es imposible que Pedro y Pablo hayan sido
confinados en la prisión principal de Roma en el fuerte del Capitolio, de la
cual queda como un resto la actual Carcer Mamertinus.